jueves, 25 de abril de 2013

Sevilla. Final con sorpresa

Por Clarito

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La vuelta al ruedo al último toro de la tarde y de la feria, “Datilero” nº 31 de Miura. Cárdeno de 563 Kilos. De 4 años y 4 yerbas (Foto Arjona para Aplausos).

Sensacional cierre de la Feria de abril

La Feria de Sevilla acabó con esa traca gorda que trajeron las nobles y bonancibles embestidas (dentro de un orden ¡Claro!) de los otrora temidos toros de Zahariche. Don Antonio y don Eduardo Miura embarcaron el sábado para Sevilla una preciosa corrida que hizo honor al legendario hierro.

Y es que como decían los viejos aficionados a los toros: “

“¿Miuriyas? ¡Vaya usted a los toros que siempre se ve algo nuevo!”

Y algo nuevo vimos. Un encierro muy igualado y parejo de seis toros cárdenos, de magníficas hechuras. Toros muy en Miura por el tipo, lo que quiere decir muy finos, muy largos y, sobre todo, muy vareados.

Cada encaste es cada encaste pero ya va siendo hora que nos decantemos por el toro bien hecho y fino y vayamos dejando de lado ese toro grandón, con exceso de kilos, basto y destartalado que nos trajeron las modas de los años 80. Aquello fue una reacción justificable por los excesos de los 60. Hoy ya no tiene ningún sentido.

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Datilero.en el reconocimiento matinal. Un toro fino y vareado con cuatro años justo al que algunos acusarían de anovillado si no llevara el hierro de la A con asas

Tenemos que cambiar el modo de “ver”  los toros. Para empezar y para que vayamos poco a poco, propongo que empecemos por las culatas. Hoy, si un toro no está redondeado por detrás no nos parece toro. Antes, en los desencajonamiento solo a los “pablorromeros” los bajaban de nalgas (Foto Arjona para Aplausos)

Para colmo, otra sorpresa, los Miuras acompañaron sus estampas con embestidas largas y al galope. Fueron toros prontos en varas y con mucha movilidad en la muleta y tuvieron esa virtud que hoy tanto se busca, que es la toreabilidad (a lo que siempre hemos llamado nobleza y que es cualidad esencial del toro de lidia). Lo que no quiere decir que fueran tontos (antes al contrario pues tuvieron sus complicaciones) sino bravos.

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Los Miuras fueron todos, en general, prontos y alegres en el caballo y en la muleta. Galoparon mucho. El único que sacó sentido, fue el cuarto bis. En resumen, una gran corrida de toros (En la Foto de Arjona para Aplausos, Datilero se arranca de largo al caballo del picador)

En realidad, sólo hubo un miura, miura. El cuarto, al que Rafaelillo le aplicó las recetas de la vieja lidia cuando se percató de que era imposible estirarse con él. Ese toro fue sustituto de otro que se rompió el pitón por la cepa y que, en el rato que estuvo en la plaza, nos dio la impresión que podría haber sido el más bravo de todos por su salida y su forma de derrotar en tablas.

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El cuarto Rayito, hizo en su salida honor a su nombre. Parecía que iba a ser el más bravo hasta que se escobilló un pitón y después se partió el otro por la cepa al estamparse contra los burladeros, momento que recoge la fotografía de Arjona.

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Recursos de la vieja lidia. Rafaelillo se dobla por bajo con el cuarto bis. Fue el único toro de la corrida del domingo que desarrolló sentido (Foto de Arjona para Aplausos).

Personalmente, el que más me gusto fue el segundo con el que Castaño, que lo entendió muy bien y le dio mucha distancia, hizo una buena faena que no coronó con la espada. Antes, en los dos primeros tercios, los toreros de su cuadrilla estuvieron sensacionales y muy valientes con un toro que daba mucha emoción a todo lo que con él se hacía.

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El toro de la tarde Almendrero. Nº 34. Cárdeno oscuro de 547 Kilos. 4 años y 4 yerbas. Un toro bravo y alegre como pocos.

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David Adalid y Fernando Sánchez tuvieron que saludar en banderillas. Con el capote les acompaño Marcos Galán que se lució en el 5º 

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Castaño citando de largo (de muy largo) a Almendrero. Javier estuvo muy bien con este bravo y pronto toro.

Sacrificio, sacrificio, sacrificio

Pero quien entendió la corrida, quien afrontó el reto de torear Miuras con un desparpajo que, sin embargo, nunca dio sensación de inconsciencia fue Manuel Escribano.

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Escribano estuvo ante los Miuras como si no fueran Miuras (Foto de Arjona para Aplausos)

El día antes nos había producido verdadera alegría verle anunciado en en sustitución del Juli. Y es que Escribano se quedó en puertas de entrar en los carteles de ferio un cuarto de hora antes, como suele decirse, de hacerse públicos.

Tiene mucho mérito presentarse como se presentó. Y no lo digo por aceptar la sustitución lo que, en su caso, era obligado, sino porque se le vio tan en forma como a los que torean sesenta o setenta corridas al año. Y es muy duro mantener una preparación tan exigente como es la que obliga esta profesión cuando uno no sabe ni donde ni cuando va a torear. Cuando ni siquiera sabe si toreará.

Pero ahí está la clave. Y es que, como decía el maestro Paco Camino, esto del toreo sólo tiene una fórmula mágica: ¡sacrificio, sacrificio y sacrificio!

Derroche de facultades en banderillas. ¡Hay que estar muy puesto para eso!

Con la mente muy despejada y dispuesto a darlo todo, Escribano se fue “a porta gayola” en sus dos toros. Por cierto, siguiendo el inteligente ejemplo del Juli, situándose a mucha distancia de la puerta de chiqueros. Casi en los medios. Posición que nos parece más que correcta pues da tiempo al que toro se oriente, enmiende su carrera y coja velocidad. Lo que es fundamental para poder ejecutar bien esta difícil y arriesgada suerte.

A su primero intentó recibirlo con un farol de rodillas pero el derrote del toro le arrancó el capote de las manos. Lo recuperó y toreó por verónicas con mucha enjundia.

Al otro toro (lección aprendida) lo recibió con la clásica larga afarolada, con el capote cogido por una de sus puntas. Las verónicas de recibo por el lado derecho tuvieron mucha suavidad.

Lances de recibo al 6º. Templando mucho por el lado derecho

La faena a ese toro tuvo mucho interés pues no fue fácil y hubo que hacerlo. Escribano estuvo muy firme y, entre que un aficionado le cantó un fandango que se oyó en toda la plaza y que la Banda (¡Por fin!) tocó pronto, le dio tiempo a acoplarse. Al natural firmó algunos de los muletazos más templados de la feria. Los remates finales, por trincherillas, fueron de cartel.

Toreo de muleta de Escribano al Miura Datilero

Se la jugó al matar por lo que las dos orejas fueron más que merecidas. Como merecida fue la vuelta al ruedo al toro de Miura pues aunque no fue el mejor, se premiaba en él al conjunto de la corrida.

 

Una reflexión casi final

Una de las cosas que más me han llamado la atención siempre en las crónicas antiguas de las corridas de Miura, es que los revisteros de antaño recriminaban muchas veces a los toreros por las excesivas precauciones adoptadas ante esas reses y señalaban que, aunque determinado toro había sido bravo y noble, la mala lidia que se le había dado, fruto del pavor de las cuadrillas, habían acabado por descomponerlo .

Este opinión, que se repite, como digo, en muchísimas de esa antañonas crónicas, me había parecido siempre fruto de un excesivo rigor de los cronistas y de su desconocimiento de lo que pasaba en el ruedo.

Miuras El Toreo 30 de mayo de 1920

En la crónica sobre la corrida del 30 de mayo de 1920 (la corrida en la que se lidió Cortinero del que hablamos en anterior entrada de este blog), Paco Media-Luna en el Toreo, refiriéndose a la ganadería de Miura, hablaba de la “maldita preocupación que tienen todos los toreros siempre que lidian toros de esta vacada”

Sin embargo, visto lo visto en el ruedo de la Maestranza, empiezo a pensar que aquellos viejos revisteros podían tener parte de razón. Y es que Manuel Escribano trató a sus toros (bravos y nobles no lo olvidemos) como hay que tratar a los toros bravos y nobles, con firmeza, decisión y sin amilanarse, y no como se presenta uno ante los toros complicados y difíciles. Escribano hizo a los Miuras las cosas que se supone uno no debe hacerles a los Miuras y sin embargo sus dos toros le respondieron. Ahí estuvo una de las claves de su gran éxito

 

Un gran final de Feria

Al fin tuvimos una corrida de Miura que se recordará dentro de unos años por como salió de buena. Está claro que don Antonio y don Eduardo saben muy bien lo que tienen en su casa. Y no es casualidad que enviaran seis toros propicios para triunfar con ellos cuando en los carteles se anunciaba una figura. Algo que no ocurría desde hace demasiados años.

A Escribano por su parte, la ausencia del Juli le ha brindado una ocasión que no ha desaprovechado.

Felicitemos a los ganaderos de Zahariche y al torero de Gerena que han sabido poner broche de oro a la interesante feria de abril sevillana de este año. Y felicitemos a la afición sevillana que pudo y supo disfrutarlo.

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Una combinación perfecta: un toro bravo y noble y un torero con mucha decisión. En la foto de Arjona para Aplausos, uno de los espléndidos naturales de Manuel Escribano al 6º de la tarde.

martes, 23 de abril de 2013

Casta torera

Por Clarito

cornada_juli_sevilla_4-640x640x80 (GTRES)

La tarde del viernes de farolillos, El Juli fue cogido por el toro Ebanista de la ganadería Toros de Cortés. Un toro cinqueño de mucho sentido y mucho peligro. Sus compañeros le auxilian después de la cornada que le partió el muslo.

 

Todas las tardes y en todos los toros

Quizás sea una exageración, pero una tarde buena la puede tener cualquiera. Por eso, la historia del toreo está llena de tardes buenas de toreros que, con el tiempo, pasaron al olvido. Lo complicado, lo difícil, es mantener el nivel alcanzado. Salir todas las tardes y en todas las plazas a darlo todo. Eso sólo está al alcance de algunos pocos elegidos pues exige afición y ambición desmedidas.

Y es que no se trata de tener más o menos calidad como torero pues los hay de elegancia y clase infinita que basan su éxito en la estética y son capaces de alcanzar altísimos niveles de perfección en sus movimientos. Niveles con los que otros no pueden ni soñar.

Morante es un buen ejemplo. El torero de la Puebla dio, el lunes pasado, sobradas pruebas de lo que decimos. Morante toreó como si estuviera inventando el toreo de capa. Con gran lentitud. Con una rara perfección. Algo que es imposible de repetir todas las tardes. El público lo sabe y por eso, espera.

Morante (Marca com Iñigo Hidalgo)

La eterna media verónica de Morante el lunes de “pescaíto” (Foto de López Hidalgo para Marca.com)

 

Lo decía el maestro Pepe Luis Vázquez hablando de él y de Manolete. Y es que, mientras a los toreros de arte (y Pepe Luis lo era) los públicos los esperan pues saben de lo que son capaces en sus buenas tardes; a los otros, a los poderosos (como a  Manolete), no se le admite paso mal dado. El de Córdoba se metió en el callejón sin salida de triunfar todas las tardes, en todas las plazas, pues ni siquiera en las de pueblo se le permitía el menor alivio.

Son dos líneas del toreo. En esa segunda, se encuentra el Juli, quien anda empeñado (su trabajo le está costando) en convencer de sus dotes toreras a Tirios y Troyanos. Así, en un giro en su carrera, ha pasado de sumar fechas y cortar orejas, toreo destajista, a basar su éxito en  torear (“hacer el toreo”) todas las tardes con todos los toros.

Por eso, sus actuaciones se convierten en unas, muy especiales y peculiares, lecciones de tauromaquia. Juli sale a la plaza como el catedrático que sube a la tarima y explica su lección de geometría o de metafísica con aparente sencillez.

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Juli llegando a la plaza el viernes acompañado de su banderillero Carretero. Juli llega a plaza todas las tardes con gesto de preocupación, consciente de lo que se juega (Fotografía de González Arjona para Aplausos)

 

De ahí que sus faenas alcancen, todos los días, categoría de gran acontecimiento. Máxime en plazas como la de Sevilla cuya afición es capaz de apreciar y valorar, en su justa medida, hasta el más mínimo detalle de lo que ocurre en el ruedo. Y es que, en Sevilla, nada se escapa a la atenta mirada de su público. Ya sea el capotazo de un peón que enseña o el derrote de un burel  que preludia un posible cambio en su comportamiento. Son cosas que en esta plaza se subrayan con un murmullo de aprobación o desagrado, según los casos.

Bajo la atenta mirada del público sevillano, desgranaba el Juli su primera lección magistral (todas las suyas lo son) el viernes de farolillos ante un muy complicado y muy serio toro de Victoriano del Río. El primero de la tarde. Un toro empeñado en desdecir al maestro, en llevarle la contraria,  embistiendo siempre a regañadientes.

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Ebanista. nº 163. De la ganadería Toros de Cortés. Negro. 532 Kilos. nacido en octubre de 207. El primero de la tarde. Un toro muy serio y cinqueño (con cinco años y medio). Agresivo de aspecto y de comportamiento. Con mucho sentido. No hay mayor falacia que pretender catalogar a los toros en función de la ganadería de la que proceden y no por su comportamiento en la plaza. Una peculiar (y superficial) manera de “entender” de toros.

Era –lo hemos dicho- el primer toro, y ya sabemos lo que cuesta en esos primeros toros, captar la atención del público. Sin embargo, un quite muy valiente por chicuelinas en los medios, donde el toro ya cantó su peligrosa condición y el torero la ambición con la que llegaba tuvieron la virtud de concentrar la atención de la plaza en el ruedo.

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Quite por chicuelinas del Juli al primero de la tarde. Ebanista se enrosca peligrosamente en el cuerpo del torero.

 

Luego vino lo que no se ve con otros toreros. El toro se había ido a los terrenos del sol. Juli, en vez de pedir que le llevaran el astado a la sombra, para empezar la faena en terreno más cómodo y neutral, empuñó muleta y estoque y se fue muy resuelto y muy decidido en busca del toro.

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El torero en los terrenos del toro. Un toro con cinco años y medio y mucho sentido que se iba poniendo cada vez más difícil pese a la magnífica lidia que se le estaba dando.

A unos siete u ocho metros de distancia, Juli se emplazó frente a “Ebanista” y le retó, más que le citó, con mucha firmeza. El de Cortés se le arrancó con la violencia propia del que defiende su territorio ante ese extraño que osa molestarle. Juli aguantó, sin una duda, esa descompuesta y fuerte primera arrancada y también las que vinieron después .

Era evidente –en cada muletazo- la intención del torero de enseñar al toro el camino a seguir. De enseñarle a embestir.  El burel se le paraba y amagaba mientras el diestro sin amilanarse, con mucha seguridad le marcaba el trazo –amplio y magnífico- del muletazo. Cada vez más hondo y cada vez más largo. Se empezaba a mascar una faena de categoría a la altura de la categoría de la plaza. Una faena para aficionados en una plaza que reaccionaba demostrando su aprobación al torero pero que todavía no estaba convencida del resultado final.

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Muletazo a Ebanista. Juli intentando y consiguiendo alargar el recorrido del toro.

En uno de los muletazos y cuando parecía que ya el toro podía romper y entregarse, éste se le paró a mitad del pase, alargó el cuello y se lo echó a los lomos no sin antes propinarle una cornada seca en el muslo derecho, partiéndoselo. Una cornada muy fea. Julián se levantó para dejarse caer en manos de sus compañeros quienes se lo llevaron a la enfermería. Ahí se pudo acabar la corrida y gran parte del  interés que tenía el tramo final de esta feria de Sevilla donde tantas cosas estaban en juego. Por suerte, no fue así.

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“Ebanista” se echa a Juli sobre los lomos. El torero lleva ya la cornada. (Foto de González Arjona para Aplausos)

 

Y, sin embargo, una corrida muy interesante

Manzanares mató rápido al toro que acababa de coger al compañero. Los otros toros, que salieron después (uno de Cortés y cuatro de Victoriano del Río) muy bien presentados, dieron un muy buen juego y la corrida (que no vamos a reseñar) siguió luego por esos derroteros que hoy predominan y donde la componente estética se convierte en fundamental pues el dominio y la técnica quedan relegados a un discreto segundo plano.

Manzanares estuvo muy bien (puede que la del quinto fuera su mejor faena en la feria) y Nazaré estuvo muy bien (aunque quizás no a la altura del sensacional lote que le cupo en suerte). Vaya en descargo del sevillano su inexperiencia y lo alto que estaba puesto el listón.

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La importancia de la estética en el toreo moderno. Manzanares en el tercero y Nazaré en el sexto (Foto de González Arjona para Aplausos)

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Y de la estocada (sin ser perfectas) en el toreo de siempre: Manzanares en el quinto al que cortó una oreja y Nazaré en el cuarto al que cortó las dos orejas (Foto de González Arjona para Aplausos).

Merece la pena destacar el juego del cuarto toro (segundo del lote del Juli). Un gran toro, que dicen iba reseñado para Madrid y que Juli se empeñó en traer a la Maestranza, lo que a la postre –carambola del destino- propició el triunfo del novel diestro sevillano.

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El cuarto toro de la tarde. Duende un gran toro que propició el triunfo de Nazaré (Foto de Aplausos-González Arjona)

 

El toreo es grandeza

Estética de Manzanares y Nazaré frente al dominio del Juli. Dos conceptos muy distintos del toreo a la palestra y frente a frente. Un toreo cuya grandeza reside precisamente en esa diversidad de planteamientos y que, sobre todo, es grande por la épica y el heroísmo (no siempre tan evidentes ni reconocidos pero siempre presentes) del que siendo figura y sin necesidad alguna, lo arriesga todo por demostrarse y demostrarnos que la  inteligencia del hombre puede imponerse a la fuerza bruta y al comportamiento irracional del toro de lidia.

Algo que, Ebanista, se encargó el viernes de probar que casi siempre -pero no siempre- es posible.

 

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Juli en busca de las asistencias. Leva el muslo partido.

viernes, 19 de abril de 2013

Guía del espectador de las corridas de Miura

Por Jose Morente

Juli Miura

Desde la muerte de Manolete, no han sido muchas las figuras (aunque alguna ha habido) que han matado los toros de Miura.

Corrida de expectación

La corrida de Miura de la feria de Sevilla de este año ha despertado, gracias a la inclusión en el cartel de un Julián López Juli, que se encuentra probablemente en su mejor momento, una expectación inusitada como no despertaba esa tan sevillana y tan tradicional corrida desde aquel ya lejano año de 1987  en que la toreó en solitario Juan Antonio Ruiz Espartaco.

1987-05-04 Espartaco por bajo

Espartaco doblándose con un Miura la tarde del 3 de mayo de 1987 (Fotografía publicada en ABC)

La apuesta de Juli responde a algo que se viene demandando desde hace tiempo y que era habitual hace muchos años: Que las figuras aparezcan en este tipo de carteles pues, para muchos aficionados, esa es la única forma de justificar su caché.

1933 Feria Sevilla

Cuando los carteles los firmaba Ruano Llopis, cuando el nombre de las ganaderías aparecía en un tamaño legible y acorde con su importancia y cuando las figuras mataban los Miuras, el resultado era éste: Feria de Sevilla de 1933, Manolito Bienvenida y Domingo Ortega (que se anunciaban también, aunque acompañados y muy bien acompañados, en la de Villamarta y en la de Murube) torearon la corrida de Miura mano a mano. Detalle curioso: El motivo que adorna el cartel es la Puerta de Alcalá y no la Puerta de Carmona o la Puerta Osario como hubiera sido lo lógico. Nadie (ni nada) es perfecto.

Sin embargo, hoy, la categoría de gran torero no se obtiene en las corridas duras, como dicen que ocurría antaño, ya que la fiesta se rige en la actualidad por unos parámetros distintos a los de antes cuando la épica primaba necesariamente sobre la estética y cuando no había mejor ganadería para demostrar el valor de un torero que el legendario hierro de Zahariche.

 

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28 de agosto de 1947. Manolete toreando en redondo a Islero con su magnífico estilo. Muy erguida la figura, con mucho aguante, muy cerrado el compás y muy baja la mano de la muleta. Desde su muerte, va a dejar de ser habitual la presencia de las figuras en la corrida de Miura. Hoy las cosas han cambiado y la categoría de un torero no la miden los públicos (otra cosa son los aficionados) por el número de corridas de Miura o de otros hierros duros a los que estos se enfrenten (La fotografía ¿de quien si no? es de Cano) 

Por muy fuerte que suene, la inclusión de un torero en este tipo de carteles y, sobre todo, su encasillamiento en los mismos, va en contra de su prestigio. La fiesta se ha estratificado en circuitos paralelos que rara vez se cruzan. Por eso, la apuesta del Juli, quien no necesita en absoluto demostrar nada, debería recibir el agradecimiento del aficionado cabal. Especialmente, porque esa es la forma de que los toreros punteros se animen a torear este tipo de corridas tan complejas y que tan poco reportan a los ya consagrados.

534791_10151611955669459_357314041_n El Juli becerrista

El Juli, en sus comienzos de becerrista cuando ya demostraba esa precoz intuición en el conocimiento de las reses que debe permitirle, en teoría, solventar sin apuros el compromiso contraído el próximo domingo aunque con los miuras nunca se sabe… (Foto Olimpo Encastado)

Toreros especialistas

Frente al Juli, se anuncian dos toreros especialistas en este tipo de corridas: Rafaelillo y Javier Castaño. Dos toreros habituales en estos carteles de los cuales el segundo, Castaño, tiene el mérito añadido de haber traído un aire renovador a este tipo de corridas.

mini1-1345058924 Castaño con un MIura

Javier Castaño, un gran especialista en este tipo de toros, exhibe sus poderes, en Pamplona, ante un toro de Miura al que cortó una oreja en una corrida que ofreció pocas opciones.

Y es que, sin renunciar a los planteamientos heroicos que son habituales a la hora de encarar la lidia de los miureños, Javier ha recuperado muchas cosas de la tauromaquia de uno de los toreros más queridos por los aficionados: Luis Francisco Esplá. Otrora, uno de los toreros fetiche de la afición madrileña y uno de mis preferidos.

Dado que, en estas corridas, apostar por el triunfo en la muleta es reducir las opciones de éxito, Javier Castaño ha planteado, descarada y resuelta pero sobre todo inteligentemente, descargar el peso del último tercio en beneficio de los dos anteriores. Como además la lidia de este tipo de ganado suele ser agotadoras para el espada, nada más lógico que ceder parte del protagonismo a las cuadrillas, tanto picadores como banderilleros.

En la feria de Pentecostés de Nimes de 2012, Castaño se encerró con 6 miuras y triunfó de forma inapelable. Lo importante es que esa tarde, Javier recuperaba la lidia total pues no todo se redujo al toreo de muleta (Fotografía de Costedoat para Aplausos)

Todo ello tiene muchísimo sentido pues estos toros, hechos para la Tauromaquia antigua, responden bastante mejor a los momentos de la lidia donde la épica y lo atávico son lo importante. Así, la suerte de varas (con el quite arrojado y arriesgado que acaba en desplante), las banderillas (donde el cruce de terrenos de toro y torero es fugaz) o la estocada (tres cuartos de lo mismo) son los momentos de la lidia (hoy olvidados o relegados ante la omnipresente muleta) donde el encuentro con estas reses puede proporcionar mayor rédito.

La estocada, aunque sea de recurso, es otro de los momentos que cobra todo su sentido en este tipo de corridas (En la fotografía de Costedoat para Aplausos, Castaño cita desde muy lejos a un toro de Miura en mayo de 2012 en Nimes)

Pero cuidado, que las cosas no son tan sencillas (ni tan lineales) como los aficionados suponemos y, además, en el bando contrario, o sea a la vera del Juli, nos vamos a encontrar también a dos de los mejores picadores del momento y a tres banderilleros sobradamente capaces pues no en balde actúan a las órdenes de quien actúan.

Juli Picadores

Salvador Nuñez y Diego Ortíz, los varilargueros del Juli. Dos de los mejores picadores de hoy día.

 

El toro de Miura. Comportamiento y hechuras diferenciadas.

Pero una cosa es la lidia (siempre posible como demuestra Javier Castaño) y otra torear (como hoy se entiende que hay que torear) que es lo que ahora prima.

Y a la hora de torear, lo primero que tenemos que reconocer es que estos toros presentan las máximas complicaciones. Entre otras cosas, porque su actitud y comportamiento se alejan muchos del de los bravos, y sobre todo nobles y predecibles (dentro de lo que cabe), toros del encaste de Vistahermosa, que es el que predomina en la cabaña brava actual pues el tiempo –en proceso darwiniano- ha ido haciendo desparecer aquellas reses que no se adaptaban a los tauromaquia de cada época, tauromaquia que viene marcada por los gustos del público del momento.

1909 Un muerto y 5 heridos

Desastrosa fue la corrida de Miura que cerraba la feria de Sevilla de 1909. Fueron heridos los tres matadores (Pepete, Moreno de Alcalá y Martín Vázquez) y también un espectador que se había arrojado al ruedo en el último toro. El fin de semana se completó, de forma trágica, en la plaza de Madrid, con la cogida de Gaona y la muerte del banderillero Lagartijilla  (Nuevo Mundo del día 29 de abril de 1909) 

Y es que, cuando hablamos de gustos, no nos referimos sólo al tipo de embestidas sino, también, al de su conformación zootécnica pues son precisamente estos nuevos gustos los que han hecho casi desaparecer aquellos encastes de reses de reducida caja como son, por ejemplo, los ejemplares de Santacoloma. Algo en lo que tienen bastante culpa algunos de los que hoy más se quejan por el predominio del mono-encaste Domecq.

No es ese, evidentemente, el problema de los Miuras pues, al contrario, son reses de mucha alzada, cuello muy largo y largas extremidades, de poca barriga (“agalgados”) lo que, unido a su piel finísima, les hace aparentar mucho menos peso del que realmente tienen pues siempre dan la sensación de caberles unos cuantos kilos de más.

Toro de Miura negro (Tierras taurinas opus 7)

Las hechuras de los Miuras. Más largos que un día sin pan y además muy agalgados. Por ello no es extraño que ocurran anécdotas como la de aquel toro desechado en el reconocimiento por los veterinarios que lo acusaban de desnutrido y luego peso más de 600 kilos (Foto del opus 7 de Tierras Taurinas)

Y hablando de fenotipos, un detalle sobre el que hacía hincapié Paco Ruiz Miguel en la magnífica entrevista que le realizaba José María Sotomayor en su libro dedicado a esta ganadería (“Miuras” Espasa Calpe, 1ª ed., Madrid, 1992, Colección la Tauromaquia nº 48, páginas 229-252) y que constituye la mayor parte del capítulo dedicado a este gran torero gaditano (el que más toros de Miura ha toreado en la historia del Toreo) es la relación entre tipo y comportamiento que se da en estos toros.

Un natural de Ruiz Miguel a un Miura 001

Francisco Ruiz Miguel, con la planta muy erguida, torea en Madrid al natural a un toro de Miura de respetable alzada. Ruiz Miguel siempre ha estado digno con esos toros aunque a veces no le permitieron el toreo estático que hoy prima algo que, en su día, llegaron a reprocharle los aficionados. Reproche injusto pues con el toro antiguo no cabe el toreo moderno. No siempre, al menos.

Dice Ruiz Miguel al respecto:

“A mí, en lo de Miura, me gusta el toro de mazorca gorda, el toro basto. El de pitón fino no suele dar resultado. Los coloraos tampoco salen malos. Pero el que más me gusta es el castaño o ese “colorao raro y burraco” que tiene don Eduardo. También el cárdeno claro, muy salpicao, que suele fallar menos que el toro negro.

Este último es, casi siempre, más Miura. Sobre todo, el de pitón negro. El que lo tiene blanco, dentro de la capa negra, al menos en las corridas que yo he matado, es el toro que más facilidades me dado.

Aunque cuando sale malo lo de Miura, sale malo el negro, el colorao y todos”

img_0096 1920-05-30 (La lidia 1920-06-07 Portada) Cortinero de Miura

Cortinero”, cárdeno bragao, toro de Miura lidiado en Madrid el 30 de mayo de 1920 muy pocos días después de la tragedia de Talavera (Detalle de la portada de la Lidia del 7 de junio). Todos los toros de esa tarde de variadas pintas (un negro entrepelao; un negro bragao; un chorreao bragao; un cárdeno y un cárdeno bragao. Del sexto no dice nada la reseña de “El Toreo”) salieron mansos pero “Cortinero”, que hizo quinto y le correspondió a Paco Madrid, se llevó la palma.

Cortinero

1920-05-30 Cogida de Cofre 001

La lidia de “Cortinero”, que llevó fuego, trajo de cabeza al peonaje (sobre todo al banderillero Cofré) como es habitual en algunos toros de esta casa, hasta el punto que se pidió su devolución al corral. En la fotografía de Sol y Sombra, se aprecia el instante en el que “Cortinero” coge a Cofré mientras en su espalda se levanta la polvareda propia de las banderillas de fuego.

Una estrategia que seguía Ruiz Miguel con su cuadrilla, en los sorteos, aparte de intentar enterarse del nombre de los sementales de los que provenían los toros, era la de “abrir los lotes” para que no entren en el mismo dos toros de la misma capa.

Lo que está claro es que, con todos los matices que se quieran hacer, el de Miura es un toro fiero aunque, a veces por su mansedumbre, parezca descastado. Para Ruiz Miguel además, suele salir “muy malo y peligroso”. Pero si algo destaca en el toro de Miura es, por encima de todo, es que se trata de un toro listo del que abundan las anécdotas que corroboran esa característica.

Tierras taurinas opus 7 Miura 001

El Miura es tan listo que algún autor ha dicho irónicamente que las ojeras que adornaban a los clásicos colorados ojo de perdiz, que tanto se daban antaño en esta ganadería, no eran sino gafas que les permitían leer las viejas tauromaquias y conocerlas mejor que las conocen algunos toreros. (Fotografía de portada del Opus 7 de Tierras Taurinas)

 

Unos singulares tentaderos

Lo que está claro es que la embestida de los Miuras no tiene nada que ver, como hemos señalado, con la forma de acometer del toro de hoy. Quizás porque los tentaderos se han hecho en esa casa atendiendo sobre todo al caballo lo que curiosamente tampoco garantiza un comportamiento espectacular en varas de los Miuras en la plaza. ¡Tan complicado es esto del toreo!.

Caballo de tienta en Miura (TT opus 7)

Una imagen inusual. El caballo de tientas en lo de Miura va protegido incluso por el cuello y los lomas ya que no es raro que las becerras intenten subirse a la grupa pegando cornadas o mordiscos

Le decía Ruiz Miguel a José María Sotomayor:

“Las vacas se desechan [en lo de Miura] por su comportamiento en varas. El caballo en la casa de Miura es lo fundamental. Yo creo que es lo más importante. La bravura la mide Miura en el caballo. Luego si es bueno y “se deja” mejor. Pero yo creo que no lo mira mucho el ganadero”

Lo que corrobora el propio ganadero, don Eduardo Miura Fernández padre de los actuales poseedores de la vacada, quien decía en 1992 a Sotomayor que sus reses “tienen que cumplir bien en el caballo. Que aguanten con acometividad el castigo”.

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Tentadero de hembras en Zahariche. La plaza de tientas de Zahariche es cuadrada, lo que permite apreciar mejor las querencias. Esta peculiaridad se debe a que el primer Miura de la historia aprovechó para hacer sus tentaderos una corraleta cuadrada que ya existía en la finca que acababa de comprar. Luego, la tradición se ha mantenido y al trasladar la ganadería desde las marismas a Carmona, la nueva plaza de tientas se construyó también cuadrada (Fotografía del libro de José María Sotomayor)

Los criterios de selección en el campo, donde muchas becerras toman diez o doce puyazos, se notan en la plaza. Por eso, a los toros de Miura no se les puede dejar de castigar fuerte en varas. Son toros que no se pueden dejar “crudos” pues en caso contrario, se “comerían” al diestro por su brusquedad y sentido.

Y eso que, desde hace años y especialmente a raíz de la muerte de Manolete, los ganaderos de la familia también han ido buscando mayores cotas de nobleza. Por eso, para don Eduardo, el toro auténticamente bravo…

“El toro perfecto al que aspiramos todos los ganaderos, es ese que entra bien al caballo en la suerte de varas. Que embiste mucho, incansablemente desde que sale a la arena, admitiendo muchos puyazos; no tiene en cuenta el dolor físico y pelea sin desmayo hasta el final, hasta la hora de la muerte. Lo contrario del antitoro.

Además, el toro deberá ir a más o, al menos, se mantendrá, colaborando con el torero para que la faena además de calidad tenga su tacita de sal y pimienta”.

Lo que viene a significar que también en esta ganadería se busca hoy día mayor toreabilidad pero, siempre, como cosa secundaria ya que como dice Ruiz Miguel:

“En el tentadero de Miura, te lo digo de verdad, hay becerras de diez, doce y catorce puyazos. La que no llega a eso, fuera. A torearla. Y a lo mejor es una gran becerra para el toreo. Nada, a torearla, a torearla. Él [Don Eduardo] se fija más en la bravura en el caballo. En lo que siempre ha sido”.

Puede ser por esto por ese fijarse “en lo que siempre ha sido” (que es la suerte de varas y no tanto en la muleta) por lo que, como remataba Ruiz Miguel, gran especialista en estos toros, el Miura cambia tanto durante la lidia y suele ser un toro muy incierto. Paco dice que, por eso, su mejor estrategia fue la de anticiparse a sus reacciones. Intuir lo que iban a hacer, antes de que lo hicieran: “Cuando se quieren dar cuenta, ya eso está solucionao”.

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Problema solucionado. Antonio José Galán se desplanta ante “Morcillero” en la Maestranza. No obstante, el miura, un toro muy largo, se resiste a morir. estamos en 1973 y Galán salió esa tarde a hombros (Fotografía del Ruedo)

Lo malo es que no siempre los problemas que plantean estos toros son solucionables.

Sigue Ruiz Miguel:

“El que sale miura, sale miura. Y lo que sí es verdad es que te avisa. Desde el principio te está diciendo que va ser malo y no se desplaza con la capa ni nada. Lo que quiere es cogerte. Y además, como se fije en una persona, se meta donde se meta, allá va a buscarla”.

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El que sale Miura, sale Miura” (Detalle de una estocada de Rafaelillo en Arles. Fotografía original de Tierras Taurinas)

 

El toro de Miura en la suerte de varas 

Tan injusto sería valorar el toro de hoy exclusivamente por su comportamiento en el caballo como valorar el toro de ayer sólo por lo que no hacía en la muleta. Errores de apreciación en los que solemos incurrir muchos aficionados.

Si en la ganadería de Miura se selecciona por lo que hacen las reses en la suerte de varas, lógico es que hablemos algo sobre el discurrir de esa suerte en la plaza. Y es que, lo bonito e interesante de las corridas de toros, es la cantidad de puntos de vista que presenta la lidia. No es lo mismo ver los toros sentado en una grada de sombra en amistosa conversación con los amigos que, en lo alto del caballo de picar, esperando la arrancada de un toro de la divisa verde y grana (en provincias. En Madrid es verde y negra) al que tu matador acaba de poner en suerte en la plaza de la Maestranza.

Vamos a transcribir aquí las opiniones de un gran varilarguero, Domingo Rodríguez “Rubio de Quismondo”, recogidas también del libro de José Maria Sotomayor que tanto nos está sirviendo para esta entrada del blog.

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Un magnífico picador, Domingo Rodríguez “El rubio de Quismondo” (Fotografía del tomo VI del Cossío)

Dice el Rubio:

“El toro de Miura de por sí, es distinto a todos, porque al picarles, este toro te echa la cara arriba. Yo recuerdo un año en Valencia, en una corrida que la toreaban Palomo, Ruiz Miguel…, y no me acuerdo del tercero, un toro castaño, que al echarle el palo hizo así con la cara (hace un gesto significativo) y me pegó una cornada en salvas sean las partes que todavía conservo la calzona rota”

Y añade:

Lo que si tienes que tratar es de asegurarte, si puedes, el primer puyazo, porque luego lo piensan ¡Son muy listos!. Es el toro más listo que hay.

Si tienes la suerte de cogerle bien, estupendo, pero si no, se crecen y ya no puedes con él”.

Y es como dice el gran picador no sólo algunos saltan sobre el varilarguero (Al Galeano que iba con José Fuentes, uno de Miura le pegó una cornada ¡en la mano izquierda!) sino que si un banderillero pasa en falso, luego es casi imposible parearle. Igual que, cuando se les pincha un par de veces, se ponen imposibles, empiezan a sacar agua de la noria y ya no hay quien pueda con ellos.

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El Miura es siempre complicado de picar. Lo importante es no dejarle crudo en varas porque, en caso contrario, se comerían al torero. (Foto de un Miura recargando sobre el caballo derribado en Arles. Tierras Taurinas)

El Miura en la muleta

Al contrario de lo que ocurría con el toro de Albaserrada, para el que los toreros tienen muy claras las pautas de comportamiento a la hora de afrontar el último tercio, pautas que recogíamos en anterior entrada de este blog, con el toro de Miura las cosas son muy distintas como corresponde a ganadería tan singular.

Aquí no existen reglas o si las hay son demasiado sencillas y nada precisas. Así que, vistas las anteriores declaraciones y dada la inteligencia de estos toros, queda claro que el torero (de oro o plata, de a pie o de a caballo) tiene que hacerles las cosas muy bien y no puede permitirse el lujo de cometer el mínimo error pues como decían Ruiz Miguel, el Rubio de Quismondo y el propio don Eduardo Miura Fernández, son toros muy listos y que aprenden muy pronto.

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El toro de Miura aprende pronto por eso hay que hacer las cosas pronto y, sobre todo, demostrar gran firmeza ante él. Como hace Manili (Foto Gómez)

Por ello, las faenas al Miura no pueden empezar con probaturas. Si el toro sale malo hay que abreviar con él e intentar matarle como se pueda y cuanto antes, so pena de pasar luego un quinario con riesgo de que vuelva vivo a los corrales. Pero si sale bueno, tampoco valen dilaciones y los 15 ó 20 muletazos que tengan (no suelen admitir faenas largas por eso del aprendizaje) hay que dárselos también cuanto antes.

Está prohibido recortarles pues si presienten al torero, aunque sea fugazmente, se orientan y aumenta el riesgo de cogidas.

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Joaquín Bernardó se desplanta ante un Miura en Madrid el 28 d emayo de 1967. Bernardó es de los pocos toreros que han sido capaces de torear una corrida de Miura en solitario (Fotografía del libro de José María Sotomayor)

Por suerte, el toro de Miura no es, en general, nada certero. Y es que, también en general, suelen ser más certeros los toros cornicortos. Ese es el que hiere. Al toro de pitones largos, como son muchos de los de esta ganadería, le cuesta más rebañar. Lo decía Paco Ruiz Miguel, quien apostillaba que el Miura no se ceba con el torero caído en el suelo o no se ceba con exceso.

Añade Paco, en opinión que compartimos, que la leyenda de Miura deriva de la casualidad. No tanto de las muertes provocadas por esos toros sino por la importancia de los toreros fallecidos a causa de las cogidas propinadas por ellos: Pepete, Espartero, Manolete,…

 

Pepe Luis tentando en Zahariche 001

Pepe Luis Vázquez tentando en la cuadrada placita de Zahariche. Pepe Luis ha sido uno de los toreros, junto con Joselito el Gallo, más vinculados a la familia Miura. Su amistad con don Eduardo Miura Fernández fue proverbial (Fotografía del libro “Miuras. Siglo y medio de casta” de José María Sotomayor)