Por Luís Miguel López-Rojas y Jose Morente
Así eran las curas de entonces pues se hacían en el domicilio del torero o en el hotel o pensión donde se alojaba, no en el hospital. La foto de la imagen corresponde a una cura efectuada por el doctor Guarnerio, médico amigo del torero, en el Hotel Ultramar, cuando el diestro fue cogido de forma muy aparatosa en la plaza de Madrid el 26 de mayo del año 12 (dos años después de la cogida de Viajero) al intentar recibir a un toro de don Esteban Hernández. La cornada de 15 centímetros la recibió en la misma pierna izquierda que le había destrozado el toro de Trespalacios.
Al que me quiera cortar la pierna, lo mato
A los pocos días de la cogida del toro Viajero de Trespalacios, los médicos que atendían al torero y para salvar su vida, contemplaron seriamente la posibilidad de cortarle la pierna, a lo que Bienvenida se negó en rotundo.
Así lo contaba el propio protagonista, en la entrevista realizada por el “Caballero Audaz” y recogida en “El Libro de los toreros, de Joselito a Manolete”, a los tres días de la cogida:
Todavía quieren cortarme la pierna; pero yo prefiero morir.
El Caballero Audaz se sonríe ante lo que piensa que es una boutade, pero Bienvenida colérico le responde:
¡No te rías! ¡De verdad! Aquí tengo mi revólver...
¡Míralo!....- y empuñó un enorme Smith que tenía debajo de la almohada- ¡Al médico que se arrime a cortarme la pierna le pego un tiro, y después me pego yo otro... Ya se lo he dicho al doctor Pintado y a los que han celebrado con él consulta. Una pierna no se puede cortar contra la voluntad de su dueño; sobre todo, ¡qué yo prefiero la muerte! Si lo ven mal que me dejen morir.
José María Carretero “El Caballero Audaz” quien entrevistó al Papa Negro, después de su cogida y que también lo había entrevistado la mañana de encerrarse el diestro con 6 toros en Madrid. En la primera entrevista (antes de la cornada fatal) Carretero destacaba del diestro su “perenne sonrisa simpática que subyuga”. Una sonrisa que se le quebró al torero después de su cogida pero que heredarían todos sus hijos.
La pierna no se la cortaron pero la recuperación parecía imposible sobre todo por la chapuza que le habían hecho en la enfermería de la plaza de toros de Madrid (A los ocho días llegaron a sacarle un trozo de taleguilla que se había quedado dentro de la herida).
Tenía la pierna izquierda inmóvil hasta los dedos de los pies pues el toro le había destrozado la vena safena y lesionado el nervio ciático. Como dijo uno de los médicos que le atendieron después, lo hecho con Bienvenida fue un crimen pues “le han dejado inútil”.
Ahí empezó un largo calvario, peregrinando de médico en médico, con operaciones (le abrieron toda la pierna hasta el tobillo) y corrientes eléctricas (que le quemaron la piel).
Lo único bueno de ese periodo es que durante su convalecencia Bienvenida conocería a Carmen Jiménez Álvarez, con quien se casaría en septiembre del año siguiente.
Todos pensaron que era un caso perdido hasta que el picador Monerri le recomendó al doctor Decreff. La recuperación fue lenta y penosa. El tratamiento duró cinco meses pero el torero recuperó la movilidad (siquiera reducida) en la pierna herida.
Joaquín Decreff y Ruíz (Cuadro de Joaquín Sorolla que se encuentra en el Museo del Prado). A este médico, uno de los fundadores de la fisioterapia en España, precursor de la rehabilitación física, experto en kinesiterapia y electroterapia le debió el Papa Negro su recuperación.
Para que pudiese volver a los ruedos, el doctor Decreff le inventó un artilugio ortopédico consistente en una bota alta con forma de zapatilla en su parte inferior y la media cosida a ella. La bota ceñía la pantorrilla y un fuerte muelle de acero (entre la doble suela de la planta) empujaba el pie hacia arriba cuando el torero flexionaba la pierna. Pero con artilugio y todo ¿podría Bienvenida volver a torear?
Publicidad de antiguos aparatos ortopédicos para las piernas.
Volvió a torear pero ya nada fue lo mismo
El público y la prensa acogieron con expectación el regreso de Bienvenida a los ruedos (“el torero a quien el público quiere ver otra vez en la suerte de recibir toros” decía Nuevo Mundo) pero ambos –prensa y público-ignoraban las penosas circunstancias en que se producía su vuelta (En la imagen, Bienvenida, portada en el número de 12 de marzo del 11 de la revista “Toreros”, un mes antes de su regreso a los ruedos en Barcelona)
Parecía mentira, pero Bienvenida consiguió volver a torear, aunque con el artilugio que le diseñara Decreff y acompañado en sus actuaciones (hasta el año 13), para darle masajes y corrientes, de un médico amigo suyo, el doctor Guarnerio.
Bienvenida, antes del paseíllo, el día de su reaparición en la plaza de toros de Madrid (2 de mayo del 11). Aunque ya había toreado en Barcelona y San Sebastián, el torero mira al suelo con síntomas de preocupación. Lógico, pues para darle emoción al tema reaparecía con ganado de Trespalacios. Le acompañan –mucho más tranquilos- Rafael el Gallo, Pastor (quien incluso se permite esbozar una sonrisa a la cámara) y Gaona. Bienvenida estuvo muy bien esa tarde aunque acusó la falta de facultades.
Lo que sí parece seguro es, que de no haber sufrido la tremenda cogida de Viajero, Bienvenida hubiera acabado el año 10 de máxima figura del toreo.
No lo digo yo, lo dicen los contratos firmados y lo corrobora Guerrita en una entrevista que concedió al The Kon Leche en agosto del año 12.
Esto es lo que, sobre Bienvenida, dijo a la Prensa el (como buen cordobés) siempre sentencioso Guerrita. Quien apostillaba: “La suerte estrella a los güenos toreros”.
Y esta la relación publicada en la revista “Toreros” de las 20 corridas que Bienvenida llevaba toreadas hasta la fatídica fecha del 10 de julio del año 10. Tenía contratadas ya ese día 42 corridas más.
Bienvenida reapareció y siguió toreando, practicando el tipo de toreo que le gustaba, muy completo y variado con capote y muleta, pero sin la confianza en el triunfo que tuvo el año 10 ya que sus condiciones físicas no le permitían otra cosa. La prensa, pese a todo, se cebó con él.
La dura crítica taurina de la época ignoraba (o bien obviaba, lo que es peor) las condiciones en las que toreaba Bienvenida. La irónica esquela que insertamos se publicó en la revista Toreros el año de su reaparición, 1911. Un tratamiento muy injusto a la vista de las condiciones en que volvía el torero. Algo similar a lo que ha ocurrido, exactamente 100 años después, con José Tomás. Quizás sea por este tipo de cosas por las que nunca resultan demasiado simpáticos algunos críticos taurinos.
Esta es aún peor. Creo que no hay nada que pueda justificar un texto de este jaez. Visto hoy, el único “polichinela” es el autor de estas líneas (Don Látigo) cuyo desafortunado e impresentable estilo recuerda al de algunos blogs actuales. No hay más remedio que preguntarse que pensaran dentro de algunos años los aficionados que lean lo que se escribe hoy día, en algunas revistas, libros y –sobre todo- blogs taurinos, sobre los toreros actuales.
Bienvenida decía en una entrevista a Marino Gómez-Santos, que “ser crítico taurino es muy difícil porque lo primero que hay que saber ver son las condiciones de los toros”.
Aunque como decía Bienvenida entender de toros es muy difícil, eso no justifica el talante y el tono de las críticas que algunos aficionados y periodistas hicieron al torero (ni el que, algunas veces, se sigue haciendo hoy día en situaciones similares).
El Papa Negro en los últimos años de su vida cuando le hizo la entrevista Marino Gómez-Santos. Bienvenida opinaba (creo que con total acierto) que “Decir que se ha toreado bien, mal o regular, es sencillo. Ahora, expresar en términos claros las condiciones de los toros eso es muy difícil” Y apostillaba “el público protesta muchas veces sin razón por desconocer las condiciones difíciles de los toros”.
Por el contrario, y como siempre hay un roto para un descosido, hubo críticos que si le hicieron justicia.
Un enfoque muy distinto al de Don Látigo es el del Don Modesto que enjuiciaba así a Bienvenida en la revista Nuevo Mundo, un año después. Por suerte, siempre hubo y habrá -entre los que escriben de toros- buenos aficionados interesados en explicar las cosas (Fernando el Gallo dixit). Lo que NO excluye la crítica pero sí la mala baba.
El caso es que Bienvenida siguió a lo suyo aunque su suerte había cambiado radicalmente pues como el mismo decía en una entrevista:
“De ser el amo del toreo, pasé a quedarme en una segunda figura”
En su pelea por salir adelante (él y su familia) hizo –varias veces- las américas y sus relatos (siempre cambiantes) de sus andanzas y peripecias en aquellas tierras alcanzan el nivel de las mejores fabulas literarias pues mezclaba fantasía con realidad con total desparpajo.
Las vicisitudes de Bienvenida en Bogotá (Con el Gallo y Batalla, por ejemplo, con quienes aparece en la fotografía) darían lugar a algunas anécdotas muy sabrosas.
Luís de Armiñán, amigo suyo, escribió su biografía a la que, con total acierto, tituló “Vida y novela de un matador de toros” (1ª ed., Madrid, Biblioteca Nueva, 1953) pues lo que narraba Bienvenida entraba de lleno en el género novelesco pues toda su vida fue pura novela.
Pero eso, es otra historia…
La portada de la biografía (novela) del Papa Negro que escribiera su amigo Luís de Armiñan
Postdata. El Papa (Negro) pontifica
Le decía Don Manuel a Marino Gómez-Santos:
“Me hace gracia cuando hablo con aficionados buenos a toros, que con sus frases académicas me quieren convencer de lo que ellos saben en esa materia.
¡A mí, que he mantenido con los becerros a mis padres desde que tenía tenía nueve años y que ya le digo que me moriré sin saber lo que son los toros!
Pero esta fiesta es tan original, que quien ve tres corridas se cree que puede poner cátedra”
Y remataba:
“En el cine y en el teatro todos están de acuerdo, mientras que en los toros no se pone de acuerdo nadie más que el buen torero con el toro.
Y, para eso, algunas veces”.
El Papa Negro (1884-1964) por Baldomero Romero Ressendi