sábado, 20 de agosto de 2011

Morante y el toreo simplificado

Por Clarito

Málaga. 9ª de abono. Viernes, 19 de agosto de 2011

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Morante desempolvó ayer el toreo de los años cincuenta.

Los toros de Ramón Sorando

Olvidamos frecuentemente que hay toros grandes pero también hay toros chicos. Olvidamos también que en cada ganadería existen unas reatas que sólo el ganadero conoce.

Los libros de las ganaderías son de los documentos mejor y más celosamente guardados en el mundo. Los de las ganaderías históricas tienen carácter mítico y producen placer y deleite máximo a sus afortunados propietarios. En ellos, está a veces la solución a muchos problemas ganaderos.

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En la imagen los libros de Saltillo y Santa Coloma, propiedad de José Buendía (Fotografía de Tierras taurinas. Opus nº 3)

Los Presidentes y veterinarios de la plaza que no conocen esto, se empeñan en enmendar la plana a  los ganaderos. Consecuencia, baile de corrales cada vez más frecuentes. Con lo que, al final, nunca sale a la plaza lo que el ganadero había elegido previamente.

Con todos los controles y garantías que se quiera, sobre todo los de sanidad y edad que son necesarios y reglamentarios y como aficionado, me gustaría alguna vez poder ver lidiar una corrida completa elegida por su propio ganadero.  

Vemos en la plaza encierros muy desiguales de presencia por culpa de los remiendos que se buscan apresuradamente, a veces el mismo día de la corrida, con lo que además se propina a los toros la paliza del viaje, lo que seguro influye luego en su juego en la plaza.

Esto pasó en Málaga ayer y viene pasando casi todos los días, incluso aquellos en cuyos carteles no figuran las figuras.

El encierro de Román Sorando fue (como ya se esperaba) desigual de presentación. Corrida terciada, muy en el tipo del encaste, con algunos toros muy vareados  pero con el peso justo. Corrida también  muy astifina, aunque los toros no fueron cornalones. 

La corrida además fue -por desgracia- muy igual de comportamiento, y digo por desgracia ya que  los toros no tuvieron fuerza por lo que (con sus matices) sacaron algunas de las complicaciones inherentes a este defecto. Con embestidas cortas y sin acabar de rematar. Punteando los engaños. En resumen, lamentablemente, toros  a la defensiva por escasez de fuerzas.

Si al ganadero no creo que le podamos reprochar la presentación desigual del encierro (reproche que, en todo caso, deberíamos hacer extensivo a veterinarios y Presidente) si que creo que le podemos exigir que rinda cuentas por el regular comportamiento de los toros y sobre todo, por sus pocas fuerzas.

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Los toros lucieron astifinas defensas. Morante en un remate muy personal.

Javier Conde estuvo mal

Conde no pudo con el complicado primero. Un toro muy difícil para un torero de su corte. Lo que antes se llamaba un toro “a contraestilo”. “A contraestilo” del torero, claro. 

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Conde no pudo con su primer toro.

Lo intentó en su segundo, con un toro mucho mejor, pero en eso quedó su faena. En un intento.

El público le abroncó con dureza. Las broncas (ya se nos va olvidando ante el valer y valor del plantel de toreros que tenemos hoy) son parte de la Fiesta. Y, antiguamente, incluso había algo más que broncas.

Bronca además justificada por las dudas del torero y sus indecisiones ante la cara del toro que son signo de desconfianza y, quizás, de falta de valor, del que Conde no anda sobrado. A mí no me importa ya que sus virtudes, son de otro tipo.

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Escasos fueron ayer los destellos de personalidad del torero de Málaga.

Pero es el valor, mejor dicho, aparentar falta de valor lo que menos perdonan los públicos de los toros, quizás porque se piensa que es lo único que separa al espectador del torero e impide a aquel saltar de su localidad al ruedo. 

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Conde no se confió. Aquí lo vemos –toreando con precauciones- en su complicado primer toro.

Un detalle que me gustó. El público protestó y mucho, pero no se tiró al ruedo ni una sola almohadilla. Perdemos la estética de la imagen fotográfica de las broncas antiguas y ganamos en seguridad para el torero y, sobre todo, en urbanidad que es síntoma de progreso, sin tener que renunciar a la protesta. Bien, muy bien, el público malagueño.

 

Morante. Punto y aparte

Morante es de esos toreros que con un pase o con un desplante, justifican una tarde.

Vengo diciendo que, este año, no anda bien físicamente. Le veo con más peso del necesario y con poca agilidad, lo que se le nota mucho en los lances de recibo cuando el toro está sin picar y le aprieta. Cuando no, las verónicas de este torero tienen usía como algunas de las que dio ayer.

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Morante resolvió así el apretón que le dio el toro de salida

Morante no es el de hace un par de temporadas y eso se nota en su toreo. Además, lo que es peor, no parece dispuesto a “tragar”.

Ayer, por ejemplo, hizo un sensacional y suave comienzo de faena a su segundo toro. Andándole, lo sacó de tablas y se plantó en los medios.

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Sensacional comienzo de faena del torero de la Puebla.

Ya en los medios, lo citó de largo, dando mucha distancia y el toro se arrancó de lejos. Pero no pudo aguantar la arrancada y rectificó la posición. Pérdida de terreno que volvió a repetir en algún otro pase.

Morante no pudo con el toro. Aquí no se puede estar nunca seguro de nada, pero creo (comparto el criterio de ese buen aficionado que se llama José Luís Gálvez) que, si le hubiera aguantado en esos primeros compases, la faena hubiera sido otra. Posiblemente, mucho mejor. No fue así.

No obstante, desgranó detalles de torería inmensa y dio algunos muletazos sueltos (por ejemplo, algunos naturales aislados) de esos que provocan un olé hondo muy distinto del que el público pega cuando es otro torero el que torea.

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Los muletazos de Morante provocaron el olé hondo del público

Suficiente para sus partidarios y ayer visto lo visto, incluso para los que no lo son. Morante hizo lo más estético de la corrida y lo que más llegó al público.

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Lo más estético de la corrida lo hizo Morante

El Juli

El Juli ayer merece dos crónicas distintas pues distinta fue su actitud en ambos toros. Creo que quien me lea, sabe del gusto que profesamos por este torero, uno de los pocos que se atreven hacer dobletes en las siempre duras ferias del norte. Lo saben muy bien desde luego los miembros de sus cuadrillas y también lo saben otros toreros de plata que, por no pasar esos tragos, nunca irían en su cuadrilla.

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El Juli toreando de salida a uno de sus toros. Muy bien, por cierto.

Porque esa es otra. Si hay una profesión arriesgada es la de banderillero del Juli (Entre otras cosas, por lo crudos que deja siempre sus toros. Sin picar).

Ayer eso de picar muy poco se volvió a ver otra vez. Más justificado quizás, que otras veces, por las escasas fuerzas de sus toros,

El primero no era toro fácil de torear por el defecto citado, pero Juli estuvo muy bien. Muy en la línea de Joselito el Gallo cuyo concepto de tauromaquia comparte. Faena muy inteligente y muy medida. Sin un movimiento mal hecho. Todo en su sitio, incluyendo la labor de la cuadrilla en los dos primeros tercios. No hubo relumbrón pero si mucho toreo y mucha suavidad, propiciada en parte por la embestida pastueña del toro al que entendió muy bien. Lo mató de media lo que rebajó el entusiasmo del público y el premio a su faena.

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El Juli. El toro embebido en la muleta (Atención a la altura a la que lleva el torero el palillo. Media muleta va arrastrando por el suelo) pasa muy cerca de las piernas. Juli torea con el cuerpo muy “encajado”.

En su segundo, no me gustó. No por que el torero no lo intentara todo (mejor, casi todo), sino porque tiró la toalla a mi entender sin proponer al público algo distinto.

El toro se defendía mucho, cabeceaba y estaba muy complicado. Para remate no se le pudo picar como no se le había picado a su anterior oponente. Juli empezó, como el suele, llevando el toro al tercio, fuera de la rayas de picadores.

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El Juli siempre intenta alargar la embestida del toro. Es innegable su capacidad para llevar al toro donde (y por donde) quiere. Lo contrario del toreo de acompañamiento. Ayer esa característica de su toreo fue –por las condiciones de las reses- más acusada que otras veces.

Un inciso sobre los terrenos del toro.

Para mi, el tercio es el sitio donde deberían plantearse la mayoría de las faenas.

Hoy, con tanto torero valeroso, nos hemos acostumbrado a la faena en los medios, lo que no creo que sea correcto. Cada toro tiene su terreno y tiene que saber verlo el aficionado y, sobre todo, el torero. A unos, la mayoría habrá que torearlos en el tercio. A los mansos y si no hay más remedio, se les toreará en tablas. Excepcionalmente, en toros muy boyantes, lo suyo (y es lo más lucido) es torearles en la boca de riego. Teoría de los terrenos. Indemostrable y discutible, como todas las teorías en el toreo.

Decía que el torero tiene que verlo. Cuestión distinta es que, por precaución, no se atreva a llevar al toro al terreno donde hay que llevarlo. En la plaza, la raya de picadores, que marca la linde entre tablas y medios es, para algunos, barrera infranqueable. Ayer se vio en el primero de Conde quien no se confió en ningún momento y le costaba pisarla.

Juli, no. Juli es uno de los toreros que mejor maneja este tema de los terrenos y más seguro anda por la cara de los toros. Hecho el inciso, volvamos a la faena. Estamos –otra vez- en el último toro de la tarde En los tercios de la plaza, fuera de la raya de picadores, donde Juli acaba de llevar al toro.

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Juli no tiene problemas en sacar a los toros para torearlos fuera de las rayas de los picadores, ya sea en el tercio o en los medios. Su conocimiento de los terrenos es impresionante.

La faena del último toro (final)

Y lo que vimos fue que el torero, como se acostumbra, intentó torear de muleta en redondo. Primero por el lado derecho y luego por el izquierdo. Toreó como suele (muy bien para mi gusto), llevando muy toreado al toro, muy embebido en la franela. Intentando alargar los pases pero -esta vez- con nulo resultado porque el toro no se prestaba (entre otras cosas, por su falta de ritmo). Juli, al que pareció que el toro no le había gustado nada, optó por abreviar. Lo que el público le agradeció, pues todo el mundo se había percatado de las dificultades del animal.

Pero, siempre hay un pero, aquí viene mi reparo y mi crítica. No soy nadie para decir a ninguno torero (menos a este) como debe torear. Sería una ingenuidad imperdonable. No obstante, me planteo una reflexión. El toreo moderno en general y el toreo en redondo en particular están indicados para un tipo de toro. El que hoy sale a las plazas. Un toro bravo y pastueño, que repite incansablemente sus acometidas. Cuando el toro que sale, se sale del guión, el torero se empeña inútilmente en torear al estilo de ahora con olvido de otras alternativas como el toreo sobre las piernas o el toreo por la cara.

Ayer, dada la poca fuerza de los toros, el toreo sobre las piernas y por bajo probablemente no era el más indicado. Sin embargo, se podría quizás haber intentando torear y adornarse por la cara. No se hizo.

No sé cual es la fórmula correcta. Si esta o cualquier otra. Juli es un torero con afición más que probada. Es de los pocos toreros que creo que tienen hoy día capacidad sobrada para proponer al público algo distinto al toreo al uso. Pienso que está en deuda con la afición en este punto.  Intentó el toreo de ahora y no le funcionó. Tendría que haber propuesto alguna alternativa y no lo hizo. Y no se diga que el público no lo hubiera entendido. Es probable, pero también es más probable que lo hubiera agradecido.

Es por eso, por estas cuestiones de planteamiento, por lo que la faena de Juli a su segundo toro, sexto y último de la tarde, no me gustó.  

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Por el contrario, en su primero el diestro había estado muy torero con momentos de inspiración.

Addenda. Morante y el toreo simplificado

Un grupo de amigos hemos convenido en llamar toreo simplificado al que se hacía en los años 50. El que se ve en las viejas películas de esa época. El que hacían diestros como el genial Pepín Martín Vázquez de Currito de la Cruz o como el no menos genial Antoñete del mechón blanco y el toro blanco.

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El “toreo simplificado” de los años 50, en versión del siempre puro Antoñete, quien por cierto torea con los vuelos de la muleta.

Es un toreo donde el cite se produce con la muleta a la altura del cuerpo, sin adelantarla, y donde el juego de muñeca y el trazo del muletazo son más sencillos que el trazo complejo y rizado del toreo que se usa ahora. Del que hacen José Tomás o el Juli, sin ir más lejos. Del toreo que también hace Morante.

O al menos, del que hacía Morante, quien ayer hizo y rescató el viejo y sin embargo vigente, por muchos conceptos, “toreo simplificadorenunciando a bastantes de los matices del toreo de ahora en cuanto a movimientos de muñecas y distancias. No sé si por adecuarse a las condiciones de su toro o bien lo que es más probable –como doctamente opinaba Fernando Cámara, de quien es también el copyright de la definición que comentamos- “en favor de una actitud más desafiante”.

Quede planteada y abierta esta cuestión.

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Toreo simplificado en versión de Morante.

Fotografías de J. Bueno y Burladero.com

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