Luís Mazzantini en una foto incluida en el libro de su amigo Natalio Rivas “Semblanzas taurinas”
El señorito loco
Luís Mazzantini y Eguía nació en Elgóibar en octubre de 1856. Se hizo torero, porque como el decía “En este país de los prosaicos garbanzos, sólo se puede ser cantante o torero, y yo no he sabido dar el do de pecho”
Un Mazzantini muy joven cuando empezaba como novillero.
La frase es verídica. De hecho, lo primero que hizo Mazzantini fue conseguir una recomendación para entrevistarse con el actor Antonio Vico. Este después de someterle a varias pruebas, le desengañó por lo que nuestro personaje decidió dedicarse al toreo. Así que presentó su renuncia en la Compañía ferroviaria en la que trabajaba.
“Me llamaban el señorito loco porque creían locura que un muchachito que no pertenecía a las más humildes capas sociales, que había estudiado, que no se había curtido al sol de caminos y dehesas, en el dramático calvario del hambre y del dolor, se dedicara al toreo”
Mazzantini novillero con traje corto.
Además para acentuar su diferencia con los toreros de su época, Mazzantini eligió el camino directo y en vez de hacerse banderillero se probó con becerros y participó en varias mojigangas, alguna de ellas organizadas por los famosos “El Maca” y “Antoñeja”.
En esta curiosa foto de mediados el XIX se puede ver a Cayetano Sanz descabellando un toro rodeado de nada menos que 8 toreros. El Bachiller González de Rivera decía que los dos de la derecha (pegados a la barrera) podrían ser los célebres El Maca y Antoñeja. El que está a su lado es el “Buñolero”. La fotografía se publicó en el Sol y Sombra nº 776 de 9 de febrero de 1911, ilustrando con otras cinco un artículo del citado autor titulado “Las primeras instantáneas taurinas”. El Bachiller comenta también que estos dos curiosos personajes eran archivos vivientes de la tauromaquia del XIX pues murieron “ancianos como loros”.
A partir de estas actuaciones se empezó a hablar de nuestro torero en los mentideros taurinos. A Frascuelo llegó la noticia de que un “joven elegante” pretendía hacerse matador sin pasar por banderillero en ninguna cuadrilla. Hizo que se lo presentaran y le cayó en gracia. Como Frascuelo era algo brutote, en vez de Mazzantini le llamaba “Mozambique”. En la prueba que le puso, Mazzantini tumbó de un estoconazo a un toro viejo y resabiado, lo que valió el favor de Salvador quien decidió ayudarle en su carrera.
Mazzantini novillero (Fotografía h. 1883)
De novillero toreó en Francia y Montevideo. En España toreó en solitario en 1883 una novillada a la que asistió Alfonso XII con María Cristina y las dos Infantas, dada la fama que había alcanzado el torero, quien destacó desde el principio por su habilidad con el estoque, señalando las críticas que sin embargo no hacía progresos con la muleta.
Tomó la alternativa en Sevilla, un 13 de abril de 1884, Domingo de Resurrección, con toros de Adalid de manos de Frascuelo. Asistió Isabel II.
Confirmó la alternativa en Madrid, el 29 de mayo con Lagartijo de padrino. Tal era la expectación que dicen las viejas crónicas que la reventa (hoy como ayer) hizo su agosto.
Los toros fueron “finos, pequeños y jóvenes” pero en el último toro armó la tremolina y lo sacaron a hombros:
“Colocado en línea recta con el testuz del toro, cuadrado como un quinto, armose con elegancia, lió con soltura y arrancose rápidamente. Consumando el volapié de tan magistral manera que si no hiciera muchos, muchos años que el célebre Costillares, autor de la suerte yace convertido en cenizas, habría sentido envidia al verle”
La sensacional estocada propinada a un toro en Nimes años más tarde en septiembre de 1900.
En Francia toreó en el coso de la rue Pergolese, en Paris y en varias plazas del mediodía. Fue la época de la ley Grammont cuyas secuelas sufrió, siendo incluso expulsado del país galo como otros toreros. Al final, la situación se normalizó y el toreo se afianzó en el país vecino.
Incidentes causados por la Ley Grammnot en Bayona. Mazzantini fue expulsado del país vecino.
A finales de 1886 embarcó para Cuba con un contrato para 14 corridas que ante el éxito se convirtieron en 16. Alcanzó tal notoriedad que según un cronista de la época
“Intimó con lo más florido de la sociedad cubana, impuso modas y costumbres, dio su nombre a las marcas más selectas de cigarros y logró hacerse en una palabra el hombre del día”
La Habana. Cartel anunciando las actuaciones de Mazzantini en esa ciudad y vista interior del ambiente de la plaza pocos años antes en 1880.
En Cuba coincidió con la actriz dramática francesa Sarah Bernhardt a la que hizo participar junto a los miembros de su compañía teatral en una becerrada ya que la actriz tenía mucho interés en experimentar lo que se siente al bajar al ruedo de una plaza de toros. Según dicen corrió bastante pero, al final, fue capaz de controlar el miedo.
La actriz Sarah Bernhardt quien parece que fascinó al torero
Mazzantini se hizo un hueco en el toreo, gracias a su habilidad en la estocada, al lado de Lagartijo y Frascuelo primero y junto a Guerrita después.
Luis Mazzantini y Eguía (La Lidia 07-09-1895)
Fashion victim
Cossío decía que Mazzantini pretendió y consiguió borrar del toreo lo castizo y típico, aspirando a que el torero, fuera de su labor en los ruedos, se pudiera confundir con cualquier ciudadano.
Mazzantini en una foto de estudio (Foto Matarrodona). Una imagen muy alejada de los toreros de su época.
Esta postura y su evidente cultura (había estudiado en los Escolapios, lo que entonces no era habitual en la gray taurina) le granjearon la admiración y respeto del público y de sus propios compañeros, quien no tardaron en llamarle Don Luís.
Con este look no es extraño que se ganara el apelativo de Don Luís.
Más polémico que su comportamiento fue su modo de vestir fuera de los ruedos. Pro primera vez, un torero va a utilizar el vestuario de la burguesía opulenta de la época y emplear un lenguaje rebuscado y quizás algo cursi. Fue un verdadero “fashion victim” de su época.
En la plaza prefería los trajes de luces de color verde, lo que fue objeto también de alguna guasa entre los revisteros, ya que durante un año completo utilizó un único terno de color verde bronce.
Mazzantini. En un cromo troquelado de la época. El capote es de color verde su preferido según decían.
En las cuestiones de estética tendría un seguidor en Juan Belmonte quien también rompería con otras tradiciones taurinas como la coleta.
Mazzantini leyendo sus Memorias a Natalio Rivas y a Juan Belmonte.
Desde hace muchos años y gracias a Mazzantini primero y Juan Belmonte después, los toreros en la calle no se diferencian de cualquier otro ciudadano. No obstante, ha habido excepciones. En la foto los hermanos Bienvenida en Nueva York en 1927.
(Continuará…)
que bonito y que bien ilustrado y contado. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Andrés. Espero que la continuación te siga interesando.
ResponderEliminarUn abrazo
Interesantísimo, José; además, no conocía las imágenes del cartel y la plaza de La Habana.
ResponderEliminarEsperaré con gusto la continuación!
Un gran saludo...
Armando:
ResponderEliminarEn efecto, las imágenes de Mazzantini se han divulgado más y son más conocidas, pero las de la Habana no.
Un abrazo
Dilecto amigo: no son ocho toreros los que contemplan a Cayetano Sanz en esa curiosísima instantánea que reproduce, porque el Buñolero era el famosísimo chulo de toriles de la plaza vieja. Por eso no lleva capote.
ResponderEliminarUn abrazo.
Otra cosa: si a alguien le interesa el precioso cartel ese de La Habana, lo tienen a la venta en una tienda que hay en la calle General Pardiñas 57 de Madrid. Ignoro el precio que piden por él.
ResponderEliminarOtra cosa: el periodista David Gistau, que escribe en el periódico El Mundo es nieto o tataranieto de Don Luis Mazzantini, con el cual guarda un gran parecido. Por desgracia el periodista es más aficionado al balompié que al toreo, él nos puede contar la intrahistoria de Don Luis con Sarah Bernardt y los cuatro días que permanecieron encerrados en un hotel del Paseo del Prado de La Habana el torero y la artista.
Efectivamente, el cómputo de 8 toreros en el ruedo acompañando a Cayetano Sanz que yo indicaba en el post, podría no ser estrictamente correcto ya que el Buñolero no era torero sino como usted dice chulo de toriles.
ResponderEliminarSin embargo, aplicando el mismo rigor, hay que decir que tampoco sus cuentas son correctas, señor Bebé Chico, ya que los dos individuos situados más próximos a la barrera no pueden considerarse tampoco como toreros. Se trata (como ya decía) de los célebres Maca y Antoñeja (motes de Ramón Archidona y Antonio Boj ó Box respectivamente), participantes y organizadores de mojigangas y que intervienen aquí como auxiliares o chulos de plaza.
En consecuencia, el número de toreros-toreros, que acompañan a Cayetano, no es el de 8 como se señalaba en este post, ni el de 7 que usted erróneamente corrige, sino el de 5 que es el número que con mayor precisión indicaba el Bachiller González de Rivera en el artículo citado de la revista Sol y Sombra.
Con esta puntualización a la suya y que creo necesaria, sagaz lector del blog y estimado amigo, creo que quedan salvaguardados adecuadamente tanto el rigor histórico-terminológico-taurino de este blog como el honor del diestro –de imperecedera memoria- Cayetano Sanz (¡Quien queda probado no necesitaba tanta ayuda!).
¡Vivan el arte y la guasa!
Un sonriente abrazo
PD: De todos modos 5 peones siguen pareciéndome mucho para descabellar.
Luis Mazzantini, no fue tan flamenco como se comentan. Su hermano Tomas si fue conocedor de este magisterio y tuvo negocios en Madrid, relacionados con el flamenco y muy relacionado con este arte del cante y del baile y lo dejamos.
ResponderEliminar