Durante todo el XIX y parte del XX la bravura se medía necesariamente en la suerte de varas.
Conclusiones. La bravura como concepto dinámico.
Después de este paseo por la historia, parece evidente que el concepto de bravura no es un concepto estático e inamovible en el tiempo sino que ha ido evolucionando y modificándose con el transcurso de los años. Cada época ha tenido su propia definición de la bravura y consecuentemente, también su distinta forma de medirla. Sobre este tema (relatividad de la bravura) es aconsejable leer –como casi siempre- a don Luís Fernández Salcedo.
“Tres ensayos sobre relatividad taurina” de Luís Fernández Salcedo (1ª ed., Madrid, 1948). El segundo de los capítulos, que se titula Relatividad de la bravura o mañana será otro día, trata ampliamente este tema.
Coherentemente con el desplazamiento del interés de los espectadores hacia el último tercio en detrimento del primero, el concepto de bravura ha evolucionado desde la fiereza en respuesta al castigo (medible sobre todo en el primer tercio) hasta la embestida continua frente a una mínima provocación (medible fundamentalmente en el último tercio).
Hoy la bravura del toro se mide también en la muleta. Arrancada de largo del toro "blanco” de Antoñete (Un detalle técnico que no resisto la tentación de comentar: Atención al cite y la colocación de la muleta perfilada con el cuerpo muy en la línea del toreo de Manolete, aunque la estética es muy otra. Hace falta mucho valor para citar así. Otro detalle técnico: El torero da el pecho, pero la pierna de salida está retrasada tal y como se sigue haciendo hoy en el toreo de línea natural para profundizar la embestida y facilitar la ligazón del pase).
Sobre esto, me planteo la siguiente pregunta ¿cual sería hoy el porcentaje que, acorde al concepto actual de bravura, debería tener realmente la suerte de varas? ¿El 45 o 40% que propone Salcedo o debería ser aun menor como parece que sugiere Juan Pedro Domecq?.
Invito a cada uno a proponer su propia respuesta, pero me parece evidente que el tercio de varas nos guste o no (Desde luego a mí no me gusta y pienso que quizás no debería ser así) ha perdido mucha importancia a la hora de determinar la bravura del toro.
Un tercio en decadencia.
Las causas –dejo aparte la primordial evolución de los gustos del público ya apuntada- son varias pero se pueden reducir principalmente a dos: En primer lugar, la reducción del número de varas (habitualmente, 2 en plazas de primera y sólo 1 vara en el resto de plazas, cuando siempre se ha dicho que al toro se le “ve” a partir de la tercera vara), y en segundo lugar y sobre todo, la desmesura del castigo que hoy sufre el toro de lidia en ese tercio.
En efecto, la aplicación del concepto decimonónico de bravura como capacidad de respuesta al castigo, exige para su correcta ponderación que éste castigo sea proporcionado, lo que hoy no ocurre al cambiar la suerte de varas y donde antes todas las ventajas eran del toro, ahora todas las ventajas son del picador. Siendo el castigo que hoy soporta el toro infinitamente superior respecto al que se le infligía antes.
La (brutal) suerte de varas actual (y eso que en este caso, la ejecución parece correcta y el picador no está tapando la salida natural del toro)
En consecuencia, y aunque nos pese habrá que reducir el peso del tercio de varas en la medición de la bravura, ya que como se practica ahora no sirve. Además y como decía Don Luís Fernández Salcedo, el toro bravo “siempre debe ir a más” lo que se comprueba sólo al final de la pelea.
Morante de la Puebla en Sevilla. Al toro de hoy se le exige que embista hasta el final de su lidia, lo que no ocurría en el siglo XIX, y lo que explica la práctica desaparición del encaste Veragua (Foto Arjona)
Que este proceso nos agrade o no al aficionado es otra cuestión. Personalmente no me agrada y me gustaría que pudiera modificarse esa tendencia, para ello creo necesario exigir la radical revisión del actual tercio de varas. Mientras la suerte de varas se realice tal y como se realiza hoy, entiendo que no es válida (por lo dicho) para calibrar de forma real y objetiva la bravura del toro.
Después de esto….. (Arrancada de Baratero, de Victorino Martín)
No puede venir esto….
El toro de hoy ¿más o menos bravo que el de ayer?
Incidentalmente, otro tema que se plantea repetidamente a colación de lo anterior es la cuestión de si el toro de hoy es más bravo o no que el de antes. Parte de los aficionados, no pocos ganaderos y la mayoría de los toreros piensan que sí. Por el contrario, los aficionados más exigentes y algunos ganaderos, nos dicen que no. ¿Quien tiene razón?
En mi opinión, creo que ambas partes. Ya que aunque todo el mundo utiliza el mismo término, la palabra bravura tiene significados distintos (como apuntábamos) según quien la use (Aunque como decía Lewis Carrol en “Alicia en el País de las Maravillas” el significado de las palabras depende de quien “manda”. Y en este caso, el que manda es el público)
No obstante, y personalmente, opino que aplicando cualquiera de los baremos que hemos visto en las anteriores entradas, el toro de hoy ganaría por goleada en bravura a casi cualquiera de los de ayer.
Con los baremos actuales, porque las cualidades que se puntúan ahora (fijeza, nobleza, arrancada larga, codicia, mucho castigo, etc.) son aquellas en las que el toro actual ha alcanzado objetivamente mayores cotas respecto al toro de antes.
El toro de antes no siempre era tan fiero como lo pintan, Un toro tardo en varas (1900)
Con los baremos antiguos porque el toro actual no se aflige pese al brutal castigo al que se le somete, por lo que seguramente luciría más que el toro de antes en la antigua suerte de varas (la que se hacía sin peto). Sin embargo, esto último es sólo una hipótesis o intuición personal de imposible comprobación empírica mientras no cambien las cosas en este tercio.
Picando en terreno de toriles a un toro manso en la Maestranza de Sevilla. Un puyazo alto pero muy trasero, ya que el picador no ha conseguido una ejecución correcta (sólo hay que fijarse en la postura del brazo derecho), posiblemente por los difíciles terrenos donde se desarrolla la suerte.
Reforma de la suerte de varas.
Lo que tengo claro –por tanto- es que necesitamos urgentemente la reforma de la suerte de varas. En ese sentido, sólo hay dos opciones: modificar el peto o modificar la puya (que los picadores hagan bien la suerte y piquen con peto como si no hubiera peto, como se ha propuesto algunas veces, no se lo cree nadie)
Modificar el peto.
Mi amigo José Ramón Márquez me informa de la propuesta de Benjamín Bentura Remacha que se ha publicado en el blog “Del toro al infinito” y donde propone:
“implantar un peto anatómico de material resistente, sin faldones ni manguitos para que los toros no se topen con la muralla y se les cierren todas las salidas y posibilidades de pelea”
En el año 1917 se hicieron ya pruebas para poner petos a los caballos de picadores. La cosa quedó en el olvido hasta la dictadura de Primo de Rivera.
El peto republicano del año 31 que no evitaba el despanzurramiento de los caballos.
Valencia, marzo del 32. El peto ha crecido y además el faldón lateral aunque aún flexible impedirá en el futuro al toro desarrollar su empuje hacia arriba sin acabar de proteger al caballo.
Suerte de varas en Bilbao con el peto del año 32. Es como el anterior, pero por la foto parece otra cosa. Un peto que no cuelgue por el vientre pero que proteja al caballo es, en mi opinión, el peto ideal. Uno muy parecido a este (sin faldón central y que cubra también el lado izquierdo es el que a mí me gustaría ver por las plazas de toros.
El inaceptable (técnica y estéticamente) peto actual.
Personalmente me gustaría que se redujera el peto, pero lo veo inviable o cuando menos muy difícil. No creo que sea momento para alterar lo más mínimo la seguridad del caballo.
Reformar las puyas
Por el contrario, si que creo posible ensayar un nuevo modelo de puya, distinto al actual, que tenga menor capacidad de corte y que imposibilite destrozar el lomo del toro (en el morillo –delantero- se pica en contadas ocasiones). Una puya intermedia entre la actual y la de la plaza de tientas o parecida a la que en su día propuso nuestro viejo conocido “Hache” (y que insertamos a continuación) o como la que se ha propuesto en la Corrida Concurso de Zaragoza de este año.
Los distintos tipo de puya: (A) Época de Daza (B) Época de Pepe-Hillo (C) Puya anaranjada del Duque de Veragua, mediados del XIX. Tenía el problema de que si no se picaba con el palo vertical se marraba, pero en ese caso, el derribo era inevitable (D) Puya de Limoncillo de 1869 (E y F) Puyas de 1880 la primera de limoncillo (G) Puya de 1906 sin tope con lo que entraba todo el palo (H) Puya de 1917 con tope de arandela al final del encordelado (I) Puya de Fernández Heredia “Hache” con tope giratorio que no se llegó a implantar (J) Modelo actual de puya con el tope al final de las “cuerdas” que entran siempre.
El toro tendría que ir más veces al caballo, tantas como estimara oportuno el matador el cual sería responsable absoluto de su lidia (sin intromisión de la Presidencia), lo que serviría para comprobar la bravura del toro en el caballo, recuperando el concepto de ésta más relacionado con la fiereza (Como también propone curiosamente Juan Pedro Domecq).
En todo caso estas reformas, debería contar con el beneplácito de los picadores y, sobre todo, de los matadores.Sin embargo, no tengo ninguna confianza en que prospere esta ni alguna otra propuesta tendente a modificar la actual suerte de varas. Tal como ha sucedido con el último intento de prueba de nuevas puyas en la Corrida Concurso de Zaragoza a lo que se negaron los representantes de los picadores, alegando que las nuevas puyas eran (atentos al comentario) antirreglamentarias. Tiene mucho arte. Aunque más arte tiene el comentario que hace Corrochanito en su blog.
Esta actitud de los picadores no es nueva. Recordemos lo anécdota que contaba Gregorio Corrochano en “¿Que es torear?-Introducción a la Tauromaquia de Joselito?”. Atención, que es de antología:
El batallón de picadores al completo cuando no existía el peto de ahora. Antes como hoy, un sector excesivamente inmovilista.
Por otro lado, cualquier medida de este tipo exigiría contar hoy con un matador con la categoría y visión de futuro de un Joselito el Gallo y con el suficiente mando en la Fiesta para imponer nuevos criterios a sus compañeros y, sobre todo, al gremio de picadores. ¿Existe hoy algún matador que reúna estas condiciones? Croe que es difícil, ya que la estructura del mundo de los toros no es la misma que en la segunda década del siglo pasado, pero la Fiesta necesitaría un torero como él y con su visión de futuro.
Joselito, con mando en plaza … y en la calle.
Nota final: Estas tres entradas –tan numéricas- sobre la bravura están dedicadas, en general, a todos los autores de estadísticas, anuarios y prontuarios taurinos y en particular a Juan Medina (blog “El escalafón del aficionado”) ya que gracias a ellos y a la información que proporcionan se pone algo de objetividad en este Planeta de los toros tan suyo, tan (divertidamente) subjetivo y tan lleno de opiniones y afirmaciones diversas y en ocasiones tan pintorescas.
Entre el profesor Medina y usted no parais de obrar "proyectpost"! No sabe cuánto se agradece leer estos post durante mi estancia en Newcastle! Reconforta!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir aquello que sabe.
Claudio de Diego Iglesias (@TendidoSur)
Ver mi nombre en La razón incorpórea, con una dedicatoria tan cariñosa incluida, ha sido uno de los mejores regalos blogosféricos que he recibido en estos tres años.
ResponderEliminarJose, muchas gracias por hacer de este blog el mejor reflejo de que los toros no sólo son cultura (ministerial), sino expresión del humanismo que nos explica y nos hace mejores. O sea, lo contrario del animalismo antihumanista que nos rodea.
Y sí, es verdad, pintoresquismo y subjetividades no faltan. Menos mal, porque tanto número me empacha hasta a mí! Lo del "No discutamos. Calculemos" está muy bien, pero al final, ¡que no falte la controversia!
Un abrazo grande.
Amigo Morente:
ResponderEliminarEn la entrada a varas del toro,pienso que el porcentaje de bravura es muy grande, quizas del 40-50%.
Sabiendo que el toro bravo es aquel que "acomete sin descanso hasta la extenuación",en la suerte de varas se suele ver la casta del animal, ya que derrota sobre algo solido, sin engaños y recibiendo castigo. No olvidemos que hace 2 siglos el espectaculo estaba en la entrada del toro al caballo durante 15, 20 o más veces, donde el torero solo muleteaba al astado para su estoqueamiento.
Hoy creo que muchos matadores impiden el bonito tercio del picador en beneficio (de esto no estoy muy seguro) de dar 30-40 pases que es lo que quiere el público, ignorando muchas veces que un toro bien picado se le puede dar "solo" una tanda de geniales muletazos, y eso vale por toda una corrida.
Evidentemente todo es muy relativo porque cada animal puede reaccionar de forma muy diferente.
Saludos.
Yo estoy de acuerdo en casi todo lo que vd propon, salvo en que el control de la lidia sea exclusivo del matador. Creo que otorgarles ese monpolio sería el equivalente, casi, a poner al zorro a cuidar de las gallinas. El presidente siempre tiene que velar por el coumplimiento del reglamento y por el bien de todos los integrantes del espectáculo.
ResponderEliminarUn saludo. Luis Miguel
PD: enhorabuena por su blog.
Yo creo que es una quimera pensar en posibles modificaciones, tanto de puyas, como de petos, porque, ¿estarían los picadores de hoy en día dispuestos a pegarse los barrigazos que sufrían sus antecesores?. Y eso que, según los revisteros antiguos, muchos de los toros que daban caidas eran catalogados de "sardinas" y otras lindezas.
ResponderEliminarHoy, parapetados sobre un muro pican a placer, donde quieren o pueden, por mor de hacer mal la suerte principalmente, ya que, con el brazo hacia la grupa del caballo difícilmente se puede colocar la vara en su sitio. Pero es cómodo y seguro, aunque sea vergonzoso.
Recordemos que se le echó la culpa al nuevo reglamento en el tema de picar, el día que murió Montolíu, si no me falla la memoria.
Enhorabuena por tu blog. Lo sigo con verdadero interés.
http://miguelitonews-miguelitonews.blogspot.com/
"Bravo es el que se crece al castigo" La definición más sencilla y más acertada que he leído de este asunto, de Gregorio Corrochano.
ResponderEliminarComo ya habéis apuntado, va a ser muy difícil dar al tercio de varas la importancia y la emoción que nunca debió de perder, estamos tocando fondo porque ya ni siquiera sirve para poder calibrar la bravura de los toros a tenor de la mayoría de las lidias que se suelen ver, hablando de plazas de primera porque en plazas de segunda ya ni hablamos.
El gremio de picadores no va a prestarse a ninguna modificación a favor del espectáculo, están muy acomodados picando desde el acorazado ¿tiene algún sentido que sigan vistiendo de oro? pura reminiscencia pero nada más.
Por lo que recuerdo, Antoñete echaba la pata "palante" en el momento del embroque en la faena de Atrevido que se ha mencionado, eso es lo que yo vi en la película de Achúcarro, la tendré que volver a ver por si estoy equivocado...
Otra entrada extraordinaria, con un texto genial y unas fotos superiores que no me canso de observar. Enhorabuena.
Saludos.
Claudio:
ResponderEliminarMe satisface que estas entradas te reconforten en tu estancia en Newcastle. Por cierto, ¿Quien torea allí para que te hayas ido tan lejos?
Un abrazo
Jose Morente
Juan:
ResponderEliminarGracias.
100% de acuerdo en que la controversia es la sal de la Fiesta, y no debe faltar... los números tampoco
Un abrazo
Jose Morente
Jose, te mando unas declaraciones que me hizo Jeff Pledge en una entrevista en 2008: Para asegurar el porvenir de la fiesta hay que cambiar la suerte de varas. Cuando se instauró lo de los tres puyazos en el año 65 parecían pocos. He visto en Las Ventas entrar un toro hasta nueve veces al caballo y tirar a los dos picadores y que hubiera de salir el reserva que había entonces, quien para poder picar al toro tuvo que poner el caballo apoyado en la barrera. En Francia ha habido una reacción contra la suerte de varas actual, ya que de seguir así va camino de su desaparición. Han sacado un nuevo peto y un nuevo tipo de caballos más ligeros y he visto al público de pie aplaudiendo al picador después del quinto puyazo. El contratista de estos caballos, quien posibilita este cambio, se llama Alain Bonijoll. Sueño con una suerte de varas renovada, con una puya de tienta, con caballos móviles y ligeros, una suerte movida parecida a la del siglo XVIII que se picaba al galope, que se podrá hacer moviendo mucho el toro. Se le darán cinco, seis, diez, doce ó veinte varas ¿Por qué no?. Andrés
ResponderEliminarSr. Miranda:
ResponderEliminarModificar la duración de los tercios en el sentido que usted propone lo veo complejo. Primero, por la atención del público en general y de los aficionados en particular muy focalizada en las faenas de muleta y segundo, porque mucho tenemos que cambiar el tercio de varas para que despierte un mínimo interés en el espectador. Hoy aparte de servirnos (poco) para intentar hacernos una idea (aproximada) de la bravura del toro, es un tercio desagradable por lo descompensado del castigo y las excesivas ventajas del torero (a caballo).
Cro que si se "dosifica" el castigo podían cambiar algo las cosas. De entrada, por ejemplo, veríamos tercio de quites (Cosa que a mi personalmente me apetecería mucho por mi afición al toreo de capa)
Un abrazo
Jose Morente
Luis Miguel:
ResponderEliminarAunque me parece muy bien la discrepancia, también me parece muy bien que coincidamos en casi todo.
Por lo que respecta a nuestra mínima discrepancia, la propuesta de que la lidia la dirijan los matadores exclusivamente no es nueva, ni mía. Es una antigua propuesta que pretende evitar intromisiones de la autoridad en algo tan delicado como es lo que se tiene o no que hacer en el ruedo. Se trata de que el torero asuma su responsabilidad plena y "apechuge" con las consecuencias, sin decarga de responsabilidades.
Evidentemente, esta propuesta (como todas) tiene puntos favorables y otros quizás no tanto.
En principio, podría tener la ventaja de ver como cada matador "dirige" la lidia de su toro y quien se despreocupa de la misma. Serviría para matizar la capacidad torera de cada uno.
Además, tendrían que dosificar el castigo y cualquier error (de más o menos) no podrían imputarselo a un tercero (el presidente).
Evidentemente, esto último es válido sólo en un contexto de suerte de varas distinta a la actual y exige necesariamente que la suerte se realice con un número medio de entradas del toro al caballo muy superior al actual. Tal como hoy se practica, creo que da igual (en este tercio), quien dirija la lidia.
Otra ventaja, de poderse incrementar el número de entradas al caballo, como decía en otro comentario a esta entrada de bloog (y de rebote) es que creo que estaríamos en condiciones de intentar recuperar los quites.
Yo aspectos desfavorables no acabo de encontrarle aunque me imagino que los tendrá.
Puede que mi opinión esté muy influida por la de Gregorio Corrochano, a quien hace bastantes años le leí esta propuesta y los argumentos en su defensa, en su Introducción a la Tauromaquia de Joselito.
Un abrazo
Jose Morente
MiguelitoNews:
ResponderEliminarEfectivamente. Cualquier cambio que altere la seguridad del caballo o la tranquilidad del picador creo que no tiene visos de prosperar. Por eso, la propuesta del peto "recogido" en la barriga (aunque me encantaría verlo) tiene poco futuro pues implica riesgo de caidas que los picadores no aceptarían.
Sin embargo, las puyas creo que es distinto porque no afecta al picador, sino al torero. Sin embargo, recuerdo que hace unos años LF Esplá se oponía a cualquier cambio en ese sentido. Decía que con la puya que se proponía (entonces) el toro se quedaba como "cuando se pincha una aceituna" y eso lo decía Esplá el torero más decimonónico que hemos tenido en esta epoca.
La discusión, por tanto, no creo que sea con los picadores (aunque también) sino con los toreros, con los matadores. Por eso evocaba la figura de Joselito el Gallo, un torero con capacidad de imponerse a los demás toreros (de a pie y a caballo).
Evidentemente su postura es bastante más realista que la mía. Permitame no obstante "un ramito de locura", que diría Antonio Mairena. Lo que no tengo claro es cual sería el cauce para poder intentar esta modificación en las puyas ni a quien le correspondería impulsarla.
Un cordial abrazo
Jose Morente
Vazqueño:
ResponderEliminarComo estoy respondiendo en orden a los comentarios realizados, creo que con lo dicho en respuesta a MiguelitoNews queda expresa mi opinión sobre las cuestiones que usted me plantea.
Solo apuntaría que la definición de Corrochano de toro bravo (el que se crece al castigo) no agota el concepto actual de bravura. La cuestión actual es si el toro que embiste incansablemente y sólo por eso ¿Es bravo o esa cualidad responde a un carácter distinto de la bravura? Creo que este matiz puede dejar algo abierta la definición de Corrochano, que aunque sencilla y por lo tanto válida, resulta quizás demasiado tajante por ser excesivamente ajustada al criterio antiguo
Por lo que respecta al toreo de Antoñete, creo recordar por el contrario que, en esa faena, en la mayoría de pases no carga la suerte, lo que (en mi opinión) no resta un ápice de mérito a su actuación que si no de sus mejores tardes es de la que más memoria queda. La volveré a visionar para comprobar si la "memoria" no me falla.
Un abrazo
Jose Morente
Jose Morente
Andrés:
ResponderEliminarMe he emocionado leyendo tu comentario y la descripción de una suerte de varas renovada y... soñada.
¿Donde hay que apuntarse para pedir ese cambio que parece que todos los aficionado ansiamos y proponemos?
Estoy tremendamente interesado en participar en cualquier iniciativa en este sentido. Creo que aquí es donde los aficionados deberíamos echar el resto, a pesar de que a priori nos parezca tarea imposible.
Lo dicho, cuenta o contad conmigo para cualquier iniciativa en esta línea.
Un abrazo fuerte
Jose Morente
El día 26 de octubre de 1926 D. Torcuato Luca de tena y Álvarez Ossorio publicó una carta en ABC dirigida al general Primo de Rivera sobre el asunto que nos ocupa, del que entresaco este párrafo:
ResponderEliminar"Escribo a usted desde Sevilla y al día siguiente de haber presenciado cómo se pueden picar toros sin entregar al caballo. Cómo se puede ejecutar la suerte de varas sin que el caballo sea herido [...]
Los hermanos D. Antonio y D. José Miura han tenido la bondad de invitarme a su renombrado cortijo de Cuarto para demostrarme como se pueden picar los toros por lidiadores que sepan montar a caballo y no reduzcan la suerte a un 'encontrón' del toro y el jinete, con la herida inevitable del caballo."
(En 'Las taurinas de ABC, Luca de Tena Ediciones. Madrid, 2003)
Bebe Chico:
ResponderEliminarEs cierto como usted dice que en el fondo aunque hablemos de petos y puyas, lo ideal sería que la ejecución de la suerte se hiciera de forma más adecuada. En ese sentido decía en el blog, aunque de pasada, que se debería picar con peto "como si el caballo no tuviera peto", lo que creo que, en el fondo, es lo mismo que venía a decir Torcuato Luca de Tena, con la ventaja en su caso de que el se apoyaba en lo que había visto realizar en el histórico Cortijo del Cuarto.
Un abrazo
Por Newcastle a quien le ha tocado trincar los trastos ha sido a mi; afianzar mi inglés y cotejar el mercado laboral, a ver si por aquí el campo de la construcción está abierto a recien titulados. De paso me he propuesto como meta convertir al taurinismo a algun lugareño.
ResponderEliminarSaludos Sr.Morente.
P.D. Los días en los que no postea se hacen largos!!!
Claudio de Diego (@TendidoSur)
En primer lugar quisiera comenzar este comentario felicitando y agradeciendo a José Morente su análisis de la bravura. Para quitarse el sombrero.
ResponderEliminarComo siempre, José brillantemente nos ha ido argumentando, y conduciendo a lo largo de la historia de la tauromaquia, sobre el tema tratado. Llega a dos conclusiones con las que estoy completamente de acuerdo: “Es un tercio en decadencia” y “necesitamos urgentemente una reforma de la suerte de varas”.
Antes de exponer mi opinión sobre una posible reforma, me gustaría señalar un cambio que ha resultado fundamental en la suerte de varas, que llegó con la aparición del peto. Se refiere a la mano izquierda del picador, aquella con la que dirige al caballo, (la que dicen que realmente pica). Antes del peto, en el embroque, las rienda se dirigían hacia la izquierda del caballo, con objeto de librar, en la medida de lo posible, al equino de la cornada. Famosos fueron los picadores capaces de salvaguardar la integridad de los caballos de picar. Por tanto, en esta época el encuentro era prácticamente un picotazo y a correr. Así que debemos tener esto muy en cuenta cuando leemos, recibió tantas varas y mató tantos caballos. De hecho, Gregorio Corrochano en “¿Que es torear?-Introducción a la Tauromaquia de Joselito?”, señala como un defecto de la suerte de varas que el toro romanee en caballo y se quebrante.
A partir de la aparición del peto, la mano izquierda se dirige hacia la derecha (lugar que ocupa el toro), con este objetivo. El cambio, que pasaba desapercibido para el público, inicialmente no fue tan determinante por el tipo de peto y de caballo utilizado en la época. Con la evolución de ambos, junto al aumento de la bravura del toro, han desembocado en la actualidad en la posibilidad de pegar al toro, cuanto, donde y durante el tiempo que quieras (monopuyazo).
Sobre una hipotética reforma, habría que partir inevitablemente de los dos objetivos fundamentales de la suerte de varas:
1.- Medir y mostrar la bravura del toro.
2.- Ahormar al toro para su lidia.
Como en toda negociación, todas las partes implicadas (toreros y afición), tendrían que estar dispuestas a ceder. A cambio de recibir ciertas concesiones.
Daría al matador, disposición y responsabilidad absoluta sobre la suerte de varas. Al fin y al cabo él va a ser el que va a tener que lidiar al toro. De sus decisiones debe depender su éxito o fracaso. De un golpe nos desprenderíamos de la excusas de los matadores donde hay que pegar muy fuerte en el primer puyazo por si el presidente cambia el tercio. Se evitarían situaciones como la causa la negativa a estoquear a uno de los dos toros que Curro Romero se negó a matar en Madrid.
(Continúa en el siguiente comentario)
A cambio de esto, los matadores deberían siempre satisfacer el objetivo del medir y mostrar la bravura del toro en la suerte de varas. Y el público así se lo debe exigir y valorar (sin que se vuelva en su contra, como muchas veces pasa, pero eso lo podemos comentar en otra ocasión).
ResponderEliminarPara evaluar la bravura del toro, lo mismo que se hace en un tentadero, el objetivo no es dejar al toro listo en el primer puyazo, sino ver hasta que punto llega su bravura, sin que sufra un quebranto excesivo.
Para ello, y una vez que el caballo de picar ha mejorado mucho en los últimos años (tanto en tamaño, raza, como en doma), existiendo en la actualidad grandes cuadras de picar. Aún sin perjuicio de seguir mejorando y generalizando la utilización de las mismas. Creo que se puede incidir en dos aspectos: LA PUYA Y EL PETO.
Fundamental, modificar la puya, legislar un tamaño máximo pero dar la posibilidad utilizar puyas con menos castigo (similares a las de tientas), incluso distintas en los diferentes puyazos que pudiera recibir el toro. Hasta se podía llegar a señalar con la vara sin puya.
Por otra parte, modificar el peto. Los actuales son verdaderos muros. Tendría que ser un peto que, protegiendo de igual forma al caballo, fuera mucho más corto, se adaptará mejor a la anatomía de caballo y permitiera romanear al toro. Que la pelea fuera mucho más equilibrada.
No obstante, soy consciente que implica más riesgo para los picadores, sobre todo para los malos. Cualquier cambio que les suponga esto, tendrá su oposición. Qué hagan honor a su historia y demuestren porque se deben seguir vistiendo de oro.
Posiblemente los matadores tampoco querrán comprometerse a “mostrar la bravura del toro”. Alegarán que se les dará muchos capotazos y agotarán al toro para la posterior faena de muleta. Que posteriormente, es el único elemento tenido en cuenta por el público (incluso muchos aficionados), para evaluar su actuación (ejemplo tercio de quites de D. Luque y Morante el año pasado en Madrid, ni siquiera petición para Luque). Olvidándose que la lidia completa incluye la actuación en los tres tercios.
El público-presidente no querrán dejar en manos exclusivas del matador el tercio de varas (miedo a que se excedan o se convierta en un simulacro)… y todo quedará como está… o peor.
Va siendo hora de levantar la vista por encima de nuestro ombligos (todos: aficionados, toreros, picadores, ganaderos…), buscando el bien de la fiesta.
El camino lo muestra J. Tomás. La fiesta debe ser un acontecimiento único y excepcional. Puede que sea el único torero hoy en día que garantiza la excepcionalidad y la restauración del rito. Por eso revienta las taquillas. Vamos a dejarnos de las tonterías del marketing.
Luís Miguel López Rojas:
ResponderEliminar¡Chapeau!
Gracias, por su extenso y acertado comentario.
Por cierto, rematando su argumentación propondría que los picadores dejasen de llevar oro si no aceptan las modificaciones que la fiesta necesita.
No sigo pues creo que el tema está suficientemente debatido. Habrá que pasar a la acción. Creo que va siendo hora que pensemos en organizarnos para llevar adelante estas propuestas.
Un abrazo y gran ovación.
El día que se invente una puya que sea realmente menos traumática para el toro y que al mismo tiempo aporte un aliciente a la suerte de varas, permitiendo que el picador y el toro vuelvan a tener su sitio, ese día la prensa especializada estará muy ocupada dando la noticia de que un torero ha vuelto a ser de nuevo papá y que un auxiliar de rejones cambia de cuadrilla.
ResponderEliminarAsí estarán las cosas, y seguimos con la ilusión de que la Fiesta de los toros cambie su rumbo.
Solo una cosa: puede revisar el video, en el caso de la foto de Antoñete con el mítico toro blanco de Osborne, en cuanto es inminente el embroque el maestro adelanta la pierna. Favor no mentir para justificar el pie atrás de El Juli, Manzanares etc., precisamente con el maestro Antoñete.
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarLa faena del toro blanco la hemos traido "en video" a estas páginas anteriormente por lo que ya la hemos revisado adecuadamente.
Efectivamente, en algunas tandas (no en todas) Antoñete adelanta (no adelanta perdón -adelantar es ir hacia adelante- avanza) el pie de salida hacia un lado PERO SÓLO en general en el primer muletazo de la serie. En todos los demás muletazos de la serie el pie de salida se mantiene como se ve en la foto (paralelo con el otro en línea del viaje del toro).
Por tanto, no creo que tengamos NADA que corregir. Avanzar (no adelantar) el pie en el primer muletazo es un recurso legítimo para ajustar el pase a la primera embestida del toro. Unos toreros lo hacen tocando con la muleta el ojo contrario vaciando la embestida hacia afuera; otros como Antoñete (aunque algunas veces; no todas), desplazando el toro hacia afuera con el movimiento de la pierna y del cuerpo).
El avance de la pierna -en esas circunstancias- es defensivo y, por tanto, no es algo que a priori debamos elogiar (ni discutir pues es recurso legítimo)
Yo si que me permito aconsejarle que revise COMPLETA esa faena al toro blanco: "Todos" los pases y no sólo aquellos que se ajusten a su personal y, por supuesto, legítimo criterio.
Atentamente.
Solo una palabra...¡GENIAL!!!
ResponderEliminarMucho mejor que quiten totalmente la protección al caballo...que bonito de ver como destripan al caballo, a ver si llegan esas cosas de nuevo, viva el arte!!
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