Curro se desplanta ante Flautino de Gabriel Rojas, el lunes de preferia de 1984. Ese desplante sirvió de modelo para la estatua que se erigió en su homenaje en los alrededores de la Maestranza. |
El otro día andaba yo dándole vueltas a eso de la torería. ¿Qué es la torería? ¿La tienen todos los toreros? ¿La torería se aprende? ¿Sirve para algo la torería?
Y así, enredado en esos bucles de la afición y del recuerdo, estaba yo hasta que miré a la pared y vi colgada una foto con ese desplante de Curro Romero, en la Maestranza.
Y se hizo la luz. Esa es la torería: no se puede cuantificar ni contar como las monedas; no todos los toreros pueden expresarla aunque sean toreros porque hace falta tener alma de artista y no todos la tienen; no se aprende, va en los genes del que la posee y ni el mismo torero sabe cuándo saldrá de su corazón; no sirve para nada, surge como un rayo luminoso, trepa por los tendidos y llena el alma de todos, aficionados, novatos, profesionales, extranjeros. Todos la reconocen y brotan las lágrimas…
Yo ese día la disfruté. Estaba allí. Aún la veo. De repente, tras una tanda, giró en la cara del toro como si no tuviera cuerpo, como en una nube; ya no le hacían falta ni muleta ni espada, solo su alma torera. Acomodó brazos, piernas y cuerpo como en un baile sensual y se marchó de la cara del toro andando despacio, sintiendo el toreo, sintiendo la torería correr por sus venas.
Torería también es escribir como tu lo has hecho, olvidándote del cuerpo, como en una nube, dejando flotar a tu alma torera.
ResponderEliminarEnhorabuena.