Cogida de Pepe-Hillo por el toro Barbudo el 11 de mayo de 1801. Cuadro de Eugenio Lucas Velazquez (Museo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla) |
En la historia del toreo existen dos meses especialmente peligrosos para la integridad de los diestros: mayo, cuando el toro estaba en todo su pujanza y septiembre, cuando el torero llegaba agotado y mermado a final de su temporada.
La crianza con piensos redobló el vigor y fuerza del toro que ahora se mantiene todo el año por lo que hoy día ese mes de mayo no da lugar a esas coplas y esos cantares de ciego que tanto emocionaban al personal, como aquella malagueña del Niño del Genil que, en 1924, decía:
Funesto mes de mayo
te recuerdan los toreros
murió Joselito el Gallo,
Varelito y Granero.
Y es que en sólo dos años (de mayo de 1920 a mayo del 22) murieron Joselito, Granero y Varelito. En mayo, de 1940, murió también Pascual Marquez. Y en mayo (¡funesto mes de mayo!) murieron Pepe Hillo en Madrid, Curro Guillén en Ronda y el Espartero, también en Madrid.
Y si mayo era funesto en el toreo antiguo, septiembre es el mes funesto en el toreo de nuestros días.
Muy a finales de agosto o sea, al rafe de septiembre, fallecieron Manolete en Linares y Yiyo en Colmenar Viejo y en septiembre en Pozoblanco mató un toro de Sayalero al diestro Francisco Rivera "Paquirri".
Hoy ya no mueren los toreros en la plaza gracias a los adelantos de la medicina y (toquemos madera) a la suerte pero siguen llegando las cogidas. Esas cogidas tremendas, brutales y espantosas que dan los toros de hoy (esos que algunos dicen que no tienen peligro).
Toros, los de hoy, que cogen todo el año pero de manera especial y con más daño en este funesto mes de septiembre: los nombres de Rivera Ordoñez, López Simón y Miguel Ángel Perera, lo atestiguan.
La tremenda y dramática fiereza del fiero toro de nuestros días. Cogida de Miguel Ángel Perera por el toro Boticario de Gracigrande/Domingo Hernández en Salamanca, el pasado 15 de septiembre (EFE) |
Y, si septiembre es funesto para los toreros, este mes de septiembre de 2015 ha sido también funesto para nosotros. En los últimos días de agosto, también al rafe de septiembre, fallecía tras relativamente corta pero dura enfermedad, un entrañable amigo nuestro: Juan Antonio Polo.
Aficionado catalán, de los de verdad, de los de toda la vida, dotado de un raro sentido común (¿el seny?) y una bonhomía desbordante pero nada transigente con la estupidez que tanto abunda en nuestros días.
Juan Antonio ponía el punto sobre las íes, se cruzaba al pitón contrario del argumento errático de los desorientados, cargaba la suerte sobre la mala baba de algunos y remataba, templando y detrás de la cadera, con sus abundantes y siempre atinadas razones.
Lo mejor de todo es que, pese su edad, su mirada sobre el toreo era tan predispuesta, sagaz y joven como la del más inteligente joven, Todo lo contrario que la mirada de esos gruñones del "cualquier tiempo pasado fue mejor".
Pero lo importante, lo realmente importante, es que nos dejará un hueco difícil de llenar por su concepto de la vida y por su forma de entender la amistad. Esa amistad que tuvo el detalle de regalarnos cuando nos conocimos lo que, lamentablemente, fue hace mucho menos tiempo de lo que a mí, personalmente, me hubiera gustado.
¡Funesto mes de mayo! ¡Funesto y maldito mes de septiembre!
Très pénible cette triste nouvelle... Condoléances à ses amis et à sa famille. J.Coursier
ResponderEliminarDescanse en paz.
ResponderEliminarA Jose Morente, a La Razón Incorporea, un abrazo muy emocionado y agradecido del hijo de Juan Antonio, en nombre de toda su familia. Seguro que a mi padre le habrán encantado, como a mi, vuestras palabras de Amigos y Aficionados. Gracias
ResponderEliminarLuis
Luis, un abrazo muy fuerte y muy sentido.
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