viernes, 15 de mayo de 2015

Nadie tiene la culpa pero…

Por Jose Morente

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Saúl Jimenez Fortes después de ser cogido por el toro de Salvador Domecq. Uceda se acerca con semblante preocupado a atenderle (Foto de Ballesteros para EFE)

 

Nadie tiene la culpa de la tremenda cogida de Saúl Jiménez Fortes.

Quizás la tenga el toro, quizás el viento o quizás la apuesta del propio torero (heroica apuesta) en pos de la Puerta Grande de las Ventas.

Nadie tiene la culpa de la cogida pero si que somos todos un poco responsables de nuestra actual forma de valorar el toreo. Y de lo que decimos. Somos responsables de no saber ver lo que ocurre en las plazas.

Vivimos tiempos de tremenda desorientación y despiste. De confusión máximas. Influidos por las corrientes animalistas, tan en boga, los aficionados nos identificamos cada vez más con el toro y cada vez menos con los toreros.

Hasta tal punto que, incluso, llegamos a pensar que el toreo, la Fiesta de los toros, sólo se justifica en función de la extrema fiereza del toro.  Y, en ese sentido, todo nos parece poco. Por eso, pedimos, más bien exigimos, toros tremebundos, desaforados, intoreables ("toros que den miedo" es el eslogan de moda hoy día) porque como no sean así (tremebundos, desaforados, intoreables, que den miedo) ya no nos parecen toros.

Como además, vemos torear con máxima perfección a los toreros de ahora, queremos justificar esa perfección por el comportamiento bobalicón del toro de nuestros días. Por eso, cuando nos referimos a determinadas ganaderías, hablamos de toros mecánicos, de toros prefabricados, de toros domecqsticados. De la ovejita de Norit.

Creo que no somos conscientes del desatino que encierran esas opiniones, ni del daño que hacen. Quizás, porque no somos conscientes del peligro real que tienen los toros que hoy se lidian. Toros con la edad, con trapío, con tamaño y con muchos pitones.

Ese grave error de apreciación deriva quizás de la distancia con la que vemos el toreo. Distancia mental, provocada quizás por ese animalismo que nos envuelve a todos, pero también distancia física.

Y es que no es lo mismo ver toros en una pequeña plaza de pueblo que verlos en una localidad de andanada de una plaza Monumental o en la pantalla de la Televisión.

Cuando los toros se ven desde la andanada (o desde la televisión) no es nada fácil percibir su peligro, su riesgo o sus matices. Los toros hay que verlos más cerca, en sentido real y figurado. Sólo así se pueden sentir su presencia, su tamaño, sus pitones, su mirada.

Desde la andanada (o desde la televisión), todos los toros son chicos (la moda del toro grande nace en las plazas Monumentales) y ningún toro es suficientemente peligroso ni fiero (solo, quizás, los galafates de 600 kilos capaces de derribar con estrépito a los picadores). El problema de la fiesta actual no está en el ruedo sino en el erróneo punto de vista que adoptamos los espectadores.

La consecuencia de ese punto de vista tan errático es que no encierra ninguna empatía hacia quien se viste de luces. Es un punto de vista que, a mí personalmente, no me seduce lo más mínimo pues no me gusta el circo romano.

Quiero toros que embistan (no elefantes imposibles) y quiero toreros valientes que les hagan frente con la gallardía con la que siempre los toreros se han enfrentado a los toros (no hombres echados a las fieras).

Quien para emocionarse necesita que salga por los chiqueros el buey Apis tiene un acusado problema de percepción, perspectiva y conocimiento. Quien acusa de mecánica o prefabricada la embestida de los toros del encaste Domecq y los denuncia como poco peligrosos confunde el riesgo real con las apariencias. Confunde la realidad con sus prejuicios. Como se acredita tarde tras tarde en los ruedos. Sin ir más lejos, como se ha acreditado esta misma tarde.

Esa forma de ver los toros puede resultar, creo que lo es, equivocada y errónea pero allá cada cual con sus prejuicios y su conciencia. Sólo espero que nadie tenga la poca vergüenza de hablar hoy de accidente o error del torero (como se ha hecho otras veces en ocasiones similares) para justificar sus erráticas teorías. También espero que nadie tenga la poca vergüenza de acusar de oportunismo a lo que sólo es oportuno, como esta reflexión.

El precio de una entrada no da derecho a decir sandeces ni mentiras sobre el peligro real que tienen los toros, todos los toros. El precio de una entrada no vale nunca lo que vale la vida de un hombre.

Nadie tiene la culpa de la cogida de Fortes pero todos somos un poco culpables del descrédito en el que queremos sumir al toreo.

 

Esta es la pasta de la que están hechos los toreros de hoy (no todos por supuesto, no confundamos) aunque algunos ¿aficionados? ni se han enterado ni se van a enterar en su vida.


13 comentarios:

  1. Sin afán de criticar a la afición madrileña, cada año que observo la Feria de San Isidro por televisión (soy mexicano), entiendo menos la morfología del toro que buscan en su plaza, el juego que estos deben presentar y el tipo de faena que deben de realizar los diestros para que agrade al conclave madrileño; concibo que es la catedral del toreo mundial, hay un prestigio que se tiene que cuidar y la exigencia debe ser máxima, pero al observar las reacciones del público en la plaza, lo que se comenta en las redes y leyendo luego las crónicas ya no sé qué pensar.

    A medida que ha pasado el tiempo y usted ha nutrido su espacio; reflexiones como faenas “pre hechas” de los aficionados, el tipo de toro que se busca, las disertaciones sobre el toreo moderno y la evolución de las valoraciones del público, han hecho que trate de analizar de otra forma el espectáculo y con días como el de hoy, no deja de rondar en mi cabeza que quizá el aficionado a la Fiesta, muchas veces peca de exigente, lejos de disfrutar vamos con la lupa para magnificar errores, un enganchón, un desarme o los encastes que se lidian no lo perdonamos, lo engrandecemos y la faena pierde toda relevancia.

    Quizá los aficionados de viejo cuño y allende el mar, me acusen de esgrimir tal visión a causa de mi edad (27 años) o porque el toro mexicano “gatea” y es la mitad del de allá, que en mi tierra puede haber inventiva y variedad pero que no se compara con la ortodoxia de una suerte bien ejecutada como cierto comentarista del Plus menciono hoy; de hecho, como me sonreí al escuchar a tal personaje y pensar en lo que escribió usted sobre Talavante y su actuación en el serial de Aguascalientes, y si bien, ningún mexicano ha triunfado en el serial madrileño, la faena de oreja del diestro de Extremadura hizo que sintiera que de cierta forma algo de México triunfo esa tarde en Madrid, ya que no me atrevo de calificar que el toreo de Talavante se ha “mexicanizado”, pero si me parece que se ha visto influenciado por nuestra forma de sentir la Fiesta.

    Para finalizar, lo felicito por su excelente reflexión del día de hoy Don José y esperando que Jiménez Fortes pronto se restablezca para que ocupe el lugar que merece dentro de la Fiesta, un saludo cordial desde México.

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  2. Oliver García:

    Estoy de acuerdo con usted tanto en la importancia de la plaza de Madrid (yo me emociono cada vez que piso la explanada de las Ventas) como en la categoría de su afición. Pero es cierto que, hoy por hoy, un sector de "afición" anda desorientado. No tanto porque no sepa lo que quiere sino porque piden cosas que pertenecen al mundo de la teoría no de la realidad.

    La aportación de México en el toreo es fundamental y esencial (¡Me encanta el toro que gatea!) desde que llegara aquí Ponciano (que asombró y descolocó a los viejos aficionados de entonces) y, sobre todo, desde Gaona. La expulsión forzosa de los toreros mexicanos de la Edad de Oro de allí es no solo una verguenza para nosotros sino una pérdida que dificilmente se podrá reparar.

    Pero como dice, seamos positivos, Talavante puso sus gotas mexicanas en Madrid. Como las ha puesto en su momento el Juli o José Tomás o tantos otros que aprendieron allí a ser toreros.

    Muchas gracias. Solo me resta unirme a usted y desearle a Saúl la más pronta recuperación.

    Un cordial saludo.

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  3. Los dos, Jose Morente y Oliver García, habéis puesto el dedo en la llaga. La plaza y la afición de Madrid son las más importantes del mundo, pero están lastradas por un SECTOR INTRANSIGENTE y notablemente ignorante, que se alimenta de tópicos y cae en el sinsentido de defender el toro fiero y el toreo primitivo, al tiempo que critica al toreo actual... salvo que se ajuste matemáticamente a una serie de absurdas e inexistentes reglas (los supuestos cánones) que no aparecen por ninguna parte.

    Pero lo grave es que en Las Ventas hay también un SECTOR SILENCIOSO, realmente entendido, que peca de PUSILANIMIDAD y que, persuadido de que el peso de la afición madrileña radica en su dureza, transige y calla ante los desafueros del sector intransigente, sin valor para rebelarse y protestar de sus excesos. Una pena.

    Y pena también el desconocimiento que, gracias a la falta de información periodística, hemos padecido los españoles respecto de la realidad taurina mexicana de los últimos años. Internet nos ha puesto recientemente al día, pero la retransmisión por TV de la temporada grande de la México ha constituído un auténtico jarro de agua fría.
    No obstante, soy de los convencidos de que las influencias recíprocas entre México y España son altamente beneficiosas para los dos países. Residente en Barcelona, he sido testigo de muchas temporadas animadas especialmente por los diestros mexicanos (Antonio Velázquez, Luis Procuna, José Ramón Tirado, etc.), ya que "el viejo Balañá" anunciaba y repetía lo que hiciera falta en sus plazas a todos los mexicanos que optaban por cruzar el charco.

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  4. Sr. José Morente:
    No creo que sea acertado buscar culpables cuando las heridas siguen tiernas, los temores a flor de piel y los sentimientos demasiado manifiestos.
    Cada cual buscará razones por las que, de nuevo, la tragedia se hizo presente en la tarde de ayer con este torero que tristemente, paga incesante su vocación.

    No voy a emplear de nuevo el argumento que Ud. conoce sobradamente y que fundamenta este misterioso rito...
    Efectivamente, el riesgo es alto, mucho. Ese convite con la muerte a veces se paga y a un precio muy alto, negar esto es alentar sueños torpes e incompletos.

    Ya ve Ud. Sr. Morente, puestos a buscar culpables yo apuesto por esa clase de impresentables que alientan y exhortan a continuar en el camino, sesgando realidad y escollos a veces, insalvables.

    Me niego a aceptar que esos que Ud. tacha de "desorientados y despistados" , entre los que humildemente me incluyo, tengamos que asumir una responsabilidad que se escapa a nuestras competencias.

    Si "exigir toros fieros" con hechuras, con peligro entre sus pitones, es sinónimo para Ud. de "distancia mental", bienvenida ésta!.
    No creo que sea tan difícil de entender que así es cómo hemos heredado, conocido, respetado y amado esta pasión y así es cómo la queremos, porque, además, entendemos que sólo es de este modo cómo otorga grandeza a quien se deja piel, entrañas y hasta la vida en vestir de torero.

    Reciba pues mi despedida más rotunda a su "Razón incorpórea", una tiene sus debilidades y ya los años me van permitiendo ser más terrenal.

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  5. Todos los excesos son repudiables.No obstante y Vd sabe de eso por su afición a los papeles antigüos y a la historia del toreo,los públicos actuales no tienen nada que ver con aquellos aficionados terribles y fieros que imponían temor a los toreros.
    Yo,como modesto aficionado,más que saber el toro que quiero para esta Fiesta actual,sé el toro que no quiero.Que , lamentablemente , es el que sale en la actualidad casi todas la tardes,salvo excepciones , con las que apechan ,además, los del segundo nivel.
    Ojalá que nuestro paisano se recupere cuanto antes y vaya sedimentando ese torrente de valor que debe de llevarlo a figura.
    Un cordial saludo

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  6. El público de toros, ha sido sí siempre, y no digamos determinada crítica, no se me olvidará, Antoñete en Sevilla, principios de los 80, uno del púbico, le grita, eso es una cabra,respuesta del maestro, baja tú y la ordeñas.Desgraciadamente, siempre han existido, y existirán agua fiestas, de turno,por eso el faraón de Camas,Curro, a mi el público que me gusta, es el del tenis. Lleva usted mucha razón, cuando dice, no es igual ver los toros en una andanada o en televisión, que desde abajo,pero el riesgo del que se pone delante, es ese la cornada, jugándose la vida, aunque el toro parezca, no tener peligro. Saludos Manuel Vázquez

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  7. japolos:

    No es mala la dureza y la exigencia si es justa y proporcionada y, sobre todo, si es imparcial pero Madrid se caracteriza por sus filias y sus fobias que tan bien describió Joaquín Vidal cuando hablaba de la "bula" que esa afición concedía a sus toreros favoritos.

    No merece ser Cátedra una afición que peca de parcialidad.

    La fiesta necesita que recuperemos Madrid como siempre ha sido Madrid. Dura y exigente pero capaz de entregarse sin condiciones a todo aquel que se pone a torear "de verdad". Una afición sin "ismos", sin "demagogías" y sin "ideologñias preconcebidas". Lo contrario de lo que hoy es Madrid.

    Dureza con el pega el petardo y entrega apasionada con quien hace el toreo es como era antes esta afición que yo conocí hace 30 años. Hoy Madrid es una caricatura de lo que fue en su día.

    Sobre México no digo nada. Me chiflan y entusiasman sus toros, sus toreros y su apasionado público. Y aunque Málaga me mola y mucho, a veces pienso que yo tenía que haber nacido en el D.F.

    Un fortísimo abrazo.

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  8. Gloria Cantero Martínez:

    Como le he dicho en facebook, no critico a quien pide un toro fiero y/o encastado o con muchos kilos y pitones. Me parece una opción resetable que yo comparto también. Como comparto la opinión de quien pide un tercio de varas en condiciones y no un simulacro y como comparto la opinión de quien cree que la vieja lidia tiene sitio en el toreo actual con el toro que no permite florituras.

    En todo eso estoy de acuerdo con usted y con los buenos y sinceros aficionados que apuestan por esa fiesta.

    Lo que no comparto ni admito ni me gusta (es mi opinión personal y punto) es que para defender ese modelo de fiesta (que es, en cierto modo, también la mía) se ataque, denigre o minimice o se le quiera quitar importancia, mérito o riesgo al toreo de las figuras con el toro que algunos llaman comercial y otros motejan de borregos o menos peligrosos. eso me parece inadmisible en quien se pretende o califica de buen aficionado.

    Como digo en el post, de la cogida de Saul el único culpable es la apuesta del torero por buscar la Puerta Grande pero me parecía de justicia invitar a reflexionar sobre la oportunidad (o mejor sería decir inoportunidad) de muchas de las cosas que se dicen, leen o escriben sobre sobre el toro, los toreros y el toreo de nuestros días. Demostramos demasiado frivolidad y ligereza en mi opinión, en la mayoría de las ocasiones a la hora de descalificar lo que no nos gusta. Personalmente, no me parece una actitud propia de buenos aficionados. Desde luego, no es la forma de actuar y opinar de los buenos aficionados que yo conocí de niño.

    Un saludo, Gloria y, otra vez, gracias por darnos su leal opinión.

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  9. franmartín:

    Tiene usted razón en que la actitud del aficionado antiguo era quizás más dura y exigente (o eso dicen los papeles) pero yo me permito proponerle dos matices: Primero, que era más justo y segundo, que la gente antes era más inculta y desordenada.

    También es cierto que si los públicos intentaban imponerse a los toreros, estos no tenían tampoco reparos en subirse al tendido a pegarle de gorrazos a los espectadores. Tales para cuales.

    No sé cual es el toro que quiero para la fiesta (pues me valen muchos tipos de toros) pero si sé cual es el tipo de aficionado que NO quiero: el vociferante maleducado que desconoce la historia del toreo y su evolución y que, para más colmo, se cree en posesión de la verdad.

    Un fuerte abrazo

    PD: Sin perjuicio de lo anterior, espero que esta feria salgan al ruedo varios "agitadores" más. Otro abrazo

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  10. Manuel Vazquez:

    Nada que añadir a su comentario. Así es y así ha sido. Era así cuando el porcentaje de aficionados era mayor, con más razón es así hoy cuando hay menos aficionados que antes.

    Un cordial abrazo

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  11. Amigo José,ese que Vd indica no es un aficionado. El aficionado tiene cultura,sensibilidad ,valora lo que vé. Ese es un gamberro.

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  12. Absolutamente de acuerdo. Por esto empece a escribir y poner mi humilde opinión en todo este tinglao.
    El espectador, aficionado o público en general es bajo mi humilde punto de vista el gran culpable de todo lo que sucede. Esas exigencias desmedidas. Esos tópicos sin reflexión.
    Eso si, el Toro es el centro. Y el Toro tiene que dar miedo no pena.
    Hay que sumar y no restar. Hay que buscar la unión entre nosotros, explicando los motivos para salvar la Fiesta. #unirycrecer
    Un saludo

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  13. eltentadero:

    Gracias por su comentario y su postura. Solo matizaría una cosa. El toro no puede dar pena pero tampoco miedo. Me parece suficiente con que proporcione emoción. Esta feria de Madrid ha habido varios toros en esa línea que creo es la ideal (Fanfarrio, Agitador y Adobero, por ejemplo)

    Un cordial saludo

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