La indolencia elegante de Talavante en Madrid

Por José Morente

Talavante al natural con naturalidad (Foto de S. Sanz/A. Marcos del blog "Por el pitón derecho")

Creo que el toreo de Talavante se ha caracterizado siempre por un punto de genialidad que lo diferencia de otros diestros de su generación.

De hecho, es de los pocos toreros que conozco capaz de poner en pie una plaza entera con un sólo muletazo. Pongamos un natural de los suyos, por ejemplo. Eso se llama personalidad.

Tiene también una enorme capacidad (aunque esto sea menos evidente) para copiar a otros toreros, para torear "al estilo de", clavando gestos, poses, movimientos, trazos,... Capacidad a la que aúna una innegable y sorprendente creatividad.

Los dos únicos reparos de relativa importancia, que se me ocurre ponerle, son sus constantes cambios de estilo y una cierta irregularidad.

Sus cambios de estilo (ora torea encajado, ora torea vertical) se explican, quizás, por esa facilidad ya comentada que tiene para asimilar los modos y maneras de cualquier otro torero. Su irregularidad provoca que, algunas tardes, sus faenas resulten espesas y poco adecuadas a las condiciones de los toros. 

No importa porque cuando Talavante está en vena, como lo estuvo la tarde del pasado 13 de mayo en Madrid, verle torear es un lujo.

Entre otras cosas porque no es fácil pasearse, delante de la cara del toro, con esa naturalidad displicente con la que Alejandro Talavante se paseó ese día por el ruedo de las Ventas, ante el toro Botijito del Ventorrillo.

Una indolencia elegante que ha sido y será patrimonio de muy pocos toreros, de muy pocos. A bote pronto, pienso en Rodolfo Gaona en quien más se acusaba ese rasgo.

Un rasgo que, con el Califa de León, comparte Alejandro Talavante... cuando está en vena.