jueves, 21 de agosto de 2014

Una tarde que no tuvo historia pero hizo historia

Por Jose Morente

 

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Ferrera banderillea a uno de los toros de Miura en Málaga

 

Casi sin historia

Si la fecha del 19 de agosto de 2014 va a pasar a la historia del toreo por la apuesta de Antonio Ferrera de encerrarse en solitario con 6 toros de Miura (algo que han hecho muy pocos diestros desde que el toreo es toreo y los miuras son miuras), desde luego no pasará por lo que pasó en el ruedo. Mejor dicho, por lo que no pasó.

Y lo que no pasó es que tenemos que acostumbrarnos y aceptar que estas corridas, que estos encastes, responden a la tauromaquia de hace siglo y medio cuando la faena de muleta sólo servía para preparar al toro a la muerte y lo importante era la suerte de varas, pero que no responden ni pueden responder al toreo actual, cuando lo que importa, ¡y como!, es el toreo de muleta y las prestaciones que sea capaz de dar el toro a lo largo de toda la lidia.

La tesitura está clara: O esos encastes se adaptan al toreo moderno (algo muy difícil por no decir improbable) o tendremos que adaptar el toreo y adecuarlo al comportamiento de esos toros (algo muy difícil por no decir improbable si se plantea con carácter general como se quiere plantear).

Sin embargo, fue eso último es lo que hizo Ferrera quien, de forma correcta, fue poniendo el acento en los primeros tercios, especialmente en el segundo pues ya sabemos que es un banderillero si no ortodoxo, si muy espectacular. Ayer, además estuvo acompañado por cuadrillas de la máxima solvencia, en este tercio y en el de varas, aunque, por lo que respecta al tercio de varas, sólo al final se empezaron a poner los toros de largo en el caballo.

 

Peligro sin emoción

Su actuación con la muleta (clave en la impresión que al público le produce cualquier tarde de toros) fue motivo de polémica entre aficionados.

Los toristas irredentos (que solo miran al toro y desdeñan el toreo) sostenían que Ferrera estuvo mal y por debajo de sus toros. Los resultadistas impenitentes (los que solo miran el resultado, el lucimiento, sin mirar el toro) sostenían lo mismo.

Los defensores de esas dos posturas extremas coincidían ayer. Unos por defender a estos encastes, pase lo que pase. Otros, porque si el diestro no para los pies, nunca se les ocurre pensar que el problema puede estar en el comportamiento del toro. Son las dos caras de una misma moneda, por muy contradictorio que parezca. Que lo es.

En mi opinión, sin estar bien (con los miuras es difícil estar bien), Ferrera estuvo por encima de sus toros pero como digo, en mi opinión.

Y es, como me decía un miurólogo de reconocido prestigio, los miuras de la encerrona de Málaga tuvieron el peligro propio del encaste pero no transmitían emoción ninguna. No daban sensación de peligro. Entre otras cosas por su debilidad extrema. Tan extrema que hubo quien la achacó a enfermedad. Para mí, la enfermedad se llamó falta de casta. Una falta de casta preocupante y, eso pese a que los dos primeros toros demostraron una cierta nobleza. Pero era una nobleza pajuna y dócil, poco vibrante.

 

Una tarde frustrante

En resumen, una tarde de la que el público salió decepcionado por el comportamiento de los toros pero que, a la postre, brindó momentos interesantes en los tercios de varas y en los de banderillas.

Eso y la falta de adaptación del toro de Miura a los tiempos modernos es lo que, al final, quedará en nuestras memorias de esta corrida junto al dato, ya histórico, de la encerrona.

Conviene, pues, que nos hagamos a la idea y que, cuando vayamos a la plaza a ver corridas de este y similares encastes, no nos creemos falsas expectativas. No nos creemos falsas expectativas y no exijamos a los diestros faenas imposibles con este tipo de toros como le exigieron, ayer a Ferrera, algunos desorientados espectadores.

15 comentarios:

  1. Es cierto, hay gente que defiende a "estos encastes" pase lo que pase.

    Así como hay gente que defiende a los toreros pase lo que pase.

    No veo porque la gente de un grupo se tiene que creer mejor que la del otro.

    Personalmente valoro mucho el equilibrio y la coherencia.

    Su artículo es de un reduccionismo tan soez que solo se ve superado por un vil oportunismo. Prueba: ¿Por qué no escribió usted este artículo después de la corrida de Miura en Madrid o la de Miura en Nimes del 2012 o de la de Miura en Sevilla en 2013 o la Miura en otros lugares? Miura pega muchos petardos, si. Le duela o no, tantos como Garcigrande, Zalduendo, Cuvillo... He presenciado en directo muchas corridas de Miura ( por señalar las últimas: Bilbao, Castellón, Sevilla, Castellón de nuevo, Villanueva del Arzobispo, Madrid…) y pese a los petardos, no tengo la sensación de que haya echado más petardos que otras ganaderías. Todas son enormemente irregulares. Simplemente lo son de diferente manera. En cualquier caso no voy a negar los traspiés evidentes de cualquier ganadería. Porque es ese partidismo el que me repatea. Es evidente que todas flojean de algo y lo único diferente es que unos perdonan unas cosas y otros otras (lo cual depende de sus conceptos sobre la fiesta de los toros). Pero el verdadero problema es sacar el cuchillo cuando el viento va a favor. Por desgracia no son pocos los que lo sufren. Y yo no entiendo porque la gente se complica la vida. Supongo que es imposible para nuestra mente no acabar decantándose por algo con el paso del tiempo.

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  2. La realidad es que, por razones que llevaría tiempo explicar (aunque todos intuimos y tendremos nuestras teorías), TODAS las ganaderías fallan más de la cuenta. Y creo que eso nunca va a cambiar (más allá de que los métodos de crianza actuales creo que están interfiriendo en el comportamiento del toro) ya que la imprevisibilidad del comportamiento del toro es un misterio que nunca se va a poder reducir y los factores que influyen en su conducta son incontrolables (creo que el caso puntual de Miura la cosa se va a la consanguinidad). Por tanto, estoy de acuerdo en que solo nos queda intentar entender CADA lidia en base a la situación que produce CADA vez, que es siempre diferente. Pero así como los dogmáticos de la pierna p’alante se equivocan al creer que siempre se puede torear igual, los dogmáticos del toro con clase se creen que el toro siempre tiene que hacer lo mismo para que le puedan pegar pases y pases. El problema es pensar que solo hay una lidia, un toreo, una fiesta. Hay varias. Todas las que hasta ese momento se han ido dando a lo largo de la historia, con preponderancia de la contemporánea, por supuesto, punta de lanza de la evolución de la disciplina en cuestión. Si acudir a los libros de historia para legitimar una suerte o para renovar conceptos QUE PUEDEN SER APLICADOS HOY (como el cargar la suerte con brazos o pies y la verdadera realización de un lance) no veo porque no va a ser aceptable ver una corrida (alguna de vez en cuando, copón) donde los primeros tercios primen, por mucho que todos sepamos que la tauromaquia de hoy se centra en la muleta (cosa que evidentemente no podemos dejar de lado).

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  3. A lo que voy es a lo siguiente:
    El hecho de que hubiese gente que no entendía que Ferrero no se quedase quieto no tiene porque tener que ver con el aficionado torista (defensor de esos encastes, pase lo que pase) sino con la idea del único “toreo bueno” que se vende desde el otro lado. Se ha vendido hasta la saciedad como único toreo posible que la gente no entiende nada más (el toreo bueno, el toreo estético, el “estar bien”).
    Me explico.
    Hay gente que no perdona al torero, es cierto. Pero también hay gente que no perdona al toro. Hay gente que es canónica con el toreo, que exige la aplicación de un canon. Pero enfrente están los que exigen un toro canónico (que meta la cara así y no asá, que no la suelte, que humille, que tenga calidad, etc., etc.) y son tan dogmáticos con el toro como otros lo son con el torero. Y el hecho de que es legítimo de que el toro tenga que ser de cierta forma para que se le peguen pases y pases ya que “eso es lo que la gente quiere ver” es solo parcialmente verdad ya que igualmente mucha gente va también a ver al toro (no solo, pero debe gustarle el toro). Creo que si todos pudiésemos simplemente atender a cada lidia con los ojos limpios todo sería más sencillo y juzgaríamos lo que se hace en base a las condiciones de toro y torero, disfrutando con PRACTICAMENTE TODAS las lidias y corridas –el problema de esto es que exige pensar y tendemos a no querer hacer el más mínimo esfuerzo-, simplemente olvidando lo que supuestamente debe ser ya el toreo (de hoy, de ayer, canónico), ya el toro (de hoy, de ayer, canónico). Por supuesto que el toro debe embestir, pero por supuesto que el torero debe “ponerse”. Se puede estar bien (y a esto volveré más adelante) con toros que humillan, que van a media altura (el ej. de Eugenio de Mora del otro día en Madrid con el del Conde) e incluso con la cara por arriba. Luego habrá gustos, niveles y grados, por supuesto, pero así como se puede torear con la pierna acá o allá, se puede embestir así de alto o así de bajo. Y todo entrará dentro de lo válido mientras el toro embista y mientras el torero “se ponga”. El problema no es que el torero retrase la pierna o que el toro humille más o menos, el problema es que el torero no se ponga y que el torero no pelee, es decir, que no embista. El problema es ir desde casa a la plaza con un toreo en la cabeza e ir desde el hotel a la plaza con una faena en la cabeza. Ese es uno de los problemas, de unos y de otros. Y esto, evidentemente, sin olvidar que estamos en cierto momento, pero que si algo es la tauromaquia es que es algo tremendamente abierto, donde cualquier cosa puede suceder. ¡No la ahoguemos entonces! A menos que queramos reducir su espontaneidad esencial. El toro puede salir de mil maneras distintas y las soluciones del torero pueden ser de mil maneras distintas. Los problemas empiezan cuando queremos que se ajusten a cierto canon, pero no solo se puede decir de los toristas dogmáticos de toreo de pierna p'alante, sino también de los toreristas dogmáticos del todo con clase (eufemismo que ha corrompido completamente el lenguaje de toros y la comprensión de la corrida como la cantinela de la casta, aunque esto lo dejo para otro día). El problema es que la acusación de canónicos o dogmáticos solo va en una dirección (de los toreristas a los toristas). Es curioso. Si en algo se igualan es en una especie de superioridad moral que ambos sienten respecto al otro.

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  4. Es curioso como cierta gente dice que hay que comprender el toreo y no criticar y luego ellos critican todo lo que no les gusta (a otros aficionados, a otras ganaderías...). ¿Por que no intentan comprender eso? Hay cierto infantilismo en el hecho de llamar criticones a lo que se meten con lo que a uno le gusta y luego criticar a su vez otras cosas. Sobre todo cuando se repite continuamente (lo de criticar a cierta parte de la afición, en vez de intentar comprenderla, como se comprende el resto de aspectos de la tauromaquia. Pero claro, una cosa es que se metan con uno y otra meterse uno con otros. Se llama disonancia cognitiva en psicología).

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  5. ¿Cómo que Ferrera no estuvo bien con los miuras? Usted confunde estar bien con estar lucido, vistoso. Pero, ¿Qué es estar bien? A mi juicio, estar bien es hacer una faena acorde a las condiciones del toro. A veces esas condiciones permitirán estar lucido, vistoso, plástico, y a veces no. Pero eso no quiere decir que el torero esté mal. Que injusticia para el torero, además, si juzgáramos que “estuvo mal” si el toro no daba para más. Estará mal cuando no haga algo acorde a las condiciones del toro, en todas sus variantes. ¿Estuvo entonces bien alguna vez Joselito (más allá del anacronismo histórico-estético)? Miguel Ángel Perera, este año en Madrid, estuvo BIEN con sus cuatro toros (que pude presenciar en directo). Estuvo bien con su primero de victoriano, bien con el reservón y geniudo segundo de la misma tarde. Estuvo bien con su primer adolfo, un toro listo y orientado, que no regalaba nada. Y estuvo bien con el sexto de adolfo, un toro que pegaba tornillazos y soltaba la cara pero que se movía y al que Perera pulió (con eso llamado temple) hasta, al final, poder estar incluso estético. Perera estuvo BIEN siempre. Para mí cada una de esas faenas fue realmente satisfactoria, como aficionado. La más sublime fue la del segundo Adolfo, claro. Por que antes del toreo profundo, largo y estético hubo la sensación de dificultad que la hacía improbable, algo de lo que careció la faena a su primer victoriano, más de carril, lo que hizo todo más previsible (creo que no debemos olvidar que la imprevisibilidad es algo consustancial al toreo, y no un capricho mío). La improbabilidad y la superación de la dificultad otorgaron mayor satisfacción y grandeza (y esto es objetivo, ya que Perera hizo más cosas, tanto cuantitativa como cualitativamente, ya que tuvo que poder a un toro que no estaba podido y además usar de más recursos cualitativos para ello. Incluso me atrevo a decir que la faena al Adolfo fue cualitativamente más valiosa y no tanto cuantitativamente: el toreo tuvo que ser más variado para poder al Adolfo, incluyendo el bello toreo con la zurda final. Es cierto que en ese poder y pulir intervino una gran dosis de valor al esperar mucho al adolfo, lo cual hizo que este se “creyera” y mejorara). Pero cada faena fue diferente así como diferente fue cada toro. No solo corresponde con el preciosismo o el poderío estar bien. Gracias a Dios se puede estar bien de muchas maneras. Otra cosa es que Ferrera lo estuviese, lo cual no puedo juzgar ya que no vi la corrida. Y no me salga con lo del “toreo bueno” que entonces es usted tan dogmático como los de la pierna p’alante.

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  6. Este error de confundir “estar bien” con estar “lucido” lo cometen también los toreros y, en parte los públicos, que no el aficionado (tan denostado en este blog): como el torero cree que nadie va a valorar todo lo que no sea estar “plástico”, “estético”, “brillante”… decide no torear corridas con las que podría estar bien (de mil maneras diferentes) pero que nadie iba a valorar (aunque esto se desmiente de mil maneras, como el citado ejemplo de Perera este año en Madrid, donde estuvo BIEN de variadas formas y todas ellas valoradas por el demoníaco público madrileño, cuyas filas tengo la suerte o la desgracia de engrosar). Contrariamente a lo que se dice (creo) en este blog, si el público estuviese más formado valoraría más faenas y los toreros podrían ampliar su catálogo sin temor a ser incomprendidos. Es lo que pasa en Francia, donde al público, más teórico, le cabe algo más en la cabeza que el disfrute sensual y estético, pecado, dicho sea de paso, del que adolecen (para bien y para mal) los públicos sureños. Pero esto es otra historia.


    ¿Lo es también escribir demasiado en caliente?

    Disculpe la extensión.

    Un saludo
    J. C. Romero

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  7. J. C. Romero:

    Reconozco que su comentario me ha desconcertado bastante.

    Eso de que se me reproche criticar precisamente “las mismas cosas” que vengo defendiendo desde que inicié la, ya no corta andadura de este blog, me ha descolocado.

    Y es que resulta que leo su comentario y coincido con prácticamente la totalidad de lo expuesto por usted. Vuelvo a leer mi reseña y compruebo que, ahora en frío, sigo pensando lo mismo que pensaba al acabar la miurada ¿Dónde está la discordancia?

    Analizando el tema despacio, pienso que esa discrepancia sólo puede deberse a que yo no haya sabido explicarme o más, sencillamente, a haber yo omitido mi postura personal ante estos temas. Postura que he dado por supuesto que, el lector de este blog, conocería de sobra. Veo que no es así.

    Habrá por ello que volver sobre ese tema de los criterios y las posturas y, en ese sentido, su extenso y ponderado escrito me va a resultar una guía impagable que le agradezco de antemano.

    Un cordial saludo

    PD. Sólo en un punto no estoy de acuerdo con usted. La corrida de Miura de Málaga salió mala. Que yo lo haya dicho podrá resultar más o menos oportuno pero (se lo aseguro), no es en ningún caso, cuestión de oportunismo.

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  8. Holà, José.
    No intervengo en vuestro diálogo.
    Solo una paqueña observación : imaginemos que en vez de Ferrera, el torero fuese El Juli... La culpa del petardo no la tendría Miura sino Julián (cf.Nîmes). Un saludo ;) Jack.

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  9. Hasta ahora en Bilbao, lo mejor ha sido ver a Rafael de Paula (y eso que no toreaba).

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  10. Interesante y sustanciosa reflexión la de J.C. Romero. Sólo resaltar que el axioma de que el público no se equivoca queda muy en cuestión. ES más, como corolario cabe pensar-como de alguna manera dice Romero-que el público precisa enseñanza taurina. Podría ser- y seo lo digo sólo yo-que la "ignorancia" del público pueda llevar las corridas al despeñadero.El tema tiene tal peso, que entiendo que este mero comentario precisa más desarrollo, pero no quería dejar la ocasión de plantearlo.
    Un saludo

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  11. Jack:

    En efecto, como usted sabe prefiero hablar de lo positivo que de los aspectos negativos del toreo. Si esta vez he analizado la corrida de Miura y criticado el comportamiento de los toros era, más bien, por salir al paso de dos posturas que me me parecen poco ponderadas. Primero, considerar que no se pueden criticar las corridas de ganaderías duras porque es hacerle el juego al sistema (Es lo único en lo que difiero del comentario sagaz de J.C. Romero) y, segundo, desplazar la culpa del mal resultado del festejo de los toros hacia Ferrera.

    Si hubiera sido una figura (corrida de la Quinta en Bilbao) el culpable hubiese sido la figura.

    Sin embargo, eso no quita para que me reafirme en una opinión que cada vez tengo más clara: la necesidad de que las figuras toreen en las ferias de postín, las corridas de ganaderías duras punteras como Victorino o Miura y ello pese a que con dichos hierros las posibilidades de fracaso (no por culpa del torero sino por la dificultad de lucimiento que dan esos toros) son infinitas.

    Es evidente que eso no quita la posibilidad del diestro de "lidiar" esos toros pero visto lo visto en Madrid el día de los Victorinos (Ferrera en el 5º) ese tipo de lidia ni la acepta el público ni la valoran gran parte de los aficionados.

    Un cordial saludo

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  12. Sonia:

    Ver a Rafael de Paula es un verdadero lujo por lo que ha representado y representa en el toreo. Sin embargo, en mi opinión en Bilbao también se han visto cosas muy importantes en esta feria además de la figura y comentarios (tan mordaces) del jerezano.

    Un saludo

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  13. francisco butler:

    Totalmente de acuerdo, sobre la importancia y alcance de los comentarios de J.C. Romero, tanto que al leerlos lo primero que pensé fue publicarlo como entrada en el blog.

    La afirmación de que el público no se equivoca es como todas las generalizaciones inexacta pero esconde una verdad profunda y es que el toreo tiene tantos matices válidos que, al final, son los espectadores a los que va dirigido el espectáculo quienes están llamados a valorarlo y orientarlo.

    El aficionado, por minoritario y selecto no es buen representante de la totalidad de los espectadores y. además generalmente, sus gustos son mucho más inmovilistas y conservadores que los del público.

    Eso no quiere decir que el público acierte siempre pues se jalean cosas de menos mérito y pasan sin premio algunas que lo tienen de verdad.

    Sin embargo, como el aficionado se rige normalmente por conceptos, códigos y cánones obsoletos y a veces equivocados, nada excluye que pueda caer en los mismos errores de apreciación que cae el público.

    Aunque como usted dice este es tema para comentarlo con detenimiento y tranquilidad.

    Un cordial saludo


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  14. Jose:
    Con todo el respeto y desde la más profunda humildad, de mis apreciaciones,y migajas de conocimiento de la feria de Bilbao que he visto: Joselito Adame, Miguel Angel Perera, y algún quite de Fandiño. Banderillas de Farucho, y el valor de Juan José Padilla.
    Y otros momentos que quizás ya he olvidado.
    Aunque personas hay más sesudas, que más saben y que habrán visto más estrellas en el firmamento.
    yo las que vi, le cuento.

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  15. Sonia:

    No sé si será suficiente pero ya es algo.

    Yo he visto Bilbao por TV y lo cierto es que, sin ser una feria completa, creo que se han visto cosas interesantes. Perera sin ir más lejos.

    También es verdad que yo en una tarde de toros con un buen quite o un tercio de banderillas, me conformo.

    Un cordial saludo

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