jueves, 21 de agosto de 2014

Morante perfuma Bilbao con aromas de Chicuelo

Por Luis Miguel López Rojas

 

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La bella muerte de un toro bravo (Foto Arjona para Aplausos)

Nota de LRI

Hace un par de noches, le decía a un muy buen amigo mío que cada vez tengo más problemas para enterarme de que es lo que ha pasado en la plaza cuando no he podido asistir a la corrida (o cuando no la dan por televisión, como me apuntaba Joaquín Albaicín en facebook).

En este caso, la corrida de Bilbao, la retransmitió el plus. Sin embargo y pese a ello, merece la pena leer los comentarios de Luis Miguel López-Rojas para acotar y poner acento y orden en lo que vimos.

 

Termómetro Cuvillo

Me apetecía especialmente ver esta corrida, no sólo por el mano a mano, también por ver cómo estaba nuestro “termómetro Cuvillo”.

Es esta una ganadería que si bien ha pasado un pequeño bache no se justifica al ostracismo al que la han sometido las figuras en los dos últimos años.

No podemos olvidar la cercanía en el tiempo del sublime 2011, con “Arrojado” (Manzanares-Sevilla), “Cacareo” (Morante-Bilbao) y “Esparraguero” (Talavante-Zaragoza).

Mi impresión “personal” es que Cuvillo tiene el sello de comercial, pero suelen salir ejemplares muy exigentes (el 4º de Manzanares por ejemplo) frente a los cuales los toreros tienen que hacer grandes esfuerzos, no siempre reconocidos.

Para triunfar con ellos, es imprescindible apostar y además si el torero no está en buen momento, se descubre. Da ahí, esa definición de “termómetro Cuvillo”.

Entre la polémica José Tomás-Cuvillo, en la que salieron perdiendo los dos, pero especialmente el ganadero, que tuvo un pequeño bache, sobre todo en mi opinión, por querer lidiar un gran número de toros en plazas de primera (2-3 corridas en Madrid, Sevilla, Pamplona, Bilbao, Barcelona, Valencia, Málaga, Zaragoza…), cuando por tipo, no es un toro especialmente grande…, el caso es que ha sido relegada por las figuras de entre sus ganaderías predilectas. Por eso me apetecía más ver este festejo.

 

La corrida de Cuvillo de Bilbao

Sin ser una corrida excepcional si tuvo dos o tres toros que propiciaban el triunfo.

El mejor el 2º, hijo de Idílico (indultado en Barcelona por José Tomás en el 2008). Su embestida recordó a su progenitor, sobre todo por hasta donde iba. Pero Manzanares lo toreó exageradamente despegado. Tanto, que provocó protestas entre el siempre exquisito público bilbaíno y algo insólito, que Caballero dejara constancia de ello en los micrófonos del Plus.

No tengo porque dudar de la palabra de Manzanares, que lo justificó indicando que el toro tenía un problema en la vista que le hacía abrirse, pero entre mis dudas razonables, entra que su toreo no se caracteriza por apretarse mucho. El caso es que aquello no cuajó. Un pena.

 

Morante en el primero

Me gustó mucho el primero, al que se le hicieron muchas cosas a la contra. Dos puyazos traserísimos, muchos capotazos en la lidia de Carretero, que si bien es cierto que estuvo muy fácil en la brega, no lo es menos que dio un excesivo  número de capotazos.

Por eso, cuando vi el estado de gracia en que se encontraba el sevillano, lo a gusto que pisaba el plomizo piso bilbaíno (supongo que gran parte de culpa la tiene la afición bilbaína que representa el perfecto equilibrio entre la seriedad en la presentación del toro y el máximo respeto a los toreros), y surgieron esos ayudados, por alto y por bajo, esos pases sueltos primorosos a los que les faltó esa continuidad necesaria, porque el toro ya no lo permitía… me enfadé especialmente.

 

Un momento sublime

Pero cuando ves lo que vimos el quinto, tienes consciencia de que a Morante le perdonarías hasta que hubiera matado a tu padre cinco minutos antes… ¡Cómo no le vas a perdonar! Con un toro que no era nada del otro mundo, pero que iba y venía sin colocar mucho la cara.

Precioso tercio de quites, primero a la verónica, con dos o tres donde se rompe el de la Puebla, y ya sabemos lo que significa esto (una verónica pasa a ser “La VERÓNICA”)…

Turno para Manzanares en lo mejor de su actuación junto con su espada. Gran quite por chicuelinas con una estética en el giro muy similar a la que utiliza Morante. Pero vino la réplica por el mismo palo de aquel que tiene el copyright… y Chicuelo aplaudiendo en el cielo, y  en la tierra, en Bilbao, el público en pie.

En la muleta, puro sabor, puro aroma, puro toreo… No quiero contaminar con mis palabras, lo que quedó grabado en nuestra memoria… El mejor resumen es un buen “ole”.

Qué estocada, qué culto a la muerte y a la vida…, del torero y  del toro… qué belleza. La Belleza.

Lo de menos es la oreja. Morante ha perfumado a Vista Alegre y todo Bilbao huele a toreo, huele a Morante.

 

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