miércoles, 9 de julio de 2014

Doloroso desastre

Por Juan Antonio Polo

 

2 marco (2) (Copiar)

Fernando Marco lo intentó un año más. Los infumables toros de Dolores Aguirre que le tocaron en ¿suerte? le impidieron demostrar sus ganas de ser alguien en esta profesión

 

Pamplona. 8 de julio.

Infumable en todos los aspectos la corrida de la tantas veces galardonada Dolores Aguirre. Desigual de presentación: había un mundo entre el primer toro –que si hubiera lucido un hierro de Domecq habría desatado con toda seguridad las iras del respetable– y los corpulentos tres últimos. Y muy pareja en lo que se refiere a sus astifinas y veletas defensas.

Pareja también en cuanto a su juego, la corrida salió abanta y corretona, como le correspondía por su estirpe. Simuló ante los caballos una bravura que no tenía –algunos incluso se durmieron en el peto–, pero no pudo disimular su falta de casta ni el incómodo calamocheo que acompañó sus embestidas. En definitiva, una corrida que no gustó a nadie, salvo quizás a alguno de los integrantes de ese sector torista de la última hornada.

Tampoco le gustó a un Uceda Leal, prudente en exceso, que terminó contagiándose del desconcierto creado por su propia cuadrilla, ni al local Francisco Marco, animosísimo toda la tarde, que vio como se le esfumaba una de sus escasas posibilidades,

El aragonés Paulita merece párrafo aparte. Su primer toro pareció el mejor de la corrida, circunstancia a la que probablemente no es ajena la buena brega de Carretero ni el acertado planteamiento de la faena por el propio matador. El caso es que Paulita toreó muy bien con el capote a ese toro y que, muleta en mano, construyó una magnífica faena, de menos a más, salpicada de adornos muy toreros, en la que debe destacarse el buen gusto que la presidió, su soberbio toreo en redondo y la largura y el desmayo de algunos de sus naturales. ¡Un artista! Perdió la oreja con los aceros, pero ha dejado un gran recuerdo entre los sorprendidos espectadores.

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