Por Jose Morente
Un libro clave para entender los conceptos técnicos básicos del toreo y su evolución: “Historia verdadera de la evolución del toreo” de José Alameda.
La defensa de las normas y la valoración de los mecanismos técnicos del toreo tienen que efectuarse en los foros apropiados (libros, blogs, conferencias, etc.) pero nunca –nunca- dentro de las plazas de toros.
Nota previa:
Esta entrada se publicó inicialmente como apéndice en la entrada tercera de la mini-serie dedicada al controvertido tema de “cargar la suerte”. Sin embargo, me ha parecido oportuno desgajarla de aquella y darle lugar independiente en este blog, lo que permite incluir un breve, aunque apasionado, comentario a cada uno de los libros incluidos en esta relación
Nota aclaratoria (26/05/2013 12:00)
Publicada esta entrada, mi amigo Pocho Paccini Bustos me reprende cariñosamente en un comentario a este post. Y como Pocho tiene razón en lo que dice o, mejor aún, como puede que yo no me haya explicado bien en lo que he dicho, me parece oportuno aclararlo.
Puede que lo que aquí se dice a continuación, no se entienda bien si no reparamos en que los comentarios que se hacen a los libros escogidos se refieren a lo que esos libros dicen sobre la técnica del toreo y más concretamente sobre el toreo en redondo y la cargazón de la suerte.
Es evidente que el toreo abarca muchas más cosas y que los autores citados por Pocho (Domingo Ortega, Corrochano o Vidal, a quienes he leído con fruición y cuyos textos me conozco casi de memoria) hablaron de muchas de esas otras cosas de un modo que sigue siendo perfectamente válido hoy día.
La imagen que de Joselito el Gallo, de su maestría y su torería, transmite Corrochano es magnífica y da cabal y perfecta idea de como era, en realidad, el torero. La descripción de Vidal del ambiente de una tarde de toros en Madrid, fue siempre exacta y muy divertida y amena. La explicación de Ortega de como era "su" toreo es muy docta y al nivel del mejor de los intelectuales pese a no serlo (¿O sí?) él.
Cuestión distinta es lo que Ortega, Corrochano o Vidal dijeron o escribieron sobre la específica materia que tratamos en esta entrada: la técnica del toreo y, en concreto, la del toreo en redondo y el mecanismo de cargar la suerte, donde creo que ninguno supo ver que estaban hablando de un modo de torear específico pero que, en el toreo como en la vida, siempre hay otras opciones. Nos gustarán más o menos pero tan válido es el toreo “en ochos” como el toreo “en redondo”.
Ortega, Corrochano y Vidal (pensaron como piensan muchos) que, en el toreo, sólo hay una técnica válida (la que a ellos les gustaba o convenía) y que lo que varía es el estilo o acento personal de cada torero.
Un error, visto con la perspectiva de hoy y a la luz de los escritos de Pepe Alameda quien explicó como eran realmente las cosas, el primero. Bueno, el primero, no. Antes de él, Luís Bollaín entró en el tema (y de forma brillante) pero no le sacó tanta punta histórica como Alameda quizás porque el árbol de su belmontismo no le dejó ver el bosque del toreo completo.
Como Ortega, Corrochano y Vidal fueron anteriores a Pepe Alameda (ya señalo eso con motivo de Vidal), la duda es que hubiera pasado si le hubieran podido leer en tiempo y forma ¿Que hubieran dicho, en ese caso, Ortega, Corrochano o Vidal? ¿Como hubiera influido en sus teorías?.
Nunca lo sabremos, Lo que si sabemos es que no parece que sea aceptable que despachemos a Alameda con el calificativo de autor ingenioso pero prescindible, como ha hecho algún lector del blog, sólo porque sus tesis no cuadran con las nuestras; porque no cuadran con el esquema mental que nos hemos hecho de como es y como debe ser el toreo.
Cuando surgen ideas o planteamientos nuevos… toca reciclarse.
Cargar la suerte. Bibliografía recomendada
Tauromaquia de Pepe Hillo. 1ª ed.: La tauromaquia ó Arte de torear. Obra utilísima para los toreros de profesión, para los aficionados, y toda clase de sujetos que gustan de toros (Cádiz. 1796). 2ª ed. Tauromaquia o Arte de Torear a caballo y a pie. (Madrid. 1804).
Esta es la obra clásica, fundamental e iniciática de la técnica en el toreo. Aconsejable para todos los aficionados entre 7 y 77 años. Además, pese a lo que pudiera parecer, se lee de un tirón. Una vez leída, es aconsejable releerla a saltos.
Apabulla su modernidad. Y lo más importante es que no establece cánones sino reglas “derivadas de la experiencia” y, sobre todo, adaptadas a las condiciones de los toros.
Cuando, por ejemplo, se explica el pase natural, no se establece un único modo de realizarlo sino tantos modos como tipos de toros diferentes se consideran (boyante, bravucón, de sentido, etc.). A cada toro corresponde un modo distinto de colocarse y un modo distinto de manejar los engaños. Lo contrario de lo que preconizamos hoy día los aficionados que sólo aceptamos un modo único de torear, para no complicarnos la vida.
Si no la escribió, está claro que Pepe-Hillo revisó y autorizó su tauromaquia, pues los atinados consejos técnicos que contiene sólo pueden conocerlos y enseñarlos cabalmente quien sea torero.
Portada de una reedición (la de Turner, Madrid, 1982) de la Tauromaquia de Hillo con el famoso grabado del torero sevillano con la muleta en la izquierda, la espada en la derecha, el corazón en el centro y el toro muerto a sus pies.
Tauromaquia de Montes. Tauromaquia completa, ó sea El arte de torear en plaza: tanto a pie como a caballo (1ª ed. Madrid. 1836).
Esta es la primera revisión de importancia de la Tauromaquia de Pepe-Hillo. Su interés está no sólo en los matices que introduce al texto de Hillo, sino en el extenso capítulo que dedica a la “Reforma del espectáculo” y que ha sido base de todas las reglamentaciones que han venido después.
Monte fue el primer gran reformador y, al tiempo, codificador del toreo y a él se debe la organización actual de la corrida de toros, así como una serie de innovaciones de mayor o menor interés.
Paquiro, ha sido en el toreo, el Joselito del siglo XIX por su visión de futuro (igual que a Joselito lo podemos considerar el Paquiro del siglo XX, por lo mismo)
Portada de la primera edición de la Tauromaquia de Francisco Montes (Madrid, 1836). El capítulo dedicado a la “Reforma del Espectáculo” contiene ideas y propuestas que se han mantenido prácticamente iguales en estos casi dos siglos transcurridos desde su publicación.
Tauromaquia de Guerrita. Escrita por Leopoldo Vázquez, Luis Gandullo y Leopoldo López de Saa bajo la dirección técnica de Rafael Guerra, Guerrita. (1ª ed. Madrid. 1895).
Aunque la “Tauromaquia de Guerrita” es, como libro, farragoso y algo desigual en sus distintos capítulos (producto de las diversas manos que intervinieron en el mismo) los aspectos técnicos del toreo (escritos bajo la dirección del genial espada cordobés) son del máximo interés y las correcciones que efectúa a los textos clásicos son muy interesantes y de mucho calado, aunque puedan pasar inadvertidas al lector menos atento.
Son esos matices, los que diferencian la Tauromaquia de Guerrita de las que se habían escrito después de la de Montes, pues estas últimas se limitaban a transcribir con excesiva fidelidad todo lo dicho por el genial torero de Chiclana.
Ninguna de esa Tauromaquias intermedias tiene mayor interés que el histórico pero la de Guerrita permite, en parte, entender como se toreaba a finales de siglo XIX. O, mejor dicho, como se pretendía torear.
Portada de la primera edición de la Tauromaquia de Guerrita (1895). Un texto que explica las novedades que Guerrita introdujo en el toreo
Salvador, Amós. Teoría del toreo. Escrita en mayo de 1908 y publicado por entregas por el diario la Voz desde el 15 de enero de 1955 [Esta publicación incluía unas Apostillas del Duque de Veragua].
Es este uno de los textos más interesantes en la materia, pues se aparta de la sistemática de las Tauromaquias tradicionales y contiene un enfoque novedoso del toreo que, para Amós Salvador, sólo se puede explicar a partir del conocimiento de las condiciones básicas y de las condiciones particulares de las reses.
El libro se escribió en la primera quincena del mes de mayo de 1908 por lo que el toreo del que habla era el que existía antes de la llegada de Joselito y Belmonte. Por eso, este tratado no nos sirve para entender la revolución que ambos diestros introdujeron, aunque sí para entender el contexto en que dicha evolución se produjo.
Se publicó, por folletones, en el diario la Voz en 1955 (se puede consultar en Internet) y también en edición de los Bibliófilos taurinos en 1962.
Portada de una edición moderna de “Teoría del Toreo” de Amós Salvador, que incluye las “Apostillas del Duque de Veragua” (Madrid, Edit. Biblioteca Nueva, Colección “La piel de toro” dirigida por Andrés Amorós, 2000). Aunque no puedo asegurarlo, el diestro dibujado en la portada me recuerda a Manolo Cortés.
De la Loma, José (Don Modesto). Desde la Barrera-Dos palabras sobre el Guerra, cuatro sobre Fuentes y algunas más acerca de Bombita, Machaquito y Gallito (1ª ed., Madrid, El Liberal, 1910)
El de don Modesto, es un libro que, en su época (1910), tuvo mucha difusión pues recogía las crónicas de las “figuras” de entonces: Guerrita, Fuentes, Bombita, Machaco, Pastor y el Gallo.
El interés que tiene en el tema que nos ocupa es que, Don Modesto fue un decidido defensor del toreo de compás abierto de Bombita que, en su día, recibió muchas críticas. En su defensa, y frente al toreo de compás cerrado, don Modesto argumentaba que el compás abierto tenía más mérito por lo difícil de corregir la posición en esa postura si el toro entraba vencido, algo que resulta cuando menos discutible.
Y es que siempre, los defensores de una forma de torear han utilizado la ética (a la que yo prefiero llamar “mérito”)en defensa de su concepto del toreo. Mi opinión es que no es fácil evaluar desde el tendido la ética real sino sólo apreciar la sensación de riesgo que a nosotros nos produce.
Portada del ejemplar que se encuentra en la Biblioteca Digital de Castilla y León, cuya ficha bibliográfica atribuye la edición al diario El Liberal (Tengo un ejemplar con una portada distinta –en blanco y negro- de Editorial Renacimiento, probablemente editado en aquellos años pues aparece la fecha del año 1910 a mano)
Borrell, Félix (F. Bleu) Antes y después del Guerra (1ª ed., Madrid, 1914)
Es este un libro más que interesante, pues F. Bleu fue el típico aficionado dogmático partidario y defensor de los cánones antiguos del toreo y, por tanto, del toreo seco y exento de adornos cuyo mejor exponente fue el rival de Lagartijo, Salvador Sánchez Frascuelo, quien concitaba en sus filas a lo más rancio de la afición de entonces.
Visto con ojos de hoy, el toreo propugnado por Bleu, el toreo épico, de poder a poder, del torero valiente ante el toro fiero, mantiene su vigencia y sigue provocando el entusiasmo de los públicos pero también hay que decir que las propuestas de los toreros que se encuadran en este concepto, con ser harto meritoria no se ha distinguido por su aportación a la evolución de la fiesta, antes al contrario.
No obstante, y pese a su radicalismo, Bleu transigía y aceptaba, como válidas, muchas más innovaciones técnicas (por ejemplo, la pierna izquierda retrasada de Guerrita en el natural) que las que -100 años después- son capaces de aceptar los aficionados dogmáticos de nuestros días, herederos espirituales del farmacéutico madrileño.
Portada de la primera edición del libro de F. Bleu. Aunque Guerrita aparece en el título se trata de una estrategia comercial para incrementar ventas pues, al autor, el Guerra no le gustaba un pelo y en realidad, el libro es un panegírico de Frascuelo y también, aunque en menor medida, de Lagartijo.
Orts y Ramos “Uno al Sesgo. El arte de ver los toros-Manual del aficionado a la Fiesta Nacional (1ª ed. Barcelona, 192-?) (2ª ed. El arte de ver los toros-Guía del aficionado, Barcelona, 1928?)
A finales de la década de los veinte, las aportaciones de Joselito y Belmonte habían cristalizado en un nuevo modo de torear. Las tauromaquias antiguas (incluso la de Guerrita más reciente) habían quedado caducas pues el toreo había tomado nuevos rumbos.
Orts y ramos (Uno al Sesgo), escribió este pequeño tratado para intentar explicar a los nuevos públicos, de forma sencilla y amena, como era el nuevo toreo.
Todavía faltaba mucho para lo que vendría después. pues era el año en que Chicuelo acaba de hacer o estaba a punto de hacer la faena a Corchaíto que marcaría toda una época.
El resto es historia. Chicuelo daría la alternativa a Manolete y este rendido admirador del torero de la Alameda, incorporaría y depuraría la técnica que el sevillano, a su vez, había aprendido de Gallito y de Belmonte. El círculo estaba ya a punto de cerrarse.
En la portada de una de las muchas ediciones del librito de “Uno al sesgo” subtitulado “Guía del espectador”, Joselito el Gallo destronca con la muleta en la izquierda a un toro que se enrosca en espectacular posición. Estaba naciendo una nueva época donde los toreros van a empezar a poderles a los toros con el toreo de brazos sin exageraciones a la hora de abrir el compás. Frente al toreo espatarrado y por bajo de Bombita, el natural de Joselito está marcando un nuevo camino y, de ahí en adelante, se podrá dominar a los toros, toreándolos (no bregando)
Federico M. Alcázar. Tauromaquia Moderna (1ª ed. Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, S.A., 1936)
Que el toreo de brazos era lo más importante teóricamente, lo demuestra este libro de Federico Alcázar, llamado Tauromaquia moderna” y publicado en 1936.
El toreo iba evolucionando y a la época del parón y los pies juntos, le siguió en los años de la República, la moda del compás abierto cuyo principal interprete será el extraordinario diestro de Borox, Domingo Ortega.
Por ello, pese a defender que la suerte se carga con los brazos, el libro de Federico M. Alcázar, contiene muchas disquisiciones sobre la forma de colocar las piernas, cual debe adelantarse y cuando.
Pues la atención de los espectadores (la práctica que no la teoría) había desplazado el interés de estos desde los brazos a los pies del torero quizás porque se pedía que estos se mantuvieran lo más quieto posibles mientras pasaba el toro. Algo que no se conseguirá hasta una década después con Manolete.
Lo que no contiene este libro,como ningún otro de la época, es una distinción clara entre el toreo “en redondo” y el toreo “en ochos” y lo que implica cada uno, algo que no se planteará hasta la década siguiente.
Portada de la 1ª edición de la “Tauromaquia moderna” de Federico M. Alcázar. Alcázar fue consciente de que no se puede juzgar el toreo de una época con los criterios y las normas de otra distinta, algo de lo que deberíamos tomar nota los aficionados actuales.
Bollaín. Luís. Los dos solos. (1ª ed., Madrid, Editorial Mon, 1948)
El primer libro de Luis Bollaín no sólo es un clásico sino que estoy por decir que el mejor de toda su producción. Con frescura y desparpajo, el autor se confiesa belmontista acérrimo (apasionado de Juna Belmonte), al tiempo que admirador de Manolete (lo que no quiere decir que se declare manoletista). Una combinación explosiva y a cuya explicación dedica las muchas páginas de este volumen.
Gráficos, esquemas y, sobre todo , muchas fotografías componen una nueva forma de hablar de toros que descubre Bollaín y de la que, este blog, se confiesa deudora.
Además, Bollaín -en esta su primera obra- es mucho menos dogmático que, en las que le siguieron, pues luego. enrocado en su castillo belmontista, ya nada o casi nada que no fuese Belmonte tendrá cabida. La única excepción, la de los toreros puros, tal que un Antonio Bienvenida, Pepe Luis Vazquez o Antoñete, pese a que, en la práctica, el modo de torear de estos toreros se alejase mucho del de Belmonte para aproximarse al de Manolete.
En cualquier caso, y respecto al tema de cargar la suerte Bollaín aporta el dato fundamental de considerar que consiste en gravitar el peso sobre la pierna de salida (como hoy lo consideran los profesionales) aunque señalando que lo de adelantar la pierna es mera cuestión de estética no de ética.
Y, otro tema que nadie o casi nadie había tratado entonces, salvo él, es recalcar la sustancial diferencia que hay entre ligar un natural con otro (toreo en redondo) o ligarlo con el pase cambiado o el de pecho (toreo en ochos). Bollaín se decanta por este último por culpa de su filiación belmontista pero el futuro del toreo iba ya por el otro lado.
Nada más y nada menos que Manolete y Belmonte en la portada del libro de Bollaín
Ortega, Domingo. El arte del toreo y la bravura del toro. (1ª ed., Madrid, Revista de Occidente, 1960) [Son dos conferencias. La primera –El arte del toreo- se dictó en el Ateneo de Madrid en marzo de 1950]
Si, por una parte, la conferencia de Domingo Ortega, en el Ateneo de Madrid, hay que calificarla de magistral, por otra, no se puede dejar de advertir la enorme confusión que los conceptos en ella expuestos han traído a los aficionados.
Ortega era torero de toreo cambiado, “en ochos”, por lo que, en esa Conferencia, va a poner el énfasis (con brillantez y coherencia) en el toreo de “pata ‘alante”, que es lo coherente y adecuado en este modo de torear.
Lo que no es coherente ni adecuado, sino querer coger el rábano por las hojas, es, como hizo Ortega y como hacen sus exegetas, pretender aplicar esa técnica (propia del toreo “en ochos” al otro modo de torear, al toreo “en redondo” pues este es conceptual y radicalmente distinto de aquel. Ahí radica la el quid de la cuestión y el origen de la confusa situación actual.
En mi opinión, un libro magnífico pero sólo apto para aficionados con un profundo conocimiento previo de la materia
Portada de la 1ª ed. de la Conferencia del Ateneo que se hizo conjuntamente con otra conferencia pronunciada diez años después en el Circulo de Bellas Artes: “La bravura del toro”
Corrochano, Gregorio. ¿Qué es torear?-Introducción a la Tauromaquia de Joselito. (1ª ed., Madrid, 1953)
El caso de Gregorio Corrochano es uno de lo más sorprendentes pues, supuesto defensor de Joselito (el libro se escribe en su memoria y reivindicación), no supo calar más allá de los aspectos más externos y evidentes de la figura del torero de Gelves.
Don Gregorio ni siquiera atisbó el alcance de la propuesta de toreo en redondo que hizo, Joselito. Ni, mucho menos, la evolución de este modo de torear que llegaría a Manolete, vía Chicuelo.
Por eso, contradictoriamente, el concepto del toreo de muleta que se describe en el libro, es neta y puramente belmontista y orteguiano (de Domingo Ortega, no de Ortega y Gasset), no gallista. Y es que, no hay que olvidar, la Tauromaquia de Joselito (su introducción en realidad) se escribe en 1953, tres años después de la Conferencia de Ortega en el Ateneo.
Para que la cosa estuviera más clara, la segunda edición del libro de Corrochano incluía la Introducción a la Tauromaquia de Domingo Ortega
Sureda Molina, Guillermo. Tauromagia (1ª ed. Madrid, Espasa-Calpe S.A., Colección Austral nº 1.632 1978)
Sureda tiene claro que, sobre el cargar la suerte, existen dos corrientes de opinión y que cada cual tiene valedores de altura aunque él, personalmente, se decanta por la línea del toreo de piernas.
La influencia de Domingo Ortega, en sus tesis, es enorme y es que, ningún tratadista de la época, es capaz de discutir al maestro cuyo prestigio en los ruedos arrasa también fuera de ellos en los foros intelectuales del toreo.
Sureda tan atinado en otros temas, no supo salir del tópico en estas cuestiones. Tampoco llegó a calar el alcance del toreo en redondo. Pero no sería el único a quien se le escaparon estos matices.
La edición primera de Tauromagia, en la Colección Austral de Espasa es de 1978, una época muy compleja del toreo que Sureda intenta desentrañar.
Vidal, Joaquín. El toreo es grandeza (1ª ed., Madrid, Ediciones Turner, 1986)
Con los planteamientos anteriores, Joaquín Vidal elaboró una teoría muy peculiar del toreo y de apariencia muy brillante.
El modo de torear que preconiza el periodista del País se basaba sobre todo, en los conceptos de Domingo Ortega y Gregorio Corrochano pero aplicados de forma especulativa al toreo en redondo. Un imposible, como algún torero ya le reprochó en su día al crítico.
Para Vidal (como para otros autores) el toreo moderno sería creación de Juan Belmonte casi exclusivamente. Pero la contradicción surge de inmediato pues el toreo del trianero “en ochos”, nada tiene que ver con el toreo “en redondo” que hoy se practica.
En vez de analizar como había evolucionado el toreo (tal y como hizo Pepe Alameda), Vidal prefirió buscar una cabeza de turco y acabó culpando a Manolete de la degeneración de la fiesta (tesis que han asumido de forma acrítica todos los seguidores de este crítico taurino) con lo que de rebote, anatemiza al toreo actual al que achaca lacras que no le corresponden..
La solución al conflicto la encontró Vidal convirtiendo a Manolete en el culpable de la corrupción de la Fiesta con lo cual todo volvía a tener sentido y el papel del trianero se mantenía (siquiera fuera de manera forzada incólume).
Ese planteamiento nefasto pero de mucha repercusión, gracias a la gran caja de resonancia que le proporcionaba el diario “El País”, ha propiciado en varias generaciones de aficionados que lo tenía como oráculo, una incapacidad estructural para “leer” y “entender” correctamente el toreo actual. En esa estamos.
Vidal tiene, si acaso, la disculpa de que recogió y heredó los tópicos que circulaban en su época. El fundamental libro de Pepe Alameda “Historia vedadera de la evolución del toreo” se publicó en 1985 cuando Vidal ya había acuñado y cerrado sus teorías. Cuando ya era tarde.
A partir del manejo de los tópicos de la época, Joaquín Vidal acuño una teoría cerrada y coherente (aunque alejada de la realidad). Lo peor es que se propone un único sistema de torear e incluso un único modo correcto de torear. Queda ya muy lejos la propuesta de Pepe-Hillo adaptando las reglas a las condiciones de los toros, algo que el crítico del País ignora olímpicamente ¿Para que complicarse con sutilezas técnicas?
Fernández Valdemoro. Luís Carlos (José Alameda). El hilo del toreo (1ª ed. Madrid, Espasa Calpe. S.A., Colección la Tauromaquia nº 23, 1989) [Las tesis expuestas en esta obra póstuma se contenían ya en: Historia Verdadera de la Evolución del Toreo. 1ª. ed., México, Bibliófilos taurinos de México, 1985]
Hubo que esperar a la llegada de Alameda para que alguien pusiera orden en esta rocambolesca historia.Alameda, era yerno de Domingo Ortega, quizás eso le permitió y facilitó decir lo que dijo y discutir al maestro indiscutible. Lo primero que hizo Alameda fue poner en solfa (en sus justos términos) lo que Ortega había dicho en la Conferencia madrileña.
Alameda no niega la validez de la propuesta de Domingo Ortega, sobre el toreo de línea cambiada, pero señala que existe otro modo de torear, bien distinto y tan válido como aquel (el toreo de línea natural). Una tesis más que razonable.
La apreciación de Alameda de que existen dos modos distintos de toreo. permite entender y comprender muchas cosas de la historia del toreo que, de otro modo, no se comprenderían. Además, proporciona una explicación razonable (y no una descalificación dogmática) de las claves del toreo moderno lo que facilita acercarse al mismo para disfrutarlo sin prejuicios. Nada más y nada menos.
La obra póstuma de Alameda. Un libro imprescindible para todos los aficionados que quieran entender de verdad lo que pasa en el ruedo sin prejuicios ni posicionamientos previos.
Hola José:
ResponderEliminarCreo entender que de pronto el tal Pepe Alameda, es el único privilegiado que nos descubre la "verdad" del toreo, en cuanto a su evolución.
Una lástima que Vidal, D.Ortega y Navalón ya no estén presentes para que defiendan sus tesis.
Un saludo, no sin antes agradecerte, por lo el libro "El Toreo es Grandeza" de J. Vidal, que gustosamente terminé de leer, gracias a tu gentileza.
POCHO
Pocho:
ResponderEliminarEs probable que no me haya explicado bien. Quizás, porque al tratar la entrada el tema de la técnica del toreo (y, más concretamente la cargazón de la suerte y el toreo en redondo) solo sale a la palestra lo que dijeron los distintos autores citados sobre esos temas.
Es evidente que el toreo abarca muchas más cosas y que ellos (Domingo Ortega, Corrochano o Vidal a quienes he leído con fruición y cuyos textos me conozco casi de memoria) hablaron de muchas más cosas, cosas que sigue siendo perfectamente válidas hoy día.
La imagen que de Joselito transmite Corrochano es magnífica y da cabal idea de como era el torero. La descripción de Vidal del ambiente de una tarde de toros en Madrid, exacta y muy divertida y amena siempre. La explicación de Ortega de como era "su" toreo es muy docta y al nivel del mejor de los filósofos pese a ser su profesión ta alejada de lo intelectual.
Cuestión distinta es la específica materia del toreo en redondo y la técnica de cargar la suerte, donde los autores citados creo que no supieron ver que en el toreo no hay una única técnica válida (y lo que varía es el estilo de los toreros) como si supo hacer Pepe Alameda, el primero que se percató de ello (El primero, no. Ya digo que Bollaín entró en el tema y de forma brillante pero no le sacó tanta punta histórica como Alameda pues el árbol de su belmontismo no le dejó ver el bosque del toreo).
Como los autores citados fueron anteriores a Pepe Alameda (ya señalo eso con motivo de Vidal), la duda es que hubiera pasado si le hubieran podido leer en tiempo y forma ¿Que hubieran dicho, en ese caso, Ortega, Corrochano o Vidal? ¿Como hubiera influido en sus teorías?.
Lo que no es aceptable, es que despachemos a Alameda con el calificativo de autor ingenioso, sólo porque sus tesis no cuadran con el esquema mental que nos hemos hecho de como es y debe ser el toreo.
Cuando surgen ideas o planteamientos nuevos, toca reciclarse
Un fuerte abrazo
PD: Encantado de que haya podido terminar de leer, gracias a nosotros, el libro de Vidal.
PD. Voy a ampliar la entradilla de este post con la aclaración que, gracias a usted, reconozco pertinente.
Vale, José.
ResponderEliminarSaludos,
Pocho
Se q ser torero es peligroso pero si taurino
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