Entrada de los toros a la plaza (Exquisita fotografía del libro “Sanfermines” de Ramón Masats, publicado en 1963 y re-editado recientemente)
Una de las mejores manifestaciones del toreo como fiesta o, mejor dicho, de la fiesta con motivo del toreo es, sin ningún género de dudas Pamplona. Y es que Pamplona, en los primeros días del mes de julio, hierve abigarrada con una multitud heterogénea (en guiso de enorme sabor) congregada alrededor del toro.
Y aunque no me gusta como se comporta el público de sol durante la corrida de la tarde, me encandila y apasiona el encierro matinal que, diariamente y con el pretexto del traslado del toro a la plaza da lugar a una manifestación taurina sui-generis, fugaz y efímera, pero apasionante y tremebunda donde corredores de todo tipo ponen a prueba y hacen gala de su valor y destreza.
El comportamiento del público de sol en Pamplona, tan alabado por algunos, no acaba de convencerme. El encierro (aunque masificado y televisado) es otra cosa
No resulta nada extraño pues que esta fiesta haya sido cantada por poetas y escritores y ensalzada al infinito por vates y orates, de entre los cuales destaca a gran altura el archi-nombrado Ernesto Hemingway, máximo culpable de la popularidad y masificación que hoy viven los Sanfermines.
Hemingway describió el ambiente pamplonica con tal pasión y cariño que lo hizo atractivo y mágico a los ojos de media humanidad, esa que estos días se ufana codo con codo con los nativos en el empeño de correr los toros.
Hemingway en Pamplona
Pero no es lo que dijo Hemingway, ni el atractivo de sus palabras lo que aquí me interesa destacar de los encierros, sino algo más sencillo y es cuestión que todos, creo, nos hemos planteado alguna vez y es que, visto lo que se ve por las mañanas (en la hora de maitines que diría Gerardo Diego) y sobre todo, comparando con lo que se ve por la tarde (en la plaza), cabe preguntarse si, en esa multitud de lances y acasos, de peripecias y gestos, de azares y donaires, existe o cabe encontrar algún atisbo de reglas, de normas o de pautas de comportamiento.
Dicho de otro modo, la duda es si, en la bulla del encierro, late alguna suerte de Tauromaquia indescifrable para el que no participa, para el que no corre y no corriendo renuncia a ser protagonista de esta fiesta.
Un toro prende a un corredor en la Cuesta de Santo Domingo (Foto de Jim Hollander)
Y es que respecto, a la corrida al uso (la de la tarde) la corrida (o carrera) de la mañana se diferencia y singulariza por muchas cosas, como vamos también a ver.
Una nueva (y distinta) tauromaquia: La del encierro de Pamplona
Sobre la existencia de una tauromaquia soterrada y críptica, sólo apta para iniciados y nunca o casi nunca enunciada de forma explícita me ha parecido oportuno rescatar el texto de la conferencia (espléndida y magnífica) que pronunciara Javier Echevarría dentro del ciclo que con el epígrafe de Arte y Tauromaquia y organizado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, se celebró en el mes de agosto de 1982 en el palacio de la Magdalena de Santander.
Las conferencias del curso Arte y Tauromaquia fueron publicadas –bajo ese mismo título- en libro al año siguiente (Ediciones Turner, S.A., Madrid, 1983)
Javier Echevarría daba cumplida respuesta a la pregunta planteada y sostenía que:
“El encierro de Pamplona constituye en la actualidad, más allá del tumulto aparente, un arte lo suficientemente precisado como para intentar expresar sus reglas internas”
No voy a entrar en cuestionar sus opiniones más ideologizadas (respetables en todo caso) y en particular, su contraposición del encierro (con vigencia universal, según el conferenciante) frente a la corrida (según él en plena decadencia).
Más interés tiene la equiparación que hace del momento actual de los encierros con el inicio histórico del toreo a pie y la comparación de los corredores más relevantes de ahora (ahora es 1983) con aquellos diestros que a fines del XVII y principios del XVIII codificaron la tauromaquia como hoy la conocemos y es que, en el fondo, la conferencia de Javier Echevarría constituye, en realidad, un tratado de Tauromaquia. La tauromaquia del encierro de Pamplona.
La turbamulta de los primeros tiempos del toreo a pie recuerda los encierros de Pamplona
El encierro a principios del pasado siglo (1914 de la película Primer Tercio del siglo XX que nos ha facilitado el aficionado Diego de León)
El encierro y la corrida. Diferencias
Lo más importante (para mí) de la conferencia de Javier Echevarría es su intento (creo que plenamente logrado) de sistematización de las suertes y lances que acaecen en los encierros y que, a mí, me han permitido entender un poco mejor y disfrutar bastante más de lo que acontece en esos breves momentos.
Pero antes de entrar en materia, puntualizaba Javier, sobre las enormes diferencias entre la lidia en plaza y el encierro mañanero. Diferencias que, en número de cinco, sintetizamos a continuación.
Pamplona. Postal con una vista del interior de la plaza antigua
Primera diferencia: El toro.
En la plaza, el toro se juega uno a uno. Por el contrario, en el encierro, los toros se corren en manada. Del comportamiento del toro dentro de la manada o, incluso, fuera de ella dependen muchos de los posibles lances que puedan dar.
En particular, señala nuestro autor que es clave distinguir (dentro de la manada) toros y mansos pues resulta bochornoso (y constituye el mayor de los fracasos) correr delante de un cabestro creyendo que se corre a un toro. El colmo del error sería ser cogido o herido por uno de aquellos.
Una multitud abigarrada y heterogénea que hierve alrededor del toro (Del libro de Ramón Masats)
Segunda diferencia: El territorio.
Como hemos dicho, no es lo mismo lidiar al toro en la plaza (espacio centrípeto) que correrlo en la calle (espacio lineal).
Y es que el encierro se desarrolla en la calle, la misma calle que finalizado el mismo se convierte en escenario de la vida cotidiana. No es un recinto sagrado como el coso sino espacio profano del que los participantes se apropian durante el tiempo que dura la carrera.
Mientras en la plaza por sus carácter singular la incidencia del espacio se minimiza (aunque nunca desparece del todo, Ahí están las querencias), en el encierro la geometría urbana, las alineaciones, los ensanchamientos y recovecos de las calles por la que discurre, influyen sustancialmente en el mismo. Así serán distintas las suertes que se realicen en la Cuesta de Santo Domingo que las que se intenten en Estafeta o en el callejón de entrada a la plaza.
Si para un arquitecto el espacio de la plaza de toros tiene un atractivo singular, para los urbanistas, el recorrido callejero del encierro no lo tiene menos
El espacio urbano condiciona las posibles suertes: Cuesta de Santo Domingo
El espacio urbano condiciona las posibles suertes: Callejón de entrada a la plaza antigua en 1912
Tercera diferencia: El rol de los protagonistas
En general, el encierro se corre (corría) en grupo o cuadrilla. No existen las jerarquías que se dan en la plaza pues todos (todos) tienen todos los días las mismas posibilidades de ganar la cara del toro. Arte plural que no excluye las individualidades.
“A San Fermín venimos porqué es nuestro patrón..”
Cuarta diferencia: Un arte en movimiento
En el encierro se está parado hasta que llega el toro y entonces (o un poco antes) se corre. En la corrida, el torero se mueve hasta que llega el toro y entonces procura pararse. Justo al contrario que en el encierro
Quinta diferencia: Los espectadores
Más singular aún es la relación del corredor con el espectador que, en balcones y detrás de los tablados asiste al paso rapidísimo del tropel de corredores, bueyes, toros y pastores sin la tranquilidad y mesura que da la localidad de la plaza (espacio central que no lineal) donde todas las miradas convergen al mismo tiempo y hacia el mismo punto
El espectador tal y como se entiende en la plaza no existe en el encierro donde, en rigor, no hay tales. Por ello, según Javier sólo se podía conocer el encierro corriendo en alguna cuadrilla lo que explicaba la escasa corrupción de esta fiesta.
Hoy, por desgracia, todo ha cambiado, sobre todo, desde hace treinta años que se retransmiten los encierros por esa televisión que todo lo corrompe. Las individualidades (de las que la extrañas vestimentas futboleras son sólo síntoma) se han apropiado del protagonismo de la fiesta y hay muchos que pugnan en la cara del toro sólo por figurar y por aparecer en las pantallas alcanzando una popularidad antes impensable. Veremos a donde nos lleva esto…
Imagen capturada de televisión
Los tiempos de las suertes
Las suertes en el encierro se caracterizan (y diferencian del avatar) por la existencia de cinco tiempos que marca el corredor:
- Ver al toro y acercarse a su terreno
- Entrar delante del toro
- Acoplarse al ritmo del toro
- Marcarle el ritmo en la carrera
- Retirarse del toro
Según Javier Echevarría este esquema puede ayudar a entender (a mi me ha ayudado) muchos de los lances del encierro que, en caso contrario, no se comprenderían y se perderían en la turbamulta de cientos de mozos delante de una manada de toros y cabestros.
La turbamulta del encierro antiguo (Foto archivo Rangel)
Las suertes del encierro
Sobre las suertes, Javier Echevarría analizaba la relación de las mismas (siempre similares) con los distintos tramos del encierro y destacaba Estafeta por su longitud y porque en su curva de entrada la manada se solía romper.
Hoy, el uso de sustancias antideslizantes ha desvirtuado, en cierto modo, los encierros pues al impedirse o dificultarse la rotura de la manada se hace más difícil que se produzcan los lances de antaño.
La utilización de sustancias antideslizantes desvirtúa en cierto sentido el encierro pues impide que (como vemos en la foto de antaño) se rompa la manada habitualmente.
Hecho este matiz, Javier Echevarría diferenciaba las suertes por cuatro factores diferenciales:
- El comportamiento de los toros. El toro puede ir en manada o suelto, y dentro de estas situaciones existen numerosas variantes como el toro rezagado o el adelantado, cada uno con sus propias características que deben conocerse.
Magnífica foto donde se ejemplifican las posibles relaciones de la manada y la cuadrilla. El corredor 1 se está retirando; 2 y 3 corren al alimón; el 4 se está templando con el toro y el 5 lo está viendo venir.
- El de los corredores Los corredores pueden hacerlo en cuadrilla, al alimón o individualmente.
Atanasio (x) y otro corredor conducen la manada al alimón
- El tramo donde se producen las suertes (Santo Domingo, Ayuntamiento, Estafeta, Telefónica, callejón de entrada a la plaza, cada uno con características propias que condicionan y determinan las suertes más idóneas en cada tramo.
En la Cuesta de Santo Domingo la manada suele ir compacta. Entrar en ella es prácticamente imposible.
- La velocidad del toro. NO se cita ni corre igual al toro parado, que al que se arranca o al que está andando o a la carrera.
Jokin Zuasti (1) y Pepelu Madina (2) citan al toro parado. Julen Madina (3), el sobrino del Moreno (4) y otros corredores se preparan para el relevo si fuera necesario
Las combinatorias que resultan de jugar con esas cuatro variables se producen a partir del criterio primero (los toros y su situación en la manada) y subordinando los restantes (corredores, tramo y velocidad) a aquel.
A título de ejemplo, serían suertes diferenciadas en el encierro:
- Correr la manada en cuadrilla en la curva de la Estafeta
- Correr la manada al alimón en la curva de la Estafeta
- Correr la manada individualmente en la curva de la Estafeta
Cuatro corredores (entre ellos Tito Murillo y Txema Esparza) conduciendo a la manada en cuadrilla en la curva de Estafeta
Así cambiando manada por toro suelto (adelantado o rezagado), cuadrilla por mozo o pareja de mozos y curva de la Estafeta por los distintos tramos tendríamos la variopinta multiplicidad de situaciones que se pueden producir en un mismo encierro.
Momento cumbre: Entrada a la plaza de la cuadrilla llevando a la manada. Julen Madina con los brazos en alto indicando que todo está bajo control. Gesto torero.
La (verdadera) suerte del encierro
Sigue Javier hablando de muchas cosas más pues muchos y variados son los matices y las suertes que nos cuenta por lo que no hay más remedio que leerse entero (lo aconsejo vivamente) el texto de su conferencia pues merece la pena.
El conocimiento de las suertes es crucial. En este caso, resulta evidente el desconocimiento de un mozo que intenta entrar delante del último toro de la manada, lo que según Javier Echevarría no es de recibo.
Sin embargo, convengamos en que analizados matices y estilos, modos y modas, suertes y avatares, la suerte, la verdadera suerte del encierro es el capotillo de San Fermín que casi siempre está al quite.
Como este año con este mozo que fue enganchado por el cuello y arrastrado hasta el callejón de entrada a la plaza en el primer encierro, por un toro de Dolores Aguirre, saliendo sorprendentemente ileso.
San Fermín al quite
Nota: Las fotos de finales de los 70 y principios de los años 80 incluidas en esta entrada son las que ilustran en el libro de Ediciones Turner, la conferencia de Javier Echevarría.
Muchas gracias Sr. Morente, por este oportuno ensayo y atinado análisis respecto al más famoso de los encierros: las diferencias entre éstos y las corridas, el permitirnos asomarnos a muy antiguos Sn. Fermines, etc. Para mí, el encierro de las últimas dos décadas ha desvirtuado totalmente el quid del festejo (me refiero al aspecto netamente taurino y no el religioso), convirtiéndose ahora en una verdadera orgía de alcohol, vileza y basura, una entrada multi millonaria de turismo barato y de ignorantes irrespetuosos ante lo que tiempo atrás fue un digno festejo taurino, un evento protagonizado por auténticos corredores y un público -la prensa inclusive- más conocedor de los toros y de las suertes que Vd. alude. Me parece que hasta el mismo Hemingway, no ajeno a las corrientes del alcohol, frunciría el ceño al ver un encierro de hoy día. Lástima, qué lástima del desorden actual. Espero surja una reacción celosa tanto de taurinos como de ciudadanos que ponga e imponga una mejor conducta durante los quasi solemnes días de Pamplona. // Atte., Torotino.
ResponderEliminarJorge
ResponderEliminarNo puedo estar menos que de acuerdo con usted y es que describe muy bien el caos que se apodera de Pamplona (en el fondo, derivando hacia un gigantesto "botellón") esos días.
Dentro de esa maraña, el torero por la tarde y el corredor por la mañana y, sobre todo, el toro omnipresente en esa ciudad, ponen la (quizás) única nota digna del evento.
Un abrazo
José, que buen articulo. Nos permite conocer desde dentro la lógica de los encierros.
ResponderEliminarSaludos,
Pocho Paccini
Como siempre, perfecto, José. Los aficionados al toreo en sí, al arte del toreo, debemos tener la sensibilidad de comprender esa otra manifestación taurina, que es el encierro y sobre todo lo que significa en Pamplona.
ResponderEliminarLo suyo también sería que el público de sol, (o cierta parte) como tú apuntas, comprendiera lo que es una corrida de toros. A mí ese público cada vez me convence menos.
Un saludo
Pocho:
ResponderEliminarMuchas gracias.
La verdad es que el artículo (conferencia) de Javier Echevarría es magnífico y sobre todo hay que pensar que fue escrito (pronunciado) cuando no se conocía nada el encierro por dentro.
Yo lo leí cuando se publicó el libro 1983 por la misma época que la televisión comenzó a rentransmitir los encierros. Me vino de perlas para entender algo de lo que allí pasaba.
Un abrazo
Alberto:
ResponderEliminarEfectivamente y (ahora que no nos oye nadie) es curioso que mientras a los aficionados no nos suelen gustar (en general) las corridas de rejones, el encierro nos encandila bastante a casi todos.
Y no sólo como prolegómeno o preparación de lo que viene por la tarde sino como "pieza autónoma".
Sobre el tendido de sol, estuve tentado de incluir en la entrada algunas reflexiones sobre la "ideología" taurina de los espectadores de esa zona (tema que me parecía sustancioso y digno de atención), pero al final (no sé muy bien porqué) desistí y preferí limitarme solamente a hacer alguna pequeña alusión de pasada sobre ese tema.
Un abrazo
Precisamente a eso me refería yo, lo que pasa es que no me quería meter tanto en ¿¿política??
ResponderEliminarAdemás, pienso que "el mejor desprecio es no hacer aprecio".
Lo que me fastidia es que gente como Molés le dé coba, tanto a los del sol de Pamplona como a los "diligentes del 7" en Madrid.
Un abrazo.
Alberto:
ResponderEliminarPues vaya dos temas "sencillos" que ha planteado usted: El público de sol en algunas plazas y el tratamiento televisivo de los toros.
Prefiero dedicarme a resolver ecuaciones diferenciales de cuarto grado...
Un abrazo
Por cierto, y por mera curiosidad si me la permite, ¿cómo reciben los 'antis' a los encierros, sobre todo en Pamplona? Naturalmente, como amantes del argüende y en su locura por quejarse hasta de lo que no comen, me imagino que han de pegar saltos y dar maromas con cada mención o anuncio de estos tradicionales festejos de abril. O quizá... ¿dan acaso su peculiar aprobación con la condición de no torear la corrida? Saludos a los buenos y colegas aficionados. Por la continuidad del venerable encierro de Pamplona. // De nuevo y muy atte., Torotino.
ResponderEliminarPerdón, quise decir "...festejos de julio". // Gracias. Torotino.
ResponderEliminarValga la aclaración: 'argüende' es un mexicanismo que da a entender barullo, bronca, chisme, escándalo, etc. Bien se podría decir, "los antis son muy argüenderos"... De ahí que me pregunto cómo han de tildar los antitaurinos a los encierros en general pero, máxime, el de Pamplona. Gracias, gracias, y enhorabuena.
ResponderEliminarJorge
ResponderEliminarEn principio, los "animalistas" se han manifestado también contra los Sanfermines (muy curiosas las fotografias de esas protestas) pero me parece más bien una pose y buscar algo de publicidad. Tiene coherencia pues se manifiestan también contra el circo y cualquier actividad que implique la utilización de animales.
En la realidad, las protestas contra los encierros son testimoniales. No ocurre lo mismo con las protestas contra las corridas de toros, donde echan el resto.
Un abrazo
PD: Por cierto, no me imagino a mis amigos sevillanos corriendo los encierros en abril... ¡encorbatados y enchaquetados!
San Fermín es mucho más que los tópicos ofrecidos en TV:
ResponderEliminarhttp://www.fototauro.blogspot.com.es/2012/07/san-fermin-es-una-fiesta-familiar-toros.html
Ojalá se viviese el Toro en otras ciudades de España, como se vive en Pamplona. Toros para todos.
Un saludo cordial.
Badila
ResponderEliminarEnormemente agradecido por el enlace.
No conocía estos festejos pamplonicas matinales ¡Viva Pamplona!
me han recordado las novilladas de preferia en Málaga con un ambiente muy similar.
Muchas gracias y un abrazo
PD: repito el link pues es imprescindible darle un vistazo a esta entrada http://www.fototauro.blogspot.com.es/2012/07/san-fermin-es-una-fiesta-familiar-toros.html