Fandiño. Muy ajustado y llevando muy toreado al Victorino (Fotografía de Juan Carlos Muñoz).
Sevilla, 24 de abril de 2012
Toros de Victorino Martín para Iván Fandiño y David Mora (mano a mano)
Hemos analizado en anteriores entradas, la historia del encaste Saltillo-Albaserrada y el comportamiento del toro de Victorino desde el punto de vista de su ganadero y, primordialmente, desde el punto de vista de los toreros.
Lo importante es destacar que a un comportamiento distinto del toro debe corresponder un distinto modo de torear. La técnica del toreo puede tender unas reglas básicas comunes y válidas a todos los encastes pero los matices que deben aplicarse a cada uno son distintos.
No es lo mismo torear al toro, bravo y noble, de Ibarra-Murube-Parladé, donde el torero puede lograr el objetivo decimonónico de convertirse en eje del toreo y de la fiesta, que al toro -bravo pero listo- de Saltillo-Albaserrada, con el que la lidia debe desplegar todos sus recursos defensivos y donde el toreo de expulsión aparece como el más indicado para un toro que casi siempre se ciñen en las suertes.
Por eso, yerra quien analiza la labor de los toreros desde puntos de vista apriorísticos. Al torero hay que juzgarle en función del toro que tiene delante y no en función del concepto del toreo que pueda tener el crítico. La crítica dogmática, de tanto predicamento en la historia del toreo, resulta muy cómoda para los aficionados, pues evita tener que pensar, pero nunca ha servido para saber lo que había ocurrido realmente en la plaza.
No es ese el caso cuando quien enjuicia la labor del torero es otro torero pues entonces el toro se convierte en piedra de toque de cualquier opinión. Si además, como es nuestro caso, a ese punto de vista se une –como no puede ser menos- el depurado conocimiento de la técnica de torear, el resultado es inobjetable.
¿Quien mejor, por tanto, que Fernando Cámara para contarnos lo que pasó en Sevilla?
Fandiño en un espectacular quite por gaoneras (Fotografía de Juan Carlos Muñoz).
El toro de saltillo
El toro de Victorino pertenece a la rama santacoloma-saltillo, rama que aun conserva la virtud de humillar, elemento este que le hace ser un toro correoso pero dúctil ante una lidia acertada y trazada con “escuadra y cartabón".
La selección llevada a cabo por sus criadores ha conservado un toro con dificultades muy especiales y diferentes a los demás encastes, matices que a su vez, aportan una gran dosis de inhumanidad en su embestida.
Tanto su forma de embestir como incluso por su aspecto, exige que el torero aplique un modo muy específico de lidia para crear una labor sugestiva y eso no se produce fácilmente. Por tanto, cabe comprender que supone un gran mérito.
La alegre embestida al caballo de un Victorino (Fotografía de Juan Carlos Muñoz).
La actitud de Fandiño
En la corrida de Victorino Martin en Sevilla, contamos con la presencia de toreros dispuestos a asumir ese condicionante reto. Sobre todo, destacó un Iván Fandiño que no nos sorprendió negativamente, es decir, nos volvió a mostrar su faz épica y heroica. Resuelto, luchador y armónico, enfrentó ese leve baile en el que no se permite ningún traspié cuyo desenlace pudiera provocar el desencanto al sutil jurado de Sevilla y la hegemonía a esa cárdena y asaltillada bravura.
Toreo épico y heroico
Torero capaz incluso de volcarse sobre los pitones prescindiendo, en esa legendaria tarde, del engaño que hace el quite al cloroformo. Épico y heroico en el redondel maestrante, Fandiño se convierte en uno de los pocos hombres dispuestos a ser extremadamente generoso ante aquellos a los que solo nos avala el simple precio de una entrada, lo que es algo encomiable.
Fandiño, en las estocadas, se volcó sobre los pitones (Fotografía de Juan Carlos Muñoz)
Un ser humano en el ruedo de una fiesta donde se baila con los rojos claveles de la gloria, el desencanto e incluso, como no, la muerte. Pero, ¡ojo! que para realizar esa tan funesta como grácil danza hay que ser científico en tauromaquia, porque la compañera de baile, en este caso, es la coriácea bravura de los Victorinos.
Dicho esto, pondremos en juicio la actuación del torero.
Matices de una actuación
Ante todo, la actuación de Fandiño no puede ser criticable, sino elogiable, porque aunque hubo hipotéticas imprecisiones las reacciones asaltilladas a dichas inexactitudes fueron toleradas sin la mas mínima deformación. Riñones encajados, cites estóicos, barbilla clavada en el pecho avalan una gran determinación e ignorancia de su propia integridad además de una grandiosa torería. Así lo reconoció la mayoría. La mayoría, menos los que se la cogen con papel de fumar para pedir un triunfo legítimo.
No sé si los eruditos aficionados del sombreado tendido uno estaban -en ese preciso momento en el que había que pedir la oreja- comentando el porqué no paró la música en el enganchón durante la faena del segundo de Fandiño, síntoma más que evidente de que lo que estaba realizando era de verdadera importancia... ¡Que pena! Porque se hubieran ahorrado las protestas a la presidencia y reconocido una gran labor.
Todo lo que hizo Fandiño en Sevilla tuvo mucho mérito y mucha pureza
El comportamiento de los Victorinos
El toro de saltillo requiere la presencia de unos engaños por delante, que no presenten huecos, que se adelanten al preciso momento en el que hay que rebasar la jurisdicción de las zapatillas, correr la mano sin torsión de muñeca de forma que llame la atención al ojo contrario por un tiempo excesivo dejando así expuesto el cuerpo del torero a la vista del toro.
El de saltillo debe pasar desde adelante por la bragueta del torero y hacia atrás sin que el torero deje de acompañar con el pecho para que no se meta en los terrenos traseros del torero. Al contrario de como se torea el toro Nuñez, Parladé, Atanasio, etc., el de Saltillo humilla pero no admite la muleta por arriba ni huecos entre muleta y torero.
Por este motivo se torea con la muleta más plana y baja, es decir, la típica y supuesta ventaja del pico, en este caso no lo sería, porque supondría la evidencia del cuerpo con el ojo mas cercano al torero y como consecuencia el toro se queda corto, no sigue la muleta y busca por debajo al torero.
No admite toques secos o bruscos, porque provocaría su defensa con la misma brusquedad interrumpiendo el muletazo ya en el inicio. Al principio de la faena, hay que acompañarlo en la embestida sobre las piernas y por abajo saliendo en los primeros muletazos de la trayectoria de su embestida intentando coger la dimensión de la primera distancia.
En los primeros compases de la faena , se debe acompañar la embestida del astado sobre las piernas y por abajo saliendo de su trayectoria, dejándole sitio e intentando coger las distancias adecuadas.
Inmediatamente después de una primera tanda de tanteo y preparación, ¡A torear y con la izquierda! En estos toros, que tienen los pases contados, hay que ponerse en el sitio cuanto antes so pena de que la faena se vaya en probaturas. Eso es lo que hizo Fandiño. Con la muleta adelantada y casi sin tocarlo, Fandiño lleva al toro muy toreado. La tanda es larga (cinco y el de pecho) lo que no es muy habitual en los inicios de faena.
El toque o el estímulo de embestida en el de Saltillo es la invasión de los terrenos contrarios del toro, o sea, el cruzarse con un paso hacia el pitón contrario en lugar de tocar con la muleta estando estático el torero (provocar la embestida).
Y también sin más preámbulos y visto el toro en la anterior tanda ¡A los medios! También con la izquierda. Fandiño no tuvo la más mínima duda en su faena al tercero de la tarde que estamos despiezando. El toro cita con suavidad y mimo.Es muy interesante el detalle del primer pase. Fandiño está muy enfrontilado y carga la suerte (en el sentido que hoy se da al término) en el primer pase aunque lógicamente sólo en el primer pase.
Eso en la primera distancia, porque la segunda distancia es la realmente importante en estos toros. Al terminar el primer muletazo hay que posicionar la muleta perdiendo unos pasos, uno largo que saque al torero de la reposición del toro y otro combinado con uno hacia adelante al pitón contrario para ganarle de nuevo el pitón colocandose el torero perfectamente en la cola de la muleta y como mínimo en linea con el toro.
A este toro hay que aprovecharle sus escasas, aunque magníficas, embestidas. Por eso, porque se agotan pronto hay que pisarles el terreno, “atacarles” entre pase y pase para que embistan. En esta primera tanda por la derecha el toro protesta algo más.
El paso hacia adelante y el enganche suave con los vuelos de la muleta, estimulará al toro de nuevo a repetir la embestida humillado. De esta forma, el toro, no ve al torero en ninguno de los enlaces de muletazo a muletazo, al contrario que si el torero se queda en la cara sin perder espacio y al hilo del pitón donde el toro acabaría por ganar terreno y apretar para adentro al torero, forzando a este a salirse de la suerte o en el mejor de los casos al remate prematuro de la tanda.
Estos minuciosos matices son los que hacen relativamente más fácil hacer faena a estos toros.
La tanda postrera con la derecha. Al toro le cuesta más embestir y mira al torero. Fandiño carga la suerte en el primer pase pero ahora avanza la pierna antes de que se arranque el toro, que es ahí lo aconsejable. La tanda tiene menor fluidez pues el toro se lo piensa más entre pase y pase. El Victorino no tenía ya muchos pases seguidos por tanda, al contrario de los toros excepcionales de esta ganadería que siempre regalan al torero unos centímetros de más, en cada embestida, cuando se entregan.
Enhorabuena, torero
Si reprochamos a Fandiño que solo le ganó el paso al final de la faena en algunos muletazos y que citó al toro muy quieto en el primer muletazo sin provocar la embestida, hay que elogiarle que trató en todo momento de imprimir pureza a su labor, aguantando las dificultades que planteaban los de Victorino.
Aguanto miradas, coladas y todo tipo de dificultades con la barbilla clavada en el pecho, los riñones metidos y una sensación de auto convencimiento solamente alcanzable a las grandes figuras del toreo.
Pudo equivocarse, bien es verdad, pero eso siempre será una hipótesis por muy claro que parezca y lo que es más importante, a pesar de las posibles imperfecciones, con Fandiño ante los Victorinos he recibido, como aficionado con un punto de vista profesional, sensaciones que hacen grandes a los toreros.
¡Enhorabuena para Iván Fandiño!.
Han sido cuatro tandas (más la de inicio) y la faena está hecha. Después de unos pases de preparación, Fandiño en la hora de la verdad. Una buena estocada.
Sí, enhorabuena al diestro Fandiño, por su torería y faena de mucho mérito ante los Victorino. Y enhorabuena a Vd., Sr. Morente, por sus finas cátedras taurinas --siempre un deleite leer y aprender de éstas. Disfruta uno mucho el paso por estos tratados de técnica y de sincera crítica. G R A C I A S mil, una noble e importante contribución a la Fiesta brava en estos tiempos. // Atte., Torotino.
ResponderEliminarGracias por esta clace magistral del Maestro Fernado Camara y suya Morente.
ResponderEliminarUn saludo
Torotino/Jorge
ResponderEliminarMuchas gracias a ambos por seguirnos
Un abrazo