Por Fernando Cámara
En el siglo XIX era frecuente el “toreo por la cara” porque ya sólo conseguir que el toro rebasase (“pasase”) el cuerpo del torero era toda un proeza. En la imagen que abre esta entrada del blog vemos como Rafael Guerra “Guerrita” termina un pase (por alto) a un toro de Adalid un 9 de abril de 1899 en la plaza Vieja de Madrid. En aquella época, raramente se planteaban los diestros darle continuidad a los “pases”. Guerrita toreó a ese toro “parando y en corto” según el crítico “Sentimientos” (de Sol y Sombra) algo difícil de apreciar en las rudimentarias imágenes fotográficas de entonces. Lo que si resulta evidente es que el diestro está muy erguido y vertical.
Del pase a la tanda
Si hablamos de técnica de torear, no podemos dejar de hacer un breve repaso por las tendencias que los aficionados han adoptado como consecuencia de las proposiciones –que desde antaño- han hecho los toreros.
En el toreo antiguo los aficionados se sorprendían y emocionaban en cada lance o pase, los cuales se contaban por unidades.
El aficionado se manifestaba con ¡olés! cada vez que el toro rebasaba la jurisdicción del torero. Es decir, en el momento en que el toro y el torero toman contacto (el toro inicia el ataque y el torero, con movimientos de piernas y engaño (capote y muleta) burla la embestida del toro). En ese momento en que el publico percibe la sensación de la cogida, es cuando estalla el ¡olé!
El emocionante momento en que el toro pasaba. Provocador del olé ante el evidente riesgo del torero.Un torero, en este caso Joselito el Gallo, que está muy tranquilo y que se pasa cerca -muy cerca- los (pavorosos) pitones de un toro de Miura en la plaza Vieja de Madrid. Un torero además que, por si fuera poco, va a ser la pieza clave en el concepto moderno de ligazón de los pases.
La ligazón comienza a percibirse cuando los toreros se encuentran ante toros con casta que desarrollan bravura durante la lidia y que -no separándose de él- repiten varias embestidas. Embestidas que obligan al torero a crear tandas de lances con el único fin de sortearlas. Embestidas, pues que hay que burlar, y además hacerlo con cierta gracia. Concepto que, después y al adoptar posturas estéticas, llamarían "arte".
El concepto de “gracia” es, evidentemente muy anterior pero será en la edad de plata cuando los toreros empiecen a componer descaradamente la figura en pose fotográfica. Consecuentemente, será en esos años cuando se comienza a hablar del “parón” (Un derivado -exagerado- del “parar” de Juan Belmonte quien es origen de esa tendencia). El “parón” es una leve pausa en el pase que facilita al fotógrafo captar el momento. Una pausa pensada pues para la fotografía, técnica que está cobrando en esos años un auge inusitado. En la imagen vemos como compone la figura –en estética imponente y señorial- el genial Joaquín Rodríguez “Cagancho” (también trianero y de familia de toreros y cantaores fragüeros) precisamente uno de los epígonos de Juan Belmonte.
Lo que antes se llamó pase ahora hay que matizarlo como cite continuado y lo que antes era un pase ahora se le llama muletazo.
Es decir, antes se citaba, el toro acometía y pasaba. Ahora se cita y se realiza el muletazo sobre un trazo que marca el torero y se remata en el espacio justo como para iniciar el siguiente. El concepto de pase ha quedado relegado a un momento específico del muletazo.
El pase es el momento o el punto en que el toro rebasa al torero dentro del muletazo.
El “pase” es ahora un momento (el momento en que el toro pasa o rebasa el cuerpo del torero) dentro del muletazo. Otro diestro genial, José Tomás, contemplando como “pasa” (en rigor, como el diestro hace pasar) al toro en Barcelona en 2007.
El espacio que el torero crea con el movimiento de piernas desde que remata al toro con el giro de cintura y muñeca hasta que engancha el siguiente muletazo, le llamaremos la segunda distancia...
El final del muletazo. A partir de ahí, el torero debe crear –con el adecuado movimiento de piernas- el espacio necesario (“la segunda distancia”) para enganchar el siguiente pase de la “tanda”. En la imagen, José Tomás entrenando antes de su reaparición después de su tremenda cornada en Aguascalientes. Esta fotografía que mostraba la recuperación del diestro supuso una feliz noticia para los aficionados.
Ligazón entre dos de los pases de una tanda de muletazos con la derecha de José Tomás en Madrid. La imagen central de esta secuencia recoge el momento en que el torero (manteniendo en posición la pierna izquierda y retrasando la derecha) crea el espacio necesario para poder iniciar el siguiente muletazo: La segunda distancia, pues reservamos el nombre de primera distancia para la correspondiente al cite en el primer muletazo de la tanda.
Los cánones
Poco a poco se fueron creando los llamados cánones del toreo, que no son otra cosa que las habilidades que iban exponiendo los toreros y cuyas formas y contenidos eran recogidos en los artículos de los periódicos por cronistas y escritores especializados.
Los cánones no son sólo cosa de viejas tauromaquias sino también cuestión actual. Pues se encuadra en ese concepto cualquier intento de codificación del toreo (de decir lo que debe y no debe hacerse). Otra cosa es que las propuestas que, en ese sentido, se puedan hacer hoy día hoy alcancen o no suficiente consenso. Eso explica la búsqueda, por los autores de este tipo de tratados, de amparo en el nombre de toreros de suficiente y reconocido prestigio (Desde Pepe-Hillo hasta Rafael Ortega) entre los aficionados.
Con las aportaciones de los mejores toreros surgían estas habilidades, a veces revisadas por otros espadas con la intención de crear conceptos nuevos o mejorar y perfeccionar los ya creados.
Tanto los aficionados, como los cronistas y los propios toreros estaban de acuerdo en la conclusión de que el toreo se basaba en una técnica que recogía una serie de movimientos, comunes para la embestida de todos los toros, y realizados de igual forma por todos los toreros. Por tanto, había que hacer el toreo ¡como mandan los cánones!
Las aportaciones de los mejores toreros crean nuevos conceptos o perfeccionan los existentes. En la foto, Paco Ojeda en un natural muy representativo de su personal concepción del toreo. Concepción personal del toreo que llegó luego a convertirse en canon, como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia.
Partiendo de esta base, el toreo, no ha dejado de evolucionar, con lo que las formas y movimientos de antaño ha ido quedando obsoletos y a aquellos movimientos primarios que crearon un concepto, se les ha ido sumando otros movimientos más perfeccionados, más precisos y más estéticos que han hecho el toreo cada vez más complejo.
A esta situación hemos llegado, como antes hemos expuesto, por la aportación de los toreros con el fin de sorprender y captar el interés de los aficionados, en un ejercicio constante de “superación” personal y de "competencia" con otros toreros, con la que los propios protagonistas crearon, a su vez, la rivalidad.
En nuestros días, José Tomás, ha marcado un hito en este sentido. Cuyo objetivo conseguido está obligando a los toreros a expresarse a un nivel profesional muy importante.
¿Personal e intransferible?. Personal, sí. Intransferible, no. El concepto de los grandes toreros (elaborado a partir del de los toreros que le precedieron) se convierte en canon de los que le seguirán.
Hay que reconocer también, que la perfección en los movimientos está restando capacidad de improvisación, y tal vez creación, al arte del toreo. Por ello, las formas estéticas, carismáticas y personales de cada torero, están tomando un gran protagonismo en materia de sugestión, de cara a los públicos que pueblan los tendidos.
Las formas personales de cada torero siempre han sido claves (y hoy más) a la hora de sugestionar al público. En la foto, uno de los toreros sin duda mas sugestionadores de la historia. Juan Belmonte.
Selección y comentarios de fotografías: José Morente
lo que es un profesional para hablar de toros. enhorabuena por este magnífico espacio. sería bueno hahlar de todos estos conceptos al aficionado para que se deje de dogmas puritanos. desde salamanca, un seguidor.
ResponderEliminarJosé: Primero, mi enhorabuena por este primer aniversario. Que vengan muchos más, porque aquí aprendemos muchas cosas.
ResponderEliminarY después, sobre la ligazón, que es en cierta manera la consecuencia, creo, de aquello que Alameda señala como el cambio del "toreo antiguo" al "moderno", con las faenas de Chicuelo a los toros "Lapicero" y "Dentista" de San Mateo en México y "Corchaíto" de Graciliano Pérez Tabernero en Madrid.
Para hacer el toreo "en redondo", se requiere el ligar las suertes, engranarlas unas con otras (mejor explicado según mi entender en Los Arquitectos del Toreo Moderno), "sujetando" al toro.
En fin, que esto da para hacer tauromaquias completas.
De nuevo mi felicitación y mi invitación a que nos siga ilustrando.
Desde Aguascalientes, México.
Anónimo salmantino:
ResponderEliminarEvidentemente. Pienso que, al contrario que la épica o la estética, no es fácil (salvo para los profesionales) captar desde el tendido los aspectos técnicos del toreo.
Para mí, esas matizaciones sobre la técnica del toreo efectuadas por quienes se ponen delante del toro, resultan impagables.
Un abrazo
Xavier:
ResponderEliminarLos primero muchas gracias por tu felicitación en este primer aniversario del blog.
Lo segundo y sobre el toreo "ligado" o "en redondo", efcetivamente, el tema da para muchas tauromaquias completas.
Por ello, y auqnue en su día ya abordamos algo esta cuestión, habrá que, partiendo de la base de Pepe Alameda (quien mejor supo verlo y contarlo) y de Chicuelo (al que muchos quisieron en su momento ningunear), insitir en el tema.
Un fuerte abrazo y de nuevo gracias.