Antonio Reverte Jiménez. Lámina de la Lidia de 15 de junio de 1896, con dos viñetas que recogen lo más representativo de su toreo: el recorte capote al brazo y su espectacular estocada.
Una carrera trágica salpicada de cogidas
En la historia del toreo ha habido algunas cogidas de gravedad tan extrema que, aún sin ser mortales, han tenido trágicas y tremendas consecuencias.
Así, la cogida del Tato por el toro Peregrino de Vicente Martínez, que le costó la amputación de su pierna; la de Pepín Martín Vázquez en Valdepeñas, que le destrozó física y moralmente como torero o la de Jaime Ostos en Tarazona, al que dieron la extremaunción y quien incomprensiblemente fue capaz de superar las secuelas del tremendo cornadón recibido.
Una de las cogidas más tremendas por su gravedad y por el impacto popular que tuvo, dada la fama de torero de leyenda que tenía el diestro fue la cornada de Bayona que un toro de Ibarra llamado Grillito, le dio al diestro de Alcalá del Río.
Cogida de Reverte en Bayona – Francia (Lámina de la Lidia de 25 de septiembre de 1899).
Sin embargo, la cogida de Bayona no fue un acaso fortuito en la trayectoria del diestro de Alcalá del Río, sino algo que su torpeza y arrojo y el gran número de cogidas que sufrió, podían hacer prever.
Cogida de Reverte en Cáceres (Lámina de La Lidia 03-07-1899)
El grito femenino de “¡No te tires, Reverte!”, que hizo fortuna y que era muy habitual en el trance de la estocada, define la imagen que los públicos tenían del torero y el miedo que infundía en ese trance por el gran riesgo que asumía el torero.
¡No te tires, Reverte! La estocada en un terreno muy comprometido: las tablas.
Cogida de Reverte en Madrid el 11 de junio de 1895 (Lámina de la Lidia de 8 de julio del mismo año). Las consecuencias de entrar a matar en tablas. Por esto, el público gritaba a Reverte que no se tirase a matar.
La cogida de Bayona.
La plaza de toros de Bayona
El día 3 de septiembre de 1899, Antonio Reverte hizo el paseíllo en Bayona acompañado de Rafael Guerra Guerrita.
Guerrita y Reverte hicieron bastantes veces el paseíllo juntos. Aquí les vemos también en Francia, concretamente en Nimes el 8 de julio de 1898.
Precisamente, en Bayona había tenido Reverte, toreando con Mazzantini, una de sus mejores tardes, tres años antes. En la plaza todavía se recordaban sus alardes de valor después de la muerte de sus toros a los que finiquitó de sendas estocadas en lo alto. En su primero, se había arrodillado frente al toro después de la estocada. En el último, hizo aún más ya que se arrodilló de espaldas y esperó de este forma a que el burel cayese hecho una pelota con el hocico apoyado en sus zapatillas.
Como en Bayona tres años antes, Reverte se desplanta de rodillas, y además de espaldas al toro después de una estocada en tablas. Estamos en Jerez, el 30 de abril de 1899, y Reverte toreaba ese día, con el elegante Antonio Fuentes, ganado de Anastasio Martín.
Por eso, cuando mató al primero de la tarde (Grillito de Ibarra) de una estocada algo tendida y quizás intentando reverdecer laureles, Reverte se arrodilló frente al toro, permaneciendo en esa postura más tiempo del aconsejable. Cuando intentó levantarse o cuando se acercó a él, según versiones, el toro no tuvo más que alargar la gaita, enganchar al diestro por la corva y suspenderle en el aire un momento, dejándole caer de de manos y pies en el suelo.
En Bézier, el 21 de mayo del mismo año, Reverte hacía idéntico desplante al que le costó la cornada fatal.
En el mismo instante que caía, la cuadrilla le hacía el quite y la sangre empezaba a manar como un caño. Le cogieron en brazos su sobrino Revertito, quien con las manos le taponó la herida, y su banderillero Moyano. El toro después de la cogida dio un par de pasos y dobló herido mortalmente.
Reverte, camino del barracón que hacía las veces de enfermería, en brazos de sus banderilleros Moyano y Revertito, quien le va taponando la herida ante la brutal hemorragia. Al fondo se ve el toro que ha doblado por la estocada.
En la enfermería le ligaron la femoral, que salía de la carne, arrastrada por el gatillazo hacía afuera del pitón del toro, y que sujeta por unas pinzas latía fuertemente, lo que impresionó a todos los que allí estaban.
Encabezamiento de la reseña del festejo en la revista Sol y Sombra de 14 de septiembre de 1899. Guerrita mató cinco toros por la cogida de Reverte.
La noticia sin embargo se había anunciado ya en la prensa española una semana antes en el número del Sol y Sombra del día 7 de septiembre.
No obstante, en el Liberal, que siguió la cogida y la convalecencia de Reverte puntualmente de forma telegráfica, decían que el cuerno no había tocado la arteria femoral por muy poco, lo que no parece ajustarse a la gran cantidad de sangre derramada, aspecto este en el que si que coinciden todas las crónicas.
Un terno verde campo con caireles de oro
Antonio Reverte Jiménez (Lámina de la Lidia del 21 de noviembre de 1892)
El traje que vestía Reverte el día de la cogida de Bayona era un elegante terno color verde campo con caireles de oro.
Lo había estrenado en Madrid el día de inauguración de esa misma temporada y también lo llevaba en esa plaza el día 17 de mayo, en que fue cogido por el sexto toro, sufriendo un ligero puntazo en la rodilla derecha.
Ese día, cuando Reverte se estaba vistiendo para ir a la plaza, el aficionado malagueño Manuel Cárcer elogió la belleza del traje que vestía. Reverte le comentó:
“Con uno igual me cogió aquí en Madrid el toro de Benjumea y uno muy parecido llevaba en Mursia cuando la cogía grande”
Cogida de Reverte en Madrid el 6 de abril de 1893 (Lámina de la Lidia de 24 de abril de ese año) por un toro de Benjumea. Era la primera de abono y Reverte según los críticos llegaba tan verde como el color de su traje ese día. Tuvo dos heridas, una en el cuello y otra en el muslo.
La mala suerte de ese color de traje seguiría. Ese día, como hemos comentado, le cogía el toro de Saltillo y, cuatro meses después, el Ibarra de Bayona le daba la cornada más grave de su vida.
Reverte matando, a su primer toro de Saltillo, en tablas y próximo a la puerta de arrastre de la plaza Vieja, el 17 de mayo de 1899. El segundo de su lote le cogería al entrar a matar.
Las consecuencias de la cogida de Bayona
A Reverte no le mató el toro, pero su convalecencia fue tremenda y no se pudo recuperarse como torero.
Los médicos franceses que le atendieron en la enfermería de la plaza, habían estado a punto de amputarle la pierna, lo que impidió el médico doctor Isla, quien consiguió curarle y que volviese a torear.
Reverte ya en Madrid, convalece de la cornada de Bayona.
Reverte volvió a torear pero no fue ya ni la sombra de quien había sido. El lo había intuido pues comentan que cuando se percató de la magnitud de la herida pronunció una tremebunda y conocida frase:
“¡Se acabó el carbón!”
Reverte a su llegada a su casa de Madrid, en el número 17 de la calle Echegaray.
Falleció en 1903. Se dijo que por un error de las enfermeras del hospital donde convalecía de una operación de un tumor en el hígado.
Epílogo
Si bien Reverte fue un torero corto y de no depurado estilo, su arrojo le convertiría en torero de leyenda, pues causó un fuerte impacto en los públicos de su época.
Algunas de sus suertes, desplantes y recortes pervivieron en diestros posteriores.
Reverte después de un quite (Lámina de La Lidia de 25 de mayo de 1896). Aquí práctica uno de sus desplantes. En concreto, el que muchos años después se denominará suerte del teléfono, que sería muy habitual en el repertorio de algunos toreros.
Carlos Arruza haciendo la suerte del teléfono de rodillas.
Paquirri haciendo el teléfono al estilo de Reverte. La diferencia está en que este adorno se hace ahora en la faena de muleta con el toro picado. Reverte lo hacía en los quites en una suerte de varas sin peto donde el toro era generalmente menos castigado.
Para terminar vamos a ver como era el recorte de Reverte capote al brazo. Como no hay películas de este diestro veremos la ejecución de esta suerte hecha por el maestro de maestros, Joselito el Gallo, al tercero de la tarde en la corrida de los siete toros de Martínez en Madrid, el año 1914. Atención porque los lances de recibo a este toro son de antología.
Por desgracia, hoy esta suerte se ha perdido.
Hacer el desplante del teléfono en quites me parece de un arrojo tremendo. Reverte era uno de esos toreros de un valor tan extremo e imprudente que rozaba la inconsciencia.
ResponderEliminarParar al toro a una mano como se ve en ese vídeo a José es un alarde de poder y dominio de singular y extraordinaria calidad, sublime.
He oído que hace algunas décadas a veces se prodigaban en esta suerte algunos banderilleros, que más bien puede ser que se refirieran a correr el toro a una mano que a pararlo de salida, la verdad que lo desconozco.
Un abrazo!
Vazqueño:
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con usted, tanto en el valor exgaerado de Reverte como en la calidad inmesa del toreo capote al brazo de Joselito el Gallo.
Aunque yo ya no llegué a verlo, sé por testimonios directos que los peones antes recibían al toro a punta de capote, pero no recortando (lo que siempre ha estado prohibido) sino mediante "largas naturales" cambiando el apote de mano a cada pase y corriendo al toro por derecho en el remate.
Hoy los peones reciben al toro con verónicas, lo que antes no se hubiera admitido ya que siempre se ha pensado (creo que con razón) que la verónica "excesivamente" mucho a los toros.
Un fuerte abrazo
Me sigo emocionando y sorprendiendo con las peliculas de Joselito, pese a su cortisima duracion son un lujo y un disfrute.
ResponderEliminarEso es Sr. Morente, creo que esa es la versión que yo escuché, además, tengo entendido que los peones se cambiaban el capote por la espalda para recibir al toro de salida cuando lo consideraba oportuno el matador.
ResponderEliminarLástima que estas cosas ya no se hagan porque sigue siendo igual de recomendable para toro y torero a fin de conseguir una lidia con éxito, igual que en otras épocas. El público, en general, o no lo entiende o no lo quiere entender porque lo normal es que se pite si sale un peón a parar el toro.
Un abrazo!
Vazqueño:
ResponderEliminarDe acuerdo con usted. Sería una maravilla poder ver esos lances de salida con la planta erguida a punta de capote (suma elegancia y piedra de toque del toreo de capa) que prodigaban los banderilleros de antes. ¡Lástima que se hayan perdido!
Un abrazo
Yo tengo la suerte de tener en mi poder el chaleco de ese "terno verde campo y caireles de oro", la chaqueta, que también fue propiedad de mi familia creo que se conserva en el museo de la Maestranza de Ronda...
ResponderEliminarViva el pasmó siempre paradicma de verdad toreadora y hércules q izo temblar el viejo edificio del toreo
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