por Clarito
Mala corrida de Victorino en Sevilla, que iba camino del despeñadero (El Cid desaprovechó su segundo toro, encastado, que le vino largo) pero que se salvó por la faena de Salvador Cortés al noble toro sexto.
Presentación de los toros
Muy justos de presencia, nada aparatosos, aunque, eso sí, en el tipo de la casa, salieron los Victorinos ayer jueves en Sevilla.
En cuanto a comportamiento, la corrida estuvo en línea de los dos últimos años: decepcionante, baja de casta y raza, pero con la diferencia respecto a las temporadas anteriores, del buen sabor de boca que dejó el toro sexto.
Los toreros
El Cid estuvo sensacional con el capote toda la tarde. Dio una lección de como se torean estos toros que son tan difíciles de manejar de salida y con los que creo que es preferible ir enseñándoles a embestir que intentar lucirse. Como le pasó a Salvador Cortés, cuando intentó y no pudo hacerle un quite al segundo de la tarde.
Con el engaño muy bajo, con mucha suavidad y toreando con eficacia con los vuelillos del capote, lo que hizo el Cid de capa en sus dos toros tuvo mucha enjundia.
Como enjundia tuvo el desplante entre chulesco y torero del Boni al banderillear al quinto, toro que no se dejaba.
Sin embargo, el Cid con la muleta no me terminó de convencer, le vi con exceso de precauciones y acabó algo afligido con el encastado quinto.
Padilla, estuvo firme, pero pechó con un mal lote que además no tenía por donde entrarle. Sin embargo, consiguió torear con temple de salida a uno de sus toros, banderilleó sin excesiva brillantez pero con eficacia (lo que no es poco con este ganado) y estuvo más que digno con la franela.
Salvador Cortés, pese a que su concepto vertical y estático del toreo (¿Verdad, amigo Vazqueño?) no es el más adecuado para el toro complicado como fue el primero de su lote, estuvo valiente toda la tarde y además, entendió a la perfección al nobilísimo toro sexto (que era de aquellos que los antiguos revisteros comparaban con las Hermanitas de la Caridad por su tranco tan bondadoso).
Salvador Cortés brindó a su hermano Luís Mariscal aun no totalmente repuesto de la tremenda cogida del pasado año.
La faena tardó en coger vuelo –todo el tiempo que el torero tardó en empezar a torear con la mano izquierda- pero las tandas de naturales fueron sensacionales.
Entendió por ese lado muy bien al toro, llevándole muy despacio, lo que no era fácil, ya que el toro iba a paso lento (me recordó el estilo del toro mexicano, que parece que se va a parar en cualquier momento). Hay que tener mucho valor para torear así al natural, y eso pese a que la noble embestida no transmitiera sensación de peligro. Fenomenal el torero. Además mató muy bien, de pinchazo en lo alto y estocada hasta la empuñadura.
La suerte de matar
Sobre la estocada es digno de justicia reseñar que ayer se realizó la suerte de matar con mucha eficacia y dignidad. Ayer se mató muy bien. Para mí gusto, destaco la estocada del Cid al quinto, que corrobora lo que me comentaba mi amigo Juan Manuel del Pozo en la plaza: la estocada es –en cierto modo- punto y aparte de la faena de muleta. Dicho de otra forma, aunque la faena no sea lucida o buena, casi siempre se puede matar bien (o cuando menos intentarlo). Como hizo el Cid, que dio una estocada sensacional a un toro con el que no había estado bien.
Padilla también mató muy bien. Estocada en la cruz