Por Jose Morente
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
Me pedía días pasados una buena amiga, que contara anécdotas personales o taurinas de Ignacio Sánchez Mejías. Este torero, hijo de la burguesía sevillana (su padre era médico famoso), que casó con una hermana de los Gallo –Lola- pero que tuvo de amante a la Argentinita y que fue amigo de poetas, escritores, cantaores de flamenco y el más valiente entre los valientes (los toreros por si alguien lo duda).
El libro de García Ramos y Narbona. Colección la Tauromaquia de Espasa Calpe.
Hay una anécdota de Ignacio que habla bien de su carácter y que a mí personalmente me encanta. La cuentan Corrochano y García-Ramos y Narbona de quienes saco lo que sigue.
Un alarde de valor: La suerte del pañuelo.Atención al pitón derecho del toro (Valencia 5ª corrida de la feria de julio de 1922)
Un año, Ignacio Sánchez Mejías rompió sus conversaciones con la empresa de la plaza de Sevilla, en términos muy duros, tanto para el empresario, José Salgueiro, como para el torero. El origen de la discusión estaba en que Ignacio era entonces presidente de la Asociación de Matadores y no aceptaba la propuesta de contrato de los principales empresarios. Las negociaciones terminaron, como se dice por aquí, malamente. “Mientras yo mande en la empresa, tú no pisas el ruedo de esta plaza”. Dijo Salgueiro. A lo que Ignacio le contestó, crecido, que no pasaría la feria sin que le viera en el ruedo.
Sevilla en el 800(Acuarela de Jose Morente inspirada en una vieja fotografía taurina)
Llegó la feria y empezaron los toros. Una tarde al tocar a banderillas y un vez puesto el primer par por los peones, saltó al ruedo un señor muy elegante, vestido de negro (según dice Corrochano) y con sombrero andaluz, que estaba en el burladero de los médicos de la plaza, al lado del doctor Sánchez Carrasco. Sorpresa en el público por ver a un espontáneo tan atípico.
Pronto corrió por el tendido la voz de que se trataba de Sánchez Mejías. La gente empezó a aplaudir. Ignacio se acercó al espada de turno, que era Martín Agüero el gran estoqueador bilbaíno y con quien ya estaba de acuerdo y le pidió banderillas, que inmediatamente le dio. Con el par en una mano, el sombrero en la otra y acompañado de Agüero que así se lo indicó, pidió permiso a la presidencia para poner el par, apoyado por los aplausos del público y del Rey Alfonso XIII, que asistía al a corrida.
El par por los adentros de Ignacio“Las banderillas de tiniebla” que dijera García Lorca
Luís Francisco Esplá¿Quien si no?
El presidente dio su permiso. Sánchez Mejías que tenía una enorme personalidad banderilleó extraordinariamente poniendo tres pares. Contaba el Conde de Colombí, que el primero fue espectacular, sin terreno casi para salir de la suerte. El segundo, de dentro afuera, apoyando la espalda en los tableros de la barrera y, el tercero, cambiando el viaje en la cabeza del toro.
Lo de este último par, lo cuenta, con más detalle Corrochano, quien dice que el toro se le arrancó, haciendo extraños, no se sabía por que lado venía. Sánchez Mejías, iniciado el viaje se paró, fijó al toro, que al verle a pie firme partió hacia el torero como una bala. Ignacio, le puso el par. Corrochano destaca el valor y la tranquilidad del torero para ver venir el toro. Lo que siempre ensalzaron las viejas tauromaquias (esto último lo digo yo).
Cuando acabó de poner banderillas, había tanto estupor como entusiasmo, según nos dice el crítico.
Otro alarde de valor. México, 1922Herido se escapa de la enfermería con un pantalón de monosabio. Se desmayaría en la plaza.
Finaliza Corrochano: “Ignacio Sánchez Mejías, se inclinó ante el Rey, saludó al Presidente, dio las gracias a Agüero, se despidió del público desde el centro del ruedo y se fue al burladero del doctor Sánchez Carrasco, que en esta misma plaza, cuando empezaba de novillero, le había ligado la femoral. Pero de esto ya no se acordaba Sánchez Mejías”.
Ignacio convaleciente de una cornada, recibe la visita del doctor Sánchez Carrasco y sus hermanos.
Habría que añadir que al volver a su localidad y cuando pasaba frente al burladero del empresario, Ignacio le dijo:
“Lo ve usted… piso este ruedo y me paseo por el albero de la Maestranza, cuando me da la gana, Don José”
Por cierto que de esa tarde y sobre esa anécdota, hay una magnífica viñeta de Andrés Martínez de León que reproducimos. Está en el libro de Antonio García-Ramos y Francisco Narbona. Ignacio Sánchez Mejías-Dentro y fuera del ruedo (Colección la Tauromaquia, 13. 1ª ed. Madrid, Espasa Calpe, 1988).
Como datos para la historia añadimos que era la cuarta y última corrida de la Feria de Sevilla (21 de abril de 1925). Y toreaban junto a Martín Agüero, Juan Luís de la Rosa, Chicuelo y el Litri (Manuel, que moriría al año siguiente en Málaga). Y ahora, de postre, la ficha nº 39 de la colección de Curro Meloja:
Postdata. Bueno, estamos de suerte. Después de incluir esta entrada, mi amigo José Ramón Márquez, como buen aficionado y muy conocedor que es de datos curiosos, antiguos y de interés de la fiesta, me envía una información adicional interesantísima sobre la actuación de Ignacio de "capitalista" en Sevilla.
En primer lugar, un artículo que me comenta salió en el KChT (Cachete), revista de "Crónica cornuda, satírica. dominguera y reconstituyente" (el título se las trae) del día 26 de abril de 1925 con un editorialillo sobre lo de Sánchez Mejías. Se publicó entre 1924 y 1928.
Para completarlo, me manda también la portada, muy graciosa con Martín Agüero (coprotagonista con Ignacio en la anécdota comentada) de pelotari.
Agradecida por la entrada de hoy, la anecdota es preciosa, lastima que hoy en dia esas cosas no ocurran, quizas por lo etiquetado que esta todo, y sobre todo las corridas de toros.
ResponderEliminarEsther:
ResponderEliminarEs posible, aunque yo pienso que pasan cosas de parecido interés, lo que ocurre es que hoy eso no suele interesarnos.
Como dice mi amigo Carlos Aguilar, nos divierte más y tiene más éxito la crítica destructiva(con o sin fundamento)que lo contrario. Por ejemplo: la telebasura.
Pero anécdotas interesantes, hay. Te lo aseguro.
Un abrazo
Jose: ¡Viva la Antigüedad! Lo que digo tiene un peluso que estaría dispuesto a explicarte despacito y a compás.
ResponderEliminarR.S.
Por cierto, me encanta tu acuarela: tiene compás. R.S
ResponderEliminarGracias José por contar anécdotas de mi bisabuelo... Hay muchas que me sé pero otras como esta no la había escuchado...
ResponderEliminarUnknowm:
ResponderEliminarPues encantado de haberle descubierto esa preciosa anécdota.
Un cordial saludo.