miércoles, 26 de mayo de 2021

Juan Ortega en el aire de Pepín

Por José Morente

Natural de Pepín Martín Vázquez en un tentadero. Sobran los comentarios.


El toreo de Pepín

Pocos toreros han toreado como él. Pepín Martín Vázquez gustaba del toreo relajado y natural, basado en mínimos movimientos de la muñeca o los dedos. Citando de perfil y con la muleta a la altura de la cintura, dejando llegar al toro y acompañando con suavidad para enganchar un natural tras otro. Sin estridencias ni violencias. Toreo de alta alcurnia. Toreo elegante, de guante blanco. 

La foto del natural que encabeza esta entrada exime de cualquier comentario. No se puede torear más relajado ni se puede estar más tranquilo delante del toro. El muletazo se adivina lento y parsimonioso.

Si bien es cierto que cada torero, cada buen torero, tiene su propio estilo, no lo es menos que el torero, como todo artista, no crea de la nada, sino que se inspira en el toreo de aquellos que le han precedido. Ya sea para tomarlos como referencia o para superarlos o contradecirlos. Es un proceso creativo complejo que se caracteriza por la mezcla de ingredientes diversos. Lo importante es que el artista, el creador acabe incorporando todas esas referencias pasándolas por el matiz de su propia personalidad. Es lo que hizo Pepín con el toreo de Manolete.

Pepín Martín Vázquez bebió en la fuente limpia y clásica de Manolete pero le imprimió, al toreo seco y austero del genial cordobés, los aromas sevillanos del mejor Chicuelo. Era esa su forma de ser o estar en la plaza. Una mezcla explosiva y adelantada a su tiempo que todavía sigue dando sus frutos.


El toreo de Juan Ortega

Juan Ortega es torero de nuestra época. Una época que exige, igual que pasaba en la edad de Plata, una gran capacidad técnica. Hoy muchas cosas (los matices del cite y la colocación de la muleta, por ejemplo) son diferentes a los de la época de Pepín

Pero salvando las distancias de tiempo y estilo personal, el toreo de Juan Ortega bebe en la fuente puras del toreo de Pepín. Su devoción o pasión por el torero de la Resolana es conocida y declarada. También por otros toreros de clase como Pepe Luis Vázquez, pero sobre todo por Pepín

Ese gusto por un toreo de mínimos gestos, que casi elimina los movimientos del torero ("menos es más", que dijera Mies Van der Rohe), con unos movimientos que nunca son bruscos ni violentos, ese gusto por el temple y por las cadencias, por la naturalidad que propicia cierta verticalidad o esa demora o falta de prisa evidenciada en la ejecución de las suertes, tan despaciosas, tan lentas, hacen de nexo, de fuerte nexo, a través del tiempo, entre el toreo de ambos toreros. 

Para suerte nuestra.





La fotografía lo dice toro. El toreo de Juan Ortega en el aire de Pepín.


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