Por José Morente
Corría el otoño del tristemente recordado año de 1920, cuando el cronista Gregorio Corrochano, en operación de lavado de imagen, nombraba Guardián del Vaticano al poliédrico y polémico Ignacio Sánchez Mejías.
El Vaticano taurino, cuyo solio pontificio se encontraba vacante desde la muerte del llorado Joselito el Gallo, estaba siendo asediado por una multitud de aspirantes. Corrochano, en un alarde de tardío fervor gallista, se negaba a reconocer los méritos de ninguno de esos pretendientes y nombraba Guardián del Vaticano al yerno de José. Torero valiente donde los haya, Ignacio era probablemente el más indicado para la ardua tarea pues, formado en su cuadrilla, se miraba en el espejo del torero de Gelves.
Joselito y su cuadrilla. Ignacio de pie al lado de Blanquet |
Lo que sigue es la prueba gráfica de lo que decimos. Y es que pese a las diferencias de concepto y planteamientos de ambos (dominador y cerebral Gallito; desenfadado e irreflexivo Mejías), el estilo y repertorio del segundo no tenía -ni podía tener- mejor referente que el estilo y repertorio del primero.
El cambio de rodillas
El galleo del "bú"
La verónica
La verónica (II)
Recorte
Par en tablas
Par de poder a poder
Cite en tablas
Ayudado de rodillas
Ayudado por alto
Natural
Pase de la firma
De pecho con la izquierda
Ayudado
Por alto de rodillas
Muletazo de rodillas cogiendo el pitón
Desplante
Estocada
Dentro... y fuera de la plaza
En todas las fotos, el de la izquierda es Gallito; el de la derecha, Ignacio... sobran los comentarios.
José, ¡cuanto echábamos de menos la actividad de nuestra querida Razón Incorpórea! y ¡qué mejor forma de "reaparecer" que con esta bella entrada!.
ResponderEliminarAunque sea al modo "temporada a lo José Tomás" y la actividad de este blog sea más espaciada en el tiempo por motivos laborales del autor del blog, le animo a mantener siempre la llama viva de este blog, para gloria y honor de Joselito y del toreo.
Muchas gracias José.
Un fuerte abrazo.