sábado, 9 de junio de 2018

Mi nombre es Eloise Lemmon Lissen

Por Lorena Muñoz Limón (texto del VII Pregón de la Tertulia Taurina Macarena) 

Aunque la foto carece de calidad, el testimonio gráfico es impagable por su alto valor histórico y es que, aunque muchos incrédulos han dudado de la veracidad del personaje, esta es la prueba gráfica de su existencia pues en la instantánea podemos ver a Eloise Lemmon Lissen entre Rafael el Gallo y Joselito el Gallo, en una fiesta en Pino Montano, probablemente en la primavera del año 20. La vida es sueño...
Mi nombre es Eloise Lemmon Lissen. Nací en Nueva York pero mis antepasados son españoles. Mi familia emigró primero a Cuba y se instaló en la isla hasta que dejó de ser española en 1898. La vida y el destino los llevaron a Nueva York. Los negocios prósperos de mi padre, me han permitido viajar a Europa a cumplir mi sueño. Llegué a Sevilla en septiembre de 1919. Quería conocer a Joselito, aquel niño que a pesar de que lo sabía casi todo del toreo, lloró la primera vez que se vistió de torero.

Tenía que conocer al hombre por el que José Julio Lissen Hidalgo, primo de mi madre, un próspero empresario sevillano había emprendido una obra colosal que cumplía su sueño: la construcción de una plaza de Toros Monumental con capacidad suficiente no solo para acomodar a la afición sino para poner, con precios más bajos que los de la Maestranza, el espectáculo  taurino al alcance de toda Sevilla.

La Monumental de Sevilla. Neoclasicismo en vena. Una plaza monumental para un torero monumental, como ha dicho, y con toda la razón, el diestro Morante de la Puebla, otro filósofo del toreo.
Cuando desembarqué en Sevilla, la ciudad estaba inmersa en la preparación de una Exposición Iberoamericana. La idea llevaba gestándose desde hacía diez años pero seguía sin fecha de celebración. La situación económica del país era mala, la Gran Guerra en Europa había afectado a la vida en España y varias circunstancias hacían de Sevilla una ciudad tan maravillosa como atrasada para la época, que intentaba dejar atrás el siglo XIX y entrar de lleno en el XX. 

Con la idea de saberlo todo sobre el toreo y en especial sobre ese torero al que todos llamaban Gallito, llegué a Sevilla septiembre de 1919 para asistir a la Feria de San Miguel en la Plaza Monumental, en aquella plaza que se había inaugurado el año anterior y que había construido mi tío.

Paseillo en la Monumental sevillana. (Foto del libro "La Monumental de Sevilla-La dignidad de un proyecto" coloreada por Julio Carrasco)
Le seguí a todas las plazas como si fuera un revistero, un crítico taurino, dispuesto a escribir de sus faenas con la diferencia de que lo que yo quería era aprender. Lo seguí en las veinte corridas que toreó en el año de 1920. Estuve tres tardes en la Maestranza y otras tres en La Monumental en el mes de abril, luego viajé a Madrid, a Murcia, Játiva, Andújar, Jerez de la Frontera, Bilbao, Barcelona, Écija y Valencia. 

Quise aprender todo sobre el arte del toreo siguiendo al Rey de los Toreros, al más grande de esos héroes imaginarios de mi infancia, al que, hecho realidad, vi morir en la plaza. Un año después de llegar a Sevilla, creo que es el momento de contar lo que vi, lo que escuché, y sobre todo, lo que sentí cuando me adentré en el mundo taurino. No se me ha ocurrido mejor forma que escribirle una carta a Rafael el Gallo. Una carta que no sé si algún día me atreveré a enviarle.

Carta a Rafael el Gallo

Apreciado don Rafael:

Cuando llegué a Sevilla hace un año, no tenía fecha de vuelta. Pretendía quedarme el tiempo que hiciera falta hasta aprenderlo todo sobre el toreo. Ahora me doy cuenta de que habría necesitado más de tres vidas para conseguirlo ¡Qué atrevida es la ignorancia, maestro! Pero por aquel tiempo creía que para lograr mi objetivo, lo mejor sería seguir los pasos de su hermano, que había sido un niño prodigio del toreo, el mejor y más grande de los toreros hasta entonces conocidos. Eso decían los entendidos, los toreros ya retirados, los toreros en activo, la afición y hasta la crítica taurina.

(...)

La Monumental

En esta Sevilla que conocí, pronto me di cuenta de que la presencia de mi tío José Julio Lissen, un millonario empresario maderero, era incómoda en el mundo de los negocios sevillanos. Era un “nuevo rico” y esa circunstancia no era aceptada del todo por parte de la antigua sociedad sevillana. En definitiva, que su plaza de toros, este gran proyecto de construir la Monumental resultaba antipático en ciertos sectores sociales. En eso, don Rafael, mi país era bastante distinto.

Banquete en homenaje a José Julio Lissen (Publicado en España y América en junio de 1917)
Y por fin fui a conocer la plaza, en la calle Monterrey. Construida entre 1915 y 1918, era realmente imponente. Mi tío el comerciante había comprado varias huertas en este barrio donde había construido el complejo fabril “la Esperanza” en la que se hacían hilados y se almacenaban aceitunas. Y al arquitecto que había construido este complejo fue al que le encargó la plaza: José Espaiu y Muñoz. Los planos fueron obra de Francisco Urcola Lazcanotegui aunque realmente intervinieron varios arquitectos e ingenieros. 

La Monumental era de hormigón armado levantada “con severidad clasicista” con diseño de circo taurino y un armonioso y elegante exterior de edificio público propio de los ensanches urbanísticos. Su capacidad doblaba a la de la Maestranza con 23.055 espectadores. Pero a mí, lo que más me gustaba de la plaza era la banda de música que dirigía el maestro Manuel Pérez Tejera.  Tejera, cofrade y gran aficionado, además de amigo íntimo de Gallito, había recibido el encargo de José de amenizar todas las corridas que se celebrasen en la Monumental. Era maravilloso disfrutar de la música mientras contemplabas una faena en el ruedo. Para mí, no había mejor complemento. Y además la banda de Tejera sonaba a Gloria.

Por el contrario, como usted ya sabe, desde el primer momento hubo ruido y oposición a que la plaza de toros Monumental se construyera y aunque no lo podía entender, se sucedieron los problemas. Como bien sabe, la plaza de toros de Sevilla no era ni es propiedad del gobierno sino de la Real Maestranza que ha mantenido su fuero sobre la fiesta taurina. Y muy astutamente en esta época se ha asegurado la fidelidad de Belmonte. Aunque yo no pudiera entenderlo, había visto las evidencias, don Rafael. La fecha de apertura de la plaza estaba prevista para la temporada de 1917 tras quince meses de trabajo en los que mi tío se vio involucrado en complicados trámites legales sobre la construcción y la tasación de terrenos. 

Y luego vino lo de aquella prueba de resistencia una semana antes de la fecha prevista para primeros de abril de 1917. Cada sector de la plaza se cargó durante 24 horas con 500 kilos de peso por metro cuadrado. Era un reto llevar a cabo esta prueba con sacos de arena y planchas de plomo en una plaza con capacidad para más de 23.000 espectadores. Pero antes de que pudiera terminarse, el 11 de abril de 1917 Sevilla se estremeció con la noticia de que la Monumental se había hundido. Los promotores del proyecto se lanzaron a reconstruir el edificio que pudo ser inaugurado el 6 de junio de 1918 con un cartel con Joselito, Curro Posada y Fortuna y reses de Juan Contreras.

Hundimiento en la Monumental (Publicado en Toros y toreros)
Y también, don Rafael, estaba lo de aquellas crónicas y artículos. Don Criterio, influyente crítico taurino de El Liberal, mostró siempre su opinión contraria a la existencia de dos plazas y la preferencia por la exclusividad maestrante. Y en el periódico ABC, don Gregorio Corrochano, un partidario de Gallito, también era contrario a que Sevilla tuviera dos plazas de toros. Hasta el punto de que la crónica a la corrida del 30 de octubre de 1919 la tituló: ‘Joselito torea en el patio de su casa' donde le dedicó duras palabras al diestro que admiraba: “desde que en Sevilla hay dos plazas de toros, no se puede ver torear en Sevilla... El público si no es dependiente también del torero, lo parece por su rendimiento incondicional... Yo no he visto más cosas que tuvieran que ver menos con el toreo y con el toro; pero aparte de eso, nos divertimos mucho... No ligó ni un pase... Pero no quedó una persona que no aplaudiese...”.

Estuve en esa corrida, don Rafael, y no creo que fuera para tanto. Pero sí me daba cuenta de que algo pasaba. Nadie decía abiertamente que estaba en contra de la plaza hasta que leí una entrevista al conde de Santa Coloma, que firmó el crítico taurino de ABC, el 5 de marzo de 1917. “¿Es verdad que se ha negado usted a dar toros para la Plaza Monumental de Sevilla? A lo que el conde de Santa Coloma le respondió:  -Sí señor. Yo soy maestrante y no puedo contribuir a que se perjudique la plaza de la Maestranza, que es la Beneficencia de Sevilla. Gallito me pidió toros y le contesté: “Están a tu disposición todos mis toros para que los mates tú solo, en cualquier plaza, menos en la Monumental de Sevilla”.

Esto me pareció increíble pero creo que fue mucho peor la crónica de don Gregorio  del 22 de abril de 1920 en la que el afamado crítico taurino se dedicó a describir cómo se perdió en la plaza de toros sin ver nada. Qué quiere que le diga, don Rafael, la plaza era grande, pero no como para perderse.
“No os dejéis seducir por el nombre pimpante de plaza Monumental, que quiere decir plaza de grandes dimensiones, de localidades excesivas que permite abaratar los precios y dar cabida a todo lo que lo solicite. Pues es un error. En Sevilla, una vez que cesó la competencia, cuesta lo mismo ir a la Monumental que ir a la Maestranza y además aquello es tan grande y tan destartalado... Hay localidades que no encuentran ni los acomodadores... Empecé a dar vueltas por las amplias galerías como el que se mete en un laberinto... Corrí a la primera puerta y me asomé. No pasaba nada, Joselito estaba con la muleta, en medio de un silencio sepulcral. Una faena vulgar que a nadie interesaba...”.
Un muletazo monumental de Gallito en la Monumental. Y eso que don Gregorio decía que en la Monumental no se podía ver torear por la vulgaridad de las faenas... (Detalle de una fotografía publicada en el blog "Recortes y Galleos")
Corrochano, no me lo explico, llegó a decir que se fue de la plaza sin encontrar el tendido 1. Después de leer estas cosas en la prensa para mí había una cuestión clara. Juan Belmonte se decantó por la Maestranza y José Gómez Ortega por la Monumental, lo que creó en el ambiente taurino el descontento pronosticado por la prensa: la afición, don Rafael, quería ver a los dos diestros torear en la misma plaza. Juan Belmonte, solo hizo dos paseillos en el albero monumental y no lo pisó por primera vez hasta el 22 de abril de 1920: en el 18 no actuó en España y en el 19 tuvo que anular un contrato por un percance. 

Joselito toreó en dieciséis ocasiones, la última vez un día después: el 23 de abril de 1920. Cosechó un gran triunfo ante los toros de Miura, el hierro de la A con asas, que tenía una leyenda negra: eran toros más difíciles de torear de ahí que Bombita pidiera un incremento de 1.000 pesetas por estas corridas. Don Criterio tituló su crónica “Una tarde de Joselito”. Aquel día, por primera vez, se abrió el palco real de la Monumental para la Reina Victoria Eugenia.

La reina inaugura el palco de la Monumental

La pasión era manifiesta y el interés por verlos torear juntos era más que evidente. Y no solo en este tiempo en el que la gente hacía cola en las casas de préstamo para poder pagar las entradas de los toros. En esto de querer abaratar los precios y que todo el público pudiera acceder a la plaza de toros, José llevaba mucha razón. Aún pienso en lo que usted me contó sobre el interés que despertaban ambos ya de novilleros. Para la primera novillada del 23 de junio de 1912 se empeñaron más de 800 relojes en las casas de préstamos y el Monte de Piedad de Sevilla. Y los reventas fueron detenidos por multiplicar por diez las dos pesetas que costaba la entrada. ¿Qué era eso de la reventa?  Y cómo es que se permitía, me preguntaba. Lo que parecía lógico es que había que acabar con esa práctica. 

Expectación máxima en una tarde de toros en la Monumental. No es extraño que a la vista de tanta asistencia de público, los reventas hicieran su agosto
También tenía muy claro que la Plaza Monumental de Toros de San Bernardo que habían impulsado con tanta ilusión mi tío y su admirado Joselito supuso una verdadera amenaza para la Maestranza. Y la realidad, es que la Real Maestranza sufrió los efectos de la competencia. Porque ese mismo año de 1919 en el que llegué a Sevilla, recibió dos ofertas de compra de la plaza: una del mismo propietario de la Monumental y otra de la Taurina Sevillana, la empresa que organizaba sus propias corridas.

(...)

Eloise Lemmon regresó a Nueva York en el Infanta Isabel, en el mismo barco en el que -un par de años antes- había viajado Joselito para su periplo por tierras americanas
De vuelta a Nueva York

Por eso cuando me marcho a América pienso en cómo será la Fiesta a partir ahora. Este siglo ha comenzado con una revolución, en la que se ha cambiado la forma de torear pero ha traído otros problemas a los que había en el XIX. ¿Será cuestión de un cambio de época? ¿Será cosa de las modas? No puedo evitar preguntarme si dentro de un siglo los toreros serán como ahora. ¿Mandarán igual que mandó Joselito? ¿Vivirán por y para el toro? ¿Será el público tan apasionado y partidario de uno y otro torero como lo han sido con Joselito y Belmonte? ¿Será la Fiesta el principal y más atractivo espectáculo para los públicos? ¿Evolucionarán los ganaderos hacia ese tipo de toro que buscaba Joselito para el nuevo toreo que ha nacido con este siglo XX? ¿Mantendrá el hierro de Miura su legendaria leyenda? ¿Tendrán los empresarios los mismos conflictos de intereses con los toreros que ahora? ¿Podrá mandar tanto un torero como para elegir quién le acompaña o no en un cartel? 

Todas estas preguntas me las llevo de vuelta en la maleta. Me gustaría conocer las respuestas a todas ellas, tanto como que la Monumental de Sevilla siga siendo la plaza de toros que Joselito soñó, aquella que iba a acercar el espectáculo taurino a toda Sevilla. No sé qué pasará. Quién sabe, don Rafael, en este último año he descubierto que este arte del toreo es tan grande, que cualquier cosa es posible. Por eso, ahora mismo, en este barco que me aleja del lugar en el que nació José y yo he conocido el toreo tengo unas ganas incontrolables de mirar al mar, más allá del horizonte, pensar en el futuro y gritar:

¡Qué viva Sevilla!
¡Que viva el toreo! 


Eloise Lemmon Lissen (a) Lorena Muñoz Limón... o viceversa

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Nota de LRI. La Tertulia Taurina Macarena, tuvo el acierto de elegir para su VII Pregón taurino, celebrado el 12 de abril de 2015, a la aficionada y periodista Lorena Muñoz Limón. 

Lorena transfigurada en la imaginaria, pero emocionante, Eloise Lemmon Lissen, invitó a los asistentes a viajar en el tiempo para glosar la figura del mejor de los toreros, Joselito el Gallo, dando a conocer su obra. Una obra entre la que destaca su idea de las plazas Monumentales.

Hoy, 6 de junio de 2018, justo cien años después del centenario de la corrida inaugural de la Monumental sevillana, se ha presentado en el Ateneo un espléndido libro sobre las vicisitudes de esta magna y digna empresa. Su título "La Monumental de Sevilla-La dignidad de un proyecto". En el acto, de una gran categoría, participaron, además del Presidente de la Institución sevillana, Ignacio Sánchez-Mejías, prologuista; Manolo Grosso, epiloguista; los autores Fidel Carrasco, Julio Carrasco y Carmen del Castillo, arquitectos e ingenieros y el diestro José Antonio Morante de la Puebla, verdadero filósofo del toreo moderno y antiguo. Sus intervenciones cautivaron y entusiasmaron a los asistentes.



Una presentación de categoría superior
Pero sobre el libro y sobre el acto de presentación del libro, hablaremos en otra entrada de este blog. Hoy nos ha parecido oportuno recuperaren homenaje a Gallito, el magnífico texto del pregón de Lorena Muñoz Limón. Concretamente, la parte dedicada a la plaza de toros Monumental de Sevilla.




4 comentarios:

  1. Enhorabuena a José Morente por la oportuna crónica de La Monumental,que es una gran desconocida de los españoles y de la mayoría de los sevillanos.Saludos a la afición.JLGHS.

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  2. Qué maravilla de entrada! Gracias y enhorabuena a LRI.

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  3. Excelente entrada.....deseando poder tenerlo en mis manos!!

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  4. La carta perfecta,pero el apellido LISSEN solo nos corresponde a los Lissen y así lo ratifico Francisco José Lissen Romero...

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