sábado, 5 de mayo de 2018

Porqué los bombistas se hicieron belmontistas

Por Jose Morente

Bombita con Belmonte (Fotografía publicada en El Ruedo, el 5 de junio de 1945)
Me deleitaba ayer noche con la magnífica prosa de José María de Cossío en su maravilloso Panegírico de Joselito (1), escrito por sugerencia del Duque de Alba y leído en 1953 en la Huerta de Gelves con motivo de colocar, en dicho lugar, una placa a la memoria del gran torero muerto en Talavera, cuando me topé con un párrafo dedicado a Ricardo Torres Bombita que me provocó una cierto inquietud. El párrafo es este:
"Ricardo Torres, Bombita, esforzadísimo diestro, valeroso y dominador que a las alegrías de Guerrita añadía una sonrisa cautivadora (2). A éste si le vi torear, y el resorte de su dominio, como el de Guerrita, era la seguridad en sus piernas de hierro, que, en pugna de dominar la zona desde la que era hacedero superar el poder del toro, acababan venciendo siempre y ganándole la partida, con el continuo hurtar del cuerpo y el constante mejorar el terreno. Pero tal sistema, comenzaba a tener sus herejes, al descubrirse que en el lance largo y parado residía un resorte de dominio no utilizado y, que al par, satisfacía las exigencias de la estética y la eficacia."
Luego explicaré la razón de mi desasosiego pero ahora conviene que hablemos de Bombita.


Ricardo Torres, Bombita, expulsado del Paraíso 

Como decía Cossío, Bombita fue torero de dominio, aunque sin llegar al nivel del Guerra, con mucha fuerza en las piernas en las que basaba el dominio de su toreo, siempre en movimiento y siempre despatarrado, con el compás muy abierto.

Natural de Bombita con el compás exageradamente abierto (Fotografía publicada en El Ruedo, el 2 de mayo de 1944)
Bombita y Machaquito formaron la pareja puntera de los últimos años de la primera década del siglo XX. Pero, en 1912, toma la alternativa Joselito el Gallo, quien dedica la campaña del año 13 a intentar retirar del toreo al Bomba, en supuesto desagravio a su hermano Rafael. Lo que consiguió al final de esa temporada. De rebote, Gallito (tijera de cortar coletas) también se la cortó a Machaco ese mismo año. Aunque, esta vez, parece que sin intención. Daños colaterales, que le dicen

Portada del The Kon Leche. La tijera de cortar coletas

Tras la retirada de Bombita

Retirado Bombita se produce un curioso fenómeno taurino, pues los "bombistas" se pasan en masa a engrosar las filas del "belmontismo". Lo que resulta harto extraño pues, aparentemente, es Joselito el Gallo y no Belmonte, quien más se parece taurinamente al Bomba. Lo lógico hubiera sido que los partidarios de Ricardo se hubiesen hecho gallistas de Joselito. Sin embargo, lo que ocurre es todo lo contrario, pues se hacen belmontistas de Belmonte.

La explicación que siempre se ha dado a este curioso e inexplicable fenómeno, ha sido el rechazo e inquina hacia Joselito, como culpable de la retirada del Bomba, por parte de los partidarios del diestro de Tomares. Una reacción muy visceral, nada racional, pero justificable dada la gran carga emotiva con la que los aficionados a los toros viven la fiesta.

Ha sido una explicación fácil, generalizada y única, pero a mí, personalmente, había algo ahí que no me cuadraba, que no me convencía.

El monstruo de las tres cabezas: Joselito, Belmonte y Bombita (Portada del The Kon Leche del 4 de enero de 1915)

Belmonte en la línea de Bombita.

Tendemos a fiarnos de las apariencias y las apariencias nos dicen que Joselito, lidiador y dominador, es torero de la misma cuerda que Bombita, lidiador y dominador, mientras que Belmonte, arriesgado y entregado, está en las antípodas de ambos. Es cierto, sí, pero solo si nos dejamos guiar por las apariencias.

Belmonte, en sus primeras temporadas practicó un toreo tremendista y desgarrado
En efecto, si profundizamos algo más, las cosas pueden ser muy diferentes. Y ese trasfondo diferente es el que, de golpe, se me ha aparecido leyendo el texto de Cossío. Esa forma de torear basada en ganarle la partida al toro "con el continuo hurtar del cuerpo y el constante mejorar el terreno", tan típica de Bombita, que Cossío contrapone a ese otro modo de torear donde el dominio se consigue mediante "el lance largo y parado" que aúna eficacia y estética.

He dicho que el toreo de Bombita se basaba en el continuo hurtar del cuerpo y el constante mejorar del terreno, y es cierto. Pero, no es menos cierto, que ese era también el método de Belmonte(3), siquiera más arriesgado y entregado, más metido en el terreno del toro, y ese era también el toreo de Domingo Ortega, con otra estética más castellana, pero también en permanente movimiento.

A las pruebas me remito (4). Belmonte torea en Nimes con ese continuo hurtar del cuerpo y constante movimiento para mejorar el terreno, tan propio  y característico del toreo en ochos... Una forma de torear donde el torero solo para (el "parón") en el centro de las suertes un breve instante.



Bombita, Belmonte y Domingo Ortega toreaban en ochos, alternando pitones, con la muleta generalmente en la mano diestra, ganando y recuperando su terreno. Lo contrario que ese toreo en redondo basado en el natural largo y parado, con el torero inmóvil en el centro de la suerte, que fue santo y seña de esos otros tres toreros que se llamaron Joselito, Chicuelo y Manolete.

Al final, va a resultar que esos bombistas que se pasaron al bando de Belmonte y que se hicieron belmontistas, no eran ni inconsecuentes, ni incongruentes, ni venales, sino buenos aficionados que, coherentes y preclarossupieron ver, más allá de las apariencias, lo que no supieron ver ni los Corrochanos, ni los Claritos, ni los don Modestos, ni ninguno de los críticos de aquella época.


Dos estéticas muy diferentes pero con un concepto del toreo más parecido de lo que parece... Por eso, quizás por eso, los bombistas se hicieron belmontistas (Portada del The Kon Leche)

Notas
(1) Cossío, José María de (1953): Santander, s.ed.
(2) Antecesora de la no menos cautivadora sonrisa de don Antonio Bienvenida.
(3) Digan lo que digan sus panegiristas. 
(4) Las pruebas son evidentes y concluyentes. Se ha hablado mucho de la trilogía belmontina: parar, templar y mandar. Especialmente, se ha hecho hincapié en el parar, en el toreo parado de Belmonte. Se ha dicho que Belmonte "paró" el toreo. Pero si nos fijamos en las películas y nos olvidamos de lo que nos han dicho, veremos lo contrario, veremos -como se ve en esa película de su reaparición de Nimes- un torero en continuo movimiento, avanzando hacia el toro antes del muletazo (que tiene un trazo brevísimo) y perdiendo pasos y recuperando la posición tras el remate de la suerte. Es lo mismo que se le ve hacer a Domingo Ortega, lo mismo. Toreo en ochos. El toreo en redondo, sin embargo, se basa en lo contrario: el torero como eje vertical, inmóvil y parado, y el toro girando alrededor suyo. Belmonte no es, a la vista de los hechos, precedente ni creador de ese moderno toreo en redondo pero si que es uno de los diestros que mejor han toreado en ochos. Y con más personalidad. La verdadera aportación de Belmonte está en el toreo de capote (que también se hace en ochos).

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