Vivimos en una cultura de la imagen y, curiosamente, prestamos muy poca atención a las imágenes. Renegamos de los vídeos y sacralizamos las fotografías (pero sólo las que nos interesan; las demás las desechamos). Nuestra imagen del torero, de cada torero, y nuestra opinión sobre su forma de torea se condicionan más por lo que otros dicen de él o por sus propias declaraciones que por su forma de torear en la plaza. Por eso, no vemos más allá de las apariencias y, a veces, ni siquiera valoramos esas apariencias. En resumen, que damos más importancia a lo leído (a las etiquetas) que a lo vivido (o visto). Un buen eslogan vale hoy más que mil faenas.
Sin embargo, cada torero es un mundo. Su concepto, su personalidad, su experiencia y conocimiento, incluso su propio físico condicionan -¡y de que manera!- su modo de torear. Una forma de torear que está hecha de multitud de matices y detalles fruto de la observación y la experiencia. El toreo es conocimiento adquirido por la experiencia pero también conocimiento fruto de la imitación (emulación) del modelo, del maestro.
Tan complejo es el toreo que muchos de esos matices -en ocasiones, los más importantes- pueden pasar desapercibidos a los ojos del aficionado. Manolete decía que compartía concepto con Chicuelo y, sin embargo, a muy pocos aficionados de la época se les hubiera ocurrido hacer del torero de Córdoba discípulo del sevillano pues sus formas eran muy diferentes. Pepín Martín Vazquez se miró en el de Córdoba, en cuyo concepto cimentó su forma de torear y sin embargo a muy pocos aficionados de hoy se les ocurre relacionarlos. El problema de las formas que no dejan ver el fondo.
Sin embargo, cada torero es un mundo. Su concepto, su personalidad, su experiencia y conocimiento, incluso su propio físico condicionan -¡y de que manera!- su modo de torear. Una forma de torear que está hecha de multitud de matices y detalles fruto de la observación y la experiencia. El toreo es conocimiento adquirido por la experiencia pero también conocimiento fruto de la imitación (emulación) del modelo, del maestro.
Tan complejo es el toreo que muchos de esos matices -en ocasiones, los más importantes- pueden pasar desapercibidos a los ojos del aficionado. Manolete decía que compartía concepto con Chicuelo y, sin embargo, a muy pocos aficionados de la época se les hubiera ocurrido hacer del torero de Córdoba discípulo del sevillano pues sus formas eran muy diferentes. Pepín Martín Vazquez se miró en el de Córdoba, en cuyo concepto cimentó su forma de torear y sin embargo a muy pocos aficionados de hoy se les ocurre relacionarlos. El problema de las formas que no dejan ver el fondo.
Maestro indiscutible del toreo fue Antoñete: maestro indiscutible del toreo, es hoy el Juli. Son, empero, igual que Chicuelo y Manolete, dos toreros muy diferentes, con dos conceptos muy diferentes y con dos tauromaquias también con muy pocas cosas en común. Más poético, irregular, desgarrado y ortodoxo, literariamente ortodoxo, el maestro Chenel y más pragmático, ambicioso, experimentador y contundente, ambiciosamente contundente, el maestro Julián.
Pero no se trata de compararlos (¿a quien se le podría ocurrir comparar a uno con el otro?). No ya porque montarían en cólera los guardianes de la ortodoxia siempre dispuestos a lapidar a los herejes sino porque, como hemos dicho, encarnan dos toreos, dos conceptos del toreo, radicalmente distintos.
No son comparables, evidentemente, pero estas dos fotos que encabezan esta entrada y que fueron publicadas hace tiempo en algunos blogs taurinos con la perversa intención de jugar al juego, malévolo de "buenos y malos", si que nos dan pie para jugar nosotros a otro juego bien diferente y mejor intencionado: al juego de las semejanzas ya que no al juego de las comparaciones.
Y es que, aunque incomparables y diferentes, si que podemos atisbar, en esas imágenes, matices o técnicas similares. Quizás bajo unas formas aparentemente disimiles (aunque, precisamente en esas dos fotos, no tanto) subyace, en esos dos cites, un fondo común con más semejanzas de las que pudiéramos sospechar.
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Herencia posible (todo es posible) pues, en nuestro caso y no en balde, en Chenel se han mirado la mayoría de los toreros jóvenes de los 80 y 90, igual que Chenel, y con él todos los toreros de su quinta, se miraba, a veces sin querer confesarlo, en Manolete. Al final, el trasvase de influencias técnicas entre toreros puede que rebase las fronteras que marcan los estilos y los modas e, incluso, las que marca el tiempo, la edad o la época. En el toreo, la cuestión es buscar soluciones a los problemas -siempre los mismos- que plantea el toro, y no respuestas a las demandas esteticistas o teorizantes de los que están en los tendidos que eso, si es el caso, vendrá después. Esta última es cuestión importante pero, en el fondo, secundaria.
No en balde y por ello, el toreo se está retroalimentando continuamente, en un ciclo sin fin, de una época o otra y de un torero a otro, desde sus albores.
Es el hilo invisible del toreo. El verdadero.
Es el hilo invisible del toreo. El verdadero.
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Chenel no sólo tiene la pierna atrasada en el momento de la foto (el del cite) sino que -al contrario de lo que algunos han afirmado en los blogs aludidos- ahí la mantendrá hasta el remate. Se puede comprobar lo que afirmamos viendo las grabaciones de las faenas de esa época donde -si bien en ocasiones adelanta la pierna de salida lo habitual era en él mantenerla retrasada. Se puede comprobar aquí. El mecanismo de adelantar la pierna lo utilizaba más -en mi opinión- como medio de ajustar el cuerpo del torero al del toro cuando la trayectoria de la embestida era más periférica que como medio de cruzarse en su camino.
Postdata puntualizadora para suspicaces:
El muletazo de Chenel que ilustra esta entrada no es una mácula en su toreo. Era un modo habitual de citar en aquellos años y en los posteriores. Guste más o guste menos su falta de verticalidad y esa pierna retrasada, esa forma de citar no es ni un "lapsus" ni un "accidente", ni una "excepción", sino un ejemplo de como se citaba entonces... y como se sigue citando todavía,
Postdata final para teorizantes
Enjuiciar el toreo a partir de ideas fijas -que es lo que siempre se suele hacer- es renunciar a entenderlo. Construir nuestros argumentos solo como medio de justificar nuestras hipótesis de partida, nuestras convicciones previas solo sirve para engañarnos a nosotros mismos. El toreo, a fin de cuentas, es como pueden o quieren los toreros de cada época, no como a nosotros nos gustaría que fuera o como pensamos que debería ser.
".....igual que Chenel, y con él todos los toreros de su quinta, se miraba, a veces sin querer confesarlo, en Manolete."
ResponderEliminarJosé,según mi modesta opinión el espejo en el que se miraba esa generación era Manolete,pero sin olvidar los matices que incorporaron tanto Pepe Luis como Bienvenida / Ordoñez,que para mí conforman lo que tan acertadamente denominas "el hilo
conductor..."
Efectivamente Chenel es el eslabón entre el toreo de la primera mitad del siglo. XX y la actualidad.
Antonio López Almenar:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Efectivamente, a partir de Manolete se empieza a torear siguiendo el modelo de faena y el concepto que había traído el torero de Córdoba pero cada cual según su estilo y personalidad. Hubo toreros amanoletados y otros que se miraron en otros espejos bien diferente como Pepe Luis o Bienvenida (éste último a su vez más partidario de Domingo Ortega que de Manolete, por ejemplo). Ordoñez, que también fue referente, es posterior a ellos y efectivamente su toreo es de una línea estilística distinta.
También comparto que Chenel es uno de los referentes de los toreros y del toreo que vino después.
Un cordial saludo
Como aficionado me atreveria a comentar, qen en la forma de ejecutar los lances, pases existe lo que yo denomino la caligrafía taurina que esta en la forma de la ejecución de los mismos por cada torero que es lo que marca la diferencia en que uno puede ser mas bonito que el del otro lo que marca el sello personal de cada uno y es donde se diferencian sin parecerse a ningun otro .
ResponderEliminarCordial saludo
Fabio García Alzate:
ResponderEliminarComparto su opinión. Creo -como se ha dicho tantas veces- que hay quienes hacen el toreo y quienes lo dicen. A veces, esas cualidades no van unidas y falta una de ellas. Otras por el contrario se juntan y entonces el torero que posee ese don, esa capacidad de hacer el toreo y decirlo con depurado estilo marca, lógicamente, las diferencias con el resto.
Antoñete hacía y decía el buen toreo. ¡Y como lo hacía y como lo decía! Fue un maestro indiscutible. El Juli, lo hace con perfección suma aunque a veces se olvide de las formas, se olvide de decir el toreo, no se si voluntaria o involuntariamente. Aunque lo cierto es que lo compensa con una ambición desmedida, estoy por decir que infinita.
Un cordial saludo.
¿Podría adjuntar vel enlace a la grabación a que se refiere de la faena de Antoñete?
ResponderEliminarAquí está:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=aePmTYPgPZQ&feature=youtu.be
Gracias. Pero quizás debería cambiar el texto porque el vídeo es de la faena al toro de Osborne y no corresponde a la foto con que abre su entrada. Sea como fuere, no hay duda de que se alivia de manera exagerada aunque en el siguiente pase su colocación no tiene nada que ver con la de El Juli.
ResponderEliminarCierto. Matizaremos el texto pero no es tanto una cuestión de alivio sino un modo de torear al natural que Antoñete practicó toda su vida y que consistía y consiste en respetar el viaje natural del toro.
ResponderEliminarMatizado queda. En efecto, el texto inicial parecía referirse a "ese" muletazo concreto y no (que es lo interesante) a un modo más general de citar en el torero madrileño.
ResponderEliminarVaya, el texto ha quedado ahora muy diferente del que escribió al principio. Ahora queda perfecto pero a los que nos disgusta esa forma de citar de El Juli no vamos a justificar a Chenel cuando hace lo mismo. Él se giraba para ir ligando pero nunca de la manera tan exagerada que lo hace El Juli.
ResponderEliminarJosé, en relación a los comentarios de "Anónimo" me solidarizo con ellos. Y me explicaré: tanto en la fotografía origen de la polémica como en el vídeo de la faena al toro de Osborne, Antoñete torea "respetando"la trayectoria del astado, tal como hacía en sus años de reaparición tras su estancia en América y el famoso festival que lo catapultó, siendo contratado para matar la corrida de Osborne. Sin embargo el Antoñete de los años 90, nada tenía que ver con aquel de su regreso a España. Repasando su filmografía se percibe claramente como sufre una "metamorfosis purista"que se demuestra por dos formas distintas de citar: dando distancia al toro pero colocándose DE FRENTE al mismo y sobre todo CRUZANDOSE, lo cual obliga a cambiar la trayectoria, contrario a respetar la misma.
ResponderEliminarNadie puede negar la aportación de Chenel a la tauromaquia de los 90 y 2000, que estaba dominada por la mediocridad de "figuras" como J.A. Ruiz y sorprendidos por el "encimismo" de Ojeda, Vicente Barrera...Chenel devolvió la importancia de la distancia y el dominio que supone obligar al toro a SEGUIR LOS VUELOS DEL ENGAÑO en contra de "su trayectoria natural"
Los comentarios sobre JULI los podemos dejar para otro momento.
Como comprenderás, por el respeto que te profeso gracias a tus siempre acertados comentarios y tu gratificante docencia, todo lo dicho es con admiración y absoluto respeto hacia tí y "tu tauromaquia".
Un abrazo,
Antonio López Almenar
Por cierto ¿no cree que el toreo debería ser lo contrario de lo que dice usted cuando afirma en comentario anterior que Chenel respetaba 'el viaje natural del toro'? Me refiero a que torear posiblemente tendría más mérito si se obligara a que el toro fuera precisamente por donde no quiere ir en lugar de consentir su 'viaje natural'. No sé cómo lo ve.
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarMe alegra que le guste el texto tal y como ha quedado pero difiero en que sea diferente del primero. Lo que quería decir -y sigo diciendo- es que dar por hecho a la vista de la foto de Chenel que va a adelantar la pierna de salida es desconocer como toreaba Chenel realmente o, mejor dicho, darle más importancia a lo que decía el maestro (que había siempre que cargar la suerte) que a lo que realmente hacía (adelantar o no adelantar la pierna de salida en el primer muletazo, nunca en los siguientes si ligaba el toreo en redondo).
Sobre sus gustos (o disgustos) hacia el Juli, lógicamente no entro. Es evidente que a los amantes de la estética esa renuncia consciente de la estética que supone esa forma de citar, no puede agradarles. Cuestión de gustos...
Antonio López Almenar:
ResponderEliminarEvidentemente, una misma cosa puede ser vista de manera distinta (y desde el máximo respeto -como bien señala- hacia el "oponente" dialéctico, respeto que comparto).
Desde ese respeto, a mí -personalmente- me parece más puro y que se respeta más el viaje del toro cuando se le lleva en línea, pues se le permite desarrollar su fuerza al máximo, que cuando se le desplaza hacia afuera adelantando la pierna de salida pues, en ese caso, creo que se le fuerza al toro en su trayectoria y se le frena (puede que ahí naciera el temple).
En ese sentido, me parece que, de esa forma, el torero consigue una mayor ventaja sobre el astado (en eso comparto la opinión de Manolete), algo necesario con los toros de poder y/o sentido o cuando el torero por la edad necesita mayor defensa (que creo sería el caso de Antoñete en su última etapa). Personalmente, el toreo de "pata 'alante" (que me encanta) me ha parecido más defensivo que el toreo en línea, por muchas razones.
Cuando el cite se produce a mucha distancia, creo que la colocación (frontal o cruzada) se relativiza mucho.
En cualquier caso, y estoy de acuerdo con usted, el toreo de Antoñete (ya sea de los 60 o de los 80) tenía un enorme sabor, lo que nos encandiló a los aficionados que pudimos verlo torear en las plazas. Eso creo que es lo realmente importante, el sabor y la torería que conseguía transmitirnos. Un sabor y una torería de la que carecían y carecen tantos diestros de antes o de ahora. Ahí marcaba las diferencias.
Y todo eso, sin desmerecer a esos otros diestros (que usted cita) y que atesoraban otras cualidades no menos dignas -para mí- de elogio.
Un cordial saludo.
Anónimo:
ResponderEliminarCreo que, al contestar a Antonio López Almenar, he contestado en parte a su pregunta: ¿si el toreo no tiene mayor mérito cuando se le obliga al toro a ir por donde no quiere ir en lugar de consentir su viaje natural?
Como ya he dicho, creo que no pero creo también que debo explicarme.
En primer lugar, Antoñete. Su toreo fue precisamente y en todas sus épocas, un muestrario de ese respetar al toro dejándole su viaje natural. Se aprecia en su pase de pecho (lineal y hacia afuera); en ese buscar al toro en los terrenos que eligiese el toro... y en tantos otros detalles.
Evidentemente otros diestros torean llevando la contraria al toro y forzando su viaje, tratándolo como un enemigo (por ejemplo, sería el caso de Domingo Ortega que aplicaba ese torero de dominio incluso a los toros más bravos y nobles). Son conceptos del toreo diferentes.
En segundo lugar, y por lo que respecta a los posibles méritos creo que tanto mérito tiene una forma como la otra siempre que se ejecuten con precisión y torería. Siempre que se haga bien.
Tengo, no obstante, por más dificultoso (no digo ahora que de mayor mérito) el toreo de línea natural y por una razón bien simple: a un toro complicado o de sentido hay que torearlo desplazándolo y metiendo la pierna no toreándolo solo con los brazos.
Se necesita un toro bravo y noble para poder hacer el toreo de línea natural (que es históricamente posterior al toreo cambiado) ergo... aquel entraña necesariamente mayor dificultad, en mi opinión, que este último.
Sin perjuicio de lo anterior creo -en conclusión y como he dicho- que ambas formas de torear son válidas y necesarias. Cada una tiene su momento y su oportunidad y no veo por qué tenemos que renunciar a una de ellas en aras de la otra como pretenden y proponen algunos aficionados.
Al hilo de lo anterior:
ResponderEliminarToreros que han toreado respetando el viaje natural del toro:
Lagartijo, Guerrita, Joselito, Chicuelo, Manolete, Pepín Martín Vázquez, Antoñete
Toreros que han toreado desplazando al toro:
Frascuelo, Espartero; Belmonte, Domingo Ortega, El Viti, Paco Ojeda
Ahora que cada cual elija con que grupo se queda... Yo -personalmente- me quedo con todos ellos.
Me niego a elegir.
Yo lo que elijo es que el toro tenga poder, que plantee unas ciertas dificultades al torero. En suma, que éste tenga que dominarlo.
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminar¿Que tenga ciertas dificultades? No hay un sólo toro que no tenga sus teclas. Incluso, como decía Corrochano, si el toro sale sin defectos que corregir, toda la lidia debe encaminarse a evitar que adquiera resabios por mor de una mala lidia pero, en el entendimiento de que hoy la lidia no se entiende de modo separado al toreo... Desde Manolete, al menos, no.
El blog defensor de todo lo malo del toreo
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarEn efecto, aquí se defiende a todo lo "malo" del toreo, se defiende a Pepe-Hillo y Pedro Romero, a Paquiro, a Cúchares y al Chiclanero, al Tato y al Gordito, a Lagartijo y Frascuelo, a Guerrita, a Joselito y Belmonte, a Domingo Ortega y a Manolo Bienvenida, a Manolete, a Pepe Luis Vázquez y a Pepín, a Antonio Bienvenida, a Luis Miguel y a Ordoñez, a Camino, Puerta, el Viti y el Cordobés, a Curro y a Paula, a José Tomás, a Morante y al Juli. Y a los de ahora. También a los de ahora.
Y de toros ni le cuento defendemos a Miura, Veragua, Saltillo, Conde de la Corte, Victorino, Adolfo, Cuvillo, Garcigrande, Victoriano del Río y un largo etcétera.
En fin, eso es lo que hay. Defendemos todo lo "malo" de antes y ahora.... El "toreo" en resumen... Eso que tanto se ataca hoy desde fuera y, también a veces, desde dentro y que tan mal y poco conocen ni quieren conocer los de fuera ni, mucho menos, algunos de los de dentro.