domingo, 23 de octubre de 2016

La magistral clase de Diego Urdiales

Por Jose Morente


Diego Urdiales. La clase de un maestro

La enseñanza del toreo

La receta, para la enseñanza del toreo, es bien sencilla. Para empezar se necesitan los siguientes ingredientes:primero, un grupo de alumnos y en segundo lugar, un maestro.

Lo primero es fácil, las Escuelas proliferan por nuestra geografía y, pese a cierto desapego por parte de los aficionados más reaccionarios, han hecho y están haciendo mucho bien a la fiesta y al toreo. Y es que, en las Escuelas, los alevines de torero aprenden el oficio igual que en las Escuelas de Medicina, de Ingeniería, de Arquitectura o de Bellas Artes, aprenden sus respectivos oficios los futuros profesionales de cada una de esas materias. 

Las Escuelas no matan la inspiración. Al contrario, el oficio es la base necesaria para que se desarrolle la personalidad que se pueda tener. Que se tenga o no personalidad y en que medida. es otra cuestión muy diferente. No todos los arquitectos diseñan igual, ni todos los periodistas escriben del mismo modo, ni todos los artistas pintan o esculpen siguiendo las mismas pautas. Tampoco todos los toreros tienen el mismo estilo al torear.

Pero, en cualquier caso, para aprender el oficio, es necesario alguien que sepa enseñarlo. Hace falta un maestro. La palabra "maestro" viene del latín y en la cuarta acepción de nuestro diccionario de la lengua designa a la "persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo".

En el toreo ese título para enseñar lo da el conocimiento. Conocimiento que tiene la "persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura"(6ª acepción del Diccionario de la RAE). 

Hay que tener también, aunque el diccionario no lo diga, vocación de maestro o sea, ganas y disposición de enseñar el oficio. Un oficio, el de la tauromaquia, que se acerca más al sacerdocio (el toreo es un viejo y ancestral rito sacrificial) que al mercadeo. El toreo, aunque espectáculo, pues asiste el público, es, sobre todo, una ceremonia.

Por eso, el Diccionario de la Lengua enseña que se llama maestro de ceremonias a la persona, al maestro, que "advierte las ceremonias que deben observarse con arreglo a los ceremoniales o usos autorizados". 


El maestro Diego con los novilleros Manuel de Reyex (ET de Nimes-Barcelona), José Rojo (ET de Madrid), Jareño y Santiago Fresneda (ET de Málaga)
Como convertir una clase práctica en una clase magistral


Ayer en Málaga, Diego Urdiales ofició de maestro de ceremonia de la clase práctica organizada por la Escuela Taurina Diputación Provincial de Málaga. Era el VII Certamen Juan Pedro de Luna y torearon, por la tarde y con novillos de Zalduendo, "Jareño" y Santiago Fresneda de la Escuela de Málaga, José Rojo de la de Madrid y Manuel de Reyes de la Escuela de Nimes-Barcelona, Quede constancia para la historia que el último de los citados ha sido el primer torero catalán que ha toreado en una plaza de toros, después de la Sentencia del Constitucional que ha declarado nula la Ley catalana que prohibía el toreo en esa Comunidad, 

En el toreo, el público asiste expectante (o sea, a la expectativa y de ahí la palabra espectador) a los acontecimientos que se desarrollan ante sus ojos. Y va siguiendo la corrida, observando al toro y al torero. Celebrando sus encuentros y repudiando sus desencuentros (que también los hay). Aplaudiendo lo que le gusta o le sorprende y protestando ante lo que le desagrada o disgusta. Esa es su labor, que no es baladí, como participante del rito. 

La actitud del torero es radicalmente diferente. El torero no puede estar en la plaza impasible, a la expectativa como mero espectador.  El torero tiene que descifrar al toro y entender su comportamiento (muchas veces cambiante) para poder anticiparse a sus movimientos y a su ataque. El torero tiene que jugar a adivino. Y no puede equivocarse pues cualquier error se paga aquí muy caro.

Esa fue la clase teórica, la enseñanza que ayer nos dio Diego Urdiales en la Malagueta. Ir explicando y descifrando al público y a los chavales de las Escuelas, desde el callejón, micrófono en mano y por los altavoces de la plaza, como eran y como se comportaban los novillos de Zalduendo (alguno con hechura y, lo más importante, con comportamiento de toro). Cuales sus características y los matices de su embestida. Cuales sus virtudes y sus defectos. Una vez entendido el toro, el toreo surge o puede surgir ya libre y espontáneamente según el estilo y formas de cada torero..

Luego cuando Diego cogió capote y muleta en el 5º de la tarde (no hay quinto malo pero este tuvo sus complicaciones veladas por la mestría del torero de Arnedo) y saltó al ruedo, vino la lección práctica y magistral de ese gran torero. Torero de culto para muchos aficionados y algunos toreros. Un maestro del toreo más clásico, más añejo y más puro

El vídeo de su faena al toro de Zalduendo, está en las redes para quien quiera disfrutar con el buen gusto clásico de su toreo. y aprender con la maestría de su magisterio, 



Postdata riojana, taurina y vinícola

Organizado y convocados por Juan Carlos Estrada, el viernes un grupo de aficionados tuvimos el privilegio de participar en una cata taurina en Evoke con la compañía del torero de Arnedo. Una cata que finalizó con la degustación de un vino de la Rioja, el Pujanza. Un vino de ahora y adaptado a los gustos de ahora pero elaborado básicamente con la uva clásica tradicional de la zona, la uva Tempranillo.

Como me decía Joaquín Riera, un vino clásico pero actual igual que es clásico pero actual el toreo del maestro Diego Urdiales

Luís Bollaín y Juan Belmonte y ante una foto del trianero, se deshacían en elogios sobre la postura relajada y torero de una  de las manos del diestro. Precisamente, la que no toreaba. Pues eso, fijémonos en  esta foto, en esa  mano  torera que no torea" de Diego Urdiales.

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