lunes, 3 de octubre de 2016

Cuaderno de notas (CVII) El toreo arte siempre en peligro

Real Cédula de 1805 prohibiendo las corridas de toros (De Wikipedia)


Es preciso señalar que el toreo ha sido siempre un arte en peligro. No sólo por el riesgo consustancial a su propio ejercicio, sino por la amenaza de muerte que ha venido acompañándolo a lo largo y ancho de su historia.

Decretaron su aniquilación tiaras papales, reales coronas y privanzas escandalosas como la de Godoy. Jurisconsultos, frailes, teólogos, científicos, periodistas, parlamentarios, literatos, eruditos y miembros de las sociedades protectoras de animales, abogaron por su abolición. Amenazaron a sus practicantes y asistentes con penas de excomunión, multas, cárcel, destierro, y a quienes murieran en los ruedos llegaron a negarles cristiana sepultura

Según las épocas, el toreo fue fustigado por diversas razones, ya fuera por ser impropio de fieles al interesar a turcos y moros, ya por arrojar vidas humanas al destrozo de las bestias; bien por perjudicar a la agricultura con la cría del toro, bien por no ser lícito a los príncipes consentir entre los súbditos tal práctica de bárbara valentía; unas por el peligro con que se expone al hombre, otras por el quebranto para la economía que acarrea la frecuente celebración del espectáculo; aquí por considerar triste la diversión de los ojos lograda a costa de peligros ajenos, allá por la pérdida de jornales y los gastos desmedidos que su asistencia supone al pueblo trabajador. y todas ellas envueltas en la pátina de espectáculo cruel: para Cadalso, por ejemplo, por los muchos hombres que morían en la plaza; para los animalistas de ahora, por los pocos que lo hacen.

ORTIZ, Santi. "El toreo frente al mundo" (1ª ed., Barcelona, Editorial Bellaterra,  2016. Págs. 141 y 142)




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