Picasso presenta las imágenes a través de un proceso de reducción -o, como él lo llamaba, de destrucción- para llegar a la verdad fundamental: la esencia del toro.
Se trata de una secuencia bastante inusual visualmente hablando, en el sentido de que expone lo que normalmente está oculto a la vista. Picasso crea una imagen a partir de cada una de las etapas de trabajo, descubriendo así su proceso mental. Las diez litografías que preceden a la versión final son como las tomas descartadas del director de cine o los versos corregidos del poeta: material extraño que no llegó a la versión final.
Lámina I
La serie comienza con una imagen tradicional que se acerca a los grabados de toros creado por su compatriota del siglo XVIII, Goya.
Lámina II
El segundo boceto es algo más grueso y sólido y podría verse em él una interpretación del Rinoceronte de Alberto Durero (1515). En esta etapa, el malagueño está aún copiando.
Lámina III
En la tercera versión entra en escena el auténtico Picasso, diseccionando al animal como un carnicero y marcando todas las articulaciones. El pintor está tomando el control y, literalmente, la medida.
Lámina IV
Lámina IV
En la cuarta lámina aparecen lineas geométricas que presagian ya la imagen cubista; Picasso prueba a aplicar algunas antiguas ideas a la litografía, una técnica nueva para él. La cabeza del toro gira hacia el espectador. El artista se siente más seguro de sí mismo.
Láminas V, VI y VII
Las versiones cinco, seis y siete son reminiscentes de una serie similar de dibujos realizados por el artista moderno neerlandés Theo van Doesburg en 1917, en los que los animales quedan divididos en secciones para crear una composición general más equilibrada.
Láminas VIII y IX
Entre las láminas ocho y nueve nos damos cuenta de como Picasso llega a la conclusión de que en este medio expresivo en particular podría darse el caso de que menos sea más. Matisse fue un maestro reconocido del trazo; aquí Picasso se quita los guantes y reta a su rival en su propio terreno. Se acabaron los esquemas; desde este momento se trata de la pureza del dibujo
Lámina X
La décima imagen muestra al artista recurriendo de nuevo a la experiencia. La cornamenta del animal ha variado.: ya no es inmediatamente reconocible y empieza a recordar a una horca, un trazo lineal a mano alzada que Picasso ya había empleado tres años antes en su escultura Cabeza de toro (1942), hecha con un sillín y un manillar de bicicleta. El décimo toro tiene una cabeza diminuta y un ojo enorme, truco gráfico que venía practicando desde las Señoritas de Avignon (1907)
Lámina XI
Por fin, la última versión, todo encaja. Se trata de una imagen única creada combinando pintura rupestre y abstracción moderna, la experiencia de la mano del pintor y lo innovador de un procedimiento inédito. El artista había tomado ideas de otros y reutilizado muchas propias (...)
Picasso nos demuestra que la creatividad no es sumar, sino sustraer: las ideas necesitan afilarse, simplificarse, centrarse (...) La serie de litografías de Picasso no sólo nos muestran como una idea toma forma -literalmente- sino de dónde procede.
En la sencilla figura con la que Picasso culmina la secuencia radica la clave de la creatividad.
GOMPERTZ, Will "Piensa como un artista" (1ª ed. en castellano, Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U., 2015. Páginas 93 a 96)
Magnífica secuencia de la abstracción picasiana!!!
ResponderEliminarLástima que en el toreo no pueda aplicarse tal simplificación. En determinadas disciplinas lo fundamental es absoluto en sí mismo, imposible de esquematizar o mejor dicho de sintetizar!!!
El barroquismo del toreo según mi opinión es fundamental, pero no lo confundamos con el amaneramiento imperante...