Creo que todas estas historias de adelantar o de retrasar la pierna de salida, del toreo en 8 o en 0 tienen que ponerse en contacto con la teoría de los terrenos y su pertinencia.
En las tauromaquias antiguas, el ruedo era el terreno del toro y el hombre iba a la conquista de este territorio de forma progresiva, avanzando en ese peligroso campo. Torear era, esencialmente, esa toma de posesión. Torear en 8 adelantando la pierna, es decir, andando paso a paso, muletazo tras muletazo, hasta el corazón del territorio del toro es la aplicación de este principio. Interponerse entre el animal y el centro de su territorio era una temeridad o, en caso de accidente, un error profesional.
El toreo en 0 no tiene en cuenta estas nociones de territorios. Se funda, me parece, sobre otro modo diferente de dominar al toro: no invadiendo su territorio sino haciéndole sufrir el fracaso repetido causado por un objeto perturbador imposible de alcanzar en un recorrido lo más largo posible: la muleta que viene y vuelve sin parar provocándole con insolencia.
Si bien, que el toro tropiece la muleta no tiene consecuencias en una tauromaquia en 8, resulta ser un error en la tauromaquia en 0, cuyo principio es necesariamente la incapacidad del toro para alcanzar el objeto perturbador.
La tauromaquia es una práctica acumulativa, donde las invenciones se van sumando y donde se van ofreciendo nuevas posibilidades sin desautorizar las prácticas anteriores. La lenta implantación de la tauromaquia en 0 no convirtió en obsoleta la primitiva tauromaquia en 8, que se practica todavía hoy: en los lances de recibo con el capote; en muchos inicios de faenas y en muchos finales de faenas (hasta habría que considerar como renovación de esa manera, los encadenamientos de pases con cambio de manos, con o sin espada, como lo hacen Juan Bautista o Daniel Luque).
La teoría de los terrenos perdió su supremacía, pero permanece viva en numerosas fases de la faena.
Convendría preguntarse entonces, por qué lo que se consideraba imposible: no tener en cuenta la posiciones del toro y del torero dentro del ruedo, se convirtió en un sinsentido a partir de mediados del siglo XX: ¿Comprendimos lo que ignorábamos antes? ¿El animal, a consecuencia de su selección y a consecuencia del modo de tratarlo en el campo, se ha vuelto menos sensible a estas nociones instintivas más primitivas de territorio?
Adelantar la pierna o retrasarla no es una elección: es una consecuencia, una necesidad que emana de la opción de toreo elegida.
O conquistamos el espacio del toro, y toreamos en 8, adelantando la pierna; o provocamos con burla el toro por el temple y toreamos en 0, manteniendo (o retrasando) la pierna de salida.
Le felicito por la entrada, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarCreo que al final la clave es el comportamiento del toro lo que hace que que se pasara de torear en 8 a torear en 0, que las distancias, querencias y terrenos fueran muy importantes a no tener actualmente mucha relevancia.
También veo en el peto y consiguiente aumento del tamaño del caballo y los adelantos en la medicina factores que han ayudado a ese cambio.
Un Saludo
"Adelantar la pierna o retrasarla no es una elección: es una consecuencia, una necesidad que emana de la opción de toreo elegida."
ResponderEliminarNo, no es así.
Salvo que se quieran encadenar los muletazos, unos tras otro, sin solución de continuidad, girando el toro como un tiovivo alrededor del torero. Lo que es una forma de torear de menor valor que hacerlo con muletazos ligados, pero cada uno con un comienzo y un final. Es el caso de la moderna tauromaquia de JMM hijo (que enloquece -¿cómo así?- a tantos), sin relación y con mucho menor valor estético que el toreo de -por ejemplo- JMM padre, que jamás toreó así.
Torear en redondo, incluso ligando los muletazos, no obliga a retrasar la pierna de salida. Hacerlo de esa forma resulta, más bien, un alivio para el diestro. Al retrasar la pierna es posible darle salida al toro, con mayor facilidad, al final de cada muletazo.
Cualquier aficionado que se haya puesto delante de una becerra lo habrá podido comprobar; incluso, lo podrá verificar el que haga en serio el ejercicio correspondiente, toreando de salón.
Por otro lado, los terrenos ni se han perdido ni son irrelevantes en la lidia; en los tres tercios y a la hora de matar, importan los terrenos, las querencias y las tendencias que el toro va desarrollando y a veces, variando a lo largo de la lidia.
No cabe duda que la selección moderna del toro de lidia permite una forma de torear que antaño era impensable. A pesar de verse aún toros mansos, pocos tienen la mansedumbre de los toros de hace 70 o 100 años, cuando muchos salían con dicha condición. Hoy,a pesar de verse muchas veces toros con poca fuerza (pero seguramente con mucha clase; la clase suele traer de contrabando dicha debilidad, acentuada por las embestidas muy humilladas), pocos son mansos de carreta absolutamente ilidiables. El son en las embestidas, la uniformidad en la velocidad ralentizada de muchos toros modernos, la forma de humillar, su clase y nobleza, permiten hoy una tauromaquia del siglo XXI, que hace unas décadas era inimaginable. Sin ir más lejos, en la década de 1950.
Pero los terrenos y su importancia siguen vigentes; importan mucho para lograr una lidia a favor de ese toro actual, con tanta clase que suele degenerar en flojedad (salvo excepciones notables), buscando maximizar las embestidas en la muleta.
Atte
Sebastián.A:
ResponderEliminarEvidentemente, el toreo evoluciona. Los cambios en el concepto de bravura buscada por los ganaderos, un mayor castigo del toro propiciado por el peto y los avances de la medicina salvando vidas que antes se hubieran perdido han ayudado a que el toreo cambie.
Pero creo, no obstante, que el cambio de mentalidad, de gustos, de tendencias era ya anterior y existía, antes de esa circunstancias, el intento de lograr ese tipo de toreo más evolucionado.
La opción de torear en 8 o en 0 puede estar condicionada por el toro pero en mi opinión, no sé lo que pensará el autor del artículo, prima más el carácter del torero, su formación y su concepto del toreo a la hora de elegir un modo u otro. Eso es lo que pensaba, al menos, Pepe Alameda quien fue el primero que señaló la importancia de las diferencias entre esas dos formas de torear.
Un saludo
P.J. Fomez-Debarbieri:
ResponderEliminar1. Retrasar la pierna de salida fue una aportación de Guerrita y, posteriormente, de los toreros de los años 50-60 (Españoles y mexicanos, allí quizás más exageradamente que aquí) que buscaban el pase circular (que rescató Luis Miguel) y el toreo más largo posible en redondo.
Cuestión diferente es esa forma de torear -que usted reprueba- donde se encadenan los pases como un tiovivo. Un toreo de menor mérito que aquel en el que se ligan los muletazos soltando y recogiendo al toro en cada uno de ellos.
Pero son cuestiones diferentes. Una cosa es la colocación del torero en el cite y otra la forma de encadenar los muletazos: No me parece correcta la relación que usted establece entre toreo "en tiovivo" y el hecho de citar retrasando la pierna de salida.
2. Retrasar la pierna de salida (en línea como se hace a veces o más o menos "escondida" como se hace en otras ocasiones) es lo ´más coherente cuando se torea en redondo pues de lo que se trata es de traer el toro hacia adentro. mantenerlo en órbita alrededor del torero, no expulsarlo hacia afuera como ocurre en el toreo en ochos, donde adelantar la pierna o, al menos ganar terreno entre los muletazos, es lo más apropiado.
3. Retrasar la pierna no resta mérito al muletazo ni supone alivio para el torero. Este es un error de apreciación frecuente en el que caen incluso los aficionados prácticos. Al contrario, y pese a lo que dicta el instinto, es el hecho de cruzarse, de avanzar, de marcar al toro el camino al que no se va a llegar, de adelantar la pierna, lo que supone más garantía para el diestro de evitar el percance que mantenerse en el sitio y conducir la embestida con los brazos y sin ayuda del movimiento del cuerpo.
4. Es evidente que los terrenos no se han perdido en muchos momentos de la lidia. Ni eso es lo que se dice en el artículo, ni eso es lo que hemos opinado en otras entradas del blog.
Pero lo que si resulta también evidente es que toreando en redondo, la importancia de los terrenos, se desdibuja. El hecho de alternar pitones, de dar un muletazo por las afueras y otro por los adentros supone una apuesta del diestro y una inversión (e invasión) de los terrenos que a los autores de las primeras tauromaquias no se les pasó por la cabeza.
5. Por lo que respecta a la selección del toro moderno, es evidente que se orienta en el sentido de una mayor bravura y de una mejor embestida. Sin embargo, la debilidad que denuncian algunos aficionados creo que ya no existe. En mi opinión, el toro de los últimos años, gracias a saneamientos y entrenamientos, es un toro mucho más fuerte, más resistente a la lidia tiene mucho más carbón en sus embestidas que el toro estándar que se lidiaba en los años 80. De hecho, salen en las ganaderías punteras toros complicados y fieros con una frecuencia que antes no se daba. Es ese otro cambio del que los aficionados todavía no se han percatado y del que, creo, no son conscientes.
Un saludo
Discrepo con usted, señor Morente en tres puntos de su respuesta.
ResponderEliminar1. Sí es una ventaja -o un recurso, si se quiere- retrasar la pierna de salida al citar para torear en redondo. Cierta vez, comentándolo con un torero experimentado, como José Antonio Campuzano, llegamos a la conclusión de que es un recurso válido para torear en redondo a toros de corto recorrido.
Hay toreros, como Morante (para dar un solo ejemplo) a los que no veremos retrasar por costumbre la pierna de salida al torear en redondo; quizá sí, a veces, igualar ambas piernas y citar de perfil, al ir ligando los muletazos de una serie.
Siendo así, ¿por qué, a su juicio, hay magníficas faenas a base de series de toreo en redondo (no en circulares, que es cosa distinta) sin que el torero adelante la pierna contraria? Porque se deduce del artículo que comentamos, que casi es condición sine qua non retrasar la pierna para torear bien en redondo.
No es que sea un aficionado práctico, pero de vez en cuando toreo becerras en tentaderos y a mis 56 años y excedido en peso, considero válido darme alguna ventaja. Por ello, suelo retrasar la pierna de salida, lo que me facilita torear vacas complicadas o cuyo volumen y astas buidas no recomiendan que me tome más riesgos que los necesarios para pasarla bien y sin disgustos. No es lo mismo citarlas adelantando la pierna contraria, que retrasándola.
2. Incluso en el toreo en redondo importan los terrenos y su importancia no se disipa o desdibuja. Para citar un solo caso: un toro que mansea o que tiende a tablas o que está a punto de rajarse, tomará la muleta con mayor entrega en los derechazos o naturales que vayan hacia tablas, mientras que costará mucho más torearlo bien y de largo en la dirección contraria.
3. A pesar del desarrollo de la selección genética del toro de lidia, es evidente que ciertos caracteres no pueden ser elegidos sin efectos colaterales. Es el caso de la clase o como ahora le dicen ahora algunos "la toreabilidad" (horroroso palabro). En la búsqueda de esas embestidas humilladas, con son, fijeza extrema y nobleza, se meten en algunos toros -de contrabando genético- factores de debilidad.
No me refiero con "debilidad" o falta de fuerza a las caídas de los 60s y 70s. Me refiero a toros que al emplearse y meter la cara unas pocas veces, se paran, echan la cara arriba, defendiéndose y se acaban muy pronto, aplomándose. Y si a esos astados, se les picase como es debido, aquello sucedería mucho más rápido. Por ello, hoy el gran público ovaciona a los picadores que no pican y que solo dejan un picotazo.
Saludos.
P.J. Gomez-Barbieri:
ResponderEliminarEs lógica la discrepancia pues desde hace muchos años, la literatura taurina se ha decantado casi en exclusividad por el toreo cambiado o contrario (de perna adelantada) mientras que en los ruedos se practica el toreo de línea natural (de pierna retrasada cuando no escondida). Le doy mi opinión a las cuestiones que suscita
1. Retrasar la pierna, no es ni recurso ni ventaja. Puede gustar o no a aficionados y toreros, pero es un posicionamiento legítimo en el cite si se quiere alargar el muletazo. Tan legítimo como situarse de frente y adelantar la pierna de salida o sacarla a un lado (lo que no es lo mismo) renunciando a un buen control del final del muletazo.
El toreo en redondo se hace y se ha hecho desde siempre retrasando esa pierna de salida, llegando a ponerla detrás de la de entrada (en línea) o, incluso, como ocurre hoy (quizás de forma exagerada) muy, muy retrasada (lo que llaman pierna escondida).
Para los toros de corto recorrido, el recurso usual no es el de retrasar la pierna sino el de retrasar la muleta (citar con la muleta a la altura del cuerpo) para que cuando el toro en su corto recorrido, tome el engaño, haya rebasado el cuerpo del torero que así salva la cornada y puede rematar el muletazo con cierta holgura.
Sobre su experiencia práctica no puedo opinar pero pienso que se desplaza mejor al toro hacia afuera cruzándose al pitón contrario (adelantando la pierna) que haciendo lo inverso.
El hecho de que esa forma de torear (en ochos y adelantando la pierna de salida) sea la seguida de forma mayoritaria por la mayoría de los toreros que salen de torear en el campo y las capeas me hace pensar que esa forma es más segura y garantiza mejor la defensa del torero que la del toreo en redondo.
Por eso, no comparto, en absoluto, esa opinión tan difundida que sostiene que el toreo en redondo sólo es posible gracias a la bondad del toro de ahora. Desde mi punto de vista es, justo lo contrario. El toro complicado y resabiado exige adelantar la pierna de salida y torear en ochos para alternar pitones y poder desplazarle más fácilmente. Es un toreo de más ventaja (relativa, por supuesto) para el diestro. Mejor dicho, es un toreo que da más opciones al diestro y menos al toro
(sigue)
2. Ciertamente, los terrenos importan se toree en ochos o en redondo. Lo muletazos de la tanda a favor de querencia van más fluidos que los que se dan en contra de la misma: Eso es evidente.
ResponderEliminarPero también es cierto, la afirmación del autor del artículo. Llega un momento que el toro pierde el sentido de las querencias y prácticamente olvida su querencia y se entrega al dominio del torero. llegando a estar sólo pendiente de la muleta y no del cuerpo. Eso en el toreo cambiado es menos perceptible.
3. Por lo que respecta al último punto, estoy de acuerdo con usted. La embestida humillada y entregada rompe más al toro y propicia cierta debilidad o, dicho de otra forma, puede ir asociada más a la debilidad que a la fuerza: Los toros que no se emplean, no se entregan conservan mejor sus fuerzas intactas que los que sí lo hacen.
La suerte de varas rompe demasiado (por mor del peto) al toro verdaderamente bravo, no al manso fiero que se defiende con la cara arriba.
Por otra parte, el castigo que hoy se infringen a los astados en el caballo es mucho mayor al que recibía el toro de antes del peto. Una vara de hoy, incluso con poco palo equivale en mi opinión (castigo de la puya + romaneo con el caballo entrenado de ahora) a varias varas de las de antes. Algo habrá que reformar en la suerte de varas. Hoy por hoy, no satisface ni a unos ni a otros.
Un saludo