viernes, 16 de octubre de 2015

Cuaderno de notas (LX) Más no se puede ser

Guerrita con sus ¡Veinte nietos! Por cierto que a un inglés que se asombraba de lo numeroso de su prole, el Guerra siempre sentencioso le espetó ¿Pero miste, usted se cree que yo me he casado para hacer el rídiculo?. Algunos de estos nietos le acompañarían a la becerrada donde vio torear a Luis Miguel Dominguín (Publicado en la revista Mundo Gráfico en 1933) 
 
Mi alta valoración del toreo de Guerrita no solamente sigue en pie, sino que se acrecienta cada día que pasa. Sabido es que, como torero fue excepcional. Y, además, la figura cumbre que traslada el toreo del siglo XIX al del siglo XX.
 
Yo no conservo ni trofeos taurinos, ni cabezas de toros embalsamadas, ni trastos que me recuerden determinadas efemérides. No soy fetichista, ni entro en esa parafernalia que tanto abunda entre los de mi profesión (...)
 
Sí, conservo algo. Mi orgullo es tener en mis manos un dije de oro que Rafael Guerra me regaló, después de haberle brindado yo un toro en la plaza de Córdoba. En el dije está grabada está leyenda: "La Asociación de la Prensa de Madrid a Rafael Guerra Guerrita. 1895".
 
Le conocí en Córdoba, a donde fui a torear en 1939, con doce años de edad. Fue a la corrida, acompañado de sus nietos, que querían verme torear.
 
"Coges muy bien la muleta -me dijo-. Puedes ser torero. Pide a Dios ser lo que yo he sido, que más no se puede ser".
 
Antonio D. Olano "Dinastías-Dominguín. Ordoñez. Rivera"
(Madrid, 1ª ed., Promociones CH.Ass, S.L., pág. 113)
 
Luis Miguel vistiéndose de torero en su etapa de becerrista, hacia 1940, en la época en que le vio torear Guerrita (Del libro de Andrés Amorós "Luis Miguel Dominguín-El número uno")
 

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