jueves, 9 de julio de 2015

Los imponderables

Por Juan Antonio Polo

Una terna atractiva, bonita e, incluso, original (Foto de Javier Arroyo-Aplausos)


Pamplona. Segunda de Feria. 8 de julio 2015

El cartel anunciado —Urdiales, Morenito de Aranda y Fortes, con reses de El Tajo y la Reina— era atractivo, bonito e incluso original. Sin embargo —ya se sabe—, de la ilusión a la decepción hay sólo un paso y ese paso, lamentablemente, se dio en la tarde de ayer. Las cosas no salieron como se deseaba. ¿Fue culpa de los toros? ¿Fue culpa de los toreros? No se sabe, pero siendo que ninguno de estos interrogantes tiene una respuesta inequívoca, personalmente optamos por salirnos por la tangente y culpar del desaguisado —antes era muy corriente— a los imponderables.

Y no me hagan ustedes que entre en el significado de la palabreja, pero lo cierto es que el fracaso del festejo no se puede cargar exclusivamente sobre las espaldas del ganadero. Los pupilos de Joselito, muy bien armados todos ellos, en realidad no presentaron dificultades insuperables. Varios de ellos, es cierto, se pararon en el último tercio, pero la mayoría “se dejaron” y hubo uno, el primero, que quizás mereció mejor suerte.

La actuación con capa y muleta del esperado Urdiales ante ese toro fue, sin duda, correcta, aunque si aquilatáramos un poco quizá debiéramos decir “solamente correcta”, ya que el de Arnedo, diestro bregado en las más complicadas plazas españolas, pareció abrumado por una responsabilidad que en Pamplona no existía y su faena pecó de rapidez y careció del asiento y el sosiego del que tantas veces ha hecho gala el riojano.

Tampoco estuvo muy inspirado Morenito de Aranda. Cierto que sus toros no le dieron facilidades, pero no es de recibo la falta de  recursos mostrada por el burgalés —otro tanto le ocurrió a Urdiales en el cuarto— ante unas reses muy paradas que pedían a gritos otro tipo de faena. Está claro que el insistir machaconamente para arrancarles un pase y, logrado esto, quitarles inmediatamente la muleta de la cara, no es el sistema.

Curiosamente, Jimenez Fortes, el menos bregado de la terna, fue el que despertó mayor interés. El malagueño evidenció haber olvidado el cornalón de Madrid y lució el angustioso valor de siempre —voltereta incluida—,  pero al propio tiempo puso de manifiesto unos importantes avances a la hora de estructurar sus faenas, especialmente en lo que respecta a su colocación, mando y parsimonia. Para Fortes no contaron los impoderables y al toro que cerró plaza le enjaretó varios muletazos templadísimos: los mejores sin duda de la tarde. Lástima de la espada le hizo perder la oreja.
Juan Antonio Polo


Gran muletazo de Saúl. Para Jimenez Fortes, los imponderables empiezan a no condicionar su toreo (Foto Javier Arroyo-Aplausos)

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