Por Jose Morente
De Madrid al cielo… taurino
César Rincón conmociona las Ventas
César Rincón llegó a Madrid en el San Isidro de 1991 y arrasó.
El gran torero colombiano abrió la Puerta Grande de las Ventas dos días seguidos, el 21 y el 22 de mayo y aún volvió a salir a hombros, junto a Ortega Cano, sólo un mes después, en junio.
Lo más grande es que regresó nuevamente en Otoño (gesto torerísimo) y volvió a reventar la plaza en su cuarta Puerta Grande consecutiva. ¡Ahí es nada!
Un cronista que cuidaba mucho los títulos de sus crónicas, Joaquín Vidal, titulaba su reseña de esa tarde otoñal con un contundente “La gran conmoción”
Es interesante leer lo que Vidal decía de la faena de Rincón a su segundo toro, el de la gran conmoción:
“A muchos, esta faena les supuso la revelación del toreo verdadero, y seguramente ya no querrán ver otro. Algunas figuras lo pudieron aprender también, de paso, mas se duda de que les vaya a servir, pues para torear así -dejarse ver en el cite, traerse al toro toreado, cargarle la suerte, ligar los pases entrando en su terreno- hace falta un conocimiento profundo de las suertes, una mente despejada, un templado corazón, un valor a prueba de bomba”.
Vidal describe muy bien las cualidades toreras de Rincón. A saber: conocimiento profundo, mente despejada, templado corazón y valor a prueba de bombas. Cualidades que, en su caso, se resumen en esa última, la más sobresaliente de todas, un valor a prueba de bombas.
Obviemos el acre y gratuito puntillazo que pega el crítico del País contra las figuras del momento. Y es que Don Joaquín, como le llaman sus fans (que los tiene y muy fervientes) no desperdiciaba ocasión de dejar clara su postura de paladín del toreo puro.
Centrémonos en lo que nos interesa: El análisis siquiera sea un tanto esquemático y superficial del modo de torear del diestro colombiano. Un modo de torear que Vidal sintetiza en las siguientes cuatro puntos:
- Dejarse ver en el cite
- Traerse al toro toreado
- Cargarle la suerte
- Ligar los pases entrando en su terreno.
El toreo enfrontilado, con todas sus emociones y también con todas sus limitaciones, ha tenido en César Rincón uno de sus “santo y seña”
A la vista de lo que dice Vidal, paladín del toreo puro, cualquiera que no hubiera estado presente en la corrida, pensaría que el toreo que hizo esa tarde Rincón fue un toreo extraordinario (en lo que no se equivocaría pues lo fue desde el punto de vista de la emoción y el riesgo) y, sobre todo, diferente (en cuanto a su técnica) del que se practicaba y se practica aún hoy por la mayoría de los demás toreros. Un toreo puro, como afirmaba el crítico refiriéndose a la faena del primer toro:
“Había quienes no habían visto jamás lo que es el toreo puro, y precisamente eso fue lo que César Rincón reverdeció en el ruedo de Las Ventas”.
Según Vidal, César Rincón sería casi el único torero de aquel momento capaz de hacer el toreo puro ¡Habrá pues que verlo torear!
Lo vemos. Hemos elegido para ello la tarde de su segunda Puerta Grande, el día 22 de mayo de 1991. Un día antes Rincón había salido a hombros de las Ventas. El torero colombiano tuvo el valor y la gallardía de presentarse en las Ventas el día siguiente de su gesta para revalidar el éxito alcanzado con una gran faena al sexto toro de la tarde.
Una faena representativa del toreo puro según el público madrileño (que llegó al paroxismo y prorrumpió en gritos de ¡Torero, torero!) y según el paladín del toreo puro, Joaquín Vidal (que certificó la consagración del rinconismo)
Pese a lo que han cantado sus exégetas, el toreo de Rincón a partir del segundo muletazo de la tanda se ha desarrollado conforme a los más estrictos y convencionales cánones del toreo en redondo. En la foto lo vemos de perfil y cargando la suerte sobre una pierna de salida que se sitúa en línea (no adelantada) respecto a la otra e, incluso, con el detalle (hoy surrealistamente demonizado) de levantar el talón del otro pie para alargar el muletazo.
El mérito de Rincón
César Rincón recuperó, en comandita con Antoñete un cite de lejos, muy de largo, muy meritorio y que resultaba muy emocionante pues hacia galopar al muy parado y grandón toro de la época.
Con la muleta muy adelantada, lo que aseguraba, por pura inercia y fuese cual fuese el recorrido del astado, que sobrepasaría el cuerpo del torero. Que no se le iba a quedar debajo.
En ese cite, muy enfrontilado, Rincón avanzaba la pierna de salida y se cruzaba en el camino del toro. De forma relativa pues la mucha distancia minimizaba el cruce y el riesgo del cruce. No el riesgo absoluto pues si el toro no atendía la muleta el torero podía resultar arrollado.
Rincón y Antoñete (uno de frente y otro de perfil) trajeron a las plazas el emocionante cite de larga distancia (La distancia del cite de Litri padre al que nunca se cita cuando se habla de estos cites). Una distancia algo olvidada por mor del ensimismo que se venía practicando en los años inmediatamente anteriores.
Pero eso era solo en el primer pase…
A partir de ahí, Rincón como todos los toreros que han llegado al toreo después de la revolución de Joselito-Chicuelo-Manolete (que fueron quienes diseñaron y consolidaron ese modo de torear) hacía y practicaba el mismo toreo que hacían y practicaban todos los toreros: el toreo en redondo tal y como es ese toreo en redondo. A saber:
- Retrasando la pierna de salida en el cite para alargar y profundizar el pase.
- Perdiendo pasos si era menester, que lo era, con el toro quedado.
- Colocando oblicua (y no plana) la muleta para tocar el ojo contrario y embarcar en ese ojo la embestida
- Salvando el embroque fiado en el juego de brazos y no en sus piernas (ancladas en el albero desde antes que se le arrancara el toro) y
- Rematando mucho más allá de la cadera (no detrás).
Eso que algunos llaman “destoreo” pero que constituye la verdadera técnica del toreo en redondo es lo que Rincón practicaba tarde tras tarde… después de ese primer muletazo de la tanda.
Un “destoreo” que fue magistralmente ejecutado e interpretado por César Rincón en Madrid en la primavera y en el otoño del año de gracia de 1991y que podemos ver y analizar ahora.
Un detalle
No obstante y antes de ver el vídeo, no me resisto a comentar un detalle del cite para el cuarto muletazo de la tanda.
En el remate del muletazo anterior el toro, que reponía mucho, le gana terreno y Rincón se queda descolocado y excesivamente cruzado. En vez de rectificar la posición, aguanta sin mover los pies y completa el muletazo a base exclusivamente del juego de brazos, tocando al ojo contrario del toro con el pico de la muleta.
Un buen ejemplo del aguante y valor del torero colombiano.
Si no ve el vídeo pinche aquí