Poe el Divino Calvo
José Tomás volvió, por fin, a la Malagueta
Tomás volvió a la Malagueta para un extraño mano a mano
Llegó el esperado día 23 de agosto. Día de reencuentros. Nuestro con José Morente, inigualable anfitrión. De José Tomás con la Malagueta.
Con la expectativas que siempre levanta el de Galapagar, pero con la incertidumbre del diseño, cuanto menos extraño, del cartel. “Mano a mano” Pablo Hermoso de Mendoza, el “Joselito-Belmonte” del toreo a caballo, y José Tomás, mito viviente del toreo a pie, viajamos a Málaga.
Pablo Hermoso de Mendoza, el Joselito Belmonte del toreo a caballo (Foto Hugo Cortés)
Si bien es cierto que, la motivación del mismo, pudiera haber sido la eliminación de la competencia (estos dos monstruos hoy en día sólo compiten con ellos mismos), no lo es menos, el devenir de la tarde así lo demostró, que a ambos perjudicó.
A Pablo, porque la mayoría del público no venía a ver torear a caballo o les faltaban los conocimientos del arte del rejoneo para apreciar la magnitud de lo que acontecía en el ruedo.
A José, por la discontinuidad que provocaba en los tendidos estas desconexiones entre toro y toro, que daban la sensación de abrir plaza en cada acto. Sin ser tarde de encerrona, la sensación final del festejo casi recaía exclusivamente sobre sus hombros.
Y es que, aunque los ingredientes eran excepcionales (dos toreros de los más grandes de la historia), a la tarde, le faltó maridaje. Cuando esto último falta, quizás hubiera sido mejor no mezclar. Para este extraño tipo de cartel, mi propuesta: Los tres primeros para el rejoneador, y los tres últimos para lidia a pie.
Esta forma tan desordenada de empezar, por la conclusiones antes que el argumento de mi crónica, sólo vienen a justificar, que esta vez, como hacían los antiguos cronistas y del modo que a mí me gusta hacer en homenaje a ellos, no va a poder ser toro a toro, sino al modo de mi propuesta. Tres y tres. Ahí va…
Extraño paseíllo en un extraño maridaje (Foto del Blog Caracol)
Reseña
23 de agosto de 2014. Plaza de toros de La Malagueta. Se viste de gala y cuelga el “No hay billetes” para recibir a Pablo Hermoso de Mendoza, y la última comparecencia de la “mini-temporada” de José Tomás.
Orden de Lidia (web de Coso de Badajoz)
Toros de San Mateo (1º y 5º) y Carmen Lorenzo (3º) para rejones. Con tendencia a tablas el primero, con el son típico de los de murubes los otros dos, pero les faltó un punto de emoción. Parladé (2º y 6º) y Victoriano del Río (4º) para lidia a pie.
Precioso el primero de Parladé. De lámina que seguramente enamoró en el campo, pero no refrendada por su comportamiento en la plaza. Alto y fuerte el de Victoriano. Un torazo, el último de Parladé, muy largo, rematado de carnes, sus buenas hechuras escondían los casi seiscientos kilos.
Pablo Hermoso
Pablo Hermoso (Foto de Joaquín Bueno-Aplusos)
Por orden antigüedad y para no correr el riesgo de que aquellos que no han venido a leer sobre rejoneo, abandonen esta crónica antes de su final, empezaré por Pablo Hermoso.
El primero, abanto de salida, con marcada tendencia a tablas que acusó durante toda su lidia. Intentos de salida por dar celo al toro, único rejón de castigo, tercio éste en el que se echa de menos la innovación que trajo el caballero navarro con la arriesgada suerte de poner rejones de castigo de frente (seguramente no cuente ahora con caballos para este tercio de la altura de los míticos Labrit, Roncal, Pata Negra…). Tercio de banderillas con “Disparate” y presentación en Málaga de su nueva suerte bautizada “Hermosina”, con cambios de sentido a dos pistas en la cara de toro, que fueron bien acogidos por el respetable.
Sin embargo, lo más puro y de mérito vino a cargo de “Viriato”, dando siempre el pecho y siendo capaz de templar la embestida del toro, hasta que salía por su grupa a modo de capote que se mece en una verónica.
Cortas con el imprescindible “Pirata” (el caballo del “mordisco de Valencia”, para los no familiarizados con los nombres de los equinos). Rejón caído. Petición que el presidente consideró insuficiente.
Mejor condición tuvo su segundo oponente. Destacó especialmente con “Chenel”. Después de un año de convalecencia por una lesión, el caballo ha vuelto con un reposo y una cadencia que dotan a sus actuaciones de momentos sublimes. Regreso de la estrella de su cuadra en plan maestro. Galope a dos pistas, cosida la embestida a la cola del caballo, para rematar con ese cambio por dentro a modo de trinchezaro (“caganchina” he oído decir que la llaman ahora). Por tres veces lo hizo, con ajuste máximo. La cota más artística de la tarde del centauro. Continuó con “Habanero” y remató nuevamente con “Pirata” con cortas a dos manos, pinchazo hondo y rejón.
Preciosa la imagen de muerte del toro con el caballo y caballero a centímetros. Esta vez la petición si fue suficiente para la concesión de un trofeo.
Quiso redondear su actuación para ganarse el derecho a salir por la puerta grande en el quinto. Puso toda la carne en el asador. Volvió a sacar a “Disparate” para calentar con la “hermosina”. Se notó la presión en el detalle que no invitó al sobresaliente Manuel Manzanares a poner un par en su último toro. Algo que sí hizo recientemente en uno de sus otros “mano a mano” con Ponce en Bilbao. La única diferencia y la causa, que en Vista Alegre ya tenía la puerta grande asegurada. Explotó la expresión de “Dalí” para que el nivel no decayera. Pleno de “Pirata” para terminar. El rejón y el descabello le cerraron la puerta que tenía abierta de par en par.
Gran tarde de toreo a caballo, que hubiera tenido mucho mayor eco con otro público o en competencia con otros rejoneadores.
Una tarde excepcional desvirtuada por el mano a mano (Foto de Hugo Cortés)
José Tomás
Volvía José Tomás a la Malagueta de rosa palo y oro, envuelto en el capote de paseo como triunfador de la última vez que pisó este albero.
En su primero, precioso, de hechuras “sevillanas”, sólo pudo destacar con un quite por delantales que fue pura caricia. Imposible el lucimiento en la muleta. Dos tandas con la derecha, prueba por la izquierda y se acabó. “Cuando no puede ser no puede ser y además es imposible” que decía Guerrita. Estocada caída. El fantasma de la desilusión se adueñó de la plaza. Para aquellos que sólo vinieron a ver al de Galapagar, la esperanza tensa de que la corrida empezara en el tercero…
Tomás por delantales (Foto de Santana de Yepes-Mundotoro)
Recibo por verónicas al Victoriano, para transformarse en los medios en ajustadas chicuelinas. Muy medido el castigo en varas. En este tercio destacar al picador Pedro Iturralde. Hay que tener mucho valor para levantar la vara con el toro empujando y su caballo suspendido en el aire. Todo por cumplir las órdenes de su matador.
Capote a la espalda y caleserinas en el quite que nos trajo a la memoria Nimes. ¡Siempre Nimes! Arrollado por los cuartos traseros del toro, por los suelos el torero. Lucidez suficiente para hacerse el quite con los vuelos de su capote en momentos angustiosos. Afortunadamente el toro no hizo presa. Nuevo inicio como si todo lo anterior hubiera sido fruto de un mal sueño. Y esta vez el quite concluyó limpio y ajustado.
Lucidez suficiente para hacerse el mismo el quite (Foto de Joaquín Bueno para Aplausos)
Brindis al público. Cite en los medios por estatuarios. El toro, tardo no acude por lo que tiene que acortar distancias. Muy cerca ya de tablas y perpendicular, se arranca el de Victoriano para sacar brillo a los alamares y poner el nudo en la garganta. Golpe en la mesa para centrar la atención del algún despistado. Esa fuerza gravitatoria convierte el ruedo en el centro de nuestro universo.
José Tomás el ayudado más comprometido. El torero centro gravitatorio de nuestro peculiar universo (Imagen extraída del video)
A partir de aquí nos reencontramos con el mismo José Tomás de siempre, con su concepto, con su tauromaquia, con su filosofía, su entender la vida y el toreo. Tan puro, tan sincero, tan desnudo, tan desgarrado… que duele.
El arte que emite y la emoción que percibimos tiene un lenguaje jeroglífico de una ciencia indescifrable para la mayor parte de aficionados que como yo, nunca nos hemos puesto delante. Insensatos e inconscientes que tenemos la osadía de escribir de toros, ¡Dios nos perdone! Pero existe esa ciencia, todo tiene su porqué. Sus porqués.
Tuve el privilegio de tener como compañero de localidad a Paco Carmona, alguien que sí conoce ese misterio. Sus comentarios me hicieron sentir egiptólogo ante la piedra Rosetta. Ahora disfrutaba como aficionado en plenitud. Series con la derecha de mano baja, bajísima, que iban ralentizando la embestida del toro para latir al ritmo del corazón de Tomás. Ese corazón donde cada latido se pierde en busca de la eternidad. Lentos latidos que sin embargo, aceleran los de nuestros corazones a medida que aire sale de los pulmones para gritar ole. Se duermen las hadas y se para el tiempo en los terceros y cuartos muletazos, donde la lentitud del muletazo tapa la embestida del toro que mira al cielo en busca de estrellas. Señal que el torero aprovecha por mostrar la clemencia liberatoria del pase de pecho.
A ralentí. Aire para el toro, despaciosidad y torería entre tanda y tanda que ensalzan los acordes de la banda de música al ritmo de nueva melodía. Para muchos entre los que me encuentro, desconocida. Al final del festejo, nuestra anfitriona Esther, nos develó que se trataba de la ranchera “Despacito” arreglada para esta ocasión. José Tomás-Méjico-toreo-despacito… Málaga.
José Tomás. Despacito. Muy despacito
Por la izquierda, venido a menos el toro, no puede seguir con la misma intensidad. Vuelta a la derecha acortando distancias. Péndulo que juega con la muerte. Quizás por esa falta de ritmo por sus escasas actuaciones, toque excesivo que hace que el toro se arranque por la espalda. Contenida nuestra respiración, impide salir el aire hasta que la fijeza del toro perdona al torero. Estallido de alivio. Callada la música y con ecos de un espontaneo fandango que sale del tendido, de frente naturales a pies juntos cierran la obra. Media estocada caída y atravesada acaba con el burel y reduce el premio.
Cierra el festejo un colorado de Parladé. Un tren. Gran recibo capotero a la verónica donde el torero se muestra liberado, suelto e inmerso ya plenamente en la tarde. Comunión de público y torero. Tercio de varas donde el toro da síntomas de dificultades. Así como antes lo hizo Hermoso, es ahora Tomás el que no invita al sobresaliente a entrar en quites. El triunfo por obligación. Renuncia incluso hasta el mismo, para dar instrucciones a Carretero de calma, aire al toro y despacito. No quiere dejar nada al azar que lo pueda estropear.
Liberado con el Parladé (Foto Santana de Yepes para Mundotoro)
Muchos matices en la embestida del toro. Enigmas por resolver en su muleta, pero con la emoción suficiente para llegar al corazón del tendido.
Primera serie con la derecha de toma de contacto y muleta a la izquierda. Perfección en el cite. Ausencia de brusquedad en los toques. Que el toro elija. El compromiso de su toreo se traduce en la libertad que otorga a su oponente, máximo culto a este rito sacrificial.
El natural (Foto Santana de Yepes para Mundotoro)
Inmensos naturales. Mando y trazo para conducir esa embestida que nunca rebosa. Cambio de manos para ligar con un natural eterno bajo los acordes de “Manolete”, donde la música, cual Guadiana, aparece y desaparece entre silencios y rugidos de oles. Cierre por bajo y otra media estocada de colocación deficiente, que no puede con las ganas de público por sacar en volandas al ídolo.
Tomás en volandas del público de la Malagueta (Foto El País)
Epílogo
Cuando podíamos decir que así termina ésta crónica y la tarde de toros, con la certeza de que habíamos presenciado el milagro de toreo grande. A caballo y a pie. Para nosotros el día continuó. Cena y tertulia en mesa redonda. Estratégicamente elegida por Morente para, cual caballeros del Rey Arturo, que nuestras opiniones tuvieran igualdad de oportunidades y que sólo fueran la fuerza de sus argumentos los que decantaran la balanza…
Y acabamos de madrugada, en ese marco incomparable del puerto malagueño. Con el mar, la Alcazaba y las estrellas por testigos. Resucitamos a Gallito, a Belmonte y Manolete… Viajamos a México con Gaona, Silverio y Martínez… Citamos a los Vázquez, Antoñete, Camino, Ojeda y muchos más… caminamos hasta llegar al Juli, Morante, Perera… y como siempre para terminar en José Tomás.
Málaga desde el Muelle Uno del Puerto (Foto de Carlos Castro)
Exhaustos quisimos cerrar un acuerdo final. ¡Qué pena que esta breve temporada no fueran diez o doce tardes del de Galapagar! ¿Verdad Paco? En plazas claves, alternando con los grandiosos toreros de la actualidad, que removieran los cimientos de la fiesta para dar un nuevo impulso en estos tiempos que tanta falta hace. ¡Y que nos diera la razón a aquellos que pensamos que estamos viviendo una nueva edad de oro del toreo!
Nos despedimos conscientes de la leña que habíamos echado al fuego de la pasión que nos une: El toreo. Leña con la que calentarnos cuando llegue el invierno. Invierno que ya ha llegado a la temporada de José Tomás.
Remo prefería volver andando y soñar…, ahora ya puedo finalizar y es que…
““Quién no ha vivido un día de toros en la Malagueta, no sabe lo que es un día de toros…”
Agradecimientos de corazón a nuestros anfitriones, José y Esther por hacernos sentir como en casa. A nuestros amigos de tertulia, Javi, Paco, Antonio y Remo… y a ti, Málaga. Hasta pronto.
La Malagueta en 1899-1900
Reconozco que es pura envidia (¡que buena tarde y con que buena, gente!), pero disiento de la proposición del autor: aunque coincido en que en estos mano a mano contra natura se lidien 3 y 3, entiendo que los tres últimos deben ser para el rejoneador. Asi, el que quiera...
ResponderEliminarjapolos
ResponderEliminarjejejeje... ¡Aprobada la moción por unanimidad!
Saludos
Me he vuelto a emocionar... se me salía nuevamente el corazón por la boca mientras leía. Perfecta película que he vuelto a disfrutar al leer a nuestro amigo el Divino Calvo.
ResponderEliminarUna magistral crónica a la altura del gran toreo que contemplamos. Estructura de faena, tiempo, temple y pulso contados con la emoción y la pasión que solo unos pocos pueden contar. Buenísimo la verdad. Un abrazo amigos. Paco Carmona
Totalmente de acuerdo con la crónica,cuando escuchaba la banda de música de Gibralfaro tocar, presenciado la faena , junto a mi hijo Pepe Luis,que era la primera vez que lo veía, titularía la crónica, "la música de José Tomás", enhorabuena y viva México, pero que viva más cerca. Manuel Vázquez
ResponderEliminarPuestos con el mano a mano,hasta con un novillero, de cartel,Garrido,Lama o el que quiera, José Tomás, mejor que un rejoneador, dándole ambiente al futuro de la fiesta, mi modesta opinión. Manuel Vázquez
ResponderEliminarEnvidia, yo también.
ResponderEliminarEl Lenguaje, y su forma de describir lo que ocurrió esa tarde, la verdad, que nos roba la calma.
Gracias.
Supongo que el autor en este caso concreto en su propuesta de tres y tres, quería mantener el orden de antigüedad de alternativa.
ResponderEliminarUn saludo.
Paco Carmona:
ResponderEliminarEn efecto, el artículo describe a las mil maravillas, lo que pasó en la plaza y hace revivir casi momento por momento lo que se sintió allí
Un abrazo
Manolo Vazquez:
ResponderEliminarDesde luego el momento de la ranchera es irrepetible y mágico.
Pese a ello, vamos a intentar revivirlo mañana en este blog (dentro de lo que cabe y si es posible)
Un abrazo