Rafael el Gallo, ya mayor, poniendo un par de banderillas al quiebro en silla
Lo contaba Pepe Luis Vázquez:
“A Rafael le vi también en el campo. Era inconmensurable, un artista genial.
Le he visto poner el mejor par de banderillas que he visto en mi vida. Fue en un festival que toreaba en Bilbao, organizado por el Club Taurino. Pidió una silla, se sentó en ella con un par de banderillas, citó.
Como el becerro no se le venía, anduvo dos pasos, se sentó nuevamente y volvió a citar, las piernas cruzadas. tenía más de sesenta años.
El becerro no se le vino pero estaba ya encampanado, y nosotros estábamos todos pendientes. Él, con su cabeza fenomenal, anduvo dos pasos más, puso la silla y ya no cruzó las piernas.
Llamó al becerro, que esta vez se le vino, se levantó, y nada más le enseñó la pierna, haciendo el quiebro, y el becerro se llevó la silla en la cabeza.
Armó un escándalo. Dio dos vueltas al ruedo, su capote lleno de puros que le tiraban. Eso fue el año 44 ó 45. Todo el que ha visto ese par se acordará de él toda su vida”
François Zumbiehl. El torero y su sombra. 1ª ed., Espasa-Calpe, Madrid, 1987. Págs. 64 y 66
Así fue,la herencia recibida de su padre el señor Fernando El Gallo, el cual aprendió de Lagartijo , que a su vez aprendió de Antonio Carmona, El Gordito, de San Bernardo, ehnorabuena, abrazos, Manuel Vázquez
ResponderEliminarManolo Vázquez:
ResponderEliminarEn efecto. Una impresionante cadena de transmisión de conocimientos taurinos que va de torero en torero de familia en familia.
Gracias
Jose Morente