Por Jose Morente
Rafael Ortega fue el “as de espadas” de su época. Sin embargo, algunos aficionados de entonces y no pocos de nuestros días lo consideran también el mejor exponente del toreo más ortodoxo y clásico. Del toreo puro
(Dibujo de Antonio Casero publicado en el Ruedo que plasma la estocada recibiendo que Ortega propinó a un toro de Barcial en Madrid, el 13 de mayo de 1956 y de cuya faena fue recogida por la cámara de Achúcarro)
No sólo Belmonte es un héroe literario
Si ha habido un torero con buena percha literaria en el pasado ese ha sido Juan Belmonte.
Si ha habido un torero con buena percha literaria en los últimos años, después de retirado eso sí, ese ha sido Rafael Ortega.
Mientras Belmonte fue, en su época, un ídolo de masas. Rafael Ortega fue, en la suya, un torero de minorías, reconocido por muy pocos, aunque buenos, aficionados.
Es hoy día cuando el diestro de la Isla ha alcanzado, en el recuerdo y la memoria de los aficionados, una valoración y un prestigio que no alcanzó estando en activo. Prestigio y valoración que, como en otros casos, tiene origen literario. En concreto, lo que de Ortega y sobre Ortega, escribió Ángel Fernández Mayo. Sin él, hoy Rafael Ortega no sería quien es en la memoria de los aficionados que no le conocieron..
El concepto del toreo puro
Ángel Fernández Mayo transcribió el concepto del toreo que tenía Rafael Ortega (¿O quizás su propio concepto?) en un librito publicado en 1986 por la Diputación Provincial de Valencia, titulado “El toreo puro”. Un libro de culto, cuyas tesis han sido ampliamente difundidas y aceptadas por un numeroso sector de la afición
Entre los muchos matices técnicos que allí se desgranan, hay algunos que han hecho escuela y mella entre los aficionados. Son los relativos a esa forma de torear que proponía el torero de San Fernando.
Decía Ortega:
“A mí siempre me ha gustado el toreo rondeño, el toreo puro (…)
Para mí es importante algo previo, citar, o sea echarle el trapo para adelante al toro (…)
El natural no es puro si no se carga la suerte. Yo lo he dado así siempre que he podido. Ahí está la pureza y el riesgo (…)
Al toro que viene humillado hay que llevarlo en el natural largo y metido en la panza de la muleta hasta el remate (…)
La última parte del pase ha de permitir que el toro te deje colocarte de nuevo sin modificar el terreno, pues lo más clásico y lo más puro es que , en la faena, cuanto menos andes mejor”
De esas tesis de Rafael Ortega, derivan muchos conceptos que manejan algunos aficionados actuales sobre lo que debe hacerse:
Coger al toro de largo, cargar la suerte, llevarlo con la panza de la muleta y no perder terreno en los remates.
Madrid 13 de mayo de 1956
Vamos a ver tres tandas de Rafael Ortega en Madrid, el 13 de mayo de 1956, a un toro de Barcial (Jesús Sánchez Cobaleda). Un toro al que le cortó la oreja con una faena muy similar, en cuanto a técnica, a todas las otras que, de este diestro, nos han llegado en película.
En la primera tanda (en “ochos”, o sea alternando los pitones) Rafael hace lo que preconiza en el libro de Ángel Fernández Mayo (como no podía ser de otra forma) pero, cuando se pone a torear en redondo…
Cuando se pone a torear en redondo, Rafael Ortega hace justo lo contrario de lo que preconiza en su libro.
En efecto, en esas dos tandas en redondo, Ortega.
Cita con la muleta retrasada en todos los pases, incluido el primero de la tanda
No carga la suerte sino que esconde la pierna de salida detrás de la otra.
Toca y lleva al toro con el pico de la muleta, no con la panza
Pierde pasos, cada vez que es necesario, entre pase y pase para corregir su posición.
Y es que, del dicho al hecho hay mucho trecho y al toreo de Rafael Ortega se le puede aplicar el reproche que el torero hacía en su libro a los otros toreros:
“La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar la suerte (…) en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que hacen es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar.
Descargar o “destorear” es lo que hace, magníficamente por cierto, el maestro de San Fernando en el video que insertamos a continuación.
Nuestra memoria es frágil y volátil. Por ello, tenemos tendencia a fijar nuestros recuerdos en base a lo que nos han contado otros aficionados o a lo que hemos leído en libros, tratados y revistas. Es un proceso discutible pero lógico y natural. Y, como acabamos de comprobar, le sucede también a los propios toreros.
El problema es que terminamos por conceder más importancia a esos referentes orales o literarios que a lo que realmente ocurre en las plazas.
Las contradicciones del discurso de Rafael Ortega entre su dogmático concepto del toreo cuando habla y su magnífico concepto del toreo cuando torea, pueden justificarse con estas sensatas palabras de Luis Francisco Esplá:
“Estamos cargados de estereotipos creados por tauromaquias obsoletas. ¡Los cánones! Ninguno de los que forjó su tauromaquia lo hizo desde el toreo activo. ¡Todos toreros retirados! Y eso permite muchas licencias. Se idealizan las cosas; se les añade literatura; se quiere complicar y ya no hay manera de comparar lo que se dice con lo que se hace”
Buena entrada como todas las de esta serie.
ResponderEliminarHay en ese mismo libro un párrafo que hace referencia a otra frase de Rafael Ortega:
" Es muy importante que el torero se enfrente a cada toro con frescura, improvisando lo que el toro le pida, porque el toreo no se puede traer hecho de casa..."
Y que creo que es muy aplicable al espectador de toros. Se formularía poco más o menos así:
"Es muy importante que el espectador asista a cada lidia con frescura, apreciando lo que el toro pida y lo que el torero le haga, porque el juicio al torero no se puede traer hecho de casa..."
Tras una charla taurina de Antonio Ordóñez en Córdoba, fue preguntado sobre el toreo de la escuela rondeña, sevillana, cordobesa...
ResponderEliminarEl inolvidable maestro contestó así:
"Yo no conozco más que dos escuelas. La de los que saben torear y la de los que no saben torear".
Felipe Romero:
ResponderEliminarGenial la frase de Rafael Ortega. Y muy acertada, en mi opinión. Me alegro que nos la recuerde. Sobre todo porque ese libro entre medias de muchos tópicos contiene algunas e importantes grandes verdades como esa. Para reflexionar.
Personalmente creo que esa sensación, de no saber lo que va a pasar en cada momento, es uno de los grandes encantos que tiene la tauromaquia. Un encanto que proviene del torero pero quizás en mayor medida del comportamiento impredecible del toro.
Por eso, cuando el toro se convierte (o nos parece que se convierte) en un animal más predecible, algo de esa frescura se nos está perdiendo.
Sería bueno recuperar esa chispa de frescura en el toro moderno. Un toro que, sin embargo, tantas otras buenas cualidades reúne para el exigente toreo de nuestros días.
Un fuerte abrazo
Juncal:
ResponderEliminarComo es lógico, el maestro Ordoñez sentencia igual que toreaba aunando rigor y amenidad, valor y gracia, arte y técnica.
Un genio del toreo y, en este caso, de la palabra.
¡Vivan los que saben torear!...
Como el maestro Ordoñez o como el maestro Rafael Ortega cuyas imágenes (las que hemos traído a esta entrada)transmiten -al margen de los posibles análisis técnicos- una rara emoción y calidad en su toreo.
Un cordial saludo.
Como curiosidad, creo recordar que Joaquín Vidal consideraba una de las mejores faenas de su vida de aficionado la de Madrid del 67:
ResponderEliminar"Hubo faenas de Rafael Ortega que los aficionados no han podido olvidar. Entre las mejores cabría situar la que cuajó a un toro de Miguel Higuero el día del Corpus en la plaza de Las Ventas. Ortega, que tenía ya 46 años y se le había acentuado la propensión a la obesidad, en cuanto se puso a torear parecía el mismísimo Apolo. A los pocos pases ya se había echado la muleta a la izquierda, la adelantaba ofreciendo el medio-pecho, se traía al toro embebido en sus vuelos, cargaba la suerte, ligaba los pases. A cada muletazo restallaban los olés como el rugido del volcán y, al rematarlos, el tendido era un manicomio".
Parte de la faena se puede ver en la red y, aunque se acerca más al "toreo puro" que la del 56, los argumentos de don José siguen siendo irrefutables.
Un saludo.
Mosquete
Mosquete:
ResponderEliminarEfectivamente, la faena cantada por Vidal se puede ver en la colección de videos de Achúcarro. Sin embargo y como es habitual en ese cienasta, su manía de ir cortando las imágenes, eliminado los tiempos muertos para ahorrar película (entonces rollos de poca duración) no permiten hacerse cabal idea del ritmo y modo de enlazar los pases.
En cualquier caso si que se puede apreciar como el torero de la Isla adelanta la pierna de salida claramente en los primeros muletazos de las tandas o cuando no puede ligar con el el anterior.
Sin embargo, la forma de adelantar la pierna de salida "antes" de que se arranque el toreo alejan su toreo de la pureza que reclaman los tratadistas y lo acercan, en mi opinión, a la verdadera pureza que es la del mundo real (no el teórico).
En cualquier caso, una gran faena que recibió el premio de ese año a la mejor faena de San Isidro con corte de dos orejas.
A saber si hoy a esa misma faena, los madrileños le hubiesen concedido idéntico premio.
Me temo que no pues el grito de "crúzate" hubiera acompañado a la mayor parte de los muletazos en redondo al estar el torero situado (según los "inteligentes") en todos ellos "fuera de cacho".
UN cordial saludo.
Magistral entrada y de acuerdo con todos tus comentarios estimado José!
ResponderEliminarAqui se puede encontrar unos fragmentos de esa mencionada memorable faena del 1967 del Maestro Rafael Ortega:
https://www.youtube.com/watch?v=0mdc8YBymck
Pero si esa el el paradigma del toreo "puro" (y del "parar, templar, mandar...y cargar la suerte"), en los pocos segundos disponibles apreciamos:
- varios engachones
- muchos cite al hilo y uno con la pierna totalmente retrasada (minuto 2'45")
- toreo muy separado...
En un otra faena de ese video (la del Montepio) se vee en el minuto 1'48" como para citar descolocado, el toro le coge (cosa que hoy el publico de las Ventas pitaria cuando entonces le hizo levantar de los asientos).
Yo siguo diciendo que el Arte del Toreo hay que vivirla "in situ" para que se puedan saborean todos los matices que (en distintos grados) siempre han habidos en todas las epocas del toreo y hoy también.
Pero los que tanto mitifican epocas pasadas y tanto critican la actual, normalmente son los que vivieron aquella "in situ" mientras viven esta màs "en video" que "in situ" (que añadido a la "juventud perdida", augmenta la añoranza de aquellos tiempos y distorciona las valoraciones).
Saludos
Paolo