Por Jose Morente
Alberto López Simón, el domingo de Ramos en Madrid con un toro del Puerto de San Lorenzo. Una corrida con muchos incidentes, desde la cornada grave que recibió un valentísimo Saúl Jiménez Fortes hasta la devolución de una de las reses al corral pasando por el buen hacer, en general, de la terna (fotografía de la web de las Ventas).
Decía Morante en la Puebla hace unos días que, en el toro no caben las ideas preconcebidas.
Lo que, en determinados casos, puede estar mal, resulta ser lo correcto en una situación diferente. De igual forma, un mismo problema puede resolverse, a veces, de modo distinto pues, a fin de cuentas, el torero tiene que solventar sobre la marcha las diferentes tesituras que le plantea su oponente. En toros, dos más dos no siempre son cuatro.
En Madrid, el domingo pasado, Domingo de Ramos, con ganado del Puerto de San Lorenzo, se anunciaban Alberto López Simón, David Galván y Saúl Jiménez Fortes en una corrida que había levantado cierto interés y que se resolvía con bastantes incidencias y con la grave cornada de mi valiente paisano Saúl Jiménez Fortes.
La cogida de Saúl en Madrid (una cornada grave de 30 cms.). El toro le metió el pitón en el suelo después de derribarlo con su pata trasera en un quite (Fotografía de Aplausos).
No voy a entrar en la reseña del espectáculo pues ya son muchos los medios que dan cumplida información de lo que pasó. Me voy, por tanto, a limitar a recordar un pasaje de la faena de Alberto López Simón al cinqueño Resistentito, un buen toro del Puerto que pesó la friolera de 616 kilos para alegría y jolgorio de los carniceros de la plaza.
En concreto, vamos a repasar una de las tandas que dio con la izquierda este buen torero que es Alberto. Una tanda en la que el toro repone y se le para un par de veces. En una de ellas, López Simón, ostensible y parsimoniosamente, se cruza al pitón contrario, lo que consigue arrancar algunas palmas (más bien pocas, todo hay que decirlo) del respetable.
Antes, en otro de los parones del toro, el torero –al hilo después de rematar el primer muletazo de la tanda- aguanta impertérrito y sin moverse, manteniendo la difícil posición, para acabar jalando del astado y conseguir sacar otro buen natural.
Son dos respuestas diferentes ante situaciones similares.
Cruzándose el torero mejora su posición y consigue que el toro arranque. Es una buena muestra de valor y técnica torera.
Pero quedarse en el sitio, aguantando el parón del toro es muy expuesto y tiene tanto o más mérito que cruzarse. Exige también mucho valor y serenidad por lo comprometido de la situación.
Es algo que (como decía José Luis Lozano en declaraciones que reproducíamos en estas páginas hace unos días) se valoraba mucho en los años 60. Una época de grandes toreros y no menos grandes aficionados.
Lo vemos.
Estupenda la labor didáctica que realiza usted y soberbio Lopez Simón.
ResponderEliminarSaludos.
Francisco Butler:
ResponderEliminarMuchas gracias y un cordial saludo.
En la plaza daba asco verlo, y en el video ni te cuento. Siga usted confundiendo a las jóvenes mentes.
ResponderEliminarAurora.
No lo he visto en la plaza, solo el apunte del video, pero solo con eso, me merece todo mi respeto. Cosa que no me pasa con Ud. y su comentario tan despectivo.
ResponderEliminarEsther.
Aurora:
ResponderEliminarResulta evidente que la "inteligencia emocional" y la "empatía" con los diestros no son cualidades que adornen a los aficionados de su cuerda.
Conocer y reflexionar sobre los mecanismos técnicos básicos del toreo, parece que tampoco.
Dicho esto, comprendo y entiendo que la labor de un torero en la plaza le merezca mejor o peor valoración pero hay adjetivos que, en mi opinión, están fuera de lugar y (des)califican a quien los emite.
Saludos
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ResponderEliminarCORNADA
ResponderEliminar“Valiente, López Simón, torero de corazón.”
¿Recibir una cornada?,
a mí no me importa nada,
vengo al ruedo por el triunfo
de los Dioses del Olimpo.
Siempre buscando la gloria,
forjando fiel trayectoria,
plasmo mi verdad taurina,
que en el arte se origina.
Valor, arrojo, hombre fuerte,
confiadísimo en la suerte,
me cuida La Virgencita,
mi vida lo necesita.
Soy torero de fortuna,
de los cuernos de la luna,
preparo muy bien mis tientas,
el paseíllo, en Las Ventas.
Arrimado, más que nada,
¿qué me importa una cornada?,
pitones, rocen mi traje,
del miedo, hoy, me sustraje.
En los gajes de un oficio,
que da cielo o precipicio,
cortando rabo y orejas,
logrando indulto, sin quejas.
Defiendo mi tauromaquia,
realidad, festejo, magia,
me gusta astado cinqueño,
bravo, de casta, de ensueño.
Con más de quinientos kilos,
que levante los suspiros,
más de media tonelada
que, a mí, no me importa nada.
Soy espada, el más osado,
¡madre mía!, toro pasado,
muy cerquita de mi vientre,
Dios proteja al que lo intente.
¡Qué un olé, surque los vientos!,
las palmas sean mis alientos,
de una afición sublimada,
por el toreo enamorada.
Banda de Música, suene,
que un paso doble, resuene,
tóquenme “España Cañí”,
la cuna donde nací.
Viendo llenos los tendidos,
por seres bien entendidos,
en cuestiones de la lidia,
con decoro, sin perfidia.
¿Qué pierdo, al perder la vida,
sufriendo mortal herida?,
revolcado, lastimado,
nunca, jamás me he rajado.
Piel surcada, por raíces,
sangrantes mis cicatrices,
cosidas llevo las venas,
de un hilo penden mis penas.
Aunque sufra otra cornada,
a mí no me importa nada,
mas que cimbrar una Plaza,
soy alma que no fracasa.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 20 de septiembre del 2015
Dedicado a Don Carlos Campos, fiel amante del toreo
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)
Gonzalo Ramos Aranda
ResponderEliminar¡Olé!
Un cordial saludo y un fuerte abrazo