Por Jose Morente
Cartel de la suerte de matar. Del libro ¿Qué es torear? de Gregorio Corrochano (1ª ed., Madrid, Editorial Revista de Occidente, 1953). Los dibujos son de Andrés Martínez de León.
Un debate de aficionados
Discutía, estos días de feria malagueña, con un muy buen aficionado a los toros (o mejor dicho, con una muy buena aficionada a los toros) sobre la importancia que debe darse, en la suerte de matar, a un pinchazo en hueso y más concretamente, si esa circunstancia (coger hueso) es causa suficiente o no para perder los trofeos merecidos por el resto de la faena..
Es este tema que ya tratamos -y por extenso- en una entrada anterior.
Me remito a lo dicho entonces donde traíamos a colación las opiniones de Guerrita y Corrochano.
Los tiempos cambian (…qué es una barbaridad ¡Como dirían los castizos!) y ya veíamos que, en el criterio de nuestros días, primaba, y se premiaba, la eficacia y la rapidez frente a la adecuada ejecución de la suerte. Máxime cuando los reiterados pinchazos repugnan a la sensibilidad del público actual pues este público supone que alargan el sufrimiento del animal.
Otro factor que resaltábamos era el de la comodidad. Y es que resulta más fácil, para el público e inclusive para el aficionado, valorar la colocación de la espada alta o baja (o sea, el resultado) que la ejecución de la suerte (o sea, el procedimiento que es, siempre, fugaz y efímero Y es que hoy y a veces, para muchos espectadores, el fin puede justificar los medios.
La estocada que no provoca una muerte fulminante del toro, repugna a la sensibilidad del público actual. Por ello, se prima la eficacia en el resultado antes que la correcta ejecución de la suerte, en la valoración de la suerte de matar.
La opinión de Corrochano
No era esa la opinión ni el criterio de los autores de la Tauromaquia de Guerrita. Ni tampoco el de don Gregorio Corrochano quien reiteradamente manifestó, en sus artículos y sus libros, su opinión en favor del buen pinchazo en hueso (mero producto del azar) frente a la estocada habilidosa y eficaz pero de discutible ejecución (la que también tiene su mérito… pero menos).
Se preguntaba don Gregorio en su libro ¿Qué es torear?
“¿Es que se le exige al matador que mate bien al toro? No, lo más que se le exige es que lo mate pronto. No admitimos más suerte o azar, que el pinchar o no en hueso, pero entrando a matar muy bien. Una suerte relativa, porque un buen pinchazo en hueso, es igual a una buena estocada y superior a una estocada mala.”
Claro y contundente. Más claro y contundente aún es el repertorio de aforismos que titulaba “Cartel de la suerte de matar” y que hemos reproducido al principio de esta entrada. Transcribimos su texto.
En la suerte de matar lo importante es la manera de entrar a la estocada
Un pinchazo en hueso entrando bien, es igual a una estocada entrando bien
Un pinchazo en hueso entrando bien, es superior a una estocada a la que se ha entrado mal
No se debe conceder una oreja, aunque se mate de la primera estocada si se ha entrado mal
No se puede perder una oreja por haber pinchado en hueso, si se ha entrado bien
No se debe coger el estoque de descabellar, sino cuando no se puede entrar a matar otra vez.
Espero que estos comentarios de Corrochano (que complementan los que recogíamos aquí en su día) sirvan de motivo de reflexión y, en su caso, de discusión sobre este tema
Y es que esto último –la discusión- es lo que de verdad nos gusta a los aficionados a los toros.
Para Corrochano, crítico del monárquico ABC, un buen pinchazo en hueso era igual que una buena estocada y superior a una estocada mala. El buen pinchazo en hueso no debía nunca ser motivo para perder la oreja por la faena.
Entrada modificada el 27 de agosto de 2013
Mejor es la música.A lo tuyo.
ResponderEliminarEl revolucionario de la suerte de matar es nuestro Juli.En las escuelas taurinas deberían pasar vídeos.
ResponderEliminarMorala.
Efectivamente, un debate siempre vigente. La teoría de Corrochano, para mí, es perfectamente válida y admite pocas correcciones, como ya publiqué en Dominguillos:
ResponderEliminarCuando el espada se arranca a matar o espera en la suerte de recibir, la mirada inteligente del aficionado imparcial no está en el morrillo de las reses para ver dónde cae el estoque, sino en los pies del espada para ver cómo ejecuta la suerte. La colocación del arma depende de mil accidentes independientes de su arte y de su voluntad.
Convendría hacerle llegar estos conceptos al famoso presidente del coso bilbaíno, señor Matías. Para él valió más la estocada penosamente ejecutada por Juli, con la espada arriba (creo que algo trasera); que la estocada de Fandiño, de notable ejecución, cayendo la espada dos dedos desprendida.
En un caso concedió la segunda oreja y en el otro la denegó, alegando que la estocada del torero vizcaíno estaba ligeramente caída. ¡Ay Matías, Matías!
Sr. Morente, hay un frase en el artículo que me ha dolido especialmente y se me antoja desacertada. Esta: "Máxime cuando los reiterados pinchazos repugnan a la sensibilidad del público actual pues alargan el sufrimiento del animal". ¿No podemos hacer nada por matizar tan desagradable afirmación? ¿Acaso el toro bravo, que pelea hasta el último aliento de vida y nunca rehuye la pelea, sufre con un pinchazo a espadas? ¿Es acertado que los aficionados demos por hecho que el animal sufre y lo usemos para censurar la labor de los toreros cuando pinchan en todo lo alto?
Un saludo.
Vazaqueño:
ResponderEliminartotalmente de acuerdo. Creo que la teoría o criterio (como queramos llamrlo de Corrochano es irreprochable) pero no he encontrado la referencia a la que alude de su blog (¿le importaría darme el enlace para que la podamos leer sus seguidores?)
Por la frase que le ha dolido, creo que tenemos que aceptar (nos guste o no) la sensibilidad actual. No se trata de lo que nosotros pensemos ni de lo que realmente sienta el toro, sino de la opinión que los públicos actuales tienen sobre el tema. Y nos guste o no, la sensibilidad (mejor sería decir, sensiblería) del público actual rechaza la lenta muerte del toro (lo que inlcuye los pinchazos) y exige o agradece una muerte rápida.
No me refería a lo que los aficionados pensamos del tema sino al criterio de los públicos que es evidentemente muy distinto al de público de décadas pasadas.
Algo similar ocurre con las puyas. El espectador medio agradece la reducción del número de puyazos y su menor intensidad, probablemente por las mismas razones que aquellas por las que rechaza las estocadas no fulminantes. Pero de ese tema creo que es mejor leer la reflexión que hace, en la siguiente entrada de este blog, el buen aficionado francés Alexandre Coursier.
Un fuerte abrazo
Aún siendo plenamente cierto la sensiblería del público actual, creo que es desacertado emplear el sufrimiento a un animal adaptado fisiológicamente para la lucha. Las palabras que se emplean no son asépticas y tienen un contenido claramente intencional. Pienso que hay que desmontar expresiones o palabras empleadas torticeramente para falsear la realidad del toro y las corridas.
ResponderEliminarCon vuestro permiso, me gustaría incorporar un nuevo matiz a la discusión.
ResponderEliminarNo me importa como aficionado a la hora de valorar la estocada tanto la colocación del arma (espada)y de los pies (postura), cuanto la colocación del alma (ánimo) del torero.
Si Domingo Ortega respondía a la pregunta ¿qué piensa usted a la hora de entrar a matar? con un rotundo: "Reza lo que sepas", nos daba la clave de que la correcta ejecución de la estocada pasa por la disposición y entrega total del torero en la suerte.
Por eso y consciente de la heterodoxia de algunos matadores actuales, a la hora de entrar a matar, valoro su determinación a la hora de volcarse detrás de la espada. Y la elección adecuada de los terrenos.
Me dejan frío esas espadas de brazo blando y corazón flojo, dejadas en lo alto con habilidad, por más que resulten eficaces.
No comprendo como los públicos de hoy (incluso en la admirada Francia o en las recias y exigentes plazas del norte) aceptan con aparente alivio una eficaz media pescuecera a paso de banderillas y censuran un pinchazo en lo alto de un torero volcado tras la espada.
Tal vez un carretón para los aficionados ayudaría a valorar mejor los méritos de cada torero.
Francisco Butler:
ResponderEliminarNo hay que buscarle tres pies al gato ni pensar que el texto (que también le ha parecido inoportuno a Vazqueño) tiene segundas y torticeras intenciones, antes al contrario, Sin embargo la coincidencia entre ambos me induce a suponer que la frase no ha sido todo la acertada que debería.
Como le he contestado a Vazqueño, me limitaba a señalar que "los reiterados pinchazos repugnan a la sensibilidad del público actual pues [este público supone que] alargan el sufrimiento del animal".
La omisión del texto que ahora incluyo entre corchetes creo que aclara el sentido real de la frase y mi forma de pensar sobre el tema.
Lo corrijo en la propia entrada.
Saludos y gracias a ambos.
No he querido decir que las palabras empleadas por usted tengan intenciones torticeras. Me he expresado mal.
ResponderEliminarQuería significar que hay que tener sumo cuidado en no utilizar palabras e ideas que van calando en la población y falsifican la realidad de la tauromaquia.
Un saludo.
Francisco Butler:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo.
Por eso he corregido o, mejor dicho, matizado el texto
Un abrazo
ResponderEliminar"Quería significar que hay que tener sumo cuidado en no utilizar palabras e ideas que van calando en la población y falsifican la realidad de la tauromaquia".
Esto es exactamente lo que yo quería decir, Francisco Butler lo ha dicho perfectamente.
Gracias por corregirlo, José.
La cita que hablaba de la estocada no es mía, la cogí de Bachiller González de Rivera, y la use como reflexión a los comentarios impostados que la crítica hacía acerca de las estocadas de Juli en Sevilla, una tarde que si no recuerdo mal, usted estuvo allí. La entrada en cuestión es esta: http://dominguillos.blogspot.com.es/2013/04/la-critica-moderna-y-la-estocada-de-juli.html
Un abrazo
Sujet très intéressant, bien sûr. Je ne vois pas ce qu'il y a "d'anti-aficion" à évoquer la souffrance du toro. Bien évidemment, le toro souffre, tout au long de son combat : piques, banderilles, pinchazos, descabellos ratés, tout cela provoque de la souffrance. C'est bien parce qu'il est sensible à la douleur que le toro est l'objet de notre admiration. Son désir, sa volonté de surmonter cette douleur porte un nom : la bravoure. Sans cette bravoure, les effets de la douleur apparaissent immédiatement : fuites, cabezazos, "se duele en banderillas", et on a affaire à un manso. Etre manso, réagir à la douleur, c'est la nature première du toro. Seule l'aristocratie de la race des toros de combat parvient à l'ignorer, à se grandir sous son effet. Et c'est pour cette grandeur-là que nous sommes amoureux de cet animal. Devons-nous profiter de la bravoure silencieuse du toro pour ajouter souffrances sur souffrances, dans l'indifférence, en proclamant : Il n'a pas mal, c'est une bête de combat!
ResponderEliminarA nous de nous hisser au haut degré d'honneur qu'atteignent les toros en respectant leurs souffrances, en donnant à celles-ci toute leur signification et en nous acharnant amoureusement à leur en épargner d'inutiles.
Les temps changent, évidemment, la sensibilité de la société se transforme, et la nôtre, à nous aficionados, se doit d'évoluer aussi. Qu'un pinchazo en hueso ne soit pas tauromachiquement condamnable si l'exécution de la suerte a été digne, tout le monde en convient; cela n'en est pas moins regrettable. Qu'un torero multiplie cette maladresse et cela devient condamnable. Si la bonne manière est inefficace, il faut faut faire appel à une autre, la moins mauvaise possible. Et qu'est-ce après tout que le descabello, sinon une façon expéditive d'abréger les souffrances du toro, que l'on pourrait laisser agoniser en espérant qu'il meure avant le troisième avis.
La tauromachie est un art populaire, elle n'appartient pas aux aficionados, et le spectateur néophyte doit être écouté tout comme nous souhaitons qu'il nous écoute.
Un abrazo muy fuerte.
J.Coursier
Je ne suis pas totalment d´acord avec l´opinion de Monsieur Coursier, cependant il nous amène quelques réflexions que je voudrais remarquer:
ResponderEliminarAbsolutamente de acuerdo en lo estéril que resulta en este momento argumentar en la dirección de que el toro no sufre. La sociedad no admite este argumento, ni creo que beneficie al buen entendimiento de la esencia de la tauromaquia. ¿Cómo no va a haber sufrimiento en un combate a muerte?. Claro que lo hay. Lo hay en el toro y en el torero que se exponen al límite de su existencia. Por eso ambos son excepcionales, por su capacidad para enfrentar ese desafío y por eso los admiramos: a uno por su valor, a otro por su bravura.
Por eso me alineo con M. Coursier: Basta ya de negar lo evidente. Hora es ya de que pongamos en valor es la capacidad del animal (y del hombre añado yo) de librar ese combate dándole un pleno sentido en el plano ético y estético.
En esto está la verdadera potencia de la tauromaquia, inmune a la indiferencia, emociona a unos y horroriza a otros por igual.
No estoy de acuerdo con M. Coursier con sus planteamientos sobre la suerte de matar, pero esto me parece (a pesar del texto de la entrada) un tema menor.
Posiblemente habría que diferenciar sufrimiento y dolor. El sufrimiento lo asocio a algo más propio del hombre-animal reflexivo y sentiente-,frente al toro: animal sentiente.
ResponderEliminarEn cuanto al dolor, según los estudios de Illera del Portal, el toro tiene reacciones hormonales únicas en el mundo animal ante el dolor( le permiten anestesiarlo casi en el momento de producirse)
Yo francamente no observo sufrimiento del toro durante la corrida.Al torero tampoco le veo sufrimiento, observo esfuerzo, tensión, coraje, plenitud,.. Sería interesante conocer la percepción de los asiduos a este blog.
Vazqueño:
ResponderEliminarNo hay de qué pues parece lógico matizar lo matizado.
Sobre el Juli y su forma de matar, no volveré a incidir pues ya he expresado mi opinión repetidas veces y es que, parece una ley fatal, pero los toreros de mayor torería e inteligencia de la historia del toreo no han sido nunca buenos matadores. Véase Paquiro, Lagartijo, Guerrita, Joselito el Gallo, entre otros y por citar los más señeros. Los toreros de esa cuerda nunca han podido (¿o querido?) resolver el verdadero problema que plantea la estocada: Perder de vista los pitones del toro siquiera sea un instante.
Un cordial saludo.
F. Romero:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con usted en la valoración y matices que hace de la estocada y su importancia. Sin embargo no comparto su extrañeza ante la actitud de los públicos frente a la actitud (digamos, timorata) de algunos toreros en esa suerte. Como ya le he comentado a Vazqueño, no todos los toreros están dispuestos a correr el albur de perder de vista los pitones en el embroque de la estocada. A usted esa actitud (según nos dice) le deja frío). Me parece perfecto pero recuerde que hay (siempre los ha habido) toreros y matadores y rara vez dichas cualidades van juntas.
Un cordial saludo
J. Coursier
ResponderEliminarComparto su análisis casi al 100 por 100. No obstante, me mantengo en mis trece: prefiero diez pinchazos en lo alto y entrando bien a un bajonazo o una estocada rinconera aunque ni los públicos ni los mismos aficionados (aunque estos según quien sea el torero que se alivie y, sobre todo, si es de su gusto o no) piensan o hacen normalmente lo contrario...
En cualquier caso, sufrimiento o dolor, en este debate, no es -finalmente- tan importante lo que el toro realmente siente como lo que el espectador percibe. Subjetividad en la que entran a partes iguales, la realidad, la sensibilidad, la cultura, las modas, etc...
Un fuerte abrazo
F, Romero:
ResponderEliminarCoincido con su último comentario. Debemos partir de la realidad actual y de como la sociedad nuestra percibe la corrida de toros. Percepción que veo muy complicado de cambiar por muchos motivos que están en la mente de todos nosotros.
¿Seremos capaces de encontrar argumentos que modifiquen el debate actual y lo centren donde realmente debería estar?
Un cordial saludo