Por Jose Morente
Las piernas de los toreros siempre están expuestas a las astas de los toros. En la fotografía, vemos (entre los estoques de Guerrita y el de Montes) la pierna ortopédica que usó el Tato cuando le amputaron la suya por culpa de la gangrena provocada por el puntazo que le propinó, en Madrid en 1869, el toro “Peregrino” de Vicente Martínez.
Antonio Sánchez el Tato, yerno de Cúchares y que había vivido un periodo glorioso como torero, acabó sus días de empleado del Matadero Municipal (La fotografía corresponde a la exhibición de algunas piezas del Museo taurino de Don Juan Bol en la Exposición de París de 1900)
Nota Previa.
Esta entrada esta elaborada tomando como base una pequeña parte de los contenidos desarrollados en la Charla que con el título “La técnica en el toreo. De Joselito el Gallo a José Tomás” tuve el placer de pronunciar el jueves último, día 29 de Noviembre, en la Facultad de Derecho del CEU dentro del presente curso del Aula de Tauromaquia (2012-2013). Curso que organiza y dirige, con tanto empeño como acierto y desde hace la friolera de 14 años, ese excepcional aficionado que se llama Rafael Cabrera Bonet.
Aunque conozco a Rafael desde hace muy poco tiempo (Por cierto, gracias a un amigo común Andrés de Miguel, otro aficionado de categoría) tengo que decir que es de esas personas de las que uno tiene la sensación de conocerlas de toda la vida. Quizás por compartir aficiones comunes y coincidir en lo fundamental. También, por discrepar en lo accesorio (lo que nos permite esas sabrosas discusiones que es lo que, en realidad, nos gusta de verdad a los que amamos la Fiesta). Pero, sobre todo, por su exquisito trato personal. El suyo y el de su mujer, Teresa, otra gran aficionada. Entre aficionados, pues, anda el juego.
La relativa complejidad de algunos de los temas tratados en la charla creo que aconsejan un análisis más detallado en este blog. Además, por apartarse de las tesis más ortodoxas o convencionales al uso, estas cuestiones merecen ser adecuadamente matizadas. Especialmente, para aclarar algunas de las ideas difundidas (de forma necesariamente simplificada) en las redes sociales sobre lo que realmente se dijo allí.
En todo caso, es de justicia agradecer, y quiero aprovechar la ocasión para hacerlo ahora, la atención, interés y cariño con que los asistentes a la charla siguieron (y resistieron) una “faena” tan intensa y larga como fue la de la pasada tarde-noche.
Y vamos al toro que (como diría don Luis Fernández Salcedo) es de Coruche…
En el CEU, el pasado jueves hablando de la técnica del toreo, invitado y acompañado –magníficamente- por Rafael Cabrera
La postura del aficionado
Los aficionados solemos caer en el error (muy común por otra parte) de juzgar lo que vemos tomando como referencia toreros o toreos de épocas pasadas o conceptos o planteamientos distintos a aquellos que nos proponen los toreros de hoy día.
Consideramos, además, que existe un único modo correcto de torear (el nuestro, por supuesto) sin caer en la cuenta de la diversidad de planteamientos, propuestas, opciones estilísticas o conceptos diferentes que sobre la forma de de torear tienen y han tenido los toreros de ayer y hoy. En el ruedo no hay dogmatismos. En el tendido, por el contrario, abundan en demasía.
Sobre ser injusto valorar a alguien por algo que ni pretende ni le interesa, lo peor es que nos perdemos la ocasión de entender cabalmente lo que pasa delante de nuestros ojos y, sobre todo, perdemos la ocasión de disfrutar con todo lo que de bueno tiene el toreo presente.
Nada ni nadie es perfecto. Todo es matizable. Todo es, por tanto, discutible o criticable. Pero no sé si merece la pena (personalmente pienso que no) seguir poniendo reparos hasta el infinito a la forma en que hoy se torea, especialmente cuando tomamos como canon o referencia un modo de torear (al que yo llamo el canon pseudo-belmontista) que me temo no ha existido nunca más que en la imaginación de algunos (pocos) toreros, críticos y/o aficionados.
La pierna escondida
Uno de los detalles técnicos del toreo actual que más enervan a los aficionados más dogmáticos es la que ellos llaman (de forma harto crítica,por cierto) la “pierna escondida”.
Para empezar, creo que (sin perjuicio de la evidente eficacia del método) repetir “ad nauseam” una expresión cualquiera no le confiere validez. Las cosas son verdad o mentira “per se”, no por reiterarlas incansablemente.
Antes al contrario, la repetición, las convierte en tópico o cliché. Algo muy cómodo, en la guerra de guerrillas emprendida por algunos aficionados contra el toreo actual pues evita tener que pensar en serio, pero inaceptable si queremos ser consecuentes y mantener un mínimo de rigor intelectual, máxime cuando ni se justifica lo que se denuncia ni casi nadie se toma la molestia de analizarlo con un mínimo de rigor (las excepciones aunque escasas son ilustres. Ya hablaremos de ellas).
El tópico de la pierna escondida parte de un concepto erróneo, en mi opinión, pero muy difundido entre aficionados (otro cliché elevado a categoría de canon) que es la idea que nos hemos hecho de lo que es “cargar la suerte”, algo sobre lo que ya hemos hablado en este blog y sobre lo que tendremos que volver a hablar más de una vez.
Para muchos aficionados “cargar la suerte” se considera como piedra angular del toreo. De tal manera que no se concibe torear sin que la suerte se cargue. Hasta el punto que se afirma que torero que no carga la suerte al torear no torea sino (otro cliché) “destorea”. Esta es la tesis oficialista en uso.
El párrafo es largo pero merece la pena. Andrés Martínez de León, el genial creador del no menos genial “Oselito”, sentencia la postura –difícil de sostener- del aficionado que va a la plaza cargado de clichés y con “la faena hecha”
El tema, surrealista, no es nada baladí. Entre otras cosas porque para empezar se confunde “cargar la suerte” (algo imprescindible en el buen toreo o, mejor dicho, en el toreo a secas) con adelantar la pierna de salida. Confusión que no debe admitir el aficionado que tenga un mínimo de conocimientos de la historia y la evolución del toreo.
“Cargar la suerte NO es adelantar la pierna de salida”
Es grave, muy grave, el confusionismo que tienen (tenemos) hoy día un buen número de aficionados en la forma de entender algunos términos técnicos históricos. Uno de ellos es confundir el cargar la suerte con el hecho de adelantar la pierna de salida. Vaya en descargo de ellos (y de nosotros) que el error es achacable a críticos y escritores tenidos como fiables referentes del buen toreo.
¿Que es cargar la suerte?
La primera definición de cargar la suerte la dio el histórico torero José Delgado “Hillo” en la Tauromaquia que, dictada por él, fue publicada en Cádiz allá por 1796 (Algo ha llovido desde entonces pero el concepto sigue siendo válido). Merece la pena leerlo con atención y detenimiento.
Pepe-Hillo preconizaba el toreo de brazos frente al toreo sobre las piernas. Para el la suerte se cargaba con los brazos “sin menear los pies”. Este concepto es el que han mantenido todas las tauromaquias que han venido después (Paquiro, F.J.T.U., Guerrita, etc.).
Para Pepe-Hillo (y para todos los “toreros de escuela” que vinieron después de él) la suerte se carga con los brazos y no con las piernas. Es con los brazos y con el movimiento del cuerpo de cintura para arriba (y no con la ayuda de las piernas) con los que se debe dirigir la embestida del toro.
Más claro, agua.
El toreo clásico es el que se hace sobre los brazos, no sobre las piernas. En la foto Manolete, quizás uno de los toreros que, en toda la historia del toreo, han tenido un concepto más clásico y más puro de como se debe torear.
El toreo espatarrado
Por eso, porque -para los toreros y los aficionados del XIX- el toreo debe hacerse con los brazos y no con las piernas, estos consideraban que lo más meritorio era torear con los pies juntos.
El cite más ortodoxo (en la época Pedro Romero y Pepe-Hillo, en la de Paquiro, en la de Cúchares y el Chiclanero, en la de Lagartijo y Frascuelo y finalmente en la de Guerrita) era el cite con los pies juntos, el cuerpo erguido y la muleta cuadrada al lado del cuerpo, tal y como lo refleja Manuel Castellanos en un espléndido dibujo que se conserva en la Biblioteca Nacional.
Cite para el pase natural. Dibujo de Manuel Castellanos de 1855 (Biblioteca Nacional de España). Representa el cite ortodoxo para el pase natural en el siglo XIX. El torero se coloca de frente con los pies juntos (más exactamente con el compás ligeramente abierto) y con la muleta cuadrada al lado del cuerpo.
Ello era así, hasta tal punto que el toreo de piernas abiertas (“espatarrado”) se consideraba, y algunos hoy día lo siguen considerando, “toreo basto”. Y ello sin quitar mérito a esa postura de los pies que permite desviar y/o alargar el viaje del toro.
Machaquito, gran matador, torea tal y como era habitual a principios de siglo con el compás abierto adelantando la pierna de salida. Algo que los aficionados decimonónicos consideraban como “toreo basto”. Hoy, por el contrario, adelantar la muleta y abrir el compás se considera como lo más correcto. Y es que los tiempos cambian que es una barbaridad.
Prueba, de lo que comento, es este párrafo de F. Bleu, el boticario de la Puerta del Sol y referente del integrismo taurino de todos los tiempos. Dice Félix Borrell, hablando de Guerrita:
En el último tercio del siglo XIX, abrir el compás depreciaba el valor de las faenas.
El toreo de “pata ’alante”
Cargar la suerte sin abrir el compás y sin “menear” los pies es muy expuesto y complicado. Muy peligroso. Y requiere del torero (se coloque donde se coloque: al hilo, en rectitud o al pitón) una técnica muy depurada y una gran precisión y coordinación de movimientos.
Por eso, los toreros empezaron a ayudarse moviendo o sacando hacia afuera la pierna de salida, pues fiar todo al movimiento de los brazos era correr un albur excesivo frente al incierto toro decimonónico. Menos bravo que el de hoy, menos picado y de embestida más aleatoria. Más complicado, en suma.
Ese recurso se basa en la denominada técnica del “pitón contrario” que puso en el candelero Juan Belmonte pues, aunque ya era conocida antes, fue él quien la convirtió en sistema de torear.
Belmonte convirtió el cite en el pitón contrario en sistema de su toreo. Otro día hablaremos en detalle de este curioso y, a veces necesario, recurso técnico, muy ligado al mecanismo de adelantar la pierna de salida
La colocación del torero
El caso es que, se saque o no la pierna de salida, el torero ha ido modificando su posición frente al toro, a lo largo de la historia, en un proceso que ha tenido como objeto prolongar la longitud del pase. Del cite de frente se llegó al cite de perfil pasando por la posición de tres cuartos.
La colocación del cuerpo del torero frente al toro ha ido variando a lo largo de la historia del toreo. Y así, se ha pasado de la posición enfrontilada de Lagartijo, al tres cuartos de Antonio Fuentes y al cite de perfil de Manolete al hilo del pitón.
En línea con esta evolución, en nuestros días, los toreros han girado un poco más su cuerpo y el cite se hace con la pierna de salida retrasada. Algo que no gusta ni convence a algunos aficionados hasta el punto de denominarla (en burda ironía) “la pierna escondida”.
El cite de hoy. El torero (en este caso el Juli) presenta la pierna de salida retrasada desde el inicio del pase. La pierna escondida, dicen algunos… Y yo me pregunto ¿Escondida? ¿Detrás de dónde? ¿Quizás… detrás de la otra pierna? Y una reflexión: A la hora de las cornadas ¿importa algo sobre que pierna se reciban estas? ¿O no es lo mismo la pierna izquierda que la derecha a efectos de que la atraviese el pitón de un toro? Este slogan de “la pierna escondida” es probablemente uno de los sofismas más difíciles de aceptar de la crítica que se hace al toreo actual. Y es que una cosa son los gustos de cada aficionado y otra (muy distinta) que esos gustos personales se quieran convertir en referente ético con el que rechazar un modo legítimo y magnífico (en opinión de otros muchos aficionados) de torear.
En resumen, que esto de “la pierna escondida” (¿escondida detrás de la otra?) resulta algo difícil de entender (y aceptar) si se analiza el tema con un mínimo de desapasionamiento y un poquito de buena fe.
La opinión de dos autores fuera de toda sospecha
Lo mejor de esto es que, esta cuestión de la pierna escondida, ya se planteó hace muchos años y resulta que, aunque el dato pueda sorprender a muchos aficionados de la nueva hornada, retrasar la pierna de salida es algo que han aceptado algunos de los mejores y más dogmáticos aficionados de épocas anteriores.
Ya citábamos antes a F. Bleu, autor fuera de toda sospecha de transigencia. Pues bien, el insigne boticario de la Puerta del Sol admitía que, en el pase natural, se adelantase la pierna derecha (la de entrada) y, por tanto, que se atrasase la izquierda (la de salida en ese pase). El párrafo no tiene desperdicio.
La pierna izquierda retrasada en el natural permite alargar el pase y facilita ligar un natural con el siguiente además de que, con ello, el matador -como aclara Bleu- “no consigue ventaja sobre el toro”
Que el párrafo sea aplicable (que lo es) al toreo de nuestros días puede no ser aceptado por algunos ya que el cite en la época del Guerra era frontal. No creo que eso importe, pues el tema que analiza Bleu no tiene que ver con la colocación frontal o perfilada del cuerpo del torero sino con la posición de las piernas y, más concretamente, con el hecho de atrasar una de ellas para dar profundidad al pase.
Por si hubiera alguna duda, he encontrado otro párrafo mas sustancioso aún. Es de un autor que también queda fuera de toda sospecha de heterodoxia. Se trata de Don Luís Bollaín.
Dice el ilustre notario belmontista, analizando el toreo del portugués Manolo Dos Santos, que este torero solía colocarse en el cite casi de espaldas al toro y, por tanto, con la pierna de salida muy retrasada respecto al eje de la res. Y añade (incluyendo gráfico):
Como dice Don Luís: ¿Está claro?
Para Bollaín, el pase que empezó con la pierna de salida atrasada (¿escondida?) acaba con la pierna de salida adelantada en la posición canónica de ”cargar la suerte”, lo que enfatiza. Para mí sobran las palabras.
El momento del cite y el centro de la suerte en la tauromaquia de Manolo Dos Santos, el genial torero portugués de los años 50. Según Luis Bollaín, la pierna, escondida al principio del pase, se sitúa paralelo en el centro de la suerte y adelantada en la trayectoria del toro en su tramo final en interpretación no ortodoxa pero si fiel y correcta -según el notario belmontista- del concepto “cargar la suerte” entendido como avanzar la pierna de salida. Este es el planteamiento del toreo actual.
Visto lo visto, ni entiendo (ni se entiende) que no se acepte, en los toreros actuales y con el inmenso torazo de nuestros días, lo que valía y aceptaba F. Bleu en Guerrita, a finales del siglo XIX con el toro de entonces también inmenso, ni lo que valía y aceptaba Luis Bollaín en Manolo Dos Santos, en los años 50 con el toro (nada inmenso, por cierto) de aquella época.
El Juli en Sevilla en la feria de abril de 2010, con su segundo toro del Ventorrillo. Memorable tarde con salida a hombros por la Puerta del Príncipe. El rigor técnico del toreo del torero madrileño fue, ese día, sublime.
El toreo en redondo hoy
El toreo en redondo (convertir al diestro en eje alrededor del cual se desplaza el toro) ha sido la aspiración máxima del toreo durante más de dos siglos. Un sueño que, a veces, parecía inalcanzable.
Cayetano Sanz, un gran torero aunque pésimo matador, fue quizás el primer adalid verdadero del toreo en redondo (Detalle de una lámina de la Lidia del 30-III-1883 dedicada al diestro de Madrid)
Desde Cayetano Sanz hasta los diestros de nuestros días, pasando por Lagartijo, Guerrita, Joselito, Chicuelo, Manolete, Luis Miguel Dominguín, Paco Camino, Manolo Martínez y tanto otros, conseguir este logro y superar el viejo y caduco toreo “en ochos” (de pitón a pitón) ha costado sangre, sudor y lágrimas.
Y es que, sobre todo, cuando a finales de los años sesenta, se había conseguido depurar el toreo en redondo de una manera que no hubieran soñado los aficionados de siglos pasados, la llegada de un nuevo tipo de toro a las plazas obligó a los diestros a tener que reinventar y adaptar de nuevo el toreo a las nuevas condiciones de las reses.
Algo que fue nada fácil pues el reto al que se enfrentaron los diestros de la -tan denostada hoy- generación de los 70, y las que los siguieron, fue tremendo. Ahí es nada, torear en redondo a un toro mucho más grande y cornalón, con más sentido por su mayor edad y, por tanto, más parado que el toro joven, alegre y terciado de las décadas anteriores, parecía empeño insuperable.
Han tenido que pasar, desde entonces, más de cuarenta años para que el toreo recuperase el nivel técnico que tenía en los 60. En el ínterin, ha habido de todo desde tardes de ensueño hasta cornadas terroríficas (varias de ellas, desgraciadamente, mortales).
Cogida mortal de Yiyo, figura en ciernes, en 1985. Un mazazo para los aficionados de entonces. Igual ocurrió con la muerte de Paquirri. Fueron años muy duros en el toreo.
Como aficionado, hemos vivido, en primera fila, todo este apasionante aunque, a veces, terrible ciclo. Ciclo cuya conclusión creo que se producía este mismo año, el día en que José Tomás se encerró en solitario en Nimes con 6 toros de diferentes ganaderías, pues esa mañana se resumían los logros de la que es, quizás, una generación de toreros de las más interesantes de toda la historia del toreo: la generación de Morante, el Juli y José Tomás.
Hoy no se torea mejor que nunca (pues siempre ha toreado muy bien el que ha sabido torear) pero tampoco (¡ni mucho menos! y que me disculpe Adolfo Bollaín) peor que nunca como pretenden hacernos creer algunos aficionados eternamente descontentos.
Probablemente, para disfrute y goce de los públicos actuales y por suerte para ellos y pese al desapego de los aficionados integristas que no de los aficionados íntegros, esta generación es también una de las de más alto nivel técnico de toda la historia del toreo.
José Tomás en Nimes este mismo año con Ingrato. Aparte de otras consideraciones relativas al empaque, ritmo, cadencia, compostura, colocación, posición y valor derrochados, los pases dados por el diestro de Galapagar, afincado en Estepona, denotan un excepcional nivel técnico algo que no siempre se le ha reconocido debidamente a este torero (ni al resto de toreros de su época).
Adenda final a modo de resumen.
Primero. Cargar la suerte NO es adelantar la pierna de salida.
Cargar la suerte es (en definición de las Tauromaquias clásicas) dirigir la embestida del toro con los brazos y con el movimiento del cuerpo de cintura para arriba.
Segundo. Las tauromaquias clásicas (Pepe-Hillo, Paquiro, etc.) proponen y propugnan el toreo de brazos frente al toreo sobre las piernas.
Estas no deben moverse al cargar la suerte.
Tercero. Los aficionados clásicos (siglo XIX) consideraban al toreo de compás abierto (“de pierna espatarrada”) como toreo basto.
El toreo fino era (¿y es?) el de compás cerrado o con las piernas ligeramente separadas.
Los viejos aficionados decimonónicos consideraban como toreo fino al toreo de compás cerrado. Precisamente, el toreo que está aquí ejecutando, en Madrid el 23 de mayo de 1991 y evocando a Manolo Vázquez, el maestro Fernando Cámara quien, por cierto, ha sido también y sobre todo un magnífico interprete de la otra línea del toreo: la del toreo cambiado de compás abierto y “pata ‘alante”.
Cuarto. Esperar al toro a pie firme sin “menear” los pies es muy expuesto y complicado y requiere de una técnica muy depurada.
Por eso, los toreros empezaron a utilizar, como recurso y ayuda, el sacar hacia afuera la pierna de salida.
Quinto. La técnica del pitón contrario (y también el adelantar la pierna de salida) es un recurso válido para provocar la arrancada del toro tardo o para desviar la trayectoria del toro que se ciñe.
Exige también una correcta (y compleja) coordinación de movimientos. Belmonte convirtió este modo en un sistema de torear. Sin embargo, no deja ni dejará de ser un recurso más o menos aceptable según las condiciones de las reses.
Sexto. Por el contrario, retrasar la pierna de salida siempre ha sido bien admitido por los aficionados más conspicuos (F. Bleu y Luís Bollaín por ejemplo) de épocas anteriores.
Y ello, no solo porque NO se consigue ventaja respecto al toro (pese a lo que muchos opinan) sino porque permite alargar el pase y ligar correctamente cada natural con el siguiente algo que es necesario cuando se torea en redondo.
Uno de los paneles de la conferencia del pasado jueves.
(Continuará)
En primer lugar, enhorabuena, José. Has hecho un verdadero tratado de tauromaquia, que supongo, sería un éxito en Madrid.
ResponderEliminarTus argumentos son increíbles y sobre todo nos hacen pensar a los aficionados.
Desde mi humilde punto de vista, en el toreo es todo tan relativo y está condicionado a tantos factores, como ya has señalado ( el concepto del torero, la condición del toro...)que depende del momento, la lidia... pero yo me emociono más cuando el torero echa (un poco, sin exageraciones ni amaneramientos), la "patita p,alante". En cualquier caso, enhorabuena por esta entrada y por tu conferencia.
Un cordial saludo
Estimado José, me temo que si el toreo sigue evolucionando, llegará el día que los toreros citarán de espaldas al toro.
ResponderEliminarDocurdó II
Enhorabuena José, tu exposición no puede estar mejor argumentada. Ahora, sin ánimo de llevarte la contraria, pero sí de debatir amigablemente sobre esta cuestión, te propongo un ejercicio:
ResponderEliminarDespojémonos de etiquetas, de denominaciones como "cargar la suerte" o "esconder la pierna", dejemos tecnicismos y definiciones a un lado, sobre lo que han escrito o han dicho sobre todo esto todos los que a lo largo del tiempo se han referido a esta cuestión, imaginemos que no existe una definición concreta sobre la acción de "cargar" o "descargar la suerte", basándonos unicamente en lo que vemos y percibimos, dejando el toreo desnudo y alejado de cualquier dogma.
Una vez hecho esto y olvidando por completo lo que digan los "cánones", pongamonos a comparar estilos y conceptos de torear de toreros tan dispares como son Ordoñez, Pepe Luis y Manolo Vázquez, Camino, El Viti, y más actuales porque se retiraron más tarde, Curro, Rafael y sobre todo Antoñete, sin olvidarme de Emilio Muñoz, solo por nombrar a algunos. Como se puede observar todos con conceptos del toreo muy alejados entre si y muchos de ellos muy irregulares en sus trayectorias.
Por no alargarme, si uno repasa las imagenes, ninguno de ellos, salvo muy rarísimas excepciones, retrasaban la pierna de salida, los muletazos tenian un principio y un final, no fluian tan largos como los actuales pero tampoco hacia falta, porque todas las ventajas eran para el toro (el medio pecho y la pierna adelantada de Ordoñez, el toreo a pies juntos y de frente de Manolo Vázquez y sobre todo, como he dicho antes, el toreo-verdad con todas las ventajas a disposición del toro cuando estaba entregado Antoñete, etc...). Si toreando así te "pescaba" un toro, no te escapabas. Es mas, si andabas ayuno de técnica, como es el caso de Paula, o no muy sobrado de ella, como es el caso de Emilio Muñoz, todavía nos enardecíamos más aún, era como obrar el milagro dando un salto al vacío "sin paracaidas".
Un dato, muchas de las figuras de antaño cuando mas predominó el toreo de pierna adelantada tenían partidas las femorales, muchos lo achacan a lo incierto de las embestidas de un tipo de toro mucho menos definido que el actual, seguro que también, pero a lo que no se puede achacar es a la falta de técnica, que la tenian y en grandes dosis, solo que mucho menos visible que en la época actual.
Personalmente, sin dogmas ni etiquetas de por medio y digan lo que digan los "cánones", aún aceptando que por supuesto no estoy en posesión de la verdad me emociona mas el toreo de pierna adelantada que el que se viene practicando de manera abusiva por todos los espadas actuales.
Un abrazo y hasta pronto.
Pablo Galán.
Alberto:
ResponderEliminarEl distintivo del buen aficionado es (para mí) la capacidad de entender y valorar incluso aquello que personalmente no le gusta.
Cuando además uno es capaz de ponerse delante de un animal de respeto y expresar con sobriedad y valor su concepto del toreo, como es su caso, entonces pasa automáticamente a la categoría de aficionado excepcional.
Que un aficionado de su calibre me de la enhorabuena por un artículo en el que intento explicar la validez de una forma de torear (la actual) tan distinta a la que usted siente, defiende y PRACTICA, es para mi un verdadero motivo de satisfacción.
Muchísimas gracias y un abrazo
Docurdó II
ResponderEliminarEs cierto. Aun más, los toreros llevan citando de espaldas ya hace mucho tiempo. Por ejemplo en la suerte a la aragonesa que describe Pepe-Hillo (nada menos que en 1796) o en el pase de Manolo Dos Santos del que hablaba Bollaín (en los años 50).
Como esto del toreo y la vida es cíclico seguro que acabaran citando otra vez muy de frente (lo hizo Tomás en Nimes) causando (una vez más) nuestra sorpresa y admiración.
Lo dicho. La vida y el toreo dan tantas vueltas que está garantizado que, en algún momento de la misma, la forma de torear acabará coincidiendo con nuestros gustos personales.
Mientras tanto, le propongo que disfrutemos con todo lo bueno (sea de frente, de perfil o de espaldas) que los diestros sean capaces de hacer en el ruedo.
Un cordial saludo
Pablo Galán:
ResponderEliminarAcepto el envite. Precisamente olvidarnos de dogmas y clichés es algo que llevo planteando en este blog desde el principio. Ma agrada sobremanera, por tanto, su propuesta.
Lástima que no pudiera usted asistir a la conferencia de Madrid porque precisamente lo que intenté hacer (otra cosa es que lo consiguiera) fue dar un repaso histórico al toreo en redondo empezando por Guerrita, pasando por Joselito y terminando en José Tomás. Entre medias, vimos también (en películas, claro) a Manolete, Paco Camino, Manolo Martínez, Antoñete (por duplicado), Aparicio, César Rincón, Juli y Morante (Y de la línea contraria, quede también constancia, a Belmonte, Domingo Ortega y a Paco Ojeda)
Todos los primeros citados sin excepción (Todos repito y ya iremos poniendo los videos aquí también en el blog) torean retrasando la pierna de salida desde el segundo pase de la serie.
Eso sí en el primero, algunos la adelantan (lo que llamamos cargar la suerte). Desde luego no adelantaban la pierna (al menos, no siempre o, mejor dicho, casi nunca) los toreros en los 60: ni Antoñete con el toro blanco, ni Camino con Traguito o Catrín en México, ni Manolo Martínez con Toñuco de Mimihuapan.
En mi opinión, lo importante es llevar al toro toreado. Cruzarse en su camino añade un plus de emoción (especialmente para el espectador en el tendido) que a mí personalmente me encanta pero que pienso no siempre supone ni implica asumir mayor riesgo.
De igual modo me encanta el toreo al natural con el torero como eje, alargando casi hasta el infinito el trazo del muletazo con el toro cosido a los vuelos del capote (¡Eso de pasarse todo el toro por la barriga tiene su aquel!). Siempre que veo ese toreo recuerdo (no sé porqué) a un diestro relativamente maldito, el madrileño Cayetano Sanz al que me gusta encontrar parecido con Antoñete, (tampoco se muy bien porqué)
Tanto una como otra forma de torear (toreo natural o cambiado) creo que merecen el máximo respeto de los aficionados pues ninguna de ellas es nada fácil de ejecutar(Hacer bien las cosas nunca es fácil) por lo que, como usted tan acertadamente señala en su comentario, lo importante para cada uno es aquello que, de verdad, consiga emocionarnos.
Mi deseo es tan sencillo como el de que cada vez consigamos esa emoción con más formas distintas de toreo. Estoy seguro que, como aficionados, todos saldríamos ganando.
Un abrazo
"En el toreo de pies juntos -cualquiera que sea el artífice- hay tiesura, sequedad, líneas rectas y verticales, rigided, "encorsetamiento"...; en el toreo de pies separados, resplandecen la gracia, la armonía, la flexibilidad, la naturalidad y, normalmente, las líneas curvas y sinuosas. Y esto, no nos engañemos, encierra muchas más belleza que lo otro".
ResponderEliminarEso opina Luís Bollaín en El Toreo, pero claro, Bollaín no era decimonónico, es de principios del XX.
Me llama la atención que en la época de toreo de lucha, defensivo y batallador, los aficionados considerasen el compás abierto como "toreo basto". No me imagino a Montes fajándose con aquella fiera de Torre y Rauri a pies juntos. Hay discordancia entre las tauromaquias clásicas y el toreo que he leído e intento imgaginar en mi mente.
Conclusión que usted dejó en su conferencia y que yo suscribo al 100% (al menos así lo entendí): Todo toreo es válido, y ninguno tiene porqué menoscabar a otros. Unos toros exigirán una forma de torear y otros exigirán otra, dentro de la variedad de estilos y formas que los aficionados agradecemos y consideramos necesaria por el bien del espectáculo. Que cada uno se quede con lo que le guste.
Conclusión dos. Y esta ya es mía: Esto del cargar la suerte es un auténtico berenjenal si buscamos lo que han opinado de ello toreros y críticos taurinos porque son muchos los que lo han hecho a lo largo de la historia. Quedarnos con una sola creencia, como usted señala, sería absurdo y de mentes obtusas.
He sacado una hipótesis propia por sentido común; cargar la suerte, para mí, como bien dice la expresión, es cuando el torero pone aún más riesgo a la hora de ejecutar el lance, bien cuando el toro se arranca o cuando llega el momento del embroque, pero nunca cuando el toro ha rebasado el cuerpo del espada. No concibo el cargar la suerte cuando el toro está Aranjuez y el torero está en Madrid, por mucho peso de la pierna en la pierna de salida y muchas historias que nos vengan a contar algunas teorías modernas.
Un abrazo.
José:
ResponderEliminarFui uno de los privilegiados que tuvo la fortuna de acudir a la maravillosa charla que tuvo lugar el pasado día 29 en Madrid. Sólo puedo decir que el Dr. Morente dictó cátedra en la capital.
Con su magistral exposición fue derribando uno a uno todos los tópicos (cargar la suerte, el toreo ligado, la pata pa atrás, la pata pa adelante, el pico…) que invaden a los aficionados retros que han imperado en todos los tiempos y en los nuestros, todavía más . Con la explicación de la evolución de la técnica del toreo, de la importancia de Joselito (sin menospreciar y dar el mérito que también merece a Belmonte), de Chicuelo, Manolete …, no se puede entender el toreo de hoy en día. Y así llegamos al sumun de JT. Además enlazado magistralmente con la evolución del toro a lo largo de la historia. Pero lo mejor, es que esto no para. La evolución es constante e imparable. La dificultad de los aficionados reside en identificarla y aceptarla sin prejuicios. Los tópicos son el burladero de la ignorancia.
La clave de su exposición es que muchas veces la única defensa que tienen los intolerantes, es hacer alusión a la memoria o a un toreo-toro imaginario de cualquier tiempo pasado, que han leído en los libros, pero que realmente no ha existido. Las imágenes así lo atestiguan. Defienden una teoría irreal. Esa defensa, la destruyó de un plumazo con las imágenes de sus iconos más venerados. No cómo crítica de éstos, sino para demostrar que toreaban así, porque así debían torear, según la concepción del toreo que tenían y no pasa nada. Sigue intacta su grandiosidad. La misma que niega a otros. Además con las contradicciones que encontramos en las mismas teorías de los autores que defienden uno y otro concepto excluyendo al resto (Corrochano, Joaquín Vidal…) que se han convertido en catecismos para los aficionados “de lo que vale y lo que no”.
Aunque algunos siguen con su “erre que erre” y su defensa de la pureza. Al final, con su carácter conciliador, pero sin ceder un ápice en sus convicciones, quedó claro (al menos a mí) que cada uno tiene su concepto de pureza, basado más en los gustos personales que tenemos como aficionados a nivel particular, y son tan válidos los unos como los otros. Todos caben, todos tienen su mérito y que lo bonito es discrepar y hablar de toros.
GRACIAS COMO AFICIONADO Y ENHORABUENA JOSÉ.
Me encanta el artículo. Felicidades.
ResponderEliminarPero.... El principal problema que veo en esto del TOREAR correctamente, es querer definirlo con palabras para hacer una especie de biblia y que, cualquiera que se anime a leerla y tenga el valor necesario se convierta en una figura del toreo.
No es así ni mucho menos.
Está claro que la técnica es imprescindible (casi siempre), pero... ¿Conocéis a alguien que pinte como Rembrandt? Seguro que muchos conocen la técnica, pero CREAR algo que EMOCIONE, no se hace solamente con técnica.
Por eso, estas valoraciones, aunque interesantes y muy entretenidas de leer, dejan de tener sentido cuando un torero se abandona a la faena y entra en ese estado de simbiosis con el toro, y es capaz de emocionar a miles de aficionados, lo vean una o mil veces.
Se puede intentar engañar al aficionado con recursos técnicos en faenas mediocres, pero cuando se TOREA de verdad, no se engaña a nadie y toda la plaza lo sabe y siente.
Mi querido Jose, comparto lo expresado por Pablo Galán. Sin muchos tecnicismos el aficionado reconoce cuándo se torea de verdad y cuándo no, esté la pata atrás o adelante.
ResponderEliminarCorrochano decía: "Para torear bien hay que cargar la suerte, y para cargar la suerte hay que separar los pies y echar el peso del cuerpo de un pie a otro, siguiendo el movimiento del toro, para tirar de él y hacerle pasar, y mandar, y dominar." Estarás de acuerdo que con la pata buena atrasada es muy difícil lograr lo que decía don Gregorio. ¡Ah! Y una cosa es hacer pasar al toro y otra muy distinta dejarle pasar. Un abrazo.
Vazqueño:
ResponderEliminarSobre la cuestión previa que plantea respecto al toreo fino o basto, efectivamente tiene usted razón y reconozco que no me había percatado en el contrasentido que supone añorar el toreo erguido en época de toro fiero y toreo movido (Montes y el toro de Torre y Rauri que le quitó del toreo) o anhelar el toreo curvilíneo y barroco de Belmonte en época de Manolete (como hace Luis Bollaín)
Aventuro una hipótesis a vuelapluma. ¿No será que siempre queremos o deseamos lo que no tenemos?
Eso explicaría que hoy cuando el toreo en redondo ha logrado la precisión que tiene suspiremos por el arcaico (aunque a veces necesario) toreo "en ochos".
¿Que opina usted?
Sobre su conclusión primera. Parece que coincidimos en considerar que cada modo de toreo tiene su propia legitimidad y todo se reduce a cuestión de gustos del aficionado. Añadiría que cada forma de torear tiene su "porqué" y que entender ese "porqué" es el paso previo para poder disfrutar cada una de esas formas.
Sobre su segunda conclusión. Plantea usted una hipótesis harto sugestiva y atrayente (Considerar que cargar la suerte es arriesgar en la arrancada del toro o en el embroque, no en el remate del pase)
Bonita definición pero que -lamentablemente- no puedo compartir.
Primero, porque el concepto cargar la suerte esta clara y bien definido (otra cosa es confundirlo para arrimar cada uno agua a su molino): Se trata de mandar la embestida del toro con los brazos. Adelantar la pierna puede ser recurso admisible en determinados toros pero recurso al fin.
Segundo, porque ni el toreo ni cargar la suerte tienen como único objeto aumentar el riesgo o alardear de valor sino también dominar al toro o hacer arte. Opciones estas tan legítimas -al menos- como la primera.
Tercero, porque no entiendo que tenga que existir mayor peligro en el cite o en el embroque que en el remate del pase. He visto muchas cogidas en ese trance (p.e. José Tomás en Aguascalientes)
Finalmente y sobre la importancia de trasladar el peso de una pierna a otra se me ocurre pensar que es algo posiblemente irrelevante para el aficionado que ve torear desde una grada o desde el tendido pero que en el ruedo cualquier músculo que se relaja o agarrota puede tener una influencia decisiva en la ejecución de las suertes. Ergo...
En cualquier caso, ahí quedan las cuestiones por usted planteadas para que cada cual las vaya respondiendo según su leal saber y entender.
Un abrazo y gracias
Luis Miguel:
ResponderEliminarLógicamente, poco puedo añadir a lo dicho por usted.
Creo que ha captado perfectamente lo que quería transmitir en la charla y en esta entrada.
Lo importante es hablar de toros y procurar entender las razones (siempre las hay) de los que tienen un visión distinta (en poco o en mucho) de la nuestra.
Muchas gracias y un abrazo
Anónimo
ResponderEliminarLe agradezco su elogio aunque me gustaría matizar sus opiniones.
Primero. Evidentemente y como usted dice no hay una Biblia o regla que diga como se debe torear. Pero tampoco hay otra que diga como se deben ver los toros o que es lo que a uno le tiene que gustar o emocionar en los toros.
Segundo. El papel de la técnica no es para mi una mera comparsa del arte o la emoción del riesgo. es algo más. Como no sé escribir tan bien como Corrochano me remito a su libro ¿Qué es torear? donde relata como le emociona la faena de inteligencia, la faena de dominio. Comparto plenamente lo que dice sobre esa cuestión.
Tercero. Dicho lo anterior entiende perfectamente que existan espectadores o aficionados que se encadilen más por los alardes de valor o por la emoción que provoca el arte. Nada que objetar, desde luego y es evidente que se necesita una sensibilidad especial. Pero espero que nadie me reproche que conceda máxima importancia al torero que es capaz de usar su cabeza y resolver sobre la marcha los mil y un problemas que plantean las cambiantes condiciones de los toros.
Por eso, me entusiasmo con toreros como Montes o Guerrita por lo que cuentan de ellos, como Joselito o Pepe Luis Vazquez por las viejas películas que existen o como Paco Camino o el Juli por lo que les he visto hacer en la plaza.
Y cuarto. Es cierto que el problema principal de este tipo de toreros es que los público (incluso los aficionados) siempre piensan que les engañan pues atribuyen su facilidad ante la cara de los toros al uso y abuso de mediocres recursos técnicos.
Por eso se les acusa de ventajistas, marrulleros, faltos de emoción, mandangueros y vulgares...
Y eso ha pasado con todos y cada uno de los enormes diestros que he citado.
¿No será que somos nosotros los que carecemos de conocimientos técnicos suficientes para valorarlos adecuadamente?
Saludos
Amigo Gastón:
ResponderEliminarMucho me temo que cuando el aficionado renuncia a entrar en tecnicismos o razones es porque abandona el terreno de la lógica para entrar en el de la magia.
Expresiones como "el aficionado reconoce cuándo se torea de verdad y cuándo no" son dificiles de sostener pues hay tantas verdades como aficionados existen (¿O sòlo "nuestra" verdad es la única válida?)
Un ejemplo de subjetivismo. ¿José Tomás es mal torero sólo porqué así lo afirman algunos "aficionados"?
Un abrazo
PD. Por cierto, que lo que afirma don Gregorio creo que no sólo es compatible sino que incluso es más adecuado de lograr con la pierna de salida retrasada.
José: equivocada o no, yo soy de las de la pata 'alante', y enhorabuena por su magnífica conferencia el pasado jueves en el CEU, en la que estuve presente.
ResponderEliminarEn ella salió a relucir la gran incógnita que servidora tiene en el toreo -sin resolver- y que quiere compartir con usted. Incógnita que he expuesto entre aficionados de los grandes y profesionales varios, sin que las opiniones de ellos, contraria a la mía, me hayan aclarado el asunto hasta el momento.
Me refiero a lo de adelantar la muleta o esperar al toro con la misma retrasada, no a la altura de la bragueta precisamente sino a la altura, o un pelín por delante, de la cadera contraria. Manolete, o El Juli, por poner el ejemplo contrario, abierto en exceso el compás muy feamente el de Velilla (es bajito Julián, Manuel era alto) retorcido al verse obligado a forzar la figura para intentar ponerle el trapo en el hocico al bicho en un afán de alargar el muletazo, dicen lo de alargar, cuando el muletazo a mi gusto no tiene que ser largo, sino hondo.
La pregunta es, ya que tengo entendido de que usted es aficionado práctico, si a su entender se necesita más valor para traerse el toro toreado desde que te da de sí el brazo o, por el contrario, es de más valor esperarlo, que llegue a uno arrancado y aguantarlo a su velocidad sin que se le mueva a uno una pestaña.
Como creo que el asunto de cargar la suerte le va a dar para otras entradas, me reservo para una próxima ocasión con el fin de no enrollame mucho.
Repito, enhorabuena con un cordial saludo, José.
La condesa de Estraza
Estimada Condesa:
ResponderEliminarLo primero, gracias por su elogio.
Lo segundo, quiero empezar por señalar una posible contradicción en su declaración a favor de la "pata alante" pues me consta que es usted acérrima partidaria del genial Manolete quien generalmente toreaba con el compás cerrado.
Contradicción que quizas sea sólo aparente pues si se trata de cargar la suerte, el diestro de Córdoba (de formación muy académica) siempre la cargaba la suerte aunque con los brazos que es lo más clásico. Así que...
Sobre el cite con la muleta adelantada o retrasada (cáncamo a la altura del cuerpo) le voy a dar mi opinión (más o menos práctica) pero que no espero que sea concluyente ni definitiva.
En primer lugar. Hay diestros que por sistema han adelantado la muleta y otros que, también por sistema, la mantienen retrasada a la altura del cuerpo (el cite clásico). Manolete era de estos últimos y además (torero de formación muy acádemica) pensaba que adelantarla es una ventaja.
Hoy un mismo torero (Tomás, Juli, Morante, etc.) puede utilizar las dos formas de presentar la muleta según las condiciones del toro. Si se puede adelantada, se adelanta pues se intenta que el pase sea lo más largo posible, no sólo de cuerpo para atrás sino desde por delante (el famoso y excelente "aquí te tomo, aquí te traigo, aquí te llevo").
Sin embargo, cuando el toro tiene un recorrido más corto, de tal modo que de presentarle el engaño adelantado rebasaría con dificultad el cuerpo del torero (por mucho mando que este tenga), la muleta se suele presentar hoy retrasada (Lo que es detalle de excelente técnica pues se resuelve una embestida corta sin necesidad de modificar la posición del torero entre pase y pase o reduciendo al mínimo estos ajustes de posición).
Creo que el primero que así lo hizo fue el mexicano Silverio Pérez (El Faraón de Texcoco) un torero de calidad más que excepcional.
Pero de este y otros detalles hablaremos, como usted dice, más adelante en este blog.
Un cordial saludo
Decia Rafael Ortega; Matador de toros de la Isla de León,San Fernando Cadiz. que Igual que a la hora de la suerte de matar hay que adelantar la pierna,izquierda y la derecha de le dirá al torero por donde tirar,el cite al toro hay que hacerlo cargando el peso del cuerpo en la pierna de cite, y la pierna trasera se adelantara cuando el toro inicie la embestida, poniéndole el muslo a su placer,
ResponderEliminarde la misma forma se toreara de capote, todo aquel que se puso alguna ves delante de un toro, sabe que es echar el pie delante.
Su entrada en el blog es muy interesante ala ves que didáctica.
Saludos
Joder, y perdone el dicharacho, José, pero es usted más largo que un día sin pan.
ResponderEliminarEfectivamente, nada más enviar mi comentario anterior me di cuenta que dado mi célebre manoletismo en el mismo había una tremenda contradicción pues siendo Manuel Rodríguez mi guía no sé qué pinto yo hablando de adelantar piernas y otras ordinarices tan alejadas de los dioses.
No metí baza inmediata para no resultar pesada y, para escaparme, voy ahora y acudo a un recurso: no quise decir juestamente adelantar la pata, sino más bien retrasarla 'descarao', víctima una del toreo a granel de hoy y entendiendo que como Manolete no ha nacido ni nacerá uno, y pido disculpas por mi vehemencia a considerar al Monstruo de Córdoba una caso fuera aparte de la historia.
No he comprendido muy bien su respuesta sobre lo de adelantar destajistamente la muleta o colocarla donde la ponía Manuel, es difícil comunicarnos por este medio, así que como hay más días que olla si le parece lo dejamos aplazado para otro rato.
En cuanto al Silverio, quizás el torero más misterioso de la historia a mi manera de ver, ni me lo nombre: soy devota del Faraón de Texcoco.
¿Sabe una cosa? Verá usted, siendo servidora una de las mujeres más tímidas del mundo, hace años conseguí su telefóno y ni corta ni perezosa le llamé a su domicilio, allá en su tierra, y mantuve con él un contacto hasta su muerte muy cordial, llegándome a mandar su hija Silvia, en su nombre, la joya dedicada del libro que su esposa, doña Pachis, escribió sobre él.
Más tarde, cuando ya agonizaba Silverio en un hospital del DF, otra persona ingresada en el mismo centro, también tímida, me llamó para que fuera servidora la que los pusiera en contacto, pues no se atrevía a subir a la planta de arriba y llamar a la habitación en la que se encontraba el anciano matador de toros. Así lo hice, y no vea usted, para qué hablar, quizás sea del asunto que más orgullosa me siento de toda la peripecia de una vida, la mía, dedica al mundo del toro.
Luego, esta temporada pasada, acompañada yo de nuestra común amiga Itziar Urrutia en una tarde venteña de la feria de Otoño, nos cayeron al lado unos aficionados mexicanos y me di toda la maña para hablar con ellos sólo por platicar sobre Silverio.
¡Sorpresa! Era el ganadero propietario de toro Michín, el que mató a Carmelo... "que estás en los cielos".
Perdonen la brasa, un placer y mis cordiales saludos a la audiencia de esto magnífico blog.
La condesa de Estraza
ResponderEliminarDesde luego, conducta muy habitual esa de añorar el pasado en detrimento del presente. No hay que perder de vista lo que tenemos ante nuestras narices, son pocos pero avezados aficionados los que se anticipan a valorar lo que, seguramente, con el paso del tiempo, reconocerá la mayoría. Usted es un ejemplo claro aunque no comparto muchas cosas, principalmente cuando se centra en Juli o en Manzanares.
Señor Morente, definitivamente, estoy hecho un lío.
Si cargar la suerte es "mandar la embestida del toro con los brazos", añado: dar el muletazo más largo, dirigiendo más tiempo la acometida del toro, ¿es cargar más la suerte? ¿se puede cargar más o menos la suerte en función de la largura del muletazo, de mandar en la embestida más tiempo o menos tiempo?
Sobre el punto tercero que usted comentaba al responderme: Entiendo que no es lo mismo rematar el muletazo en redondo, muy próximo a la cadera como hace Fandiño o José Tomás (perdonadme la comparación), que hacerlo más alejado del cuerpo, tras un trazo más lineal, como hace Juli o Miguel Ángel Perera. ¿Cuántas cogidas habrán sufrido estos dos últimos al rematar un muletazo? Me aventuro a decir que muy pocas o nulas.
Para mí hay mucho más riesgo en lo primero (Fandiño/José Tomás) que en lo segundo (Juli/Perera); en un caso la profundidad se sustenta en mayor largura y en el otro en mayor dominio al quebrantar más la dirección de la embestida.
Ahora soy yo el que le pide respuesta a las preguntas planteadas, salga y lidie su toro.
Un abrazo.
Jose Luis:
ResponderEliminarRafael Ortega fue un magnífico torero y, sobre todo, excelente matador al que muchos aficionados ensalzan más que por su toreo por lo que dijo del toreo.
Bueno. Quizás, no por lo que dijo sino por las transcripciones de sus palabras realiazadas por Angel Fernández mayo en el libro "El toreo puro".
Cuanto hay de Rafael Ortega y cuanto de su amanuense en ese libro es algo dificil de calibrar.
Quizás el tema de las contradicciones entre lo que los toreros dicen y lo que luego hacen (o hicieron) en las plazas sea un tema sobre el que habría que ahondar.
Gracias y un saludo
Vazqueño:
ResponderEliminarEvidentemente, el concepto de "cargar la suerte" ha sido tan traido y llevado. Tan manoseado que al final es fácil que acabemos no entendiendo nada.
Las palabras significan lo que queremos y el concepto inicial de "cargar la suerte" ha sufrido un curioso desplazamiento de los brazos a las piernas. Pero recuperando el concepto original (que me parece más interesante porque no reduce el toreo a su simple movimiento de piernas) creo que cargar la suerte es sencillamente mandar en la embestida del toro.
Por eso, no me parece mal la precisión que usted apunta, en el sentido de que se carga más la suerte mientras más se manda en la embestida. Tiene mucho sentido y es criterio que puede clarificar las cosas pues vale cuando se manda con los brazos igual que cuando se manda con las piernas o sobre las piernas. Habrá que profundizar en ese enfoque que propone.
Sobre el punto tercero. No comparto lo que dice del Juli pero admitiendolo a titulo de hipótesis creo que hay que aceptar que en algunos toreros el riesgo (controlado o no; aparente o real) es algo esencial pero en otros sería factor secundario.
En ese sentido, para algunos diestros conseguir un muletazo estético o mandar mucho en la embestida del toro les interesa más que "jugarsela".
Me parece legítimo, gustos aparte (y ya sabe usted cuales son los míos). Por consiguiente, y con la salvedad hecha sobre el Juli, coincido también con usted en este punto.
Un abrazo
Condesa de Estraza:
ResponderEliminarLo primero, agradecerle lo de "largo" pues ese es el objetivo de todo "gallista" que se precie.
En segundo lugar, es evidente que temas como el que usted proponía son difíciles de plantear y explicar en las breves líneas de estos comentarios (a veces, no tan breves). Mejor será desarrollar el tema del cite como entrada en el blog (lo que permite añadir imágenes que es lo que de verdad se entiende).
En tercer lugar, esta claro que ambos (usted y yo) compartimos también devoción (además de por Manolete) por SILVERIO. Ahí ya me toca la fibra sensible y el relato que usted hace y su relación con ese grandioso torero me ha emocionado y provocado una envidia sana.
Para colmo nombra usted a Carmelo Perez (su hermano) ¡el torero que más cruzado ha toreado en la historia del toreo! Carmelo, para citar, no se iba al pitón contrario, sino al burladero del otro lado de la plaza. Un caso aparte...
Quedamos emplazados. Yo me comprometo a intentar explicar lo de la muleta retrasada y usted me cuenta con detalle sus conversaciones con el Faraón. ¿Le parece?
Saludos
Decía Borges que la prueba irrefutable de que el Corán lo habían escrito árabes es que no salía ningún camello.
ResponderEliminarEn “La razón incorpórea” no salen esos tópicos taurinos que nos ahorran pensar y desaprender, prueba del afán de su autor por enseñar sin adoctrinar, incluso provocando un poco al respetable, pero respetando siempre la inteligencia del lector.
Esto de los toros es más pagano que monoteísta, más mediterráneo que desierto sequizo del Sinaí, así que ¡a emocionarse cada uno con los dioses (y diosas) de su gusto!
Habrá que convencer a Cutiño para que remate los carteles de Badajoz con tu nombre. Por la mañana, conferencia de Morente. Y por la tarde, Morante y José Tomás, por ejemplo. Me encantaría poder escuchar tu excepcional exposición, Jose. Un abrazo y enhorabuena.
ResponderEliminarLo de Morente por la mañana y Morante por la tarde en la feria de Badajoz, es lo más bonito (y gracioso) que me han dicho desde que escribo de toros. ¡Vaya arte que tiene usted!
Un fuerte abrazo (¡Y que así sea!)
Condesa de Estraza,
ResponderEliminarNos ha dejado usted con la miel en los labios con ese sabroso comentario y su experiencia personal con Silverio Pérez. Apasionante. Confieso que es uno de los toreros que más misterio despiertan en mí.
Con el permiso José Morente y excusándome por el atrevimiento, la emplazaría a que hiciese una entrada sobre el genial torero. Sobre él o sobre el contacto personal que tuvo el privilegio de vivir. Se lo pide un toledano, última plaza que pudo pisar su hermano, el desafortunado Carmelo Pérez.
Independientemente de lo que decida, gracias por hacernos partícipes de su experiencia con ese comentario.
Un saludo
Como ejercicio ,brillante, de erudición, ésta entrada supera con creces lo que podemos leer en otros cuadernos internáuticos.El ponente utiliza con habilidad, opiniones de otros coincidentes con su tesis,lo cual además de lícito es muy humano.
ResponderEliminarOpiniones que en su mayoría, dan quienes no han vivido en vivo y en directo lo que comentan.Y si lo han vivido en alguna parte,no son mas que eso ,opiniones personales teóricas,que no leyes inmutables lo diga el Sr.Bleu,o el Sr.Corrochano (ya conocemos su trayectoria con Joselito) o cualquier otro.
Opiniones que posiblemente, ellos expresarían sin el ánimo didáctico y hasta cierto punto excluyente que se les da en el artículo.
Me queda claro por tanto,que las opiniones expresadas libremente no son leyes.Muestran el concepto del toreo que emociona al que las expone.Nada más y nada menos.
El asunto primordial está en mi humildísima opinión,en que se están comparando cosas para las que el patrón no es el mismo y eso no lleva a conclusiones fiables.
Me pregunto,no sin que asome una sonrisilla a mis rostro,cómo sería el toreo de Joselito,o de Frascuelo,o de Lagartijo con el toro de los figuras de hoy.Sonrisa que se convierte en casi en carcajada, si inviertiendo los términos,pienso en cómo sería la tauromaquia de las mencionadas figuras de hoy con los toros de los antes mencionados.Y me refiero tan solo a la forma de lidiar y torear,no en eso que hoy denominan “cuajar” como si fuera un queso,a un toro.
Mis más de cincuenta años de ver toros (que no significan más que un período de tiempo y nunca que el tiempo “per sé” dé sabiduría), no han cerrado mi mollera lo suficiente como para entender lo bueno de hoy,ni para dejar de apreciar el valor,la gallardía y el arte ante un animal fiero.En definitiva, lo que emociona a todos, sean aficionados antiguos o neófitos,que no tontos.
Repito, que me parece brillante y bien hilvanado el trasunto del artículo,que lo respeto como lo que es,la opinión de un gran aficionado ,el Sr. Morente,aunque si el arte es ante todo emoción,se quede en el enmarañado asunto de la técnica.
Técnica que debe servir para poderle a un animal imprevisible,poderoso y que dé miedo,más no para aburrir a un semoviente, deseoso de que lo manden cuanto antes adonde pacen las “vacas-huríes”, que es seguramente donde les tendrá prometido el ganadero su destino final a los que se dejen de hacer todo el repertorio de los 100 pases de todo a 100.
Valorado por mí en lo que vale,lo que me choca del artículo, es que después de un preámbulo donde se acepta y se considera que haya diferentes opiniones y formas de entender el toreo,donde “todo es discutible y matizable o criticable” ,lo cual me impelió a seguir leyendo con confianza y entusiasmo,se encuentre uno de pronto con el golpetazo de “aficionados integristas” ,o esa perla de “aficionados integristas,que no aficionados íntegros”.
Que sería de desear una explicación sobre lo que es un aficionado no íntegro,que en mis cortas luces no logro relacionar con los que nos gusta un toro (ese sí íntegro) ,una forma de torear pudiédole a una fiera,dándole todas las ventajas y pasándoselo lo más quieto y lo más cerca posible. Creo modestamente, que es una razonable definición de la técnica en el toreo.
Don José mi más sincera enhorabuena por su Cuaderno,del que ya le dije en un comentario anterior que es de seguimiento obligatorio,y adelante con los faroles,que a los que les gusta el toreo casi sin toro,con la pierna retrasada y el mando a distancia,no los considero aficionados poco íntegros,sino otra cosa.
Un saludo muy cordial
Estimado franmartín:
ResponderEliminarPermita, en primer lugar que le agradezca vivamente sus excesivos elogios máxime cuando parece que no comparte usted el y trasfondo de las opiniones expresadas en esta entrada.
Leyendo su comentario hay varias cosas que me interés destacar (más que rebatir) a efectos de aclarar mi posición sobre el debate planteado.
Primero, y como cuestión previa, me achaca usted (aunque lo acepta como legítimo) utilizar opiniones coincidentes con mis tesis.
Permita que discrepe. Precisamente he citado a F. Bleu, Gregorio Corrochano o Luis Bollaín por tratarse de autores alejados de mis opiniones y además fuera de toda sospecha de contemporizar con los toreros. Me parecía curioso que siendo defensores de la ortodoxia más ortodoxa, admitieran y aceptaran tesis (retrasar la pierna o colocarse en el perfil o de espaldas) que hoy no admiten los aficionados más intransigentes (Dicho sea lo de intransigente sin tono peyorativo sino en el sentido original del término: “no transigir” con lo que consideran desviaciones inaceptables de la norma).
Segundo. También espero que no haya molestado a nadie la expresión “integro que no integrista” pero me parecía oportuno también matizar las diferencias que existen o pueden existir entre el defensor del toro íntegro o de la integridad del toreo (el aficionado integro) y el aficionado que llevando esa postura al extremo la hace derivar en un “ismo” más. Para mí son dos tipos radicalmente diferentes. Ciertas extemporáneas voces en las plazas serían el ejemplo más fiel de la última (y para mí, rechazable) postura. Dicho de otro modo, a mí no me importaría nunca que me llamaran aficionado íntegro pero si me molestaría que me tacharan de integrista. El radical-ismo puede ser necesario en la vida o en los toros pero yo prefiero pensar que hay modos de actuar más serenos y, a la postre, más eficaces y positivos. Quisiera creer que un planteamiento más racional y/o estratégico permite conseguir mejores resultados que el método del exabrupto y del bocinazo (Aunque quizás esto que pienso no sea más que una forma de ideal-ismo, como otra cualquiera)
Tercero. Yendo ya al fondo del asunto (que creo que es el tema de la emoción y la técnica) tengo que precisar que, en ningún momento, me he decantado por una u otra posición excluyendo la contraria.
No me parecen valores contrapuestos pero tampoco creo que la técnica, como ya he señalado, sea un mero trampolín hacía la emoción. Me parece necesario recalcar y destacar el papel de la técnica en el toreo actual no por justificar a nada ni a nadie sino por dos razones: Una, por el alto desconocimiento que existe entre los aficionados (y me incluyo) del “oficio” de torear (dicho lo de oficio en el sentido más noble del término). Tema este el del oficio y los recursos técnicos de los toreros que siempre me ha interesado sobremanera y sobre el que existe (como todos sabemos) muy poca literatura fiable. Y dos, porque creo que dicho desconocimiento es el causante -en parte- de nuestro desapego o minusvaloración (y también me incluyo) hacia el toreo y los toreros de nuestra época. Si entendiendo la técnica actual (no la de Frascuelo o Belmonte) empezamos a entender mejor como se torea hoy creo que (nos acabe gustando o no el toreo de hoy, que ese es otro tema) todos ganamos algo.
Cantores del toro fiero y encastado y de la faena vibrante de poder a poder con olvido de todo lo demás (Y todo lo demás en el toreo es una enormidad) hay ya muchos en las plazas y en los foros de Internet. Considero que, un pequeño contrapunto desde este blog, no causa ningún perjuicio a nadie. En cualquier caso, me he limitado, como usted tan acertadamente ha puntualizado, a recoger opiniones de otros autores, opiniones que –eso, sí- matizan los conceptos aceptados hoy como indiscutibles. Quede para más adelante exponer mi personal visión sobre el tema.
(Sigue...)
(viene del anterior)
ResponderEliminarCuarto. Y para terminar, algo en lo que parece que coincidimos todos los aficionados es en lo subjetivo que resultan nuestras diferentes posturas. Vemos un espectáculo que se desarrolla a ritmo trepidante ante nuestros ojos sin tiempo casi para entender lo que pasa en el ruedo mientras el torero resuelve sobre la marcha, con riesgo de su integridad física, los problemas que le plantean las cambiantes condiciones de los toros. No estamos ni podemos estar seguros de lo que vemos ni mucho menos de entender lo que realmente pasa (Esto no es un deporte al uso sino, algo más complejo, un rito y un sacrificio). Es casi lógico que haya tantas opiniones diferentes como aficionados se sientan en los tendidos de la plaza.
Dicho esto, creo que esa inevitable incertidumbre no nos puede ni debe llevar nunca a “desjerarquizar” el toreo (perdón por la palabreja). Me explico y a la cuestión que usted plantea respondo: Estoy seguro que los buenos toreros de antes triunfarían con el toro de ahora. Tan seguro como creo que los grandes toreros de nuestra época resolverían sin problemas los problemas del toro de antes. Nos gusten o no nos gusten, los grandes toreros (de antes y de ahora) serían siempre grandes (ahora y antes). Por eso, ni comparto ni me gusta ese interés de muchos aficionados integristas, radicales o apocalípticos (llámelos como quiera) de querer alzaprimar diestros de mucho mérito pero de menor categoría profesional que otros a los que se niega el pan y la sal por extrañas razones cuyo trasfondo no alcanzo a comprender. Discutamos lo discutible, sí pero seamos conscientes de que el gran torero de hoy lo es por su capacidad de triunfar con el toro de hoy como el gran torero de ayer era el capaz de triunfar con el toro de su época. Como usted mismo dice comparar cosas con patrones diferentes, puede llevar a conclusiones no fiables. Pues, lo dicho…
Cuestión distinta a la anterior es que, en mi opinión, existe hoy un plantel notable de toreros que (por diversas razones) no están “colocados” en el puesto que sus méritos, capacidades y cualidades les hacen, en mi opinión, merecer. Sus nombres (creo) los tenemos todos en la cabeza. Quede constancia de mi reconocimiento y admiración hacia esos excelentes diestros.
En fin. Me he extendido más de lo que hubiera deseado pero me apetecía puntualizar o aclarar o comentar algunas de las cuestiones que usted planteaba.
Reciba un cordial saludo y mi agradecimiento por su seguimiento y sus comentarios
PD. Sobre el tema de la emoción y la técnica, mi amigo Alexandre Coursier ha publicado en su blog “Al gurugú” un artículo (traducido al castellano, lo que es de agradecer) titulado “Vox Populi” que seguro le interesa pues plantea una reflexión sobre este tema que, en esencia, pienso es muy similar a la suya (y quizás también a la mía ya que puede que, al final todo se reduzca a cual sea el punto de vista que adoptemos). El link es:
http://algurugu.blogspot.fr/2012/12/vox-populi-version-espanola.html
Gracias Sr.Morente por su extensa y correctísima contestación a mi modesto, pero sincero comentario.Le agradezco sobremanera que haya dedicado parte de su tiempo a "contrastar pareceres" como se decía en tiempo pasado, con un humilde aficionado que lo único "ista" que ha sido en el toro es Ordoñista.
ResponderEliminarLa pena es que la escritura no permite la viveza de una conversación para rebatir,disentir replicar,contrareplicar o buscar nuevos argumentos.
Por ello si algún día encarta, sería para mi un placer platicar con un paisano tan buen aficionado al toro y al flamenco (que ese es otro apasionante mundo) como Vd.
Un cordial saludo
franmartín:
ResponderEliminarEn absoluto. El agradecido soy yo. Para mí hablar (o discutir) de toros es siempre un verdadero placer.
Lo más curioso es que yo estaba pensando, al enviar mi respuesta a su comentario, lo mismo que usted y es que Internet no permite la fluidez de una amena charla sobre nuestra común pasión.
Pero dice usted que somos paisanos. Por tanto, cuestión resuelta.
Espero que, esa reunión que propone, "encarte" cuanto antes
Un afectuoso saludo
Hola José:
ResponderEliminarInteresante enfoque el planteado por vos;
Transcribo parte de un articulo aparecido en el blog "Recortes y Galleos"de Rafael Cabrera que me ha parecido muy interesante y que en modo alguno se lo podría catalogar de tópico?
"...es vicio corriente el que hoy retrase el matador esa pierna que debería adelantar y cargar, cediendo así su terreno al toro, cediendo así parte de la ética del lance, y permitiendo que el toro siga un recorrido mucho menos obligado y forzado que de otra manera, con el único objeto de ligar. Al retirar esa pierna el lidiador, es verdad que al toro se le obliga mucho menos, que va más cómodo y no tan forzado, porque sigue una trayectoria más rectilínea o en todo caso con un radio de curvatura superior, pero no lo es menos que en un arte como el de la tauromaquia, en el que un hombre se enfrenta a una fiera en arriesgada pero valerosa lid, el retroceder, como sucedería en cualquier batalla, es un hecho vergonzoso que sólo debería quedar relegado a casos de verdadero apuro, cuando el toro se venza o se ciña al espada en demasía. No obstante, parece práctica habitual en los tiempos que corren que, con objeto de ligar mejor los muletazos, el espada pierda ese terreno. Esto es, que no sólo no adelante la pierna ganando el mismo y cargando sobre ella la suerte y el cuerpo, sino que la retrase en práctica constante para ir cediendo terreno al toro y conseguir ligar así una serie de derechazos o naturales. Todo ello lo aplaude el público, es cierto, pero no es menos verdad que la ética y el riesgo que asume el lidiador es notablemente inferior al que se produce cuando se carga la suerte, adelantando la pierna de la mano del cite. Por otro lado, dado que el espada reconsidera su posición constantemente, casi nunca suele estar bien colocado en el siguiente lance y, una de dos, o bien cita absolutamente descolocado, o le deja la muleta en la cara, sin terminar de rematar el pase, para hacerlo girar en su derredor, sin pasarse nunca los pitones por la faja, cual de si de un eje de peonza se tratara.
Por el contrario, cuando se carga la suerte, el toro ha de describir todavía una curva más pronunciada que la que, de por sí, trazaría cuando la muleta le embarcase por delante del cuerpo del lidiador, al haberse producido el cite en las circunstancias más ortodoxas. Y al desviarlo todavía más de su trayectoria natural, ¿no tendrá más mérito el lance llevado a cabo? ¿No será aún más valeroso y técnico el pase? Y, sin embargo, cuántas veces se aplaude precisamente lo contrario, ¡vivir para ver!
Saludos,
POCHO PACCINI
Pocho:
ResponderEliminarEfectivamente el texto que usted inserta es un párrafo de la entrada dedicada a cargar la suerte de Rafael Cabrera Bonet en su imprescindible blog "Recortes y Galleos".
Como me parece muy interesante (como a usted) inserto el link por si algún lector no lo conociera y quisiera leerlo completo (cosa que recomiendo)
http://recortesygalleos.blogspot.com.es/2012/05/algunos-por-ques-de-cargar-la-suerte.html
El artículo es un repaso a las opiniones de críticos y, sobre todo, toreros que han defendido la necesidad de "cargar la suerte" entendido el concepto como adelantar la pierna de salida en todos los lances.
Como yo señalo en esta entrada de LRI ese modo de torear corresponde y encuentra cabal acomodo en el toreo cambiado o en ochos pues al ir avanzando y desplazando al toro, adelantar la pierna se convierte sino en imprescindible en algo muy coherente con ese modo de toreo.
En mi opinión (discutible por supuesto) en el toreo en redondo el objeto es mantenerse el diestro en un punto fijo del redondel consiguiendo que el toro gire alrededor suyo. En este caso, lo más coherente es cargar la suerte solo con los brazos pues el objetivo es mantener el toro lo más cerca posible alrededor del torero.
Para mí, lo que es adecuado en un sistema (adelantar la pierna en el toreo en ochos: el que practicaba Belmonte) no lo es cuando se torea en redondo. Pero sea dicho esto sin dogmatismo pues -en el toreo- cualquier norma acaba saltando hecha añicos cuando aparece un torero de época.
Un cordial saludo
Caballero, mi mas sincera enhorabuena, no solo por el blog, si no por esta entrada en concreto.
ResponderEliminarUsted habla como un torero, y me explico, hay que tener una sensibilidad muy especial, o en su defecto, es necesario "haberse puesto delante" para captar esos matices que usted tan sabiamente describe y que pasan inadvertidos ante tantos que pueblan las plazas de toros izando la bandera de una tauromaquia tan única como equivocada.
Me eduqué taurinamente bajo la tutela de un gran sabio del toreo, don Jose de la Cal, aquel novillero artista que fue de los primeros en torear en la plaza de las Ventas, y que luego figuro de banderillero en las filas de grandes monstruos, para terminar por ser el que creo los arboles genealógicos de las ganaderias, de las que era no solo un gran conocedor, si no un gran estudioso.
Y lo que me contaba el maestro, coincide absolutamente con lo que usted relata, ese fue mi credo teniendo en cuenta que esto es un arte y como tal se nutre de sensaciones, evidentemente que gustos hay tantos como estilos, pero técnica solo hay una . También coincido en que ha habido muchos periodistas que desde la ignorancia han malinformado, haciendo ver ventajas donde no las hay.
Soy nieto e hijo de profesionales, yo mismo vestí de oro durante años y puedo asegurar que jamás encontre ventaja alguna delante de la cara de un toro, y entiendo que el único sitio donde uno puede esconder algo para que el toro no coja, es...Detrás de un burladero, y hay ocasiones que ni ahí.
Reitero de nuevo mi enhorabuena por esta maravilla de entrada, y lamento mucho haberme perdido lo que seguro fue una charla enriquecedora.
Un abrazo.
DANIEL LOZANO:
ResponderEliminarLe agradezco su comentario que por haberse hecho en entrada anterior no había visto hasta ahora, enfrascado en esa guerra dialéctica con aquellos a los que no les entra en la cabeza que se pueda hablar de toros sin insultar a las figuras.
Es un problema que arrastra la crítica desde siempre pues la taurina si bien sustituye el insulto por la ironía mordaz (una forma de insulto encubierta) nunca ha sido capaz de explicarnos las cosas sino sólo de buscar lo negativo como medio de acrecentar el crédito del cronista. ¡Y no es eso! ¡No es eso!
Por esto, me alegra sobremanera que alguien hable de enseñanzas, de sus maestros, de quienes cuentan (porque saben) como se debe torear. Lo contrario de aquellos que van a la plaza pertrechados de su rigor dispuestos a buscar defectos (con la lupa a cuestas). Actitud negativa donde las haya y que tanto mal hacen a la fiesta (aunque sus protagonistas piensen lo contrario).
Espero que sigamos en contacto siquiera este sea virtual y a través de este blog
Un cordial saludo