Por Jose Morente
El toro, con una estocada entera y en buen sitio, no se ha llegado a echar. El matador, en este caso Joselito el Gallo, ha optado por no descabellar y utilizar la puntilla para una suerte hoy en desuso, la suerte del cachetero con el toro en pie.
Y sin embargo, sigue vivo…
Que después de una gran estocada, el toro caiga inmediatamente patas arriba, como fulminado por un rayo, provoca el lógico jubilo del matador y de los espectadores pero no suele ser lo habitual.
Sin puntilla. El mexicano Juan Pablo Sánchez en las Ventas (Fotografía de Iván Andrés. Burladero.com)
Lo habitual será que el toro siga vivo después de la estocada por muy bien ejecutada que esta lo haya sido y, por tanto, que el toro tarde en echarse y que, incluso una vez echado, tarde bastante tiempo en morir.
No es, por supuesto, un espectáculo agradable y a nadie le apetece que se prolongue el sufrimiento del animal por lo que, desde antiguo, se vienen buscando diversas soluciones para no prolongar su agonía.
Así cuando un diestro no conseguía matar con rapidez al toro, a este le echaban los perros o se le desjarretaba con la media luna.
El desjarrete de la canalla. Grabado de Goya. Brutalidad de la añeja tauromaquia que había diseñado un instrumento para cortar los tendones de las patas traseras de las reses desde la distancia que aminora el riesgo.
La media luna para desjarretar los toros.
Las viejas tauromaquias aconsejaban (aunque hoy esta práctica levante absurdas protestas) el uso del capote dando vueltas al toro para marearlo o mediante capotazos secos por uno u otro lado, según la colocación del estoque, para ahondarlo o escupirlo. El caso era conseguir que el toro se echara cuanto antes.
Pero si el toro se quedaba en pie y no acababa de echarse, y siempre que no estuviera en condiciones para poder entrar a matar otra vez, se recurría a descabellarlo, labor que realizaba el diestro con un estoque de similares características al que había utilizado en la faena.
La suerte del descabello, según una de las láminas que acompañaban a la segunda edición de la Tauromaquia de Pepe-Hillo (1804). La solución para el toro que no se echa y al que no es adecuado volver a entrar a matar.
Con el tiempo, y por los accidentes ocurridos con los estoques que saltaban al tendido, se empezó a poner un pequeño tope en el extremo de la espada. A tal artilugio se le bautizó como espada de cruceta y, por extensión, con el mismo nombre de la suerte para la que había inventado: descabello.
El descabello, también llamado espada de cruceta.
Si el toro se echa, como también en ese caso puede tardar en morir, se le debe apuntillar utilizando el cachete o puntilla. Las labores de apuntillar al toro solía realizarlas un puntillero contratado por la propia empresa pero hoy día se encarga de ello, normalmente, el tercero de la cuadrilla del propio torero.
Apuntillando a un toro en Sevilla, hacia 1890 (Foto de Beauchy). Mientras el matador se coloca delante de la cara del toro para atraer su atención, el puntillero realiza su labor por detrás de la cabeza, lo que da mayor seguridad a su trabajo. Hoy, incomprensiblemente, los toros se apuntillan por delante.
(Detalle de la foto anterior) Otra diferencia con el toreo actual es que, por la vestimenta del puntillero (traje corto y sombrero cordobés), se ve claramente que no se trata de un miembro de la cuadrilla sino de alguien (probablemente algún empleado del matadero o alguno de los carniceros de la plaza) a quien se encomienda y contrata expresamente para realizar esa labor.
Algunas variantes.
Lo que hemos comentado es el esquema básico de lo que ocurre y se hace después de dar la estocada y cuando el toro no muere con rapidez.
Como es lógico, a lo largo de la historia se han ido produciendo, gracias a la inventiva de los espadas, diversas variantes debidas al interés de los diestros de sorprender a los espectadores y, en algunos caso, también a su capacidad en asumir mayores riesgos.
Inventiva y originalidad. Rafael el Gallo en Barcelona descabella con una rodilla en tierra.
Por fortuna, gracias al diestro Roberto Domínguez que la recuperó y realizó con cierta frecuencia, ya no se trata de una suerte en desuso pues todavía hoy día hay toreros que la practican de vez en cuando, a la manera del diestro de Valladolid, en su recuerdo y homenaje. Roberto convirtió en elegante suerte torera lo que, en general, no pasa de ser trabajo de matarife.
Ya hemos dicho que, normalmente, el descabello se realiza cuando el toro está de pie y la puntilla se utiliza cuando el toro está echado pero los términos pueden invertirse.
A principios y mediados del siglo XIC, era frecuente descabellar al toro ya echado. Algunos autores reservan el término atronar (que es, en realidad, sinónimo de descabellar) para estos casos. Conviene recordar que Montes recomendaba esta forma de descabellar para el toro que, tendido en el suelo, conservaba cierta movilidad de cabeza y podía poner en peligro al puntillero.
El señor Curro Guillen descabellando (atronando) a un toro que ya se ha echado (Lit. Miranda). A Luis Procuna en México le sancionó un juez de plaza por hacer lo mismo. Después, la misma tarde, cortaría un rabo al toro de regalo (“Polvorito”).
Más inusual aun ha sido y sigue siendo, apuntillar al toro cuando todavía está de pie (suerte del cachetero con el toro en pie) como veíamos a Joselito el Gallo en la foto que da entrada al blog, algo que el diestro de Gelves practicó con relativa frecuencia.
Y, en efecto, aquí vemos otra vez a Joselito ejecutando la suerte del cachetero con el toro en pie. En este caso, a un pavo de buena presencia del que Emilio Uruñuela “Litri”, en su libro la Dama Taurina de Abando (que trata sobre la historia de la plaza de toros de Bilbao), supone de pinta jabonera y de la ganadería de Veragua. Don Emilio, siempre tan escrupuloso, no acertó esta vez ya que se trata, en realidad, de un toro ensabanao y jocinero de Don Esteban Hernández y, por tanto, de casta salmantina (Espinosa-Zapata) y no vazqueña, que lidió Joselito en Madrid, en mano a mano con Vicente Pastor, el día 1 de octubre de 1914.
Dado que hoy está suerte del cachetero con el toro en pie está casi totalmente olvidada (hasta el punto de que cuando algún diestro ha querido practicarla ha sido sancionado) vamos a contentarnos con recrearla contemplando estas viejas fotografías de las cuales la última, pese a su mala calidad, merece la pena pues se trata del siempre genial Rafael el Gallo ejecutando la suerte del cachetero con el toro en pie pero lanzando la puntilla “a la ballestilla”.
Rafael el Gallo a punto de lanzar la puntilla “a la ballestilla”
Enrique Ponce, ha descabellado rodilla en tierra en numerosas ocasiones, emulando, supongo, a Roberto Domínguez.
ResponderEliminarPor cierto, la foto en la que aparece Joselito el "Gallo", ¿es La Malagueta?
Un saludo, José
Excelente entrada José.
ResponderEliminarLas cosas que se traía el Divino Calvo, son de antología.
Saludos,
POCHO
EXTRAORDINARIA ENTRADA JOSÉ, SIEMPRE HE SIDO PARTIDARIO DE QUE SE DESCABELLARA POR DETRAR, CREO QUE BENEFICIARIA AL TORO Y AL TOREO, EL PRIMERO POR QUE CREO QUE FALLARÍA MENOS EL PUNTILLERO Y EL SEGUNDO SE LEVANTARÍAN LOS TOROS MENOS.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Alberto:
ResponderEliminarEfectivamente, algunos toreros ocasionalmente descabellan rodilla en tierra algo que han visto a Roberto Dominguez o em fotos.
Roberto le daba un empaque especial y como señalo en la entrada convertía en algo digno esta suerte más propia del matadero y a cuyo acierto o desacieto se da mucha más importancia de la que se debería.
Por lo que respecta a la plaza, no tengo la referencia de la foto original. Pudiera ser Málaga, pero por la contrabarrera y el estribo y comparando con otras fotos de la época, me inclino a pensar que se trate de la plaza de Madrid.
Un abrazo
Pocho
ResponderEliminarEn efecto, pocos toreros en la historia tan geniales como Rafael el Gallo.
Saludos
Juanito:
ResponderEliminarGracias y, en efecto, es absurdo -creo- descabellar por delante pero alguna razón debe existir.
Habrá que preguntar a los profesionales.
Un saludo
Muy interesante esta nueva entrada. Sólo dos cositas al hilo:
ResponderEliminarEn el nº actual de la Revista Cuadernos de Tauromaquia (nº 17), en un artículo de Santi Ortiz sobre Antonio Ordoñez, aparece una foto de éste muy joven de novillero, apuntillando a un eral. Así que esta suerte se perdió no hace tanto tiempo.
Por otra parte, en una conferencia que asistí, un miembro de la Casa Lozano, no recuerdo exactamente quién, proponía como uno de los posibles avances de la fiesta, eliminar la figura de la puntilla sustituyéndola por la pistola de matadero. Entre sus argumentos estaban: que la figura del puntillero había perdido valor en los tiempos actuales (realizada por los terceros y no por especialistas), que no era una suerte puesto que la actuación del matador ya había terminado (incluso provoca que se devalúe su labor), y que en algunas ocasiones, cuando la puntilla no es certera, evitaría la imagen desagradable del animal agonizante, que da argumentos a los antitaurinos. Creo que no le falta razón, ¿qué os parece esta cuestión?
Gracias José por esta nueva entrada.
Un abrazo.
En cierta ocasión tuve la oportunidad de hablar con el maestro Roberto Dominguez sobre la suerte de descabellar. El me contó que simplemente la practicaba tanto o más que otra suerte del toreo. Y de que le llegó a coger cierto dominio. La verdad es que era un deleite verlo con la seguridad que lo hacía.
ResponderEliminarSaludos!
Una vez más la inquietud de José María Morente nos ha sacado a la palestra un interesante tema. En esta ocasión la Suerte de la Puntilla:
ResponderEliminarSuerte menor, no fundamental, pero de un contenido técnico muy importante; y apurando un poco, de cierto contenido artístico.
Hasta para la puntilla hay que contar con "José". Las dos fotos (primera y última) que ilustran la
entrada son de "José", ejecutando por delante y de ballestilla para ejemplo de técnica y arte; y con ambos toros aún en pie.
El más grande de la historia del Toreo con el descabello ha sido Vicente Barrera. Lo recuerdo en el año 48, ya retirado meterse en los corrales de equino del Matadero de Legazpi en madrid, hoy convertido en Centro Cultural (allí metían también los desechos de bravo) entre 4o o 50 vacas bravas y descabellárlas metiéndose entre ellas, sin fallar un golpe de verduguillo (de frente, de lado, por detrás o en torsión.
Fué la misma mañana en que mi papa me presentó a Marcial, también a Vicente Barrera.
Lo de Roberto Dominguez se ha quedado en un intento de resurgir la suerte.
El Pirri, tercero de El Cid, es el mejor hoy por hoy.
Saludos de Gil de O.
Luis Miguel:
ResponderEliminarSobre la foto del maestro Antonio Ordoñez apuntillando a un eral tengo que decir que es el origen del reportaje. Cuando la vi en el último nº de esa magnifica revista que es Cuadernos de Tauromaquia recordé la foto de Rafael apuntillando a la ballestilla (que está en el libro El Toreo de Luis Bollaín) y la de Joselito que encabeza la entrada del blog. Casualemente estaba leyendo también esos días el libro "La Dama Taurina de Abando" donde aparece la otra foto de José apuntillando al supuesto Veragua (que no era tal). De ahí surge la idea de la entrada en la que luego descarté varias e interesantes fotos de descabellos y puntillas, entre ellas la de Ordoñez.
Eliminar la figura del puntillero creo que se inscribe en la corriente actual donde la muerte del toro nos resulta algo vergonzante. Si tiene que ser que sea pero estas suertes (la puntilla y el descabello) pueden tener su interés y destilar torería.
Es posible que el signo de los tiempos arramble con ellas. Quede este artículo y las viejas fotografías como testimonio de lo que fue en su día y las multiples facetas que cualquier suerte, siquiera sea de trámite, posibilita.
Un abrazo
Jesús:
ResponderEliminarGran torero Roberto Dominguez y gran verdad lo que le dijo pues no solo exhibía dominio en la suerte sino que llegó a darle una componente artística realmente impensable.
Y es que, en el toreo, todo lo que se hace despacio y con empaque cobra mayor importancia.
Como usted dice verlo era un verdadero placer para el aficionado
Un abrazo
Gil de O.:
ResponderEliminarEfectivamente, me parecia que este tema -tan poco tratado- podía tener cierto interés máxime lo desusado que resulta hoy apuntillar de pie o descabellar con el toro echado (atronar).
Y eso sin entrar en la suerte normal del puntillero o del matador que descabella el toro entre los que ha quedado como modelo Vicente Barrera, al que usted cita y que, por lo comenta, tuvo la suerte de llegar a conocer (igual que a Marcial Lalanda) siquiera fuera una vez retirado.
Coincido en que lo de Roberto fue algo personal que, por desgracia, no ha llegado a crear escuela.
Más interesante me parece el dato que usted apunta en relación al descabello -y que podríamos hacer también extensivo al resto de suertes- y es la estrecha vinculación que el mundo del toro tuvo de antiguo con los Mataderos municipales, verdaderas Escuelas de Tauromaquia de tantos y tantos toreros.
Saludos.
En Sevilla tuvimos oportunidad de ver apuntillar de pié con asiduidad a Lebrija, bien es cierto que desde dentro del burladero y no por lucimiento sino después de que la antigua parada de bueyes se mostrara incapaz de retirar del ruedo a un toro devuelto, hasta que la sustituyeron. Por cierto, se comentaba en la plaza en esas ocasiones que a un hermano o familiar de Lebrija lo había matado un toro al ir a apuntillarlo, hecho que nunca más he oido contar fuera de allí y que no se si sería o no cierto. Enhorabuena por la entrada.
ResponderEliminarAntonio Pineda.
La razón de que descabellen el toro los miembros de la cuadrilla, concretamente el que va de tercero, es que en el caso de que apuntillase al animal el puntillero de la Plaza, es aquél el que le debería remunerar -unos treinta euros- y como la mayoría de los terceros no desean tener esa merma en sus honorarios y sus matadores se lo permiten, resuelven ser ellos los que con mejor o peor fortuna se encarguen de tal cometido con los deplorables resultados que a menudo se ven.
ResponderEliminarUn abrazo.
Antonio
ResponderEliminarLebrija en Sevilla y Agapito en Madrid apuntillaron muchos toros que se negaban a volver a los corrales, algo muy frecuente entonces y mucho menos hoy día en que las paradas de bueyes demuestran un nivel de doma más que aceptable.
Un abrazo
Bebe Chico.
ResponderEliminarSiempre por medio el vil metal...
Un dato curioso. Pensaba yo que antiguamente eran los empleados de la plaza los puntilleros habituales. Los había, en efecto pero sin embargo, preparando estas dos entradas, he aprendido que, a todo lo largo del XIX y en las dos primeras décadas del XX, los puntilleros solían ser miembros de la cuadrilla encargados de esa específica labor. Famosos fueron Triguito que iba con Bombita, Josele de la cuadrilla de Joselito o Calderón que, en sus últimos años, apuntillaba (cuando y como podía) los toros de Juan Belmonte.
Será después, a partir de los años 30, cuando se acumulen en un mismo individuo las funciones de puntillero y banderillero, como ocurre hoy. Alfredo David (con Vicente Barrera), el Almendro (con Cagancho) o Galisteo (con Gitanillo) fueron algunos banderilleros señeros que oficiaron también de puntilleros.
Economía de medios, que le dicen.
Saludos
Efectivamente Juanito hay motivos para apuntillar por delante,el toro tiene los ojos lateralmente como defensa ante sus depredadores como la mayoría de los animales,el campo de visión de un toro es cubrirse los traseros y empieza a ver por delante a partir de los sesenta centimetros aproximadamente,es por esto que cuanto mas se cruce el torero, menos el toro lo ve, porque esta fuera del campo de visión, el puntillero se puede poner mas cerca por esto que le he explicado antes.
ResponderEliminarSaludos
EL APUNTILLAR A LOS TOROS POR DETRAS, SUBCITA MAS DESTREZA QUE POR DELANTE, YA QUE DEBE EMPLEARSE MAS PUNTERIA QUE FUERZA, A IGUAL QUE EL TORO NO VE A SU PUNTILLERO Y NO ACOMETE LA LEVANTADA EN CASO DE ERRAR CON EL ACERO.CASI SIEMPRE EN ESPAÑA, SE APUNTILLA POR DELANTE DONDE MANDAS MAS FUERZA QUE DESTREZA Y ADEMAS EL TORO EN SU AGONIA Y OBSERVAR DE FRENTE, TE IMPIDE LA VISIBILIDAD DE LA TESTUZ, LO CUAL TIENES MAS RIESGO DE FALLO, ASI MUCHOS CACHETEAN DE TRES A CUATRO VECES¡¡¡EN MEXICO LO EJECUTAN POR ATRAS, PARA MI OPINION ES MAS ELEGANTE Y LIMPIO.
ResponderEliminarFélix:
ResponderEliminarEfectivamente, parece que todos coincidimos en que apuntillar por delante añade un riesgo innecesario además de dificultar la ejecución de la suerte por taparse el toro. Como ya he dicho habrá que preguntar a algún puntillero que razones hay para que la suerte se realice de ese modo.
Un abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarArtículo muy interesante y hermosas fotos, que quiero contarle a una amiga mía que es un apasionada de la tauromaquia! ¡Apuñalar al toro es muy fascinante!
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