Por Jose Morente
Empezando por donde acabábamos. Rafael el Gallo “tirando la puntilla” a un toro que todavía permanece en pie.
Rafael el Gallo apuntillando ¿”a la ballestilla”?
Acabábamos la entrada anterior con la misma fotografía con la que iniciamos esta segunda entrega de la suerte del cachetero.
Sin embargo, esta vez hemos mantenido el pie que acompañaba a esta fotografía de Rafael publicada en el libro “El Toreo”, última obra de Luis Bollaín.
Y la hemos mantenido porque Bollaín afirmaba claramente que Rafael apuntilla al toro “a la ballestilla”.
Es más, en un dibujo de la Nueva Lidia publicado en 1885, se ve a otro Rafael, en este caso Rafael Molina Lagartijo, tirando la puntilla al mismo modo de Rafael y el título no puede ser más claro:
Lámina de la Nueva Lidia titulada “Lagartijo dando la puntilla de ballestilla” (14 de septiembre de 1885)
Sin embargo ha sido un sagaz lector de este blog, Gil de O. quien, poniendo el dedo en la llaga, me decía vía mail, lo siguiente:
“Son ya varias las décadas transcurridas desde que apareció esa foto de Rafael, en la que se la calificó erróneamente, como de "ballestilla", cuando era "tirándola", como si se tirara el palo.
En aquél momento no salí al paso, pero en estos días, mejor sería hacerlo, ya que al haberse perdido prácticamente su concepto como suerte, el error va a permanecer eternamente.
Verás que he calificado como de "ballestilla" las dos de José [Se refiere a las dos fotos de Joselito que incluíamos en la anterior entrada], que se encuentran en la primera fase: la puntilla ya va bien empuñada desde el centro de la mano, conduciéndose longitudinalmente con los dedos hacia la muerte; la segundo fase consistiría en apoyarla sobre el testuz para rematarla en el momento de reaccionar el Toro al abrirle la muerte. La puntilla llevará un movimiento apoyada en el centro de la palma de la mano, dentro del carril envolvente de los dedos por la parte superior y la inferior en el testuz, para descargar con fuerza desde la tensión del hombro, al unísono del movimiento del toro que le abre la vertebra axial”.
Gil de O. concluía afirmando que, pese a la opinión mayoritaria de otros aficionados, él seguía considerando la de apuntillar como una verdadera suerte del toreo. Criterio que compartimos nosotros.
Una de las fotos publicada en la entrada anterior de Joselito quien apuntilla al toro ¿a la ballestilla?
Una duda razonable
Que la suerte que ejecutan ambos Rafaeles no es la suerte “a la ballestilla”, como afirma nuestro comunicante, lo corrobora José María de Cossío quien, en su autorizado Vocabulario, la define así
“Ballestilla. Modo de tirar la puntilla para descabellar, no empuñando el mango en la forma corriente, sino apoyándole en la palma de la mano y los dedos índice y corazón en la hoja”
Y efectivamente, aunque tiran la puntilla, ni Rafael el Grande ni el Divino Calvo, la sostienen (lo que se ve muy claramente en ambas imágenes) en la palma de la mano.
Por el contrario, Joselito si que lleva la puntilla del modo descrito pero no parece que la tire sino que la mantiene sujeta hasta el golpe fatal.
Investigando que es gerundio
Para dilucidar el enredo y deshacer el dilema hemos buceado en libros, artículos y láminas antiguas y el resultado es que, sobre esta suerte, se ha venido deslizando un cúmulo de confusiones e inexactitudes del que poco se saca en claro, como ya se encargaba de señalar Cossío al tratar sobre el tema en el primer tomo de su enciclopédica obra.
Tomemos, por ejemplo, esta otra lámina de La Lidia de 1882, también sobre Lagartijo.
Rafael Molina “Lagartijo” (Litografía de J. Palacios. La Lidia 11/09/1882)
En esa lámina alusiva a diversos sucesos de la vida torera de Rafael Molina, aparece, en la parte inferior derecha, el diestro cordobés en trance de apuntillar a un toro cogiendo la puntilla como lo hacía Rafael el Gallo en la foto de marras y él mismo en la otra lámina que acabamos de reproducir. Lo vemos en detalle.
Detalle de la lámina anterior con Lagartijo apuntillando al toro Canelito en Antequera. La faena ha debido ser inmensa pues ruedan multitud de sombreros a los pies del maestro de Córdoba, quien por cierto ha colocado uno de ellos sobre el testuz del toro.
En el comentario a ésta lámina, incluido en las páginas de la revista, se indica que Rafael “arroja” la puntilla pero el término “ballestilla” no aparece por ningún lado.
Texto explicativo de la lámina de la Lidia incluido en el mismo número del semanario.
Un artículo de la Estampa. De los modos de apuntillar al toro
En 1930, y firmado por Enrique Vela “Jerezano” el semanario ilustrado Estampa publicaba un sabroso artículo titulado “El arte de dar la puntilla a los toros” donde, entre anécdotas y repasos a los nombres de los puntilleros punteros de la época, se hacía un detallado análisis de esta suerte.
Según Jerezano la suerte no es tan fácil como parece y, lo primero, que hay que saber es como se tiene que coger la puntilla en cada caso.
La forma más usual es cogerla “a cachete” o sea, al modo en que se coge un puñal.
Apuntillando “a cachete” por delante a un toro manso en el matadero (Fotografía publicada en el semanario Estampa)
Apuntillando “a cachete” pero por detrás a un toro en pié que se “tapa” y no descubre el sitio de la muerte.
A veces no conviene coger la puntilla de esa forma, sino apoyar el mango en la palma de la mano, con los dedos índice y corazón puestos sobre la hoja (como veíamos hacer a Joselito el Gallo) y, en ese caso, se llama “a la ballestilla” cuando el golpe se da por delante.
El novillero Antoñete Iglesias apuntillando “a la ballestilla” a una res mansa en el matadero que es lugar donde se prendía este oficio (Fotografía publicada en el semanario Estampa). Anotemos, para acabar de complicar las cosas, que Agapito –el genial puntillero de las Ventas- llamaba “a capón” a este modo de coger la puntilla (cit. “Todas las suertes” de José Luis Ramón. Pág. 400).
Cogida de esa forma (o sea con el mango dentro de la palma de la mano) pero realizada por detrás de la cabeza del toro, la suerte se conocía como “gallú”.
Plaza de Nimes. Apuntillando al toro al modo llamado “gallú”. O sea, por detrás de la cabeza del toro pero con la puntilla cogida por la palma de la mano (Detalle de postal coloreada de la Collection Arnaud Moyne-Bressand. 1905-1910)
Finalmente, el revistero de la Estampa comentaba la posibilidad de “tirar la puntilla”, asegurando que ha habido en la historia diestros tan certeros, en esta modalidad, que acertaban a finiquitar a la res desde una gran distancia.
Una duda sin resolver
El esquema parece que está claro. Incluso la denominación de “a la ballestilla” parece razonable que provenga de la ballesta medieval (por la similitud entre el modo de agarrar la puntilla dentro de la palma de la mano y el de colocación de la flecha dentro de ese arma blanca) y no de la ballestilla marina (que es un simple instrumento de navegación naútica).
Ballesta de mediano tamaño. Del Museo del arma blanca.
La ballestilla de la navegación marina. Desde luego no tiene nada que ver con el sistema de apuntillar al toro que lleva el mismo nombre.
Sin embargo, lo que no acaba de estar nada claro, al menos para mí, es la utilización de la denominación “a la ballestilla” en los casos de la fotografía de Rafael el Gallo o de las láminas de Rafael Molina Lagartijo que hemos insertado. El error quizás se deba a que, al tirar la puntilla, esta sale lanzada, como la flecha que arroja la ballesta.
Lo cierto es que, en todos los ejemplos que hemos encontrado, la puntilla se “tira” cogiéndola como “a cachete” pero con la hoja hacia arriba.
Forma de coger la puntilla para la suerte normal “a cachete” (Fotografía publicada en el semanario Estampa)
Forma de coger la puntilla para la suerte de “tirarla”. Detalle de una lámina de la nueva Lidia, antes reproducida, donde se ve claramente (igual que en la famosa fotografía de Rafael el Gallo) que, para “tirar la puntilla”, esta no se coge “a la ballestilla” (pese a que así se titule esta litografía) sino como “a cachete” pero con la hoja hacia arriba.
Otra litografía de La Lidia (publicada el 9/9/1887) con Lagartijo “tirando la puntilla”. Aunque el cachete está cogido del mismo modo que en el grabado anterior, ahora se la da a esta suerte un nombre distinto (“a golpe” dice la lámina).
Conclusiones.
La forma normal de apuntillar al toro (echado o no) se realiza sin soltar la puntilla, la cual se puede coger de dos formas: la habitual, denominada “a cachete”, o la menos usual, llamada “a la ballestilla” (con el mango dentro de la palma de la mano). En ese último caso, cuando se llega al toro por detrás, la suerte se conocía como “gallú”.
También se puede “tirar la puntilla”, arrojándola a la nuca del toro desde más o menos distancia, en cuyo caso se suele coger (así lo hemos visto, al menos, en todos los ejemplos recopilados) como “a cachete” pero con la hoja hacia arriba.
Esta suerte, de arrojar la puntilla, es la que ha causado cierta confusión entre los aficionados por las diferentes y variopintas denominaciones (casi todas erróneas) que se han utilizado en las distintas láminas y grabados en las que se representaba. En mi opinión, se debe etiquetar como “tirar la puntilla” sin más adjetivos (“a la ballestilla”, “al golpe”, etc.) que puedan inducir a confusión.
Espero que, con esta entrada y gracias, sobre todo, al encomiable interés de Gil de O., hayamos contribuido a evitar que se perpetúe el error que se viene cometiendo en la denominación de la suerte de “tirar la puntilla” (mal llamada, a veces, “a la ballestilla”) siquiera sea ésta una más de las muchas suertes que, hoy día y por diversas razones, se encuentran en desuso en nuestro singular planeta taurino.
Y para rematar estas dos entradas, nadie mejor que el maestro de Ronda, Antonio Ordoñez, a quien vemos apuntillando “a cachete”, a un eral que se presume en pié, en una fotografía publicada muy recientemente (como nos recordaba Luis Miguel López Rojas) en el último número de la magnífica revista Cuadernos de Tauromaquia.