No sé si al torero que no hace la cruz se lo lleva el diablo. Desde luego a quienes si se llevan (o deberían llevar) los diablos es a algunos empresarios taurinos. A los del monopolio y las exclusivas (Viñeta de una página de la Oreja Rota, uno de los álbumes que forma parte de las Aventuras de Tintín)
La importancia de la mano izquierda en la estocada.
Al hilo de la anterior entrada de esta serie, mi amigo en la distancia, Xavier González Fisher me recuerda el Apéndice que se incluía en el libro de Pepe Alameda, “Historia Verdadera de la Evolución del Toreo”, editado por los Bibliófilos Taurinos de México en 1985. Y que era una revisión de un texto de una de las primeras obras del magnífico tratadista español afincado en México: “Los Heterodoxos del Toreo”.
“Los Heterodoxos del toreo” de José Alameda (Editorial Grijalbo, Barcelona, 1ª Ed., 1979). La portada coherentemente nos muestra a un iconoclasta Juan Belmonte, el más heterodoxo de todos los toreros. Curiosamente, la historiografía taurina ha pretendido cimentar en su figura todo el toreo moderno.
El apéndice es un análisis de la estocada de Manolete (ese gran matador), pero sobre todo un canto a la importancia en esa suerte de la mano izquierda, que –indiscutiblemente, como tan acertada y oportunamente nos recordaba Xavier en su comentario a la entrada del blog- es la que mata.
Instante de la cogida de Islero a Manolete. ¿Por entrar contraquerencia (el Miura empujaba hacia las afueras) o por llevar muy alta la mano izquierda?.
Sobre el papel de la mano izquierda en la hora de la estocada, uno de los aforismos más repetidos es el viejo dicho con el que titulábamos esta entrada y que dice que “al que no hace la cruz se lo lleva el diablo”.
Aunque también parezca indiscutible (Todas las máximas antiguas encierran parte de verdad y las aceptamos como dogma de fe sin cuestionarlas), no tengo tan claro su validez absoluta.
Vamos a dedicar, por ello, esta entrada a la mano izquierda en la suerte de matar (cuya importancia está fuera de toda discusión) y al modo en que debe jugarse.
Empecemos revisando el texto de Pepe Alameda y lo que dice de la estocada de Manolete.
Pepe Alameda en la Plaza de toros de Madrid
Como mataba Manolete
Antes de releer a Pepe Alameda, vamos a copiar las opiniones sobre la estocada de Manolete de Pepe Luís Vázquez y Luís Fuentes Bejarano que incluíamos en una la entrada de este blog (El toreo de Manolete (IV) La opinión de los toreros).
Hacía la suerte suprema [Manolete] con tanta lentitud, que a mí me parecía que la hacía a velocidad de dos kilómetros por hora (Pepe Luís Vázquez).
Manolete se perfilaba muy en corto y al pitón contrario. Arrancaba lento y con serena consciencia de que el toro humillaría porque con la muleta le había bajado mucho la mano. Lo que le admiraba en sus estocadas era como se doblaba en el pitón. Lo hacía con una verdad insuperable (Luís Fuentes Bejarano)
Fuentes Bejarano destaca lo de humillar el toro y bajar la mano. Es posible que ocurriera así en bastantes ocasiones. Sin embargo, Pepe Alameda a la vista de las fotografías disponibles y de sus recuerdos sobre Manolete señalaba lo contrario y decía que Manolete a la hora de la estocada, a veces, no bajaba la mano sino que la encogía, lo que generaba una situación de peligro. Dice que eso daba mucha emoción a sus estocadas y que por eso le cogió Islero.
Manolete entra a matar con su arriesgado estilo. Al fondo, intranquilo, asoma del burladero el gran peón Alfredo David. “Con esa manera de matar tenía que pasarle algo malo”, diría David años después en una entrevista para el Ruedo.
De otra entrada de este blog se observa como ese detalle era común a otros toreros como el Espartero, quien también murió ejecutando esta peligrosa suerte de matar.
El Espartero recibiendo un toro (¿O quizás mejor, matando al encuentro?) en cualquier caso destaca la mano izquierda encogida (haciendo la cruz) que hace al toro ir hacia él. Lo mismo,con el brazo izquierdo más bajo, que en Manolete.
La ejecución del volapié según Pepe Alameda. Una antología de buenas estocadas
Pepe Alameda en vez de teorizar prefiere ejemplificar e inserta, en el Apéndice citado, 6 ejemplos 6 de estocadas destacables por su excepcional ejecución. Son las siguientes:
1. Luís Freg, don Valor. Nuestro viejo conocido mexicano.
2. Antonio de la Haba “Zurito”. Un estilista de una época que no volverá.
3. Paco Camino. Un gran matador, al que no se le ha reconocido lo suficiente en esta faceta.
4. Nicanor Villalta. Tan sobrio como buen maño.
5. Jaime Ostos. Un valiente de verdad. Obviemos el “saltito” que como decía Corrochano nada añade ni nada quita.
6. Cagancho. Un genio y un pedazo de matador… cuando quería.
La verdad es que esta serie de fotografías elegidas por Pepe Alameda no tiene desperdicio. Las conclusiones que saca este crítico taurino, son las siguientes:
Primero. Los ejecutantes de mejor ley, meten la espada antes de que el toro llegue al punto que ocupa el torero.
Segundo. Eso se consigue porque el diestro no atrasa la muleta. La muleta debe ir siempre delante (“para que el toro la muerda” como decía Domingo Ortega). El toro al hacer por ella (la mano izquierda debe ir muy baja, añado yo) humilla y permite la estocada
Tercero. La mano izquierda atrás (lo que algunos llaman vaciar) tiene sentido en la suerte de recibir donde es el toro el que tiene que pasar, no en la suerte de volapié donde quien pasa es el torero.
¿Al que no hace la cruz se lo lleva el diablo?
Resumiendo, diremos que es, por tanto, en la suerte de recibir donde cobra pleno sentido el aforismo citado en el título de esta entrada ya que el torero “hace la cruz” cuando lleva adelante la mano derecha y cruza atrás y hacia afuera la izquierda, en verdadero pase de pecho.
En la suerte al volapié ejecutada ortodoxamente, la cruz solo se insinúa ya que el torero debe llevar ambas manos por delante. Con la izquierda debe dar un golpe seco hacia abajo que haga humillar al toro y no llevarla hacia atrás.
El Viti, otro buen matador, encoge -como Manolete- el brazo izquierdo al matar (lo que explica que el toro le eche la cara arriba). Como Varelito, al que se parece técnicamente, también está saltando. Cuando se hace la cruz en el volapié, la suerte no es ortodoxa pero la estocada resulta muy emocionante. Justo lo contrario de lo que señala el viejo dicho taurino.
La salida de la suerte.
No lo dice Pepe Alameda, por lo que lo añadiré yo, pero el torero al tocar con la mano en el testuz (momento que se ha captado perfectamente en todas las fotografías seleccionadas por Alameda) gira sobre el pitón y sale de la suerte lo más cerca posible del toro.
Lo veíamos muy claramente en la secuencia de la gran estocada que Salvador Vega dio en la Feria de Málaga hace muy pocos días y que también reproducíamos en el blog. Seleccionamos de toda la serie la que nos interesan.
Una gran estocada, ya que el estoque entra antes de llegar el torero a la altura del toro (ver segunda foto), el cual está muy humillado al haber bajado correctamente la mano izquierda. El torero sale de la cara, girando sobre el pitón, al apoyar la mano en el testuz (Ver las dos últimas fotos) sin saltar. Una ejecución muy ortodoxa.
Sin embargo, Salvador Vega lleva la muleta desplegada, no liada. Vamos a analizar con más detalle esta cuestión.
Liar la muleta.
Este tema tampoco lo analiza Pepe Alameda ya que a él lo que le interesa es sólo como se lleva la mano izquierda, no como se hace el cite ni como se sale de la suerte. No lo dice, por tanto, pero otra característica de las estocadas ejemplares es que, en todas, el diestro entra con la muleta perfectamente liada. Se ve en todas las fotos de la serie.
Es con el penacho que queda al extremo (cuando la muleta se lía correctamente) con el que se cita al toro y hacia el que se concentra la atención de este al echárselo abajo a los pies (con un “golpe seco” que diría Emilio Muñoz). Con la muleta así liada es como hay que entrar a matar.
Fortuna citando para matar. La muleta va correctamente liada (Comparar con la muleta presentada en el cite por Salvador Vega)
Fortuna dando la estocada. La foto (sacada del libro de Luís Bollaín, El Toreo) es de mala calidad pero merece la pena por la pureza en la ejecución.
Tapar la cara del toro
Lo que hacen muchos matadores (reputados incluso como buenos estoqueadores), es no liar y presentar la muleta plana con un giro de muñeca hacía dentro en el momento del encuentro, con lo que se tapa la cara del toro, lo que no deja de ser un tranquillo, más o menos recusable.
Cuidado, que lo importante, lo determinante, no es que se lie o no la muleta, sino que se tape o no la cara del toro. Con la muleta sin liar es más fácil aliviarse, pero también así se puede ejecutar bien la suerte.
La estocada aparentemente es buena, pero el diestro está tapando la cara del toro al presentar plana la muleta. Así todas las ventajas son del torero.
Conclusiones
En la suerte de matar, lo importante es fijarse en la mano izquierda, que es la que mata. Esta debe ir adelantada, con la muleta convenientemente liada. El torero debe dar con la muleta un “golpe seco” hacia abajo para que el toro humille.
Entrar sin liar, presentando la muleta plana para tapar la cara del toro es defecto… aunque el estoque se coloque en lo alto.
También es defecto encoger la mano izquierda, pero ese “vicio” (común en algunos buenos matadores) acrecienta la emoción al aumentar el peligro, por lo que no es vituperable.
¡Así se matan los toros!. Da igual quien sea el torero, la ejecución de la estocada es perfecta. La foto está sacada del libro de Vicente Zabala “La entraña de la Fiesta”.
Magnifica entrada Sr. Morente que comparto en su totalidad, y además si tenia alguna duda queda despejada y me confirma lo que mí padre me enseñaba, tuve la suerte de vez a Rafel Ortega en los finales de su carrera en la decada de los años sesenta y me convecio plenamente por su pureza al ejecutar la suerte suprema, y estoy con vd. en que a Paco Camino no se le ha reconocido lo suficiente el ser un extaordinario estoqueador a la hora de matar los toros.
ResponderEliminarUn saludo
Juan Hidalgo-AP.-
Juan Hidalgo-AP:
ResponderEliminarGracias por su comentario.
Es cierto y es curioso. Camino fue reconocido como torero pero además era un muy buen matador. Rafael Ortega, un matador indiscutible, era un gran torero, lo que no siempre le reconocieron.
De Rafael Ortega se me han quedado en el tintero un par de magníficas fotos en la suerte de matar que intentaremos publicar a la mínima ocasión.
Un abrazo
Es un placer leer tus publicaciones para alguien tan profana como yo. ¡Hay que ver lo que estoy aprendiendo! Estoy de acuerdo contigo ya que siempre me ha parecido que en la suerte de matar es más importante la ejecución que el resultado y creo que una buena ejecución merece más que una simple ovación.
ResponderEliminarSigue enseñándome que da mucho gustito.Matilde
¡Hola Jose! Estupendos todos tus textos sobre la suerte suprema.
ResponderEliminarTe cuento que lo único bueno que ha dicho Eloy Cavazos en toda su vida es que a la hora de matar la decisión es el 80%. Hay que reconocer que el chaparrito de Monterrey mataba como el tifo, si bien fue un virtuosísimo ejecutante de la estocada a la media vuelta, volcándose -debido a su mínima estatura- sobre el morrillo ya que los pitones estaban a un kilómetro; o sea, el precursor del julipié pero más ceñido.
¿Tú crees que Manzanares llegue a matar recibiendo con temple y haciendo a la perfección el quiebro de muleta, esa trincherilla indispensable para que el toro humille? Yo confío en que sí. Recuerda siempre que el aficionado es un pesismista que no ha perdido la esperanza... Un abrazo.
Gastón Ramírez:
ResponderEliminar1. No conocía esa habilidad de Eloy Cavazos a quien pude ver torear en España hace bastantes temporadas. Muy acertada, sin embargo, la importancia que el diestro concede a la "decisión" en esa siempre difícil suerte.
2. En todo caso, por su descripción parece algo diferente de la estocada del Juli.
3. Manzanares está convirtiendo en habitual en su repertorio la estocada recibiendo. Las que yo le he visto este año (Sevilla, Jerez, Madrid, Málaga) han sido sensacionales.
4. Muy bonita su definición del aficionado como pesimista que nunca pierde la esperanza
Un fuerte abrazo
Matilde:
ResponderEliminarMuchas gracias.
Es un verdadero placer tenerla como lectora de este blog, pero lo verdaderamente importante es que existan aficionad@s, como me consta que es su caso, que van a
la plaza cada tarde dispuestos siempre a dejarse sorprender(positivamente) por lo que pueda ocurrir en el ruedo.
Es un lujo poder compartir esta afición con usted.
Un abrazo y un beso
Interesantísima entrada, y sobre todo muy didáctica. Soy una aficionada reciente, joven que no ha mamado la tauromaquia en su familia sino que trata de acercarse a este mundo apasionante descubriéndolo desde cero. Acudo a la plaza con mucha frecuencia y entusiasmo, pero encuentro que existen momentos de ignorancia difíciles de salvar sin una buena explicación a tiempo que acompañe, por lo que su blog me resulta especialmente útil.
ResponderEliminarTrato de identificar sensaciones abstractas (¿intuición de lo que es bueno/puro/arriesgado?) con hechos concretos observables y explicables, como creo que también hace usted. Y en esto de la suerte de matar me surge alguna pregunta de pronto, como por ejemplo:
¿Por qué me gusta tan tan poco Morante cuando entra a matar?
Morante, matador al que admiro, me transmite una sensación terrible de estar huyendo del toro a un kilómetro de la bestia en el momento de realizar la suerte, pero no sé si es fallo del matador o del ojo. ¿Cómo lo ve usted?
Muchas gracias por compartir su sabiduría con tanto rigor.
Irene Tamayo
Irene:
ResponderEliminarSi ir a los toros de pequeño ("mamar" la tauromaquia en familia como usted dice) puede ser una ventaja o una suerte, pienso que descubrir los toros después ya con uso de razón puede ser una bendición.
Se acerca usted a la fiesta con capacidad de entendimiento y lo que es mejor, según confiesa, de apasionamiento.
Me recuerda a esos vistantes extranjeros que llegados a nuestro país sin saber nada de toros ni haber vista corrida se enfrenta a este tremendo pero magnífico espectáculo, se apasionan y quedan "enganchados" para los restos. Lo contaba Prospero Merimée quien vio su primera corrida en Madrid preocupado por cual sería su reacción. La tarde se le hizo corta cuando arrastyraban al último toro y ya no pudo dejar de asistir a ninguna corrida el tiempo que estuvo en España.
Hecha esta disgresión a favor del apasionamiento y, en contra del conocimiento, cuando este en su rigor nos lleva a no disfrutar de las cosas entro en materia o sea, entro a matar.
Pregunta usted porque no le gusta Morante matando. Ve que huye y duda y piensa si es problema del matador o de su forma de verlo.
La respuesta es evidente. Yo lo veo, ya que también lo pregunta lo diré, como lo ve usted.
La suerte de matar es muy complicada. especialmente por dos cosas:
Una. El cambio de ritmo pues como ha dicho algún torero se pasa del ritmo cadenicoso y fluido de la faena (o sea, del intento de crear arte) al encontronazo brutal y terrible de tener que matar al toro. No es fácil pues son estados mentales distintos.
Dos. En la suerte de matar el torero pierde vista un momento los pitones pues la atención debe centrarse si se quiere ejecutar bien la suerte en el morrillo. Algo (no ver los pitones) que para el torero puede resultar desconcertante. Un mal trago.
Dos razones que justifican el porqué generalmente los buenos toreros no suelen ser buenos matadores.
Por otra parte, el valor que sirve para matar es el valor del que está dispuesto a arriesgar la pierna en el envite y no el valor sereno del torero que permite mantener fría la cabeza y pensar delante del toro.
Morante como otros diestros de su magnífica cuerda es un gran torero. De lo mejor que se despacha en la tienda del toreo, Torero completo pues no sólo es un gran capotero, sino magnífico muletero, sensacional banderillero y eficaz y sólido picador pero -como diría Billy Wilder- "nadie es perfecto"
Un muy cordial saludo.
PD. Dicho técnicamente, Morante mata "a paso de banderillas" o sea, cuarteando.
Jose,
ResponderEliminarEnhorabuena por este articulo y por este blog tan bueno.
Estoy de acuerdo con casi todo el articulo .. pero diria que un torero debe de funcionar segun las condiciones del animal. Si el toro no humilla o viene vencido, o se mete por dentro buscando al torero sin obedecer el toque/golpe seco por abajo entonces como se entra a matar? En ese caso hay que tapar la cara ... o no? O sea, hay circunstancias en las que es aceptable y hasta aconsejable tapar la cara en el momento de entrar a matar.
Curioso tambien que el golpe seco por abajo es similar al torear con el pico - en el sentido de que se deja un hueco (peligroso) por dentro. Sin embargo, para muchos aficionados torear con el pico es malo mientras echar una muleta liada por abajo al hocico es bueno.
En la tecnica del toreo hay muchas cosas que no van ni con 'siempre' ni con 'nunca' ... muchisimo depende del animal.
Un abrazo
David
David:
ResponderEliminarMuchas gracias por su opinión tan favorable sobre el blog.
Sobre su comentario estoy totalmente de acuerdo. Una opinión de un amigo mío reciente (en línea con lo que usted dice) me ha hecho reflexionar.
Sostiene este amigo (ante la tesitura del golpe seco o el toque suave) que a los toros hay que matarlos tal y como se les ha toreado.
Si la faena se ha hecho a base de toques bruscos, entonces en la estocada habrá que "tocar" bruscamente.
Por el contrario si el toreo se ha deslizado fluido y sin toques, lo lógico es matar también sin pegar esos toques.
La semejanza que encuentra usted sobre la muleta liada y el "pico" me ha hecho reflexionar.
A bote pronto le diría que eso se puede utilizar (igual que el pico) como ventaja o como modo de arriesgar y conducir más al toro pero no tengo opinión formada sobre ese interesante matiz.
Un cordial saludo