Acabábamos la fiestas navideñas del pasado año, recordando el tema "Amarga Navidad" de ese genio inovidable que se llamó Bambino y empezamos nuestra recopilación navideña de este año con otro cantaor no menos genial ni menos inolvidable: el Camarón de la Isla. ¡Casi "ná"! como dirían los castizos.
La grabación de este villancico navideño que hoy vamos a escuchar, se puede localizar en Internet, donde StickPlay1 la subió completa (más de siete minutos que suenan a gloria y saben a poco) a su canal de youtube.
Por nuestra parte, hemos normalizado el sonido e intentado mejorar el contraste de la imagen que era algo borrosa.
Villancicos camaroneros
Fue en 1973, cuando Philips sacó al mercado dos singles con cuatro cortes navideños de Camarón con la guitarra de Paco de Lucía. Una rareza dentro de lo editado del artista de San Fernando quien siempre se decantó por el gran formato de los LP's.
Esos cuatro villancicos fueron rescatados 20 años después (tres de ellos con nuevos arreglos) en un disco titulado "Nochebuena gitana con Camarón y Paco de Lucía" y producido por Ricardo Pachón
Además de esos cuatro villancicos, rastreando por la red se pueden localizar un par de villancicos más. Uno de ellos es este que hoy traemos a nuestro blog para escucharlo en este día tan señalado ("Son dos días señalaítos...") de Navidad.
Se grabó en 1991, en la Venta de Vargas y a Camarón le acompaña su inseparable Tomatito.
Para no dejar de recordar a ese otro genio que fue Paco de Lucía, le hemos puesto al cante una introducción de lujo: Las palabras de elogio que, en la serie Autorretratos de Canal Sur, dedicó el hijo de la Luzía al recuerdo del cantaor de San Fernando.
Después, con el cuerpo hecho, podremos ya disfrutar del Villancico "La Virgen hizo una sopa", una larga tanda de letras navideñas, dentro de las cuales José Monge deslizó dos preciosas bulerías que quiso dedicar a sus dos hijas: Rocío y Gema igual que yo quiero dedicar este villancico (y este post) a mis dos hermanas: María y Carmen. ¡Felices fiestas a todos!
La Virgen hizo una sopa (Villancico por bulerías).
"Para mí, aparte estas cuestiones técnicas, lo más importante en la lidia, sean cuales fueren los términos en que el combate se plantee, es el acento personal que en ella pone el lidiador. Es decir, el estilo"
Juan Belmonte (del libro de Chaves Nogales)
Técnica aparte, donde la técnica no es a veces sino la expresión de nuestro concepto sobre el modo de ejercer el oficio, lo que diferencia a una forma de torear de otra; a una forma de cantar de otra, es -como bien decía Juan Belmonte- el acento personal, el estilo que cada artista pone en su obras.
Así entendido el estilo, como expresión de nuestro concepto del mundo, resulta interesante, desde luego llamativo y, a veces, chocante poner enfrente -enfrentar- las visiones contrapuestas de dos creadores cualquiera.
En el toreo, a ese juego de oposiciones, se le ha venido llamando tradicionalmente competencia. Competencias que han tenido una gran importancia pues son esas disputasentre los estilos de torear, las que jalonan, explican y definen la historia de este tarde.
De forma más soterrada pero no menos influyente, es ese juego de contrarios que permite explicar y, lo que es más importante, entender la historia del cante y al cante mismo.
Obviando las tradicionales y simplificadoras divisiones del cante: cante grande y cante chico; cante payo y cante gitano; cante jondo y cante flamenco, etc., poner en el tapete la contraposición de estilos, de acentos personales, resulta esclarecedora y, especialmente, gratificante y enriquecedora.
Hoy vamos a recordar a dos cantaores de muy diferente contextura, de muy distinta tesitura estilística: Bernardo el de los Lobitos y José Menese. Y, para que la comparación sea más efectiva, más didáctica, vamos a contraponerlos haciendo los dos un mismo cante, el garrotín.
Lo que en el cantaor de Alcalá de los Panaderos, es delicadeza, dulzura, tiento, mesura y llanto contenido, se convierte en el morisco en desgarro, lucha, fuerza, empuje y tragedia. Dos estilos, dos acentos personales radicalmente diferentes, puestos frente a frente.
Qué hermosa es la libertad (Garrotín)-José Menese Guitarras. Juan Carmona "Habichuela"-Enrique de Melchor "Del llanto a la protesta" Programa de la serie TVE "Flamenco (ayer y hoy)" de Fernando Quiñones (1980)
Menese interpretaba en 1980, en el programa "Del llanto a la protesta" de la televisiva serie "Flamenco (ayer y hoy"), y con las guitarras de Juan Habichuela y Enrique de Melchor, un garrotín ("Que hermosa que ya había cantado y grabado en el Olympia de París cuando su mítico recital en ese no menos mítico escenario.
La primera y tercera letra del recital de París (1974) había sido distintas:
Y las deja repelás (bis)
andas trasquilando ovejas
con esa tijeras mismas
pueden cortarte a tí las orejas
Ay garrotín, ay garrotán
con el mismo garrotín tú a tí te darás
Se ve que algo se barrunta
otras cartas se barajan
una calor recalmá
termina calmando el agua
Ay garrotín, ay garrotán
con el mismo garrotín tú a tí te darás
Cuando retoma el cante para la televisión en 1980, han transcurrido ya seis años desde lo del Olympia, en los que habían cambiado muchas cosas en España y todavía cambiarían muchas más (1981 fue el año del golpe y 1982, el de la llegada al poder de los socialistas). Por eso, Menese cambió esas dos letras. Frente al tradicionalismo habitual de la mayoría de los cantaores flamencos, Menese procuró siempre "estar al día" y su letras han ido cambiando al compás de los acontecimientos y la historia de nuestro país.
Aunque el agua reverbere y queden juncos en pie (bis) no tiene peces el río y quieren pescar con red Ay garrotín, ay garrotán con el mismo garrotín a tí te darán Es que aquí no sirve nadie siempre mandan los extraños no mira un "aperaor" por la tierra como el amo. Nos han metío a nosotros (bis) un duro hueso en el jato nosotros los roeremos pero aquí hay hueso pa' rato Que hermosa es la libertá y algunas veces cavilo que siendo cosa tan grande esté pendiente de un hilo Trantreiro, leiroleirolá...
Tú dices que no me quieres (Garrotín)-Bernardo de los Lobitos Guitarras: Perico el del Lunar-Niño Ricardo Antología del Cante Flamenco.Orfeón (1957-México)
Bernardo graba este exquisito garrotín en 1957, para la Antología de Orfeón que se publicó en México.
Como en él es habitual recurre a letras tradicionales del flamenco. En este caso, como es lógico letras propias de este cante y también de los tangos ("No me tires indiré...") pues a fin de cuentas, el garrotín no es sino un tango bailable en origen, como nos recuerda en una de las letras ("si quieres que yo te baile y te cante el garrotín..."), un origen bailable al que también se refería Fernando Quiñones en la presentación que hacía en TVE del garrotín que hemos seleccionado de Jose Menese.
Sea como fuera, el garrotín que cantaban a principios del XX, Amalia Molina y el Niño Medina fue recogido, transformado y engrandecido por (¿Quien si no?) la genial Pastora Pavón que le dio la singular grandeza y prestancia que hoy tiene.
Lalele, leirolanlolanlo... Si yo lo hubiera sabío (bis) lo falso que era tu pecho nunca me hubiera metío en callejón tan estrecho El garrotín y el garrotán que con el garrotín, con el garrotán Tú dices que no me quieres (bis) me se dan tres caracoles más pa'rriba, más p'abajo me están queriendo a montones El garrotín y el garrotán que con el garrotín, con el garrotán No me tires indiré (bis) mira que soy arquitecto de la línea de Jerez que garrotín, que garrotán. Si quieres que yo te baile y te cante el garrotín ponme una monea en la mano y te haré trintrintrintrí trintrintrintrín, trintrintrintrín Pregúntale a mi sombrero mi sombrero te dirá la malas noches que paso y el relente que me da. Y el garrotín y el garrotán y el garrotín y el garrotán Cuanto te quieres poner te quieres tú apostar que me coloco en la esquina y no te dejo pasar que con el garrotín, con el garrotán que con el garrotín, con el garrotán
Antonio Montes, la tarde del 24 de septiembre de 1905 en Zaragoza, citando arecibir a un toro de casta Navarra de Pobes y Santos (antes de Jorge Díaz). Su éxito, esa tarde fue apoteósico, saliendo en hombros -según decía Sol y Sombra, que publicó la foto- "no de los golfos de costumbre, sino de los señoritos de kaki y jipi"
"Ahora descúbranse ustedes respetuosamente, y guarden silencio. Antonio Montes se va hacia el toro, le da un soberbio pase en rodillas, varios de pecho superiorísimos, entre bravos y olés, y metiendo el pie, cita al Contrabandista, se arranca el toro y, recibiendo, clava una estocada inmensa en lo alto y cae lo mismo que si hubiera producido un terremoto en el suelo. (Ovación inenarrable)
Allá arriba se oye el rasgueo de una guitarra. Es Paquiro que canta:
El arte de los toros
vino del cielo...
A Montes se le dio la oreja, porque no hay recompensa mayor para premiar las buenas acciones de los toreros."
Reseña. publicada en la Prensa de Zaragoza, de la faena de Montes a su segundo toro en la corrida celebrada el 24 de septiembre de 1905. Reproducida en el número de Sol y Sombra de 14 de febreo de 1907, tras la muerte de Montes en México
5 de abril de 1908. Antonio Fuentes torea la que se suponía corrida de su despedida de Madrid. Fuentes se iba"cansado de tanto bregar" según confesó ese día a la Infanta doña Isabel, una gran aficionada a los toros, a la que llamaran castizamente "La Chata"
El era un veterano, era una sombra
de lo que fue, y yo era todavía
un niño de calzón corto, una cría
de terco aficionado que leía,
recitaba de coro el "Sol y Sombra"
...
Y un día en el cartel "Antonio Fuentes"
No lo quise creer. Y era posible.
Aún nací a tiempo. Oh dioses providentes. ... (Gerardo Diego. Fragmento de "La fábula de Antonio Fuentes")
Aún nací a tiempo
Pese a todos los reparos que se le quieran hacer, la reaparición de uno de esos toreros retirados que fueron capaces de dejar huella entre los aficionados de su época, les permite, a esos "viejos" aficionados, revivir la nostalgia de las tardes de gloria pasadas. Pero, sobre todo y esto es lo más importante, permite que aficionados más jóvenes puedan llegar a ver en la plaza a sus idolatrados toreros.
Eso último es lo que le ocurrió a un jovencísimo Gerardo Diego cuando allá por 1910-11, el diestro Antonio Fuentes, retirado en 1908 y elegante donde las haya, decidió regresar a los ruedos.
Fuentes fue portada de la revista Toreros con motivo de su reaparición en Madrid el 24 de junio de 1911 (nº publicado el 25 dicho mes y año)
Antonio Fuentes fue el único torero del fin de siglo al que Guerrita concedió algo -no mucho-de cuartelillo. Retirado el Guerra (que ese sí que se fue para no volver), Fuentes se alzó a los primeros puestos de la torería. Sin embargo, la dicha nunca es completa y, a finales de 1903, un toro de Saltillo en Zaragoza le destrozó la rodilla derecha.
Fuentes frente a Corredor de Saltillo, negro zaíno. El toro le cogió cuando se le arrancó de improviso al intentar fuentes sacarle el estoque con una banderilla para poder descabellar (Fotografía del número del 25 de octubre del semanario Sol y Sombra, el que leía el niño Gerardo Diego)
Fuentes arrastró su cojera por los ruedos durante las siguientes temporadas, hasta que en 1908, decidió retirarse del toreo organizando una campaña de despedidas en la principales plazas españolas y francesas (Madrid, Valencia, Nimes, el Puerto, Barcelona, Bilbao, etc.)
La despedida de Antonio Fuente provocó una tremenda expectación. En Madrid donde se dio la primera corrida de las 13 celebradas ese año para su despedida, el publicó se arremolinaba para ver salir al torero del Hotel donde se alojaba.
Sólo, un par de años después, en 1910, cuando ya nadie lo esperaba, toreó tres corridas en Lisboa y una en Murcia. Y, en 1911, regresaba formalmente para gozo y dicha de los ojos juveniles del pasiego Gerardo Diego quien lo vería torear un año después, en Santander.
Antonio Fuentes volvió por su propia voluntad. Por necesidad, posiblemente. Pero ¿quien o quienes hicieron posible su regreso?. Dicho de otro modo ¿quien o quienes fueron esos "dioses providentes" de los que nos hablaba Gerardo Diego en su fabulosa poesía?
El dios providente
El dios providente de Gerardo Diego existió y se llamaba Alegrías. Mejor dicho, se llamaba Gregorio Corrochano pues Alegrías era el seudónimo que utilizaba Corrochano cuando hacía sus primeros pinitos como segundo de Blanquito, el revistero taurino titular del diario la Mañana.
La historia la contaba el propio Corrochano muchos años despues con motivo de una tarde en la que la seguridad y elegancia del toreo de Antonio Ordoñez en Aranjuez le traía a la memoria la seguridad y elegancia del toreo de Antonio Fuentes también en Aranjuez.
Una tarde de Ordoñez en Aranjuez le traía a Corrochano, recuerdos de otra tarde en la misma plaza. Aquella en la que Antonio Fuentes le confesaba -después de la corrida- su intención de reaparecer (Titular del Blanco y Negro del 6 de junio de 1959).
Seguridad y elegancia en el capote de Antonio Fuentes (precursor del de Ordoñez) rematando un quite en Aranjuez la tarde del 30 de mayo de 1911 (Fotografía publicada en el semanario Toreros del día 4 de junio)
Fuentes andaba dándole vueltas a la idea de reaparecer pero sin acabar de decidirse. Había toreado -como hemos comentado- el año anterior en Lisboa y en Murcia y estaba en Aranjuez el 30 de mayo de 1911 para sustituir a Ricardo Bombita que había sido cogido días antes.
En los jardines del hotel donde se alojaba el torero, Corrochano conversó -después de la corrida- con Fuentes sobre su retirada y sus deseos de volver y luego trasladó la conversación al periódico donde escribía como sustituto. Con gran sentido periodístico, preguntó a los revisteros de mayor prestigio de la época sí Fuentes podía o no volver al toreo en las condiciones en las que deseaba volver (limitar sus actuaciones a 15 ó 20 corridas en las plazas de más importancia).
Cuando Corrochano no era Corrochano sino Alegrías y no ejercía de titular de la sección taurina de ABC sino como secundario en la Mañana, publicó una entrevista con Antonio Fuentes en la que finalizaba llamando a consulta al resto de la crítica taurina pidiendo opinión sobre la conveniencia de que reapareciese Antonio Fuentes (La Mañana, 31 de mayo de 1911)
La Prensa contestó dando el plácet (sólo Don Modesto mostró alguna reticencia) y poco después, el día de San Juan concretamente, Fuentes reaparecía en Madrid, acompañado por el Papa Negro y Rodolfo Gaona, para lidiar una corrida de Guadalest.
Esa temporada de su reaparición, Fuentes llegó a torear 22 corridas y mató 51 toros. En la siguiente, toreó sólo 16 corridas y 34 toros pues, aunque tenía contratadas bastantes más, fue cogido en su segunda tarde en Santander, precisamente la plaza donde le pudo ver Gerardo Diego.
¿Y nosotros?
Gracias a un dios providente, Gerardo Diego nació a tiempo de poder ver en los ruedos la elegante figura de Antonio Fuente pero ¿Y nosotros? ¿Hemos nacido a tiempo de ver a ese torero?
La respuesta en la siguiente entrega de esta (elegante) serie.
Antonio Fuentes brinda un toro con su proverbial torería y elegancia (Fotografía publicada en Nuevo Mundo el día 22 de junio de 1911 anunciando su reaparición en Madrid). De Fuentes tenemos algunas fotografías amarillentas y el relato de sus contemporáneos pero no hemos podido, al contrario que Gerardo Diego- verlo torear en las plazas quizás porque no hemos nacido a tiempo ¿O sí?.
Luis Miguel (el "maestro de maestros" como dice el cartel oficial) se encerró en solitario en el Puerto de Santa María, el 12 de octubre de 1960. Se rumoreó que esa corrida podía ser la de su despedida.
El Día de la Hispanidad (12 de octubre) de 1960, Luís Miguel Dominguín se encerraba en solitario en el Puerto de Santa María con seis toros de diferentes ganaderías.
La tarde fue primaveral y el ambiente en la bella ciudad gaditana, magnífico.
Las simpáticas Presidentas de Honor de la corrida del Puerto (Fotografía publicada en el Ruedo)
Como dijimos en la anterior entrada, cuando Luis Miguel pasaba de muleta con la mano derecha al cuarto toro, le gritaron la consabida y repetida frase de ¡Con la izquierda, Luis Miguel!,
Luis Miguel pasando con la derecha a uno de los toros de la corrida del Puerto. En uno de esos muletazos fue cuando le gritaron que torease con la izquierda (Fotografía publicada en el Ruedo)
Sobre el "porqué" del exigente grito y sus consecuencias, tenemos -cosa curiosa- tres versiones diferentes.
Versión Primera (Manuel de Alfonso).
Entradilla del Capítulo dedicado a la Corrida del Puerto del libro "Plaza Real" de Manuel de Alfonso
Relatando lo que ocurrió esa tarde, Manuel de Alfonso en su libro sobre la historia de la Plaza de toros del Puerto ("Plaza Real-Toros en el Puerto"), decía que cuando Luis Miguel toreaba con la derecha al toro de Cobaleda, cuarto de la tarde, un espectador le pidió a gritos que lo hiciese con la izquierda.
Luis Miguelignoró el grito y al gritante, lo que es conducta acertada pues a los toros hay que torearlos donde y como convenga al torero perono donde y como pidan los que no saben. Por si quedaran dudas, el madrileño hizo toda la faenasobre la mano derecha que era el lado bueno de ese toro.
He dicho "toda" la faena con la mano derecha y he dicho bien. Toda. Pues la contestación y la humorada del torero-prueba de poderío- al extemporáneo grito, llegaron con la estocada. En el momento de la suerte suprema, Dominguín se cambió de mano la espada (que no la muleta) y entró a matar con la espada en la izquierda y la muletaen la mano derecha. Una estocada inusual (en realidad, media lagartijera) que entusiasmó al respetable. Se le concedieron las orejas y el rabo de ese toro.
O sea que así, con la muleta en la mano derecha, dio Luis Miguel todos los muletazos (incluido el último) de esa singular faena. Sin hacerle maldito caso al maleducado espectador. Claro, que Luis Miguel era muy suyo. ¡No era nadie el hijo menor de Domingo!
Por eso fue quien fue en el toreo. Uno de los más grandes.
Versión científica (Corrochano)
El descriptivo pero insulso título de la Crónica de la corrida del Puerto publicada por Corrochano en Blamco y Negro ("Luis Miguel mata seis toros en el Puerto") se convirtió en un sugerente y atractivo lema en el correspondiente capítulo de su libro "Cuando suena el Clarín" ("Diversidad sirena del mundo")
Gregorio Corrochano asistió a la corrida del Puerto, pero no como crítico de ABC (pues ya no lo era al haberle sustituido Díaz Cañabate) sino como articulista de Blanco y Negro el semanario que era también propiedad de la familia Luca de Tena y donde el crítico seguía publicando sus impresiones de algunas tardes importantes como esta del Puerto que, decían algunos, sería la de la retirada de Luis Miguel.
Para Corrochano -crítico dogmático a fin de cuentas- todo era, en el toreo, cuestión de lógica y técnica. El problema es que muchas de sus explicaciones se alejaban de la técnica real del toreo. Corrochano, es cierto, tenía una visión científica de la realidad pero, a veces, esa visión era bastante peculiar.
En concreto, y sobre la estocadade Luis Miguel con la mano derecha, al toro cuarto, Corrochano elaboró la siguiente teoría.
"Luis Miguel quería matarlo en la suerte natural, que es donde tenía la muerte el toro (...) Colocados toro y torero para la suerte natural, al montar la espada, el toro se desigualaba y andaba; esto ocurrió tres veces. Entonces Luis Miguel desistió y le igualó en terrenos contrarios a la suerte natural, cuando dijo una voz del tendido: "Con la izquierda", y cambiándose de mano muleta y estoque, entró a matar con la mano izquierda y le echó a rodar de media estocada lagartijera.
¿Fue una genialidad inspirada por la voz el tendido? No lo sé. Lo que si sé es que tiene una consecuencia técnica que es para mí más importante que las genialidades. Al coger la muleta con la mano derecha y el estoque con la mano izquierda, se cambian totalmente los terrenos del toro y del torero, y el toro, colocado para la suerte contraria, resultó matado en la suerte natural, como quiso Luis Miguel matarlo desde el principio.
Quizás merezca tomarse en consideración, y tener en cuenta la estocada con la mano izquierda, como recurso en aquellos toros difíciles por el lado derecho".
La versión resulta dudosa, no sólo por lo improbable de la teoría sostenida por Corrochano sino por ser poco creíble que la idea de matar con la derecha partiese de un espectador del tendido.
Lo que también llamó la atención de Corrochano (y elogió) fue la negativa de Luis Miguel a dar vueltas al ruedo durante la tarde ni siquiera en los toros en los que cortó las orejas. Sólo al finalde la tarde, Luis Miguel rodeado de todas los miembros de las cuadrillas (se distinguen entre otros a los hermanos Luque Gago) y el sobresaliente Pepe Álvarez,recorrió la arena de la Plaza del Puerto
Versión esotérica (Antonio Díaz Cañabate. ABC)
Cañabate explicaba la corrida en ABC a partir de un tema muy caro a la literatura universal. La lucha entre el bien y el mal. Entre un espiritú bueno y otro diabólico.
Pero si la versión de Corrochano resulta un poco traída por los pelos, más curiosa aún (de esotérica la calificaría yo) es la versión de Cañabate.
Cañabate derivaba siempre hacia lo literario todassus crónicas, con lo que compensaba su poco interés real por el toreo. Y es que el Caña construía todas sus reseñas, con muchas dosis de literatura costumbrista, alguna metáfora divertida y unas pequeñas gotas -pocas- de teoría taurina (más bien los cuatro tópicos de rigor repetidos "ad nauseam").
Para empezar, Cañabate solía elegir un tema principal que le sirviese de "leif motiv" y que le diese cuerpo a cada crónica, sin importarle si ese tema central tenía o no relación con lo que hubiese pasado realmente en el ruedo.
En el caso de la corrida del Puerto, la idea central de su crónica fue la metáfora del ángel y el demonio que, según él, acompañaban y aconsejaban al torero en cada uno de sus pasos. Las acciones del Luis Miguel se explicaban así como respuesta a cada uno de estos dos curiosos asesores. Uno sensato (el ángel) y otro travieso (el demonio).
Por eso, para él, lo de la estocada con la mano izquierda no era ni una respuesta a un grito inoportuno ni una aportación técnica, sino más bien una travesura del torero, propiciada por su acentuada personalidad:
"Pero donde el demonio llegó al colmo de la diablura fue en el cuarto. En la faena sobresalió un macheteo torerísimo. Sólo los grandes toreros saben machetear así. Bueno, ya está el toro cuadrado y el matador perfilado. Y va el demonio, ¿y que hace? Soplarle a Luis Miguel nada más que esto: "¡Mátalo con la mano izquierda!" Y Luis Miguel, que coge al vuelo las travesuras, monta la espada con la izquierda y la difícil suerte le sale redonda. Media estocada sin puntilla.¡Qué bien se entienden el demonio y Luis Miguel! Pero el ángel estaba vigilante y todo salió a pedir de boca."
Y aunque algo de razón pudiera tener (Las provocaciones de Luis Miguel al público fueron proverbiales), el Caña -con ese método-conseguía eludir la necesidad de dar una explicaciónracional a lo que ocurría en el ruedo. La deriva poética le servía para encandilar a sus lectores pero también para ocultarsus carencias en la pura materia taurina.
No es malo utilizar metáforas siempre y cuando esa reflexión de segundo nivel no sustituya a la explicación primera y racional de las cosas que ocurren en los ruedos.
A modo de conclusión final
La respuestachulesca (e inteligente) del diestro madrileño a la inoportuna voz del tendido ("¡Con la izquierda, Luis Miguel!") y que se convertía en una compleja disquisición sobre los terrenos en el caso Corrochano, se transmuta en Cañabate en un mero recurso literario. Puro pretexto para su hilar una crónica.
Es evidente que lo complejo de la realidad del ruedo, nos obliga a interpretarlo -sobre la marcha- si queremos entenderlo. El problema es que, muchas de las interpretaciones que solemos hacer se basan en conceptos técnicos (posiblemente equivocados) cuando no en simplificaciones o mixtificaciones (normalmente alejadas de la realidad).
Esa es lo que les ocurrió a Corrochano y Cañabate en la Corrida del Puerto con la estocada de Luis Miguel con la mano izquierda. Un hecho novedoso (matar con la mano izquierda) descolocó a ambos críticos. Corrochano, como en él era habitual, elaboró una sofisticada teoría técnica pues esa era su manera de explicar las cosas. Cañabate resolvió la papeleta con una disquisición filosófica y poética sobre la maldad y la bondad pues esa era su manera de contar las cosas.
Quizás algo de todo eso (sobrada capacidad técnica y desbordante personalidad) hubiera en la respuesta que dio Luis Miguel al impertinente espectador del tendido. Pero la clave de su actitud (a la que no aludieron ninguno de los dos críticos) era muy otra. Llevarle la contraria y corregir -con mucha sutileza- al inoportuno espectador. Lo que no hizo más de un siglo antes Curro Guillén en Ronda y le costó la vida.
Y es que los toreros de inteligencia, casi siempre, suelen tenerlo todo controlado. O eso, al menos, es lo que aparentan.
El Maestro de maestros (Del libro "Plaza Real-Toros en el Puerto"). Después de "retirarse" en el Puerto, tardaría once años en volver a vestirse de luces. Gracias a esa reaparición pudimos llegar a verle en los ruedos.
Tauroteca. Luis Miguel en el Puerto de Santa María el 12 de octubre de 1960
Como es habitual en este blog, no nos vamos a contentar con hablar de esa estocada con la mano izquierda de Luis Miguel sino que vamos a documentar esa tarde del Puerto que hizo historia en el toreo. Pequeña historia, pero historia a fin de cuentas.
Vamos a revivir el ambiente de los toros en el Puerto ("Quien no ha visto toros en el Puerto, no sabe lo que es un día de toros") y vamos a repasar algunos momentos de esa tarde y las estocadas que dio Luis Miguel, incluida (¡no podía faltar!) esa estocada con la mano izquierda que nos ha ocupado en esta entrada.
Vámonos al Puerto de Santa María...Torea Luis Miguel Dominguín... ¡Silencio, por favor!
Un derechazo, no largo sino larguísimo, de Luis Miguel Dominguín a uno de los toros de su "encerrona" en el Puerto de Santa María en el día de la Hispanidad de 1960. La fotografía publicada en el Ruedo fue incluida por Gregorio Corrochano en su libro "Cuando suena el clarín" publicado por la Revista de Occidente en 1961.
Hace unos pocos años, andaba Iván Fandiño, una tarde en Madrid, empeñado en sacar adelante una de esas faenas, tan complicadas y trabajadas, tan en el filo de la navaja, que tienen tantas papeletas de acabar en éxito como en fracaso, cuando una inoportuna voz del tendido (aclaremos que todas las voces del tendido son inoportunas) le conminó a coger la muleta con la mano izquierda: ¡Con la izquierda, Fandiño!
Hizo caso el de Orduña al inoportuno autor del bocinazo, cogió la muleta con la izquierda y el resultado fue que, lo que pudo acabar en triunfo, se diluyó entre el desinterés y el silencio de la mayoría de los espectadores.
No es la primera vez, ni -por desgracia- será la última- que una de estas voces del tendido cambia el signo de una tarde. Como la cambió, para trocarla en desgracia, la voz que le dió en Ronda, un 21 de mayo de 1820, un defensor del toreo rondeño y de la estocada recibiendo (uno de esos defensores a bocinazos de sus peculiares y particulares gustos) al diestro Curro Guillén cuando este se disponía a entrar a matar a volapié a uno de esos toritos de Cabrera, que tanto sentido y tanto peligro desarrollaban durante la lidia. Curro -igual que Fandiño- hizo caso al inoportuno espectador, citó a recibir y, para su desgracia y la de la Fiesta, encontró la muerte en las astas del toro pese al intento de quite que le hizo su peón de confianza, Juan León. Los grabados de la época dejaron constancia del hecho.
La Lidia recogía así el momento de la cogida mortal de Curro Guillén provocada por el grito de un espectador
Y es que resulta evidente, que el que vocifera en una plaza exigiendo que se toree como a él le gusta, demuestra un escaso conocimiento de la materia (aparte de no tener ni pizca de educación). El que sabe, lo primero que sabe es que el toreo es tan complejo y tiene tantos matices, algunos muy difíciles de apreciar desde el tendido, que lo más acertado es mantener la boca cerrada.
Es por eso, que -calentones aparte- los diestros procuran no hacer demasiado caso a estas peticiones extemporáneas como esa de "¡Con la izquierda, Fulanito!" que es, posiblemente, una de las más habituales y frecuentes que podemos escuchar en las plazas (aparte del sempiterno ¡Crúzate!, el insufrible ¡Pico, no! u otras lindezas por el estilo)
Lo mismo que le pasó a Fandiño, le ocurrió o se lo gritaron, sin ir más lejos a José Tomás en la mañana mágica de su corrida mágica en Nimes (¡Con la izquierda, Tomás!). Un grito hábilmente ignorado y desatendido por el de Galapagar.
Toreaba José Tomás en Nimes primorosamente sobre la mano derecha cuando el clásico espectador inoportuno le gritó aquello de ¡Con la izquierda!. Un grito ignorado por el de Galapagar.
También se lo gritaron (y, casualmente, también toreando en solitario) a Luis Miguel Dominguín en el Puerto de Santa María hace ya bastantes años. Concretamente, en el otoño de 1960.
El reclamo de la corrida del Puerto en el Ruedo. Curiosa forma de anunciar el "solo" de Luis Miguel con esa advertencia de "los tres de Madrid". Nota para noveles aficionados: Como se ve, ya entonces había tardes en que los carteles anunciaban a los toreros pero no a los toros. Y eso pese a tratarse de una Corrida-Concurso de ganaderías (Cartel publicado en El Ruedo, número del 6 de octubre de 1960)
Y aquí del Ruedo del día 20, la relación de los toros que se lidiaron.
Luis Miguel pasaba, esta tarde, de muleta y con la mano derecha al cuarto toro cuando le gritaron lo de ¡Con la izquierda, Luis Miguel!,
El caso de Luis Miguel es muy curioso ya que sobre el "porqué" se lo gritaron, el "momento" en que se lo gritaron y las "razones y consecuencias" del grito circulan tres versiones diferentes.
Aclaración adicional
Para que no haya malentendidos (que no los habrá con quien quiera y sepa leer rectamente) conviene precisar que no se discute aquí el derecho de los espectadores a la protesta o a la bronca por muy airada que esta sea. Esa protesta es consustancial a la fiesta.
Pero una cosa es la protesta o la bronca cuando el diestro está rematadamente mal, cuando no está a la altura de la circunstancias, cuando da un mitín o pega un petardo y otra, muy distinta, es cuando se protesta porque los toreros no torean como a nosotros nos gustaría que toreasen (la protesta que yo llamo ideológica).
Una protesta que suele traer causa en el desconocimiento de la técnica del toreo y que llega al colmo cuando el del tendido (ignorante y cobarde, por definición) pretende decirle al del ruedo (sabio y valiente, por definición) como se tienen que hacer las cosas (¡Con la izquierda, Luis Miguel!, por ejemplo).
Incongruencia ante la que solo caben dos respuestas posibles: O el "baje, usted", con el que replican y han replicado tantos diestros pasados y presentes, o "no le hago a ustedni puñetero caso" como hizo Tomás en Nimes.
Aunque pensándolo bien quizás quepa una "tercera" vía. La de hacer lo que parece ser que hizo Luis Miguel en el Puerto de Santa María el día de la Hispanidad de 1960. Esto último, lo de Luis Miguel, o veremos en la próxima entrega
Aunque Luis Miguel era muy dado a imprecar directamente a los espectadores desatentos, en el Puerto optó por otra postura no menos provocativa ante el provocativo grito: Ignorar lisa y llanamente al espectador gritón.
Antonio Ordoñez contempla como cae el toro después de una de sus grandes estocadas. Pura estampa de grandioso torero.
Decía Paco Camino en Málaga, el pasado 20-N hablando de la forma en la que Antonio Ordoñez ejecutaba la suerte suprema:
"Voy a decir una cosa: Matar bien los toros he visto poco a Rafael Ortega porque la edad mía no coincide con Rafael Ortega. Yo le vi matar tres toros en Sevilla a Rafael Ortega pero yo era un "chinorri"
Y, luego, el que yo he visto con más arte matar a los toros, se llama Antonio Ordoñez.
Digan la gente lo que digan, que no se qué, que si elrincón... Ese los mataba con arte. Cuando decía voy a matar al toro, los mataba con una profundidad fuera de lo normal. Y yo pues empecé a verlo como entraba a matar.
Eso del cuento del rincón... que si esto para arriba, para abajo y ahora matan en el rincón y cortan un rabo. Y antes, caía desprendía así y... ¡Fuera! ¡Fuera!. Era otra cosa la vida.
Pero le pusieron el sello ese y mira que mataba bien los toros. Y despacio. Y bien mataos. Ademas tenía un cuerpo con buenas hechuras. Y los mataba muy bien Y las gentes ¡El rincón, el rincón!..."
Ordoñez se perfila en el centro de la cuna (entre los dospitones). La vista fija en el morrillo. Empinado sobre las puntas de los pies. La boca entreabierta en un gesto muy suyo.
Otdoñez arranca para la estocada con el pie izquierdo. La muleta avanza y baja, igual que avanza la mano del estoque. Ordoñez arranca en rectitud.
El siguiente paso lo da el pie derecho pero el torero sigue avanzando en rectitud y la vista sigue fija en el morrillo. Prestancia torera de la estocada de Ordoñez.
El momento del encuentro es el momento de la verdad. El torero fija la vista en el morrillo no ve-no puede ver- los pitones. Ahí está todo el mérito y el riesgo de la estocada. Una suerte donde hay que confiar en la mano izquierda y... en la suerte.
La salida de la cara del toro. Quizás el único punto débil de las estocadas de Ordoñez es que, a veces, se salía de la suerte un momento antes del embroque.
Con Antonio Ordoñez pasa algo parecido a lo que ocurre con Joselito el Gallo. Olvidados hoy día por los aficionados en detrimento de otros toreros de menor fuelle, fueron -sin embargo- referentes primeros de la torería de sus respectivas épocas. Todos los toreros de la época de Joselito fueron gallistas. Casi todos los toreros de la época del maestro de Ronda tomaron como referente al rondeño.
Camino era uno de los que sentía verdadera pasión y admiración por Ordoñez (igual que la sentía por Luis Miguel, otro de los grandes olvidados), llegando a alternar con él numerosas tardes, incluidos varios mano a mano, Eran de distinta generación por lo que podemos hablar de maestro y discípulo y de aprendizaje. Un aprendizaje que se desarrollaba como siempre se ha desarrollado el aprendizaje de los toreros: viendo toreara los maestros que son los que tienen algo que enseñar.
Al resaltar las cualidades estoqueadoras de Antonio Ordoñez, Camino pone el dedo en la llaga de otro tema candente: Los sambenitos con los que críticos y aficionados, poco rigurosos y demasiado rigoristas, despachan y etiquetan a los mejores toreros de cada momento.
En el caso de Paco Camino, la "mandanga" que se inventó Cañabate le marcó a lo largo de su carrera profesional. Como le marcó a Antonio Ordoñez otro maldito invento del "Caña", ese "Rincón de Ordoñez"que Camino niega de forma tajante.
Y es que, digan lo que digan, la única mandanga de Paco Camino son sus 19 cogidas. El verdadero ríncón de Ordoñez son sus 20 cornadas.
Mal crítico fue Cañabate y peores los aficionados que se creyeron esas etiquetas, sin enterarse de la capacidad torera que tenía Paco Camino (con o sin "mandanga") y del pedazo de estoqueador que fue Ordoñez (con o sin "rincón").
La estocada de Ordoñez
Y es que, con rincón o sin rincón, Antonio Ordoñez a fuer de grandioso torero (uno de los más grandes de todos los tiempos) fue -muchas tardes- un excepcional estoqueador.
Revisando las grabaciones del NO-DO de sus estocadas sólo soy capaz de ponerles un pequeño reparo. En mi opinión, creo que Ordoñez -algunas veces- se salía de la suerte un momento antes (sólo un momento antes) de culminarla. Quizás por eso, algunas de sus estocadas le quedaban levemente desprendidas. Pero su forma de entrar a matar es, desde luego y sin duda, irreprochable.
Y lo que es más importante, lo realmente importante, su estocada podría no ser perfecta ("nadie es perfecto")pero ejecutaba la suerte suprema con el mismo empaque que le confería a todo su toreo y, además, lo dice el maestro Camino, daba sus estocadas muy, pero que muy despacio.